
Día Internacional de los Asteroides: las rocas espaciales que orbitan cerca de Venus y su amenaza para la Tierra
Las investigaciones sugieren que algunos de los asteroides que comparten la órbita de Venus son lo suficientemente grandes como para destruir una ciudad en la Tierra.
Cada 30 de junio se conmemora el Día Internacional de los Asteroides, una efeméride impulsada por las Naciones Unidas que sirve para aumentar la conciencia pública sobre el peligro de impacto de estas rocas espaciales. En esta fecha, National Geographic revisa las últimas investigaciones sobre los asteroides que orbitan cerca de Venus y si representan una amenaza para la Tierra.
Es que Venus tiene seguidores: una familia de asteroides que comparten su órbita, ya sea detrás o delante de él mientras el planeta gira alrededor del Sol. Los investigadores saben desde hace años que podrían existir estas rocas espaciales sigilosas, pero ahora, dos artículos (uno publicado en una revista científica y otro en fase de revisión por pares) concluyen que algunas podrían desarrollar órbitas inestables y, tras un periodo de tiempo muy largo, dirigirse hacia nuestro planeta.
Pero, a pesar de lo que afirman varios titulares sensacionalistas, la Tierra no corre el riesgo de que uno de estas rocas espaciales se acerque repentinamente y vaporice una ciudad. Aunque algunos de estos asteroides podrían ser lo suficientemente grandes como para causar este tipo de daños, no hay ninguna prueba que sugiera que alguno de los que persiguen a Venus se dirija actualmente hacia nosotros.
"No diría que estos objetos no son peligrosos", dice Valerio Carruba, especialista en dinámica de asteroides de la Universidad Estatal de São Paulo (Brasil) y coautor de ambos estudios. "Pero no creo que haya motivos para alarmarse".
Estas investigaciones simplemente ponen de relieve que los asteroides cercanos a Venus tienen el potencial de volar hacia nosotros en algún momento de los próximos miles de años. "La probabilidad de que uno colisione con la Tierra en un futuro próximo es extremadamente baja", asegura Scott Sheppard, astrónomo de la Institución Carnegie para la Ciencia en Washington D. C., que no participó en la nueva investigación. "No hay mucho de qué preocuparse".


Los asteroides que orbitan alrededor de Venus, que se ven al fondo en la imagen superior durante un tránsito en 2012, son difíciles de rastrear porque se encuentran dentro de la órbita terrestre y quedan ocultos por el resplandor del sol.
La sonda solar Parker de la NASA capturó esta imagen que muestra la superficie nocturna de Venus. Una familia de asteroides comparte la órbita del planeta, y dos nuevos estudios sugieren que, en teoría, estas rocas espaciales podrían suponer un peligro para la Tierra algún día.
Sin embargo, el verdadero problema es que los asteroides de este tipo son muy difíciles de encontrar, y no es posible protegerse de un peligro que no se puede ver. Afortunadamente, en los próximos años entrarán en funcionamiento dos de los observatorios más avanzados jamás construidos. Juntos, encontrarán más rocas, incluidas las que se esconden cerca de Venus, que la suma total de los ya identificados por los telescopios de todo el mundo.
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Defensores planetarios: los desafíos de detectar los asteroides que orbitan cerca de Venus
Mientras que las agencias espaciales japonesas y europeas solicitan principalmente tiempo en telescopios muy solicitados para buscar estas rocas espaciales, la NASA lidera el grupo: financia una red de observatorios dedicados exclusivamente a encontrar asteroides de aspecto sospechoso.
Los defensores planetarios están principalmente preocupados por los asteroides cercanos a la Tierra. Como su nombre indica, estos tienen órbitas que se acercan a la de la Tierra. Muchos de estos fueron expulsados del cinturón, en gran parte estable, situado entre Marte y Júpiter, ya sea por la caótica atracción gravitatoria de los planetas (a menudo Júpiter, ya que es el más masivo) o por colisiones entre asteroides.
Si uno se acerca a menos de 7.4 millones de kilómetros de la órbita de la Tierra, existe la posibilidad de que, con el tiempo, ambas órbitas se crucen y se produzca una colisión. Y si ese cuerpo mide 140 metros de largo, es lo suficientemente grande como para atravesar la atmósfera y (con un impacto directo) destruir una ciudad. En conjunto, estas características describen los "asteroides potencialmente peligrosos", y encontrarlos es de suma importancia.
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Venus aparece sobre gigantescos acantilados de arenisca en medio de las dunas de arena del Parque Nacional Tassili, en Argelia.
Los asteroides se detectan primero por la luz solar que reflejan. Esto funciona bien para la mayoría, pero se sabe que hay algunos que ocultos en el interior de la órbita terrestre, en dirección al Sol. Y eso es un problema.
Los astrónomos que buscan estos asteroides no pueden simplemente apuntar sus telescopios directamente al Sol: sería como intentar ver una cerilla encendida frente a una explosión nuclear. En su lugar, observan las proximidades de la estrella en los minutos inmediatamente posteriores a la puesta de sol o justo antes del amanecer. Estas observaciones no solo están muy limitadas en el tiempo, sino que, al apuntar cerca del horizonte, se mira a través de una mayor parte de la atmósfera terrestre, lo que distorsiona lo que se observa.
"Todos estos factores dificultan la búsqueda y el descubrimiento de asteroides cerca de la órbita de Venus", asegura Sheppard.
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¿Hay riesgo de impacto por los asteroides que orbitan cerca de Venus?
En ocasiones se han avistado asteroides en este rincón del espacio blanqueado por el sol. Y se han encontrado veinte de ellos desplazándose por la misma autopista orbital que Venus utiliza para orbitar alrededor del Sol. Se les conoce como asteroides coorbitales; se pueden encontrar rocas similares siguiendo o arrastrándose tras otros planetas, sobre todo Júpiter.
Estos tienden a agruparse alrededor de varias secciones gravitacionalmente estables, conocidas como puntos de Lagrange, a lo largo de la trayectoria orbital del planeta. Pero en un periodo de tiempo de unos 12 000 años, se cree que los asteroides coorbitales de Venus pueden alterar drásticamente sus órbitas. Permanecen en la misma trayectoria orbital que Venus, pero en lugar de mantener una órbita circular, se vuelven creativos: algunos migran a un punto de Lagrange diferente, mientras que otros se desplazan en forma de herradura alrededor de varios puntos de Lagrange.
Algunas de estas nuevas y exóticas órbitas se vuelven bastante alargadas y elípticas y, en algunos casos, estas órbitas pueden acabar acercando estos asteroides a la Tierra. Cuando lo hacen, "hay más posibilidades de que se produzca una colisión", explica Carruba.
En su primer estudio, publicado en la revista Icarus a principios de este año, Carruba y su equipo analizaron los 20 asteroides coorbitales conocidos de Venus. Sus simulaciones pronostican cómo evolucionarían sus órbitas con el tiempo y muestran que tres de las rocas espaciales, cada una de entre 300 y 400 metros aproximadamente, podrían acercarse a menos de 75 000 kilómetros de la órbita de la Tierra. (A modo de referencia, la Luna se encuentra a una distancia media de 386 000 kilómetros de nuestro planeta).
Esa proximidad podría convertirlos en asteroides potencialmente peligrosos. Pero no hay motivo para preocuparse: un asteroide puede tardar hasta 12 000 años en acabar en una órbita elíptica cercana a la Tierra. Quizás supongan un problema para nuestros descendientes muy, muy lejanos.


Los asteroides que se encuentran en la órbita de Venus (mostrados arriba en color simulado) son en gran parte desconocidos.
Esta ilustración muestra las órbitas del asteroide binario cercano a la Tierra Didymos (etiquetado) y otros 2200 potencialmente peligrosos (líneas más tenues) alrededor del sol.
El último estudio del equipo, subido al servidor de preimpresión arXiv en mayo de 2025, profundiza en lo fácil que podría ser para cualquiera de los asteroides coorbitales de Venus, incluidos aquellos que los astrónomos aún no han encontrado, acabar en estas órbitas precarias. Para averiguarlo, crearon asteroides virtuales y simularon sus múltiples viajes orbitales potenciales 36 000 años en el futuro.
Muchos factores podrían perturbar las órbitas de estos objetos a lo largo de tantos años, por lo que es imposible realizar predicciones realmente precisas. Sin embargo, las simulaciones llegaron a algunas conclusiones generales. La primera es que un asteroide coorbital de Venus tiene más probabilidades de acercarse a la Tierra si pasa de una órbita circular a una considerablemente alargada, ya que entonces se desplaza por una zona más amplia del sistema solar interior, incluida la vecindad de nuestro propio planeta.
La segunda, más sorprendente, es que algunos asteroides logran llegar al espacio cercano a la Tierra incluso si parten de una órbita solo ligeramente alargada. Parece que sus caóticos viajes por el espacio, llenos de perturbaciones gravitacionales, pueden acabar lanzándolos hacia nosotros.
Pero, para ser claros, estas órbitas potencialmente preocupantes se desarrollan a lo largo de muchos milenios. "No es algo por lo que haya que alarmarse, ya que estos asteroides siguen siendo relativamente estables dinámicamente en escalas de tiempo humanas", sostiene Sheppard.
El futuro de la búsqueda de asteroides
Para Marco Fenucci, especialista en dinámica de objetos cercanos a la Tierra de la Agencia Espacial Europea, el artículo crea conciencia sobre estos asteroides relativamente misteriosos en la órbita de Venus. Y eso es algo importante, añade: no sabemos mucho sobre ellos, incluyendo su tamaño, sus dimensiones y sus órbitas, porque nos cuesta encontrarlos con los telescopios actuales.
Dos instalaciones que se inaugurarán próximamente facilitarán considerablemente esta tarea. La primera, el Observatorio Vera C. Rubin, propiedad de Estados Unidos, situado en Chile, entrará en funcionamiento oficialmente en las próximas semanas. Con un enorme campo de visión, puede ver grandes extensiones del cielo nocturno de una sola vez, y su gigantesco conjunto de espejos puede recoger tanta luz estelar que incluso los objetos más pequeños y tenues pueden verse.
En solo tres a seis meses, el observatorio podría encontrar hasta un millón de nuevos asteroides, duplicando así el total actual. Meg Schwamb, científica planetaria de la Queen's University de Belfast que no participó en la nueva investigación, explica que Rubin también llevará a cabo sus propios estudios crepusculares, del mismo tipo que los que se utilizan hoy en día para buscar asteroides cercanos a Venus.
Si estos sondeos se llevan a cabo a lo largo de la próxima década, "Rubin podría encontrar entre el 40 % y el 50 % de todos los objetos mayores de unos 350 metros en la población del interior a la órbita de Venus", afirma Mario Jurić, astrónomo de la Universidad de Washington y que no participó en la nueva investigación. Pero, como ocurre con todos los telescopios ópticos terrestres, Rubin seguirá teniendo que enfrentarse al resplandor del Sol y a la atmósfera de la Tierra.
Siempre que el Gobierno federal decida seguir financiando la misión (algo que no está garantizado), la NASA lanzará también en los próximos años un observatorio espacial dedicado a la caza de asteroides, el Near-Earth Object (NEO) Surveyor. Sin la obstrucción de la atmósfera terrestre, buscará rocas espaciales observándolas a través de un telescopio infrarrojo de alta sensibilidad, lo que significa que podrá ver las ocultas por el sol luminoso.
Ni siquiera los asteroides que se escabullen cerca de Venus podrán esconderse del NEO Surveyor. Y, por último, dice Carruba, "podremos ver si la amenaza de impacto es real o no".
