Argentina: nacen dos jaguares en los Esteros del Iberá

Todavía no se determinó el sexo de los cachorros ni se les puso nombre, pero a los investigadores les entusiasma saber qué tipo de implicaciones de conservación tendrán estos nacimientos para la especie casi en peligro de extinción.

Por Elaina Zachos
Publicado 14 jun 2018, 13:13 GMT-3
Cachorros de jaguar nacen en esta reserva argentina
En la antigüedad, los jaguares fueron adorados como dioses por las primeras sociedades mesoamericanas. Ahora, su menguante población podría depender de unos cachorros de pocas semanas. Para más información sobre estos esfuerzos conservacionistas, sigue a: Tompkins Conservation CLT Argentina. https://www.instagram.com/tompkins_conservation/ https://www.instagram.com/cltargentina/ https://www.instagram.com/proyectoibera/
 

El destino de la decreciente población de jaguares (o yaguaretés) de Argentina podría depender de un par de cachorros de tan solo unos días de edad.

El pasado miércoles 6 de junio, nacieron dos ejemplares en el Parque Iberá, en los Esteros del Iberá, provincia de Corrientes, en noreste de Argentina. La región, alberga uno de los humedales de agua dulce más grandes del continente americano. Todavía no se determinó el sexo de los cachorros ni se les puso nombre, pero a los investigadores les entusiasma saber qué tipo de implicaciones de conservación tendrán estos nacimientos para la especie casi en peligro de extinción.

“Sobrevivieron a los días más críticos y parecen estar en buen estado de salud y alimentándose bien con la leche de su madre”, informó mediante un correo electrónico Ignacio Jiménez Pérez, quien cuenta con un grant de National Geographic y es coordinador de conservación de Conservation Land Trust Argentina (Fondo de Conservación de Tierras en Argentina).

Joven esperanza

Los jaguares son los más grandes felinos de mayor tamaño de Sudamérica. Las primeras sociedades mesoamericanas alguna vez los adoraron como dioses, y solían deambular desde la Patagonia hasta el sur de los Estados Unidos.

No obstante, en la actualidad, la cantidad de jaguares representa cerca del 40 por ciento del cálculo histórico estimado y ocupa una fracción de la distribución original. La deforestación mata a sus presas y los vuelve más vulnerables a los cazadores, quienes los valoran por la piel, los dientes y los cráneos. En ocasiones, los jaguares se cazan por deporte, y los agricultores los persiguen porque los acusan de robarles el ganado.

Para combatir esta disminución, la fundación Tompkins Conservation, con sede en Sudamérica, lanzó el programa de reintroducción de jaguares en el Iberá en 2011. El parque es una extensión de tierra biodiversa protegida de casi 140 mil hectáreas ubicada en la zona norte de Argentina, y Pérez indica que es el mejor lugar para reintroducir a los jaguares en Sudamérica.

Gracias a fondos provenientes de National Geographic Society, fue posible construir las instalaciones de crianza e iniciar el programa. La organización también respalda un segundo proyecto de retorno a la vida silvestre en Iberá para recuperar especies extintas en la zona, como el tapir, el venado de las pampas, el pecarí de collar y el guacamayo verde, animales conocidos tradicionalmente por el rol que desempeñan en el ecosistema, como pastoreo, exploración y distribución de semillas.

Los cachorros de jaguar son los primeros en nacer en este programa de conservación y los primeros en nacer en décadas en el Parque Iberá. Los padres de las crías fueron jaguares que llegaron por otras instituciones asociadas al programa. El padre, Chiqui, nació en estado salvaje, pero creció en un centro de rescate después de que un cazador lo dejara huérfano; la madre, Tania, nació y creció en un zoológico. Pérez afirma que Tania es excelente a pesar de tratarse de una madre primeriza, y los cachorros se ven saludables.

Si bien filmaron a los flamantes ejemplares, los científicos todavía no accedieron a su jaula porque intentan invadirlos. Esperarán algunos días más para trasladar a Tania a otra jaula y poder acceder a los cachorros, indica Pérez.

Durante las siguientes semanas, su madre dejará de amamantarlos y, eventualmente, empezará a traerles carne mientras se preparan en su jaula de una hectárea y media. Meses después, los cachorros empezarán a cazar por sí solos y practicarán con carpinchos y otras presas vivas.

“En caso de que no puedan cazar por sí solos, construimos un sistema que les proporcionará carne sin ver a los humanos”, escribe Pérez. “El factor clave durante los primeros meses de su vida es que aprenden a cazar por sí solos y que no sienten un estímulo positivo ni negativo de los humanos”, agrega.

Cuando ya tengan entre 10 y 12 meses, Pérez dice que se trasladará a los cachorros a una jaula de 32 hectáreas donde perfeccionarán sus habilidades de caza. 

“El principal desafío en este momento es saber si Tania puede criar bien a los cachorros”, escribe Pérez. El programa de conservación también cuenta con una joven jaguar hembra de Brasil que podría aparearse con otro macho para gestar otro grupo de cachorros no relacionados entre sí. “Para este segundo grupo se deberían seguir los pasos anteriores, probablemente adaptados en función de lo aprendido con los cachorros de Tania”, añade.

Maestros del ataque

Conocidos como depredadores de emboscada capaces de matar a su presa con una poderosa mordida, los jaguares no temen al agua y son buenos nadadores. Cazan peces, tortugas y caimanes en ríos, así como mamíferos terrestres más grandes, como venados, pecaríes, carpinchos y tapires. Son animales solitarios que, para definir su territorio, lo marcan con sus propios desechos o con las huellas de sus garras en los árboles. 

En Argentina, hay aproximadamente 200 ejemplares en estado salvaje en este momento; casi 15 mil deambulan en libertad en todo el mundo. Viven en zonas aisladas de la mata atlántica en el noreste y en los bosques montanos subtropicales del noroeste del país. Otros 20 jaguares viven en una extensión de territorio de varios millones de hectáreas en los bosques del Gran Chaco, pero Pérez dice que el recuento es tan bajo que estos animales se consideran “fantasmas ecológicos”.

Según Pérez, el objetivo principal del programa es restaurar una población estable de 100 jaguares en la zona. “Si lo logramos con éxito, implicará establecer una tercera población de jaguares en Argentina”, indica. “También implicará expandir la presente distribución de la especie hacia el sur y aumentar la población de jaguares en Argentina en aproximadamente un 50 por ciento”, agrega.

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