Un metaanálisis de 218 ensayos en los que participaron más de 14 000 personas reveló que ...

Por qué bailar puede ser más eficaz que los antidepresivos

Las investigaciones demuestran que moverse al ritmo de la música con otras personas reduce los síntomas de la depresión más que caminar, hacer yoga o incluso los tratamientos habituales.

Un metaanálisis de 218 ensayos en los que participaron más de 14 000 personas reveló que el baile era más eficaz para aliviar los síntomas de la depresión que otras formas comunes de ejercicio.

Fotografía de Nick Fancher
Por Christabel Lobo
Publicado 25 dic 2025, 11:02 GMT-3

El bajo alcanza 128 pulsaciones por minuto. En una pista de baile abarrotada, los cuerpos se mueven al unísono. Para un observador externo, puede parecer una fiesta hedonista. Sin embargo, para un neurocientífico, es algo más parecido a una terapia de grupo.

“El baile es un lenguaje del cuerpo”, afirma Julia F. Christensen, neurocientífica del Instituto Max Planck de Estética Empírica y autora de Dancing is the Best Medicine (El baile es la mejor medicina). “Nuestro cerebro entiende los gestos que hacemos al bailar como un lenguaje expresivo”.

Durante siglos, las comunidades han recurrido a la danza no solo para celebrar, sino también para realizar rituales y sanar. Mucho antes de que los científicos rastrearan las ondas cerebrales o midieran los neurotransmisores, los bailarines tenían una comprensión intuitiva del poder de moverse juntos.

Ahora, la investigación está empezando a ponerse al día.

Un metaanálisis de 2024 publicado en The BMJ revisó 218 ensayos clínicos y descubrió que la danza reducía los síntomas de la depresión más que caminar, el yoga, el entrenamiento de fuerza e incluso los antidepresivos estándar. Aunque solo 15 de los estudios se centraron específicamente en la danza, los resultados fueron suficientes para llamar la atención de los investigadores.

“Me sorprendió que hubiera cinco estudios sobre la danza”, dice Michael Noetel, profesor asociado de la Universidad de Queensland y autor principal de la revisión. “Entre la actividad física, la interacción social y la influencia de música, no me sorprende que la danza haya tenido buenos resultados”. 

Aun así, los investigadores advierten que se necesitan más estudios a gran escala antes de que la danza pueda considerarse un tratamiento independiente.

Dado que la depresión afecta a más del 29 % de los adultos estadounidenses en algún momento de sus vidas, según una encuesta de Gallup de 2023, y que la terapia sigue siendo costosa o inaccesible para muchos, la danza puede ofrecer algo poco común: un tratamiento que es alegre, asequible y que ya forma parte de la forma en que los seres humanos se relacionan.

Por qué a tu cerebro le encanta moverse al ritmo de la música

Nuestros cerebros están programados para el ritmo, y bailar involucra a todo nuestro sistema nervioso. Algunos neurocientíficos describen esta estimulación de todo el cuerpo como una sinfonía neuroquímica.

Anticipar una melodía puede desencadenar la liberación de dopamina. El movimiento físico aumenta las endorfinasBailar con otras personas aumenta la oxitocina. Los estudios han demostrado que esta triple acción puede mejorar el estado de ánimo, aumentar los vínculos sociales y reducir el estrés.

Christensen asegura que esta combinación de elementos probablemente diferencia al baile de otras formas de ejercicio, como los deportes y el yoga. “En la terapia de movimiento y danza, por ejemplo, la reducción real de la ansiedad y los síntomas depresivos está relacionada con el componente expresivo del baile”, detalla. “Tomas algo que te define como persona, o sentimientos que te resultan difíciles, y canalizas todo eso fuera de tu sistema, expresándolo a través de los gestos de tus brazos mientras bailas”.

En los ensayos clínicos, esto se manifiesta de forma cuantificable. “No fueron las partes de estiramiento lento, la frecuencia con la que las personas hacían ejercicio a la semana ni la duración del programa lo que tuvo el efecto”, comenta Noetel. Cuanto más vigorosamente bailaban las personas, especialmente al ritmo de la música, mayor era la reducción de los síntomas.

En esos momentos álgidos, cuando el ritmo se acelera, el suelo vibra y los desconocidos se mueven al unísono, los investigadores han observado un fenómeno denominado sincronía intercerebral. Se trata de la alineación de la actividad cerebral entre las personas, que a menudo se observa en los estudios de EEG del movimiento en grupo.

Moverse en sincronía con los demás difumina la línea entre uno mismo y los demás, indica Christensen, y esto puede dar lugar a un potente aumento de la confianza y la conexión.

Los miembros de The Sun City Squares, un club de baile cuadrado y redondo en Arizona, ...

Los miembros de The Sun City Squares, un club de baile cuadrado y redondo en Arizona, giran y hacen do-si-do. Constanza Cortés Rodríguez, neurobióloga de la Universidad de Alabama, notó que bailar la convertía en una mejor científica. "Pensaba diferente y recordaba mejor las cosas”.

Fotografía de Kendrick Brinson Nat Geo Image Collection

Cómo el baile reconfigura la mente y el cuerpo

Para las personas que viven con depresión, incluso los movimientos básicos pueden volverse apagados. Los neurocientíficos han observado una reducción de la expresividad facial, los gestos y la postura, lo que algunos describen como una pérdida del vocabulario emocional del cuerpo.

La danza ofrece una forma única de reconectarse con uno mismo. Puede activar vías emocionales, cognitivas y sensoriales, despertando una sensación de conexión dentro y fuera del yo.

La depresión no es solo una cuestión de estado de ánimo. También afecta a la forma en que nos relacionamos con nuestro propio cuerpo y con los demás. “El cerebro humano necesita a otros seres humanos a su alrededor para mantenerse sano y equilibrado, tanto física como mentalmente”, subraya Christensen. “Por razones evolutivas, nuestro cerebro entra en modo de supervivencia si está solo”.

Bailar también puede ofrecer algo que la terapia conversacional no puede: una forma de procesar las emociones sin necesidad de utilizar el lenguaje. “La danza invita a las personas a expresar algo sin necesidad de ponerlo en palabras”, insiste. Para muchos, esto puede ser increíblemente curativo y una gran terapia complementaria a la terapia conversacional.

Eso puede explicar por qué las intervenciones más eficaces en los ensayos clínicos no solo implicaban movimiento, sino también bailar con música y otras personas, algo que, según Noetel, puede ser clave para la eficacia de la danza.

Más allá de la mejora del estado de ánimo o la actividad física, bailar en grupo proporciona algo exclusivamente humano: una conexión profunda.

En la década de 1980, en Detroit, innovadores como Juan Atkins llevaron cajas de ritmos a las fiestas juveniles, creando lo que se convertiría en la música house techno. No se trataba solo de innovaciones musicales, sino de espacios de sanación comunitaria donde la gente se reunía en tiempos difíciles. Desde entonces, los historiadores culturales y los etnomusicólogos han descrito estos espacios como lugares fundamentales para la alegría, la resistencia y la solidaridad.

Christensen señala que bailar con otras personas puede difuminar las fronteras entre ellas. “Si nos movemos en sincronía, nuestro cerebro se confunde de una manera positiva y hace que la percepción de mí y de ti se superponga”, afirma. Los neurocientíficos se refieren a esta superposición como “co-representación”. Puede aumentar los vínculos, la confianza y la empatía, componentes esenciales del bienestar mental.

Estos hallazgos han inspirado nuevos enfoques para la terapia y la asistencia social, donde se están utilizando programas basados en el movimiento para ayudar a los pacientes que tienen dificultades con la expresión verbal o el aislamiento social.

En el Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud ofrece programas de baile para adultos mayores con demencia. En Australia, los investigadores han descubierto que los programas de baile estructurados, en todos los grupos de edad, pueden ser igual de eficaces o más que otros ejercicios para mejorar la salud mental, la motivación y la función cognitiva.

En entornos de laboratorio, muchas intervenciones para la depresión se centran en controlar los síntomas. El baile, según algunos, va más allá: crea momentos de alegría.

Desde clases de salsa hasta pistas de baile en clubes underground, los mejores resultados se obtuvieron con programas que priorizaban la interacción social y la musicalidad. El baile prospera en entornos donde se fomenta la creatividad y la iniciativa. Los investigadores sostienen que esto ayuda a restablecer la sensación de control y la expresión personal, dos aspectos que a menudo se ven mermados por la depresión.

Esta idea está dando forma a una nueva generación de programas basados en el baile. Desde las aulas escolares hasta los centros de adultos mayores, los instructores están cambiando su enfoque de la precisión técnica al movimiento expresivo y la creación de vínculos comunitarios.

El baile también puede restaurar algo que la depresión a menudo nos quita: la capacidad de acción. Te da la oportunidad de elegir tu estilo, tu ritmo, tu manera de ser.

“Si las personas no saben lo que la danza puede hacer por ellas, es probable que aún no hayan encontrado su estilo de baile”, finaliza Christensen. “Hay cientos de estilos de baile en el mundo entre los que elegir”. A medida que la atención a la salud mental sigue evolucionando, la danza está emergiendo como algo más que una práctica cultural o un ejercicio físico.

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