Efecto Matilda: la problemática que afecta a las mujeres en la ciencia

Se trata de un fenómeno que minimiza el aporte de las científicas. Aunque existen avances históricos en su participación, las expertas consultadas por National Geographic reconocen que el fenómeno se reinventa y aún se percibe.

Por Redacción National Geographic
Publicado 8 mar 2023, 09:32 GMT-3, Actualizado 7 mar 2024, 14:32 GMT-3
Retrato de la directora de laboratorio del American Chestnut Project. A pesar de que las mujeres ...

Retrato de la directora de laboratorio del American Chestnut Project. A pesar de que las mujeres han ganado espacio en la ciencia, pocas llegan a lugares de poder o de toma de decisiones

Fotografía de Amy Toensing

El 2 de julio de 1889, a sus 30 años, Cecilia Grierson se convirtió en la primera mujer en graduarse como médica en Argentina. Fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino, la Asociación Médica Argentina, la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y la Asociación Obstétrica Nacional de Parteras.

A pesar de que fue una precursora, durante mucho tiempo su nombre y aporte fueron ignorados, advierte Maria Elina Estébanez, socióloga especializada en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología, docente, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y presidenta de la Asociación Civil Grupo Redes.

Zélia Ludwig es profesora de Física e investigadora del Instituto de Ciencias Exactas de la Universidad Federal de Juiz de Fora (Ufjf) en Brasil. Como científica investigadora sentía que, en ocasiones, sus trabajos o los de sus colegas no eran publicados o no se consideraban sus nombres para la autoría principal a pesar de haber sido las científicas responsables. En cambio, aparecía como primer autor un hombre.

Esta situación que le parecía extraña hizo que decidiera implicarse en el estudio sobre Género, Raza, Maternidad, Ciencia y Sociedad con la propuesta de discutir la equidad y los derechos de la comunidad negra en la academia y la sociedad. Según su testimonio, la decisión fue “por una cuestión de supervivencia”.

Ambos casos, el de Grierson y el de Ludwig, son ejemplos de un fenómeno llamado efecto Matilda en el cual se minimiza la labor de las científicas. En el caso de la médica argentina, ignorando su aporte a la medicina durante mucho tiempo. Y en el de Ludwig, subestimando su rol e incluso ocultando su nombre.

Izquierda: Arriba:

Una niña observa un trozo de piel de tigre salvaje. A pesar de los avances en la lucha por la igualdad de género, aún hay ámbitos, como el científico, donde la mujer es minimizada en su labor. 

Fotografía de Steve Winter
Derecha: Abajo:

Una científica de la Universidad Estatal de Luisiana estudia las hormigas que recogió en la costa del Golfo para determinar si la especie es autóctona o invasora. En conversación con National Geographic, Ludwig asegura que preparar a las jóvenes investigadoras y empoderarlas también es un aspecto importante.

Fotografía de Kathleen Anderson

Que es el efecto Matilda

Estébanez define al efecto Matilda como “un fenómeno social por el cual se ignora o se minimiza la contribución de las mujeres en el campo de la ciencia y la tecnología en el espacio público, en la historia y en las instituciones”.

El término, explica la investigadora del Conicet, tiene sus raíces en la sociología de la ciencia y más precisamente en uno de sus precursores: el estadounidense Robert Merton.

Este sociólogo publicó un compendio a mediados del siglo XX en donde planteaba que la estructura social de la ciencia se basa en jerarquías de poder, señala el Capítulo El efecto Matilda en la ciencia mexicana escrito por María Elena Luna Morales publicado en el libro ¿Legitimidad o Reconocimiento? Las investigadoras del SNI. Retos y propuestas (2015).

En su trabajo, Merton nombró “efecto Mateo” a un fenómeno por el cual los científicos que son más famosos y que tienen puestos de mayor visibilidad son más reconocidos y reciben más recursos. De esta manera y, según profundiza Estébanez,  el autor expone que muchos talentos podrían quedar ocultos.

Posteriormente, continúa relatando la socióloga, una académica feminista llamada Margaret Rossiter analizó el escrito de Merton y advirtió que su artículo se realizaba sobre la base de investigaciones que había realizado una colega mujer, pero que ella solo aparecía en las notas al pie. Así fue como Rossiter detectó un efecto inverso al denominado Mateo.

La académica decidió nombrar a este evento como efecto Matilda en honor a Matilda Joslyn Gage, una sufragista norteamericana que luchó por la defensa de los derechos de las mujeres y cuyas contribuciones fueron ignoradas durante mucho tiempo. 

De acuerdo con el capítulo de Morales, Matilda Gage consiguió logros muy importantes para las mujeres a partir de la publicación de sus diversos libros y folletos que documentan experiencias y sucesos ocurridos en torno a la discriminación de la mujer a finales del siglo XIX.

En un artículo de 1883 titulado La mujer como inventora publicado en The North American Review, Gage menciona los nombres de algunas mujeres que desde la Antigüedad han hecho grandes aportes a la humanidad.

En ese escrito se pueden leer líneas que siguen vigentes: “Aunque la educación científica de la mujer ha sido groseramente descuidada, algunos de los inventos más importantes del mundo se deben a ella”. 

“Privada, como mujer, de poder político, debe enfrentar el desprecio de su sexo, el desprecio abierto y encubierto de la feminidad, las alusiones despectivas a sus poderes intelectuales, todo lo cual tiende a obstaculizar la expresión de su genio inventivo”, agrega Gage en el documento de 1883.

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    Cómo se manifiesta el efecto Matilda en el siglo XXI

    De acuerdo con Estébanez, ha habido un avance histórico por el cual las mujeres ganaron espacio en la ciencia. Por ejemplo, en los últimos 150 años han logrado entrar en las universidades para estudiar carreras científicas, dedicarse a la docencia y hacer sus propias investigaciones.

    “Eso es un reconocimiento y un avance pero los modos de invisibilización,  desconocimiento o ignorancia hacia los aportes reales de las mujeres a la ciencia están aún presentes”, admite la investigadora argentina en coincidencia con la especialista brasileña que asegura que “al igual que el racismo, esta violencia se reinventa”.

    Esto se expresa a través de su escasa presencia en los puestos de decisión, ya sea de gobierno o de mayor poder en el sistema científico, dice Estébanez. Por lo tanto, concluye, si bien hay un avance real y progresivo, todavía es muy lento.

    Lo que la especialista refiere es que “todavía persisten en la sociedad prejuicios y estereotipos que señalan que ciertos lugares de decisión y de poder son mejor ejercidos por los varones porque las mujeres tienen más tiempo que dedicar a las tareas de cuidado y a las cuestiones familiares o que son menos competentes para el ejercicio del poder”. 

    “Son todos estereotipos culturales que persisten en muchos espacios en la ciencia y en los lugares de trabajo y que hacen que ese efecto Matilda se exprese en la actualidad a través de la quita de visibilidad en los espacios institucionales, de gobierno o de ejercicio de la autoridad”, resume la socióloga.

    Ludwig comenta que en su carrera vive algunas de estas situaciones. Por ejemplo, cuando los proyectos que investiga y escribe son presentados por hombres o cuando sus colegas varones niegan sus ideas por considerarlas irrelevantes pero luego esas personas presentan proyectos similares. “Esto es habitual cuando las mujeres tienen ideas más creativas, nuevas y sobre todo cuando existe la posibilidad de financiación”.

    Lo que mencionan estas mujeres va en consonancia con lo que indica el documento Las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y el Caribe publicado en 2020 por ONU Mujeres. 

    Aunque América Latina y el Caribe ha alcanzado la paridad en la proporción de hombres y mujeres investigadores, ellas aún se encuentran subrepresentadas en los niveles más altos de las carreras profesionales y continúan siendo una minoría en muchos campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (Stem, por sus siglas en inglés) en casi todos los países de la región.

    Una empleada del laboratorio de una fábrica de miel comprueba la calidad y la contaminación de la miel.  A raíz de este artículo sobre el Efecto Matilda, Estébanez comenta que al haber más mujeres hay más talentos y capacidades que entran en juego en la ciencia

    Fotografía de Nadia Shira Cohen

    Por qué es importante que las mujeres participen de la ciencia

    Para Estébanez, actuar contra el efecto de Matilda y dar el espacio que merecen las mujeres en la ciencia es importante por diversos motivos. En primer lugar, “es justo que todas las personas tengan las mismas oportunidades y los mismos derechos”.

    Además, comenta la especialista, “al haber más mujeres hay más talentos y capacidades que entran en juego en la ciencia. No solamente por la cantidad, ya que podría haber más gente investigando; sino también por la calidad, porque la diversidad es buena en el ejercicio de la ciencia y en la producción de conocimiento: las miradas, valoraciones y perspectivas de cada género le dan su propia riqueza al tipo de conocimiento que se produce y se busca”. 

    Por eso, Ludwig destaca que es muy importante que las mujeres puedan hablar y colaborar unas con otras para conocer las formas de afrontarlo. Algunas maneras de conseguirlo es que las mujeres citen las investigaciones de otras mujeres, den a conocer que existen científicas y cuenten sus historias y problemas. “Llamar la atención y hacer ruido”, enfatiza.

    Asimismo, asegura que preparar a las jóvenes investigadoras y empoderarlas también es un aspecto importante. “Decirles que la información es poder y que si tienen los conocimientos nadie puede permitir que las engañen, que las dejen atrás o que les roben sus ideas”. 

    Sumado a eso, los hombres también deben tener un rol participativo contra estos efectos y formar parte de la resolución. “Especialmente para los que ocupan puestos de liderazgo, ellos tienen que ser el objetivo prioritario de esta conversación”, reflexiona la brasileña. 

    “A veces veo cómo un líder arma un grupo de investigación sin mujeres diciendo que no hay investigadoras cualificadas en el área. Para mí, no hizo bien los deberes, está acomodado en su pequeño mundo porque hay mujeres de todas las etnias calificadas en todas las áreas del conocimiento”, indica la física. 

    Y finaliza: “Luego, si ese líder elige solo a personas que comparten ese pensamiento, se forma un bloque cerrado impenetrable. Eso es el efecto Matilda unido al techo de cristal, van todos juntos”.

    Nota del editor: Esta nota se publicó originalmente el 8 de marzo de 2023. Ha sido actualizada.

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