Por qué la sabiduría de los pueblos indígenas es relevante en el cuidado de la Tierra y la seguridad alimentaria

A pesar de sus contribuciones, hay algunas situaciones que amenazan a estos pueblos y a la reproducción de su conocimiento.

Por Redacción National Geographic
Publicado 22 abr 2023, 10:10 GMT-3
Un agricultor sostiene maíz, un alimento básico de la dieta nicoyana. Nicoya, Provincia de Guanacaste, Costa ...

Un agricultor sostiene maíz, un alimento básico de la dieta nicoyana. Nicoya, Provincia de Guanacaste, Costa Rica.

Fotografía de NICOLE FRANCO

Los pueblos indígenas están presentes en todo el mundo, desde la selva amazónica hasta las montañas. Sus territorios abarcan el 28% de la superficie terrestre y albergan el 80% de la biodiversidad del mundo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Esto responde a varios factores vinculados a su forma de vida, costumbres y tradiciones.

Quiénes son los pueblos indígenas

De acuerdo con la FAO, es complejo establecer una definición única a nivel internacional dada la diversidad entre regiones. Asimismo, al hablar de pueblos indígenas la organización se guía por criterios comunes como la  prioridad en el tiempo de ocupación y el uso de determinado territorio y la perpetuación voluntaria de la distinción cultural (que puede incluir aspectos del idioma, la organización social, la religión y los modos de producción, entre otros).

A su vez, indica el organismo, los pueblos indígenas se reconocen por la conciencia de la propia identidad y la de otros grupos. También es común una experiencia de sometimiento, marginación, desposeimiento, exclusión o discriminación, independientemente de que estas condiciones persistan o no.

Mujeres quechuas de las tierras altas arrean vicuñas silvestres en corrales durante el Gran Chaccu, una reunión anual. Picotani, Puno, Perú.

Fotografía de Beth Wald

En la actualidad la organización estima que hay 476 millones de pueblos indígenas en 90 países y pertenecen a 5000 pueblos y grupos lingüísticos diferentes. En total representan el 6.2% de la población mundial. La mayor concentración se encuentra en Asia (70.5%), seguida por África (16.3%) y América Latina (11.5%). 

El Estado Plurinacional de Bolivia, Guatemala, México y Perú concentran la mayor población indígena en la región, de acuerdo con una publicación de la FAO de 2021 titulada Los pueblos indígenas y afrodescendientes y el cambio climático en América Latina.

Los pueblos indígenas tienen potencial para mitigar el cambio climático y asegurar la soberanía alimentaria

Esta entidad señala a los pueblos indígenas y los afrodescendientes (pueblos y personas descendientes de la diáspora africana) como dos de los colectivos rurales con el mayor potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático. De hecho, en sus territorios se concentra la mayor riqueza natural del continente y se considera que sus prácticas de manejo tradicional los sitúan como los mejores guardianes de la biodiversidad

El documento de 2021 hace mención a un estudio elaborado conjuntamente entre la Iniciativa Derechos y Recursos (RRI, por sus siglas en inglés) y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) que concluyó que los bosques gestionados por esas comunidades sufren menos deforestación y acumulan más carbono.

Para ilustrar cuánto preservan los territorios estas comunidades basta con remitirse a un documento que MapBiomas, una iniciativa de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), hizo público en 2020.

Dicho escrito destaca que, entre 1985 y 2020 el 90% de la deforestación de la Amazonía ocurrió fuera de las tierras ocupadas por comunidades originarias u otras áreas protegidas. Solo el 1.2 % (2.9 millones de hectáreas) de su vegetación nativa se ha perdido desde la década del ochenta.

Cómo logran los pueblos nativos cuidar el ambiente

Si bien no es posible homogeneizar a estas comunidades ya que se trata de pueblos con culturas y territorios distintos, existen algunos aspectos comunes que podrían explicar cómo consiguen proteger al ambiente.

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    Izquierda: Arriba:

    Una herbolaria seri trae a casa lavanda, muérdago y sen del desierto.

    Derecha: Abajo:

    Punta Chueca, estado de Sonora, México.

    FOTOGRAFÍAS DE Lynn Johnson

    Entre ellos, Mauricio Mireles, oficial de la FAO para la colaboración con pueblos indígenas y afrodescendientes en América Latina, menciona su  concepción holística del mundo y el vínculo especial que estos pueblos tienen con su entorno. 

    “Cuando vemos su sistema de vida detectamos que hay una relación integral donde unos intereses no están sobre otros: tu necesidad monetaria no se antepone al derecho de ese árbol de existir”, ejemplifica Mireles.

    A su vez, continúa el especialista de la FAO, existe una relación espiritual con la naturaleza que inspira su preservación y respeto. 

    Las decisiones que se toman sobre la gestión de los ecosistemas suelen estar sustentadas en complejas cosmogonías (conjuntos de creencias espirituales, ritos, prácticas religiosas y costumbres), indica el Libro Blanco/Wiphala sobre sistemas alimentarios de los pueblos indígenas (2021), elaborado por representantes y expertos de dichas comunidades, científicos, investigadores y personal de las Naciones Unidas.

    Diversos pueblos indígenas tienen una perspectiva biocentrista, o sea, reconocen en todos los seres vivos una conexión sagrada y entienden que el ser humano es un elemento más del ecosistema, por lo tanto merece el mismo respeto que el resto de las criaturas.

    De hecho, continúa el escrito, la Tierra es reconocida como una entidad con derechos propios, como es el caso de la Madre Tierra (Pachamama), en Bolivia.

    Además, Mireles destaca que entre estas comunidades “no ha habido ímpetu de capitalizarlo todo hacia otros beneficios. Hay un nivel de coexistencia en la cual no hay necesidad de dominación”.

    Jeferson Straatmann, coordinador de Economía de la Sociobiodiversidad en el Instituto Socioambiental (ISA) de Brasil, reconoce que sus modos de producción también son destacados.

    Un granjero ofrece hojas de maíz y una mezcla de miel de maíz para agradecer a los dioses por una buena cosecha. San Juan Bautista Sahcabchen, Campeche, México. 

    Fotografía de Nadia Shira Cohen

    “A diferencia del monocultivo, los alimentos producidos por los indígenas son producidos en la diversidad y su excedente se vende. Este principio de producción respeta los ciclos de la naturaleza y proporciona una serie de servicios ambientales que dan como resultado la conservación y servicios de impacto sistémico”, señala el brasileño.

    Entre los servicios ecosistémicos generados por las diversas formas de producción de cada comunidad, Straatmann menciona: polinización, regulación climática, cuidado del agua y del suelo y captura de carbono. 

    En consecuencia, agrega el funcionario del ISA, su economía es regenerativa y circular: “Todo lo que producen vuelve al suelo, se recompone y se convierte de nuevo en abono para volver a cultivar”.

    A lo anterior también se suma la resiliencia. “Los pueblos indígenas observan de cerca y se adaptan a los cambios del entorno natural, y desarrollan sus conocimientos y prácticas tradicionales para mantener la reciprocidad y el equilibrio”, describe el Libro Blanco/Wiphala.

    Alfredo Rojas Flores, nativo de la comunidad shipibo-konibo de la amazonia peruana, pescador, agricultor y presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales Shipibos (Aspash), coincide en que los pueblos indígenas son los guardianes de la naturaleza.

    Según asegura a National Geographic, en el bosque él y sus vecinos cuentan con plantas medicinales curativas, además de recursos que hacen posible la pesca, la caza y la artesanía basándose en una actividad de subsistencia y, en menor medida, comercial. 

    El nativo shipibo-konibo comenta que fueron sus abuelos quienes le transmitieron el conocimiento ancestral. “El cuidado del medio ambiente es algo que aprendemos desde niños en las comunidades. Lo transmiten los ancianos, los líderes y las lideresas desde una perspectiva cultural”.

    Las comunidades shipibo-konibo se ubican en los departamentos de Ucayali, Madre de Dios, Loreto y Huánuco en Perú. Su población se estima en 32 964 habitantes, uno de los pueblos más numerosos de la Amazonia peruana, indica la Base de Datos de Pueblos Indígenas u Originarios del Ministerio de Cultura de Perú.

    Tal como cuenta Rojas Flores, su comunidad tiene una visión conservadora y protege al bosque a su alrededor. Entre los servicios que ofrece al mundo, los shipibos son reconocidos por la venta de bonos de carbono y el mantenimiento del aire puro. Además de los numerosos recursos alimentarios que surgen de sus tierras.

    Las mujeres alinean las redes en fila y llevan los peces a las redes. Mirinzal, Maranhao, Brasil.

    Fotografía de Tyrone Turner

    En Brasil también existen comunidades indígenas que ofrecen beneficios. Como ejemplo de reciprocidad, Straatman menciona a los habitantes de las comunidades quilombolas del Vale do Ribeira, un conjunto de unas 80 comunidades caiçaras del litoral sur de São Paulo, formado por 2456 familias.

    Según comenta, suministran de alimentos producidos a través de técnicas agrícolas tradicionales a las escuelas de São Paulo y a personas en situación de vulnerabilidad y falta de alimentos. 

    Qué podemos aprender de los pueblos indígenas

    A través del Libro Blanco/Wiphala, la FAO es contundente respecto de que el sistema alimentario mundial actual es insostenible. Cifras del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) volcadas en el informe especial Cambio Climático y Tierra de 2019 dan cuenta de que hasta el 37% de las emisiones totales de GEI son atribuibles al sistema alimentario, que incluye la agricultura y el uso de la tierra, el almacenamiento, el transporte, el empaque, el procesamiento, la venta al por menor y el consumo final.

    “De no reducirse, nuestros sistemas alimentarios actuales provocarán una modificación radical de los ecosistemas, los entornos, las costas, las cimas de las montañas, los glaciares, las masas de agua y los patrones climáticos, con consecuencias para el bienestar humano y la vida en la Tierra”, afirma la organización.

    Frente a semejante escenario, el organismo destaca la necesidad de adoptar sistemas alimentarios más eficientes, sostenibles, resilientes y equitativos. Y los pueblos indígenas pueden tener la respuesta ya que no solo son capaces de proporcionar seguridad alimentaria y nutricional sino que también recuperan los ecosistemas y conservan la diversidad genética.

    Investigaciones del Centro para la Nutrición de los Pueblos Indígenas y el Medio Ambiente (CINE, por sus siglas en inglés) de 2009 citadas por la FAO muestran que los alimentos tradicionales pueden cubrir cerca del 100% de las necesidades energéticas de la dieta de los adultos. Es el caso de los pueblos Tikuna, Cocama y Yagua de Colombia, quienes obtienen alrededor del 80% de sus proteínas de actividades de pesca silvestre.

    “Estevia (Stevia rebaudiana), chía (Salvia hispanica), cañihua (Chenopodium pallidicaule), kiwicha (Amaranthus caudatus), olluco, maca (Lepidium meyenii), bayas de goji (Lycium barbarum), guaraná (Paullinia cupana), palma sato (Cycas revoluta), saichaichi (Plukenetia volubilis) asaí (Euterpe oleracea), yarsagumba (Ophiocordyceps sinensis), tara (Alpinia nigra), flores de mahua (Madhuca latifolia), o la quinoa (Chenopodium quinoa), son algunos ejemplos de alimentos de los pueblos indígenas que han ampliado la base alimentaria mundial”, indica el Libro de 2021. 

    Cuáles son las principales amenazas que enfrentan los pueblos originarios

    “No se les reconoce ese protagonismo e innovación y es muy difícil para ellos competir con la economía perversa de la soja, del ganado y de los agrotóxicos subsidiados que matan y destruyen”, considera Straatman.

    “Cuando estos territorios no están garantizados por ley, la presión de la agroindustria es muy grande”, insiste el brasileño.

    En el mismo sentido, Mireles comenta que se registra un aumento de la violencia en contra de los indígenas manifestado en invasiones territoriales, incendios provocados y asesinatos. “Evidentemente hay una expansión de diversos sectores que buscan entrar a estos territorios”.

    Pobladores, quilombolas, bailan durante una fiesta. Itapecuru Mirim, Maranhão, Brasil.

    Fotografía de Tyrone Turner

    A su vez, los jóvenes indígenas enfrentan nuevos desafíos como desempleo, discriminación o exclusión social, por lo que en ocasiones se ven obligados a buscar otras opciones fuera de sus comunidades o al migrar a las ciudades. A lo que se suma la segregación en el caso de las mujeres, comenta el especialista de la FAO. Esto puede generar un riesgo de que no se generen los elementos y las condiciones óptimas para la transferencia del conocimiento ancestral.

    También se registran cambios dietéticos en estas poblaciones a medida que experimentan rápidos cambios socio-económicos, culturales y ecológicos asociados a la globalización y la modernización. 

    De qué manera las sociedades pueden adoptar el conocimiento indígena

    El experto de la FAO reconoce que los apoyos necesarios por parte de los estados y de los gobiernos permitirían afrontar los niveles de inseguridad alimentaria, pobreza y exclusión con los que conviven los indígenas.

    A su vez, las políticas públicas orientadas a tales grupos permitiría llevar sus conocimientos hacia sociedades y economías hegemónicas, asegura a National Geographic Adriana Rodrigues, asesora de políticas públicas de ISA y especialista en sistemas agrícolas tradicionales.

    “Para que estas políticas públicas sean efectivas, es necesario romper con las estructuras racistas que existen en nuestra sociedad de no reconocer que lo que estas comunidades hacen, su conocimiento tradicional, es también un tipo de tecnología”, destaca la especialista brasileña.

    Lo que refiere la asesora del ISA va en consonancia con lo que expresa el Libro Blanco/Wiphala: “El conocimiento científico se basa en la noción de un mundo único, mientras que el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas plantea un conjunto de mundos locales dentro de un planeta compartido”.

    Para Straatman, la conservación y promoción de estas formas de vida y la del medio ambiente son posibles a través de una conjunción entre el conocimiento tradicional y la garantía de los derechos territoriales.

    Por su parte, Mireles destaca que la transmisión del conocimiento no debe quedar como una mera extracción de saberes, sino que los indígenas deben tener un espacio en la toma de decisiones y ser compensados por sus servicios ecosistémicos al tener en cuenta el principio del Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI), que permite a las comunidades locales dar o negar su consentimiento a los programas de inversión y desarrollo propuestos que puedan afectar a sus derechos, al acceso a las tierras, territorios y recursos, y a sus medios de vida.

    “No es desasociar el conocimiento ancestral y tradicional de los pueblos, es darle a ellos los elementos, las herramientas y las compensaciones justas en términos de la protección de sus territorios”, insiste el oficial de la FAO.

    “Es un proceso de aprendizaje. No es muy complejo ni imposible. Tenemos que abrir los oídos para poder escuchar de verdad, interiorizar y hacer más cambios estructurales en términos de políticas y de sociedad”, concluye Straatman. 

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