Hay un 50 % de probabilidades de que la galaxia Andrómeda choque con la Vía Láctea, donde se encuentra la Tierra

Los astrónomos llevan mucho tiempo pensando que la Vía Láctea se dirige hacia un choque inevitable con su vecina, Andrómeda. Pero un nuevo estudio complica la historia.

Por Robin George Andrews
Publicado 9 jun 2025, 17:04 GMT-3
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Los investigadores han pensado durante mucho tiempo que la Vía Láctea colisionaría con la galaxia de Andrómeda dentro de cuatro o cinco mil millones de años. Esta ilustración científica representa el horizonte de la Tierra dentro de cuatro mil millones de años. Andrómeda se ha alargado por efecto de las mareas tras su primer paso cercano por la Vía Láctea, que también se ha deformado.

Fotografía de Illustration by NASA, ESA, Z. Levay and R. van der Marel (STScI), and A. Mellinger

Durante más de un siglo, los astrónomos han observado cómo la galaxia de Andrómeda, un enorme remolino de estrellas vecinas, se acerca rápidamente a la Vía Láctea. Y en los últimos años, las mediciones realizadas con el telescopio espacial Hubble parecían confirmar una profecía largamente sostenida: dentro de unos cuatro o cinco mil millones de años, las dos galaxias chocarán y acabarán fusionándose en una nueva galaxia colosal e irreconocible.

Un nuevo estudio de ambas galaxias y, lo que es más importante, de varias otras galaxias importantes en la misma esquina del cosmos, ha puesto ahora en duda ese desastroso resultado. La nueva previsión se adentra miles de millones de años en el futuro y concluye que las probabilidades de que la Vía Láctea y Andrómeda se fusionen son de un 50 %.

“Lanzar una moneda al aire es la descripción más precisa”, señala Till Sawala, astrofísico de la Universidad de Helsinki y coautor del nuevo estudio.

Ya no es seguro que se produzca un caótico apocalipsis galáctico. Como se señala en el más reciente estudio del equipo, publicado a inicios de junio de 2025 en la revista Nature Astronomy, “las proclamaciones sobre la inminente desaparición de nuestra galaxia parecen muy exageradas”.

La Tierra no existirá dentro de cinco mil millones de años; probablemente será abrasada y engullida por el Sol en expansión y moribundo. Pero si las galaxias Vía Láctea y Andrómeda logran esquivarse mutuamente, eso será una buena noticia para los mundos futuros. 

Una fusión a esta escala suele provocar que los agujeros negros supermasivos que se encuentran en el centro de cada galaxia se unan y se expandan hasta convertirse en un monstruo astrofísico hiperenergético y temible. Esto impide que el gas cercano se enfríe y se acumule para formar nuevas estrellas, y sin nuevas estrellas no se pueden formar nuevos planetas.

La posibilidad de un choque galáctico es “de alguna manera reconfortante”, sostiene Alister Graham, investigador de galaxias de la Universidad Tecnológica de Swinburne en Australia, que no participó en la nueva investigación. Es agradable pensar que la Vía Láctea “todavía tiene por delante un largo futuro de formación de planetas”. 

Cómo podría ser la fusión de las galaxias Andrómeda y Vía Láctea

Los astrónomos son testigos de fusiones de galaxias que ocurren en todo el espacio y el tiempo. La unión de dos galaxias de masa similar se denomina fusión mayor, mientras que si una más grande absorbe a otra más pequeña, se conoce como fusión menor.

Aunque algunas estrellas quedan destrozadas por las extremas interacciones gravitatorias de las dos galaxias en movimiento, y otras, incluidos sus planetas, quedan dispersas como confeti en todas direcciones, los espacios entre las estrellas individuales son tan vastos que la mayoría de ellas no colisionan. Y aunque las galaxias más pequeñas pueden desaparecer en las fauces de las más grandes, el resultado suele ser constructivo. 

“Las fusiones menores aportan tanto estrellas como gas, la materia prima para la futura formación de estrellas, a la galaxia anfitriona. Los vientos estelares de las estrellas recién formadas enriquecen el medio interestelar con polvo y metales, lo que alimenta aún más el ciclo de formación estelar”, explica Graham. Incluso la Vía Láctea muestra indicios de haberse formado a través de múltiples colisiones galácticas.

“Hasta el 50 % de la masa de las galaxias actuales proviene de galaxias anteriores que fueron canibalizadas”, subraya Christopher Conselice, astrónomo extragaláctico de la Universidad de Manchester, en Inglaterra, que no participó en la nueva investigación.

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    Izquierda: Arriba:

    A 2.5 millones de años luz de distancia, Andrómeda, también conocida como M31, es nuestra vecina galáctica más cercana.

    Fotografía de ESA, NASA, JPL-Caltech, GBT, WSRT, IRAM, C. Clark (STScI)
    Derecha: Abajo:

    Andrómeda es visible a simple vista desde la Tierra. Aquí se puede ver como un punto brillante en el cielo nocturno que se eleva sobre las formaciones de toba del lago Mono, en California, Estados Unidos.

    Fotografía de Babak Tafreshi, Nat Geo Image Collection

    Aunque los astrónomos saben desde principios del siglo XX que Andrómeda se precipita hacia la Vía Láctea, no estaban seguros de cuán directo o superficial sería el choque. 

    Pero en 2012, un estudio histórico realizado con el Hubble llegó a una conclusión definitiva: basándose en los movimientos de sus estrellas y en las enormes masas de las galaxias, ambas se verían atraídas gravitacionalmente la una hacia la otra y colisionarían frontalmente dentro de cuatro o cinco mil millones de años. (Estudios posteriores han planteado plazos ligeramente anteriores o posteriores para la fusión, pero nunca han puesto en duda su inevitabilidad).

    Y unos dos mil millones de años después de la tempestuosa fusión principal, las dos espirales estelares, similares a tinta, se estabilizarían y se fusionarían. “Sería una mancha elíptica”, comenta Sawala.

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    Ambas galaxias pueden verse en el cielo nocturno: la Vía Láctea, que se extiende desde las constelaciones de Casiopea hasta Cygnus, y la galaxia de Andrómeda, que aparece sobre este longevo pino de 3000 años de antigüedad.

    Fotografía de Babak Tafreshi, Nat Geo Image Collection

    De qué depende la colisión de galaxias

    Desde 2012, este resultado se convirtió en una verdad incuestionable entre la comunidad científica y en un hecho de libro. “Si la Vía Láctea y Andrómeda fueran lo único que importara, entonces se dirigirían directamente la una hacia la otra”, comenta Graham.

    Pero la posibilidad de una colisión futura también depende del comportamiento de todo lo demás en nuestro Grupo Local: el conjunto de al menos 100 galaxias que se encuentran en esta parte del universo. Otras grandes galaxias en nuestra zona podrían empujar o atraer a las dos viajeras con el tiempo.

    El equipo de Sawala decidió simular la evolución de la Vía Láctea y Andrómeda dentro de diez mil millones de años. Pero al hacerlo, también tuvieron en cuenta a otros actores importantes del Grupo Local: concretamente, la galaxia del Triángulo, de forma espiral (y la tercera más grande), y la Gran Nube de Magallanes (o por sus siglas en inglés: LMC), una galaxia irregular que orbita alrededor de la Vía Láctea.

    El equipo utilizó datos del Hubble y del observatorio espacial Gaia de la Agencia Espacial Europea para determinar con mayor precisión los movimientos de estas galaxias, así como sus masas, compuestas tanto por materia ordinaria como por materia oscura, invisible pero más prevalente.

    Aunque ya se sabía que la galaxia del Triángulo era bastante masiva, se pensaba que la LMC era un poco ligera. Pero los nuevos datos sugieren que es sorprendentemente masiva, equivalente a entre 10 % y 20 % de la masa de la Vía Láctea. “Y eso tendrá un efecto en cómo se mueve la Vía Láctea por el espacio”, explica Sawala.

    El equipo simuló los movimientos de estas cuatro galaxias pesadas miles de veces. Mientras que la influencia gravitatoria de la galaxia del Triángulo conspiró para unir la Vía Láctea y Andrómeda, la LMC tuvo un efecto repulsivo. Y cuando las cuatro bailaron juntas, las probabilidades de una eventual fusión importante eran solo de una entre dos.

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    Izquierda: Arriba:

    Esta ilustración científica del horizonte terrestre dentro de 3750 millones de años muestra a Andrómeda ocupando todo el campo de visión y a la Vía Láctea comenzando a mostrar distorsiones debido a la fuerza de marea ejercida por Andrómeda.

    Derecha: Abajo:

    Una ilustración científica del horizonte terrestre dentro de 3850 a 3900 millones de años muestra la primera aproximación cercana de Andrómeda. El cielo está en llamas con la formación de nuevas estrellas, lo que se evidencia en una plétora de nebulosas de emisión y cúmulos estelares jóvenes abiertos.

    FOTOGRAFÍAS DE Illustration by NASA, ESA, Z. Levay and R. van der Marel (STScI), T. Hallas, and A. Mellinger

    Milkomeda: el nombre elegido para la nueva galaxia

    “Habrá incertidumbre sobre cómo y cuándo se fusionarán la Vía Láctea y Andrómeda”, asegura Conselice. La materia oscura puede actuar como fuerza de unión. Pero la energía oscura, una fuerza misteriosa que parece separar todo en el universo, también desempeñará un papel, y los datos recientes sugieren que su fuerza puede cambiar con el tiempo. Esto hace que predecir una fusión galáctica a tan largo plazo sea algo complicado. Pero se puede afirmar con seguridad que ya no es seguro que estas dos galaxias vayan a colisionar.

    Algunos astrónomos han sugerido que, si lo hacen, la nueva galaxia podría llamarse Milkomeda. Ese nombre no es precisamente fácil de pronunciar. Pero no hay que preocuparse, dice Sawala: “Tendremos miles de millones de años para pensar en un nombre mejor”.

    En cualquier caso, el caos galáctico determinará el futuro de la Vía Láctea. Aunque la LMC está separando a Andrómeda y a nuestra galaxia, las simulaciones del equipo también muestran que, en los próximos dos mil millones de años, la LMC se acercará a nosotros en espiral y será devorada por una despiadada Vía Láctea.

    “Es prácticamente seguro que esto sucederá”, concluye Sawala. “No hay forma de escapar”.

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