Comunicación extraterrestre: qué pasó 50 años después del Mensaje de Arecibo
En 1974, los astrónomos enviaron una llamada al cosmos desde un enorme telescopio en Puerto Rico. Medio siglo después, conoce qué sucedió tras esta comunicación interestelar ideada por Frank Drake.

El Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, albergaba uno de los radiotelescopios más grandes del mundo hasta su derrumbe en 2020. El observatorio detectaba señales naturales procedentes del espacio profundo y transmitió el primer mensaje de la humanidad a formas de vida más allá de la Tierra.
Hace medio siglo, los seres humanos enviaron una serie de unos y ceros desde nuestro planeta a un grupo de estrellas lejanas, como un mensaje en una botella lanzada al océano cósmico. El código marcó la primera transmisión interestelar intencionada de la humanidad, una llamada de larga distancia destinada a una audiencia extraterrestre.
Utilizando un enorme radiotelescopio en el Observatorio de Arecibo, situado en las estribaciones de Puerto Rico, los astrónomos enviaron el mensaje en dirección a un enorme grupo de estrellas llamado Messier 13, a unos 25 000 años luz de la Tierra.
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Transmitido el 16 de noviembre de 1974, el llamado Mensaje de Arecibo fue una idea original de Frank Drake, un legendario astrónomo conocido por la ecuación que lleva su nombre, la ecuación de Drake, que estimaba la probabilidad de vida fuera de la Tierra, con la colaboración del famoso divulgador científico Carl Sagan.
“Fue el primer mensaje enviado al espacio, y se transmitió desde el instrumento más potente de la época”, detalla Abel Méndez, astrobiólogo planetario y director del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. Para Méndez y otros, el legado de la transmisión sigue vivo mientras tratan de determinar dónde se encuentra el mensaje hoy en día y diseñan nuevas comunicaciones interestelares.
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Qué decía el Mensaje de Arecibo
Tras tres años de construcción, el Observatorio de Arecibo abrió sus puertas en 1963. Durante décadas, fue el radiotelescopio más sensible del mundo. La gigantesca antena parabólica, construida en un sumidero natural e incluía una plataforma de acero de 900 toneladas suspendida sobre ella, destacaba claramente entre las verdes montañas puertorriqueñas.
En 1974, los nuevos equipos instalados hicieron que el radiotelescopio fuera capaz de transmitir señales con una potencia veinte veces superior a la de todas las centrales eléctricas de la Tierra en ese momento. El Mensaje de Arecibo tenía en gran medida un propósito simbólico: celebrar la nueva capacidad del telescopio para observar el espacio más lejos que nunca.


El Mensaje de Arecibo original estaba en formato binario y no codificado por colores. De arriba abajo y de derecha a izquierda, el mensaje tenía siete partes: los números del 10 al 1 (magenta); los números atómicos del fósforo, el oxígeno, el nitrógeno, el carbono y el hidrógeno (blanco); las fórmulas químicas del azúcar y las bases que componen los nucleótidos del ADN (verde); el número de nucleótidos en una molécula de ADN (blanco) y la estructura de doble hélice (azul claro); la población de la Tierra (rosa), así como la estatura media de los seres humanos (azul oscuro) y una figura humana masculina (rojo); un mapa del Sistema Solar que muestra el sol y los planetas (amarillo); y, por último, el telescopio de Arecibo (naranja) con sus dimensiones (gris).
En 2018, se seleccionó a un equipo de estudiantes universitarios puertorriqueños para crear un nuevo mensaje, inspirado en el original, con información actualizada sobre nuestro Sistema Solar y menos información sobre los seres humanos. Al igual que el mensaje original, este también está escrito en código binario. Los estudiantes propusieron la estrella de Teegarden como destino para el nuevo telegrama intergaláctico, pero hasta ahora no hay planes de transmitirlo al espacio profundo.
Para elaborar la transmisión, Drake contó con la ayuda de estudiantes de posgrado de la Universidad de Cornell. “Drake comenzó a crear el mensaje”, dice Richard Isaacman, entonces estudiante de posgrado de Cornell y ahora consultor de contratistas de la NASA. “Me mostró lo que tenía hasta ese momento, que era bastante parecido al producto final”.
El proyecto anunciaría la existencia de la humanidad en el cosmos. Por eso, Drake utilizó un formato binario, el código informático más básico, para transmitir algunos aspectos esenciales de la Tierra: nuestro sistema de conteo de números, la estructura de doble hélice del ADN, dónde podemos encontrarnos en una representación en bloques del Sistema Solar, así como dibujos sencillos de una figura humana y del observatorio que envió el mensaje.
Isaacman sugirió destacar el tercer planeta desde el Sol entre los demás mundos del Sistema Solar para indicar a cualquier posible amigo extraterrestre por correspondencia que era el habitado.
El mensaje final se transmitió durante unos tres minutos a una frecuencia de 2380 megahercios y contenía 1679 bits de datos dispuestos en una cuadrícula de 73 filas por 23 columnas.
El impacto del Mensaje de Arecibo en la ciencia
Las probabilidades de obtener una respuesta eran mínimas, pero el impacto de la transmisión en los astrónomos fue enorme. “Este intento nos ha abierto mucho la mente a las posibilidades” de la comunicación interestelar, asegura Méndez. Planteó preguntas como: “¿Pueden otras formas de vida entendernos? Si nosotros somos capaces de buscar señales, ¿otras civilizaciones están haciendo lo mismo?”.
Después de aquel fatídico día de noviembre en las exuberantes montañas de Arecibo, Puerto Rico, el comunicado cósmico nunca se repitió. Dada la distancia del cúmulo, se puede esperar una respuesta en unos 50 000 años. Los astrónomos no se hacen ilusiones.
Para que los esfuerzos por comunicarse con amigos por correspondencia fuera del planeta sean más legítimos, será necesario enviar el mensaje más de una vez o a más de un punto del cielo, señala Méndez. En lugar de esperar una respuesta, el mensaje se envió para demostrar que podíamos llegar al universo, ante la remota posibilidad de que una civilización inteligente tuviera el equipo necesario para escuchar nuestra llamada.
Aun así, la perspectiva de contactar con vida de otro planeta obligó a los astrónomos a considerar los retos que supondría un intercambio cultural tan extraordinario.

El objetivo del Mensaje de Arecibo es Messier 13, un cúmulo globular de estrellas situado en la constelación de Hércules. Tiene unos 150 años luz de diámetro, se encuentra a 25 000 años luz de la Tierra y tiene 12 000 millones de años de antigüedad.
Los riesgos de enviar un mensaje al cosmos
Después de que Arecibo transmitiera el mensaje, los científicos expresaron su preocupación por el hecho de que se hubiera enviado al espacio profundo sin una amplia consulta previa.
“Si hoy se intentara crear un mensaje de este tipo, sin duda se adoptaría un enfoque intelectual mucho más inclusivo que el que se utilizó en aquel momento. Básicamente, el 90 % de ese mensaje fue creado por un hombre blanco de 44 años que trabajaba por su cuenta: Frank Drake”, señala Isaacman. “Creo que si se abordara de una manera más honesta desde el punto de vista cultural e intelectual, se querría contar con una gama mucho más amplia de aportaciones culturales y cognitivas que esa”.
Otros advirtieron contra la idea de gritar activamente hacia el cosmos, sugiriendo que podríamos suponer un riesgo para la humanidad al atraer la atención de alienígenas poco amistosos.
Obras de ciencia ficción como la trilogía literaria de Cixin Liu, convertida en serie de televisión, El problema de los tres cuerpos, también consideran la posibilidad de que transmitir nuestra ubicación a civilizaciones alienígenas nos convierta en un blanco. En ella, los personajes discuten la teoría del Bosque Oscuro, una hipótesis especulativa según la cual las civilizaciones alienígenas son como presas que se esconden en un bosque siempre amenazante. Resisten el impulso de hablar con otros por miedo a vecinos interestelares hostiles.
Grupos como el Instituto SETI han propuesto desde entonces protocolos internacionales para transmitir este tipo de mensajes. “Enviar señales intencionadamente a otras civilizaciones de la Vía Láctea suscita la preocupación de toda la población de la Tierra, tanto por el mensaje como por las consecuencias del contacto”, dijo un grupo de científicos influyentes en una declaración de 2015. “Antes de enviar cualquier mensaje, debe celebrarse un debate científico, político y humanitario a escala mundial”.
Méndez señala que, aunque algunos expertos piensan que puede ser imprudente alertar a los extraterrestres que nos escuchan de nuestra presencia, una sola transmisión de radio también competirá con todas las señales de televisión y radio que emitimos constantemente desde la Tierra.
Qué es el último mensaje de Arecibo
En las cinco décadas transcurridas desde que Arecibo envió por primera vez el mensaje al espacio, nuestra comprensión de cómo encontrar vida más allá de la Tierra ha cambiado enormemente.
Los astrónomos descubrieron el primer planeta más allá de nuestro Sistema Solar en 1992 y, desde entonces, han encontrado más de 5000 exoplanetas. Abundan los mundos rocosos con agua: según el Catálogo de Mundos Habitables, hasta 29 podrían encontrarse en la zona habitable de su estrella, es decir, la región alrededor de las estrellas donde podría existir agua líquida (y, por lo tanto, vida) en la superficie de los planetas.
En esta nueva era en la búsqueda de vida extraterrestre, los investigadores del Observatorio de Arecibo lanzaron un concurso en 2018 para redactar un mensaje actualizado. Esta vez, una nueva generación de científicos tuvo la tentadora pero abrumadora tarea de resumir la humanidad ante una audiencia extraterrestre.
Un equipo de estudiantes universitarios de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez ganó el concurso y se inspiró en el mensaje original, utilizando el mismo sistema de dígitos binarios y un esquema similar del Sistema Solar para redactar uno nuevo. “Nos inspiramos en el original”, dice Kelby Palencia-Torres, miembro del equipo, de Toa Alta.
Para ampliar la comunicación anterior, el equipo también incluyó un mapa que señala la ubicación de la Tierra dentro de la Vía Láctea y destaca algunos de los objetos cósmicos interesantes de nuestro Sistema Solar, como los anillos de Saturno y nuestra compañera lunar. (Por supuesto, actualizaron el Sistema Solar para excluir a Plutón de los planetas representados). La transmisión propuesta también incluye constantes físicas como la constante de Planck y la velocidad de la luz, así como operadores matemáticos básicos.
El mensaje original incluía información sobre el ADN y los aminoácidos, que algunos argumentan que podría ser información sensible para revelar a alienígenas potencialmente depredadores. En esta ocasión, el equipo mantuvo la información sobre los seres humanos al mínimo, incluyendo solo una representación visual de los seres humanos con una altura media y la población mundial.
“Fue muy interesante ver lo que hay que hacer para que un mensaje no solo llegue al destino (elegido), sino también cómo hacer que el mensaje sea lo suficientemente sencillo, que comunique exactamente lo que queremos y cómo asegurarnos de que no se malinterprete”, comenta César Quiñones Martínez, miembro del equipo de San Sebastián.
Lizmarie Mateo Roubert, de Ponce, Puerto Rico, eligió el destino del mensaje: la estrella de Teegarden, una pequeña y antigua estrella situada a solo 12.5 años luz de nuestro Sol que tiene dos mundos potencialmente aptos para la vida. “Está relativamente cerca en comparación con otros sistemas”, indica Mateo Roubert. Si los extraterrestres descodificaran el mensaje y respondieran rápidamente, solo tendríamos que esperar 25 años para recibir su respuesta.
Qué pasó con el Observatorio de Arecibo
El último mensaje de Arecibo (o “el mensaje que nunca se envió”, como lo llama el equipo) no se transmitirá en un futuro previsible.
El Observatorio de Arecibo se derrumbó en 2020 debido al deterioro y los daños causados por el huracán María, lo que detuvo los planes de transmisión. La Fundación Nacional de Ciencias, que financiaba el centro, consideró que el observatorio era demasiado precario para repararlo. Es posible que el centro nunca vuelva a recopilar datos de radio con su antena gigante, pero hay planes para mantenerlo como centro educativo centrado en las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
Científicos de todo el mundo, y especialmente los astrónomos puertorriqueños, lamentaron la pérdida de este importante instrumento astronómico. “Cuando se derrumbó el observatorio, se derrumbó uno de los pilares de la ciencia de Puerto Rico”, considera Palencia-Torres. Al igual que miles de otros estudiantes locales, los miembros del equipo visitaron el observatorio en excursiones escolares, lo que despertó su interés por la ciencia.
Arecibo era uno de los únicos instrumentos terrestres capaces no solo de escuchar los susurros de las señales de radio de estrellas lejanas, sino también de enviar estas señales con suficiente potencia para llegar a los confines del cosmos. La red internacional de antenas de radio gigantes de la NASA puede ser la mejor opción para el grupo. Hasta ahora, no hay planes concretos para transmitir el nuevo mensaje o futuras señales, pero el equipo está resumiendo su trabajo en un artículo publicado en noviembre de 2024 en arXiv.org.
Para el equipo del Último Mensaje de Arecibo, es reconfortante saber que la comunicación original sigue en camino hacia su destino, lo que demuestra que el legado cósmico del observatorio perdurará mucho después de su desaparición física.
“Seguimos intentando comunicarnos con seres lejanos”, añade Palencia-Torres. “Intentamos responder a la eterna pregunta: ‘¿Estamos solos?’”.
Teniendo en cuenta el movimiento aparente de los objetos celestes a lo largo del tiempo y la franja concentrada del cielo desde donde se envió el mensaje original, Méndez y sus colegas estiman que “un mínimo de cuatro estrellas recibirán la señal en los primeros 500 años tras la transmisión del mensaje”, explica. Gaia DR3 1328057940089589376, una estrella situada a 395 años luz de distancia, será la primera en recibir el mensaje.
Esto significa que nuestro mensaje dirigido a formas de vida inteligentes en otras partes del cosmos tardará unos 345 años en llegar a nuestros posibles vecinos cósmicos.
