Hallazgo fósil revela a un “reptil milagroso” que vivió antes que los dinosaurios
Mirasaura grauvogeli tenía una cresta parecida a una pluma y una cola como la de un mono. “Hacía mucho tiempo que no me asombraba tanto un nuevo descubrimiento fósil”.

Reconstrucción e ilustración de Mirasaura en su entorno boscoso natural
Un nuevo hallazgo fósil, publicado el miércoles en Nature, ayuda a resolver un misterio paleontológico de décadas de antigüedad.
Hace unos 247 millones de años, un extraño reptil de 15 centímetros de largo se deslizaba por una rama, con la cola prensil y los pies agarrados a la corteza como un mono, y su rostro estrecho como el de un pájaro escudriñando su entorno.
En su espalda, un abanico superpuesto de estructuras rígidas probablemente captaba la luz, vibrante de color. Se parecían mucho a las plumas, pero eran algo totalmente distinto, ya que el reptil no estaba emparentado con las aves ni con los dinosaurios, y existía cien millones de años antes de que el primer dinosaurio levantara el vuelo.
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Durante mucho tiempo, los investigadores han creído que cosas como las plumas y el pelaje (estructuras complejas que crecen a partir de la piel y sirven para aislar, detectar el entorno, visualizar y volar) eran exclusivas de los linajes que dieron lugar a las aves y los mamíferos.
Pero ahora, un equipo de paleontólogos ha descubierto un reptil prehistórico con una regia cresta en forma de pluma que no se parece a ningún apéndice tegumentario conocido hasta ahora, como cuernos, garras y pelo. Los fósiles demuestran que las adaptaciones evolutivas similares a las plumas y el pelo estaban más extendidas de lo que se pensaba.
“Estoy atónito y estupefacto”, subraya Steve Brusatte, paleontólogo de la Universidad de Edimburgo que no participó en el estudio. “Hacía mucho tiempo que no me quedaba tan asombrado por un nuevo descubrimiento fósil”.
“Siempre se hizo una distinción entre dinosaurios emplumados y reptiles escamosos”, dice Stephan Spiekman, paleontólogo del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart (Alemania) y autor del artículo. “Y eso es una historia demasiado incierta”.
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Las características del “reptil milagroso”
Los especímenes salieron a la luz por primera vez en mayo de 1939, cuando el coleccionista privado de fósiles Louis Grauvogel estaba explorando canteras en las rocas triásicas del noreste de Francia. Encontró docenas de estructuras aisladas que supuso eran aletas fosilizadas de peces o alas de insectos, así como el esqueleto parcial de un reptil.
Pero cuando el Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart adquirió su colección en 2019, cuenta Spiekman, un investigador del museo observó unas tenues costillas en la base de una de las estructuras fosilizadas. Apartando cuidadosamente la roca, encontraron el torso, el cuello y el cráneo conservados, con la cresta de cinco centímetros que sobresalía de la parte superior de la espalda. Las estructuras y los esqueletos pertenecían al mismo animal.
Tras estudiar los restos óseos y más de 80 ejemplares de crestas aisladas, el equipo eligió el nombre de Mirasaura grauvogeli, “reptil milagroso de Grauvogel”. Aunque los esqueletos representan animales jóvenes, dice el autor del artículo, el tamaño de algunas de las crestas aisladas de la colección sugiere que los adultos podrían medir más de 30 cm.


Un modelo de Mirasaura grauvogeli.
El holotipo de Mirasaura (Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart, Alemania) muestra el cráneo en forma de ave y la cresta a lo largo de la espalda
Su equipo identificó a Mirasaura como miembro de un extraño grupo de reptiles arborícolas llamados drepanosaurios.
Los drepanosaurios, que se encuentran en Norteamérica y Europa, se comparan a veces con los camaleones, explica Spiekman. Pero eran mucho, mucho más raros: tenían cuerpos en forma de tonel, hombros jorobados y grandes ojos orientados hacia delante sobre cráneos en forma de pico, parecidos a los de las aves. Muchos tenían pulgares oponibles y colas prensiles parecidas a las de los monos, y algunas especies presentaban una garra en la punta de la cola.
“Para mí, el análogo más cercano es un oso hormiguero pigmeo”, asegura el paleontólogo.
El nuevo hallazgo ayuda a resolver un antiguo enigma sobre los reptiles
Mirasaura también proporciona la clave para resolver un antiguo enigma del Triásico, asegura Michael Buchwitz, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Magdeburgo, en Alemania, que no participó en el estudio. En 1970, un paleontólogo ruso publicó un artículo sobre Longisquama, un reptil fragmentario con una serie de estructuras largas y plumosas procedente de Kirguistán.
El descubrimiento de Longisquama proporcionó inicialmente argumentos a los investigadores descontentos con la entonces controvertida teoría de que las aves descendían de los dinosaurios.
Pero a medida que se acumulaban pruebas abrumadoras que revelaban la conexión entre aves y dinosaurios (incluidos fósiles que demostraban que las plumas y estructuras similares estaban muy extendidas entre dinosaurios y pterosaurios) nadie sabía muy bien qué hacer con el enigmático Longisquama, ni cuál era su lugar en el árbol genealógico de los reptiles, afirma Buchowitz. La mayoría optó por ignorarlo.
Ahora, sin embargo, el descubrimiento de Mirasaura ha permitido al equipo de Stuttgart identificar finalmente Longisquama, también, como un drepanosaurio perdido hace mucho tiempo. “El enigma ha quedado resuelto”, dice Buchowitz.
El descubrimiento que revoluciona “la imagen de lo que es un reptil”
Los penachos superpuestos de las extrañas crestas de Mirasaura y Longisquama se parecen a primera vista a las plumas, dice Spiekman, en el sentido de que muy probablemente están hechos de queratina, una proteína estructural clave que compone todo, desde las uñas y las escamas hasta el pelo y las plumas. "Sobresalen verticalmente del cuerpo y son largas. Se habrían sentido como una pluma rígida".
El equipo también encontró melanosomas conservados (células productoras de pigmento) dentro de las estructuras que se parecían más a los que se ven en el plumaje de las aves que a las escamas de los reptiles o el pelo de los mamíferos, dice el paleontólogo. Pero en lugar del típico patrón de ramificación de los filamentos de queratina que se observa en las plumas verdaderas, los penachos de drepanosaurio parecían formarse en una única lámina lisa alrededor de su cresta central.
“Lo que tenemos aquí es un notable ejemplo de evolución convergente, quizá el más asombroso que he visto nunca”, sostiene Brusatte. “No eran imitadores de aves. Eran aves que los imitaban”.
Dado que los drepanosaurios pertenecían a una rama evolutiva de la familia de los reptiles mucho más antigua que la que dio origen a los lagartos, cocodrilos y aves modernos, según Spiekman, esto sugiere que las adaptaciones genéticas para fabricar estos apéndices tegumentarios surgieron muy pronto en el árbol evolutivo de los vertebrados.
Queda por ver hasta qué punto estaban extendidas estas crestas plumosas en la familia de los drepanosaurios, comenta el autor, y cómo se formaban exactamente. Pero el hallazgo también abre la posibilidad de encontrar más estructuras similares a plumas en otras familias de reptiles del registro fósil.
Para el paleontólogo, los extravagantes trepadores como Mirasaura (con sus colas de mono, patas de camaleón, cabezas parecidas a las de los pájaros y crestas similares a las plumas) están “cambiando la imagen de lo que es un reptil”.
