
Hallazgo de un genoma egipcio de 4500 años revela nuevos datos sobre el antiguo Egipto
Esta reconstrucción facial de un antiguo egipcio cuyo genoma fue secuenciado se basó en un escaneo 3D del cráneo.
Sellado en una vasija funeraria de cerámica, con las rodillas dobladas hasta la barbilla, el esqueleto egipcio permaneció intacto durante miles de años. En 1902, arqueólogos británicos lo sacaron de su tumba excavada en una ladera de piedra caliza en la necrópolis de Nuwayrat, a más de 240 kilómetros al sur de El Cairo, Egipto.
Mientras que los faraones de su época construían monumentos colosales como la Gran Pirámide de Guiza, este hombre, probablemente un alfarero que vivió hace entre 4500 y 4800 años, dejó tras de sí un legado diferente: su ADN, excepcionalmente bien conservado.
De alguna manera, sus restos sobrevivieron a siglos de calor abrasador en Egipto e incluso a los bombardeos nazis mientras se encontraban en Liverpool, Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial. Recientemente, los científicos secuenciaron el primer genoma completo de un antiguo egipcio a partir del ADN intacto extraído de sus dientes.
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El estudio, publicado en junio de 2025 en Nature, describe el ADN egipcio más antiguo jamás recuperado, datado por radiocarbono entre el 2855 y el 2570 a. C. Esto fue durante el final de la Dinastía Arcaica y el comienzo del Imperio Antiguo, cuando los gobernantes de Egipto consolidaron su poder y dieron paso a la “Era de las Pirámides”.
“Hay cientos, sino miles, de genomas antiguos de todo el mundo”, asegura Linus Girdland-Flink, arqueólogo biomolecular de la Universidad de Aberdeen en Escocia y coautor del artículo. Hasta la fecha, los científicos han recogido ADN antiguo de neandertales, denisovanos y Homo sapiens de hace 45 000 años. “Sin embargo, Egipto ha seguido siendo una especie de punto blanco en el mapa de este gran rompecabezas de la ascendencia genética humana”.
Anteriormente, el ADN más antiguo recuperado de Egipto procedía de tres momias enterradas en la necrópolis de Abusir el-Meleq y datadas entre el 787 y el 23 a. C. Pero esas secuencias solo representaban genomas parciales. El nuevo genoma es completo y procede de un individuo que vivió unos 1500 años antes.

Ataúd de cerámica y restos arqueológicos del individuo de Nuwayrat, descubiertos en 1902.
"Este genoma nos permite, por primera vez, obtener información sobre la ascendencia genética de un individuo del antiguo Egipto del período del Imperio Antiguo", dijo Adeline Morez Jacobs, antropóloga biológica que llevó a cabo la investigación mientras cursaba su doctorado en la Universidad John Moores de Liverpool, durante una rueda de prensa. También permitió a los científicos reconstruir parcialmente el aspecto que podría haber tenido el rostro de la persona.
Daniel Antoine, jefe del departamento de Egipto y Sudán del Museo Británico de Londres, que revisó el artículo, elogió el trabajo. "Aunque se basa en un solo individuo, el hallazgo es muy significativo, ya que el ADN antiguo rara vez sobrevive en el valle del Nilo", asegura. Con él, los científicos pueden empezar a desentrañar las pistas genéticas sobre cómo interactuaban las diferentes poblaciones en el antiguo Egipto.
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Qué reveló el análisis genético del individuo de Nuwayrat
Con el ADN secuenciado, los científicos pueden empezar a plantearse preguntas sobre este individuo, empezando por una básica: ¿quiénes eran sus antepasados? Aunque se trata del linaje de una sola persona, podría ayudar a los historiadores a comprender cómo migraban y se mezclaban las personas en el antiguo Egipto.
Alrededor del 80 % de la ascendencia del hombre se remonta a poblaciones neolíticas del norte de África. El 20 % restante está vinculado a pueblos antiguos de Asia occidental, incluyendo Mesopotamia y el Creciente Fértil oriental, que abarca el actual Irak, el oeste de Irán, partes de Siria y el extremo sureste de Turquía, afirma Morez Jacobs. No encontraron pruebas de ascendencia africana oriental o subsahariana en el individuo de Nuwayrat.


Tumbas excavadas en la roca en Nuwayrat que contienen el recipiente de cerámica con el ataúd funerario de cerámica.
Recipiente de cerámica en el que se descubrió al individuo de Nuwayrat.
Los investigadores desconocen en qué momento de la ascendencia del hombre de Nuwayrat se mezclaron estas dos poblaciones, pero afirman que probablemente ocurrió a lo largo de cientos o incluso miles de años en la ascendencia del hombre, y tal vez en múltiples ocasiones. Estos datos genéticos concuerdan con las pruebas arqueológicas, lo que sugiere que, además del intercambio de bienes como cultivos y animales, y de cultura como los sistemas de escritura y el torno de alfarero, las propias personas se desplazaban y se mezclaban entre regiones.
"El artículo constituye un hito importante en el campo de la genómica del antiguo Egipto", asegura Yehia Gad, supervisor científico del laboratorio de ADN antiguo del Museo Nacional de la Civilización Egipcia de El Cairo, que no participó en el estudio. Dice que el hallazgo "refuerza la condición del antiguo Egipto como centro y crisol del mundo arcaico".
Los siguientes pasos para el equipo, dice Girdland-Flink, son colaborar con científicos egipcios para seguir descifrando el pasado de Egipto. Gad, que ayuda a dirigir el proyecto nacional de genoma de Egipto, cuyo objetivo es secuenciar los genomas de 100 000 adultos egipcios y 200 momias antiguas, afirma que recibe la idea con satisfacción. "Todos podemos colaborar y trabajar juntos para trazar un panorama más completo de esta fascinante civilización, que constituye una etapa importante en la trayectoria de la humanidad", dice.
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Cómo era el individuo de Nuwayrat
Además de secuenciar el genoma del hombre de Nuwayrat, los investigadores también dieron a conocer una reconstrucción facial realizada por la antropóloga forense Caroline Wilkinson. Wilkinson, que dirige el Face Lab de la Universidad John Moores de Liverpool, ya había recreado anteriormente los rostros de personajes como Ramsés II y Arsinoë IV, hermana de Cleopatra.
Partiendo de un escaneo 3D de su cráneo, construyó sus rasgos faciales, como la línea de la mandíbula, la nariz y los ojos, partes del cuerpo que son relativamente fáciles de predecir a partir de la estructura ósea, según explica. Las orejas y la boca, por el contrario, son más difíciles.
El análisis genético sugirió que el hombre probablemente tenía ojos marrones, cabello castaño y una pigmentación de la piel "que iba de oscura a negra", según las predicciones de una herramienta llamada sistema HirisPlexS. Sin embargo, los autores advierten que estas predicciones tienen cierto grado de incertidumbre, dada la escasez de datos genéticos de poblaciones antiguas comparables.
Para evitar especulaciones sobre rasgos que no podían determinar con certeza, Wilkinson afirma que ella y su equipo realizaron la reconstrucción en escala de grises, sin cabello ni tono de piel. Añadió que espera que la imagen suscite cierta controversia, al igual que lo han hecho otras representaciones de antiguos egipcios en el pasado. A menudo se les critica por parecer "demasiado europeos" o "demasiado africanos", reconoce.

Mediante un escaneo 3D, los antropólogos forenses reconstruyeron el rostro del hombre de Nuwayrat a partir del análisis de su cráneo.
Pero Wilkinson enfatiza que el rostro es solo el aspecto que tenía una persona en la antigüedad. "Este individuo no es representativo de todas las personas de esta época y esta parte del mundo, del mismo modo que yo no soy representativa de todas las personas de Europa en la actualidad", subraya.
Para obtener más información sobre quién era esta persona y la vida que llevaba, los científicos tuvieron que mirar más allá de su rostro. Sus dientes desgastados sugerían que tenía entre 44 y 64 años, aunque probablemente se acercaba más a la edad máxima.
Su esqueleto mostraba signos de artritis relacionada con la edad, articulaciones y vértebras desgastadas y tensión muscular por estar frecuentemente en cuclillas e inclinado, patrones consistentes con el trabajo físicamente exigente de la alfarería, describe Joel Irish, bioarqueólogo de la Universidad John Moores de Liverpool y coautor del estudio.
"Pasaba mucho tiempo mirando hacia abajo durante su vida, como los adolescentes miran hoy en día sus teléfonos celulares", dice Irish.
A partir de estas pistas y del estudio de los jeroglíficos de los talleres de alfarería, el equipo concluyó que el hombre era probablemente alfarero, en lugar de panadero, granjero, albañil o soldado. Aunque no podían descartar que fuera tejedor. El equipo especuló que, si era alfarero, tal vez hubiera alguna relación entre su profesión y el motivo por el que fue enterrado en la vasija de cerámica. Pero también añadieron que la práctica funeraria no era exclusiva de los alfareros, de ese periodo o de Nuwayrat.
Pero, ¿qué hay del constructor de pirámides? ¿Acaso el hombre de Nuwayrat transportaba enormes piedras en Guiza (a más de 160 kilómetros de distancia del lugar donde fue enterrado)?
Eso es "pura especulación", sostiene Girdland-Flink. También advierte que no se deben sacar conclusiones sobre las personas que construyeron las pirámides basándose en este único genoma egipcio antiguo. "Para saber quién las construyó", insiste, "es necesario disponer de los genomas de los trabajadores reales".
