Jaguares deambulan por la frontera de Arizona: ¿por qué representa un gran problema?

Estos grandes felinos en peligro de extinción se están expandiendo hacia el norte desde México, pero siguen limitados por el muro fronterizo y otras barreras.

Por Douglas Main
Publicado 27 jul 2022, 11:13 GMT-3

Un jaguar llamado Valerio ha estado deambulando por una reserva silvestre en Sonora, México, en las fronteras con Estados Unidos. El suroeste de América del Norte ha sido durante mucho tiempo el hogar de los jaguares y la especie podría regresar, si se lo permitimos.

Fotografía de Ganesh Marin Mendez

Cuando el biólogo Ganesh Marin observó por primera vez un jaguar en una reserva en el norte de Sonora (México) en el 2020, estaba eufórico. El felino siguió apareciendo en la red de cámaras trampa de Marin a lo largo de la frontera de Arizona, lo que mostraba que estaba haciendo de la región su hogar. El experto lo apodó "el Bonito”.

Pero en el 2021, Marin, explorador de National Geographic, notó algo extraño en las fotos. Los patrones de puntos parecían variar levemente de una imagen a la siguiente. Un examen más minucioso confirmó que, de hecho, no estaba viendo uno, sino dos jaguares machos jóvenes.

Era lo suficientemente emocionante ver la evolución de Bonito ante la cámara: “crecer, hacerse más grande, desarrollar un cuello más grueso y una cabeza más grande”, describe Marin. Pero al darse cuenta de que era más de uno la emoción fue mayor.

La presencia de un segundo jaguar a un par de kilómetros al sur de la frontera con Arizona ofrece más evidencia de que los grandes felinos se están moviendo hacia el norte para recuperar un antiguo territorio, señala John Koprowski, biólogo, decano de la Universidad de Wyoming y tutor de doctorado del explorador.

A principios del siglo XX, se encontraron jaguares bien al norte, como en el Gran Cañón (Estados Unidos) y hasta el sur de Argentina. Pero la caza, a menudo patrocinada por el gobierno, los eliminó de Arizona y Nuevo México, la extensión norte del área de distribución del jaguar, a mediados del siglo XX.

Marín nombró al segundo jaguar Valerio, en honor a la conservacionista Valer Clark quien fundó Cuenca Los Ojos. Esta organización ambiental binacional administra una reserva de vida silvestre de 49000 hectáreas a lo largo de la frontera en Sonora, donde Marin realiza su investigación como estudiante de doctorado en la Universidad de Arizona.

Los felinos podrían expandir su territorio hacia el norte si los humanos se los permitieran, pero enfrentan obstáculos como las rutas y la frontera entre Estados Unidos y México. Durante la administración de Donald Trump se construyeron más de 724 kilómetros de muros de 9 metros de altura, la mayoría en Arizona y Nuevo México, bloqueando corredores de vida silvestre vitales. 

“Hay animales allí mismo, a solo unos pocos kilómetros de la frontera, a los que se les podría impedir fácilmente moverse más al norte si la frontera se vuelve impermeable”, advierte Koprowski, debido a la extensión del muro fronterizo y la expansión de las rutas.

“Pero más que nada, el descubrimiento brinda una gran esperanza de que esta conectividad pueda mantenerse e incluso, mejorarse", destaca.

Patria antigua 

Las tierras fronterizas de Arizona y Nuevo México y su serie de cadenas montañosas, conocidas como Sky Islands, representan una de las áreas con mayor biodiversidad de América del Norte. 

Entremezcladas con montañas se encuentran las llanuras secas de los desiertos de Sonora y Chihuahua y una variedad de pastizales y áreas ribereñas, que en conjunto albergan decenas de miles de especies de plantas y animales. Leones, jaguares, pumas, ocelotes, osos y muchas otras especies de amplia distribución han vagado libremente por este bioma contiguo. Pero las barreras como rutas y vallas obstaculizan este movimiento.

Sin embargo, en los últimos 25 años, se han visto al menos siete jaguares en Arizona, incluido uno que aun se cree que vive en una cadena montañosa en la parte sureste del estado y, aproximadamente el mismo número se ha observado al otro lado de la frontera con México.

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    Un jaguar apodado “Bonito” apareció en las cámaras del biólogo Ganesh Marin en octubre de 2020. Pronto apareció un segundo. El avistamiento revela la importancia de preservar los corredores de vida silvestre y restaurar los hábitats.

    Fotografía de Ganesh Marin Mendez

    Además, un estudio realizado en marzo de 2021 estima que una gran parte de la región es el hábitat principal del jaguar y probablemente podría sustentar una población de unos pocos cientos de animales. Los jaguares están clasificados como una especie en peligro de extinción en los Estados Unidos.

    Alrededor de 200 jaguares viven en el estado mexicano de Sonora y los dos felinos que Marin observó probablemente nacieron cerca de Arizona, quizás dentro de los 96 kilómetros, explica Gerardo Ceballos , investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

    Las hembras de jaguar generalmente no se aventuran muy lejos de donde nacieron y su movilidad es el factor limitante para la expansión de la especie. Los machos, sin embargo, pueden vagar por todas partes en busca de territorio y pareja. Los grandes felinos enfrentan una variedad de amenazas en México, incluida la caza furtiva y los asesinatos en represalia por su rol en la depredación del ganado.

    “Si seguimos tratando de proteger a los jaguares, tal vez dentro de unos cinco años podamos ver hembras preñadas en los Estados Unidos”, enfatiza Ceballos.

    Pero para moverse hacia el norte, los felinos necesitan corredores de vida silvestre protegidos. Cualquier expansión del muro fronterizo dañará aún más la capacidad de los animales para moverse libremente y será necesario abrir partes del muro para reducir el daño que ya ha causado, según cuentan los expertos. La administración de Joe Biden se comprometió a no expandir significativamente el muro fronterizo y se están llevando a cabo algunos debates para disminuir el daño a la vida silvestre, aunque aún no se han realizado cambios importantes.   

    “Desafortunadamente, hoy el muro fronterizo representa una nueva barrera para que los jaguares lleguen a Estados Unidos”, afirma Antonio de la Torre, biólogo del grupo conservacionista Jaguares de la Selva Maya, que estudia a los felinos. “Es fundamental implementar una medida de mitigación para resolver este problema si queremos asegurar la expansión natural de los jaguares hacia el norte”.

    Si los proteges, vendrán

    Hasta hace poco, gran parte de lo que ahora es el norte de Sonora y el sureste de Arizona tenía abundantes humedales, conocidos como cienegas. Es por eso que la Cuenca Los Ojos está trabajando para devolver el agua al paisaje y hasta ahora ha restaurado alrededor de 30 hectáreas de humedales y arroyos, señala Jeremiah Leibowitz, director ejecutivo de la organización.

    Antes del 2019, los 48 kilómetros de la frontera norte de la Cuenca Los Ojos, que colinda con Arizona, solo tenían barreras cortas para vehículos y cercos de alambre de púas de unos pocos metros de altura, que la vida silvestre podía cruzar fácilmente. Pero ahora, está revestido con muros de bolardos de acero de 9 metros, advierte Leibowitz. Sin embargo, algunos corredores permanecen desprovistos de barreras tan altas, como el extremo sur de las Montañas Peloncillo que se extienden a ambos lados de Arizona y Nuevo México. 

    Esta área, como gran parte de sus alrededores, recibe la mitad o más de la lluvia durante la temporada del monzón, de junio a septiembre. Después de la colonización europea, la gente modificó el paisaje para que fuera mucho menos absorbente, reemplazando las praderas con agricultura y construyendo estructuras impermeables, incluido el asfalto. Como resultado, esta lluvia puede escurrirse de la tierra rápidamente, causando erosión.

    Los administradores de la reserva de la Cuenca están trabajando para restaurar la permeabilidad original, en parte reduciendo la velocidad del agua con estructuras de piedra para el control de la erosión, explica Leibowitz. Los castores, cuyas presas también controlan el flujo de agua, reconolizaron recientemente muchos de los arroyos de la reserva. Ambos jaguares de Sonora han sido vistos cerca de un arroyo en la reserva que corre todo el año.

    Estableciendo un rango 

    Valerio y Bonito a veces frecuentaban la misma zona con pocos días de diferencia, según los datos de la cámara trampa. A medida que crecían, Marin pensó que uno empujaría al otro: al llegar a la edad reproductiva, los jaguares machos intentan establecer su propio territorio.

    Efectivamente, Valerio (que es un poco más grande) se ha quedado y fue visto por última vez en marzo, mientras que Bonito no se ha observado desde el 22 de octubre de 2021. El biólogo sospecha que está en algún lugar cercano, pero dado que los animales pueden moverse tanto, nadie lo sabe.  

    Además de buscar vida silvestre usando cámaras, Marin trabajó con los biólogos Melissa Merrick, Katie Benson y Matt Valente para tomar muestras de ADN ambiental de algunos de los arroyos, lo que arrojó evidencia de jaguares, osos negros, venados de cola blanca, ratones venados y otras especies de vida salvaje local. El equipo espera expandir su muestreo y estudio genético para aprender más sobre la presencia de vida silvestre terrestre, una práctica que permanece en su infancia, indica Benson.

    Mientras tanto, la investigación muestra que el área alberga una gran cantidad de especies importantes y que la restauración del hábitat puede aumentar la biodiversidad de una región.

    “El hecho de que los animales estén usando esta área una y otra vez habla de la calidad del hábitat y la necesidad de aumentar esa conectividad con las áreas circundantes de México y los Estados Unidos, concluye Koprowski.

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