Día Mundial del Agua: Conoce a Yago Lange, el regatista que limpia la basura plástica de los ecosistemas acuáticos

El deportista y director de la organización ambiental Parley for the Oceans en Argentina ha realizado más de 150 limpiezas y 140 charlas sobre la contaminación. Su propuesta: “Ir y hacer, porque las acciones individuales marcan la diferencia".

Por Redacción National Geographic
Publicado 22 mar 2022, 09:23 GMT-3, Actualizado 22 mar 2022, 11:06 GMT-3
El regatista argentino Yago Lange foileando en la Patagonia. El "foil" un deporte acuático que guarda ...

El regatista argentino Yago Lange foileando en la Patagonia. El "foil" un deporte acuático que guarda semejanza con el surf a vela, pero con la particularidad de ejercitarse por encima de la superficie del agua, gracias a una quilla sumergible que mantiene la tabla y la vela separadas del mar. Lange se vale de esta disciplina para visibilizar la importancia de la preservación de los ecosistemas acuáticos.

Fotografía de Marko Magister para Parley for the Oceans

Yago Lange nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, el 22 de marzo de 1988, en coincidencia con el Día Mundial del Agua. La efeméride, establecida por la Organización de las Naciones Unidas en 1992, propone conmemorar la importancia del recurso hídrico para la vida. Lange no sólo celebra el agua, sino que se dedica a cuidarla todos los días.

El joven, que hoy cumple 34 años, reconoce la influencia que en su vida ha tenido su padre, el triple medallista olímpico Santiago Lange. Así, creció entre barcos, ríos y lagos.

Como su padre, Lange también cuenta con participaciones destacadas en eventos deportivos internacionales. Es regatista de alto rendimiento y entre sus logros se destaca la Medalla de Plata conseguida en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y el séptimo puesto obtenido en la cita olímpica de Río 2016, junto a su hermano Klaus. Pero, quizás, su mayor hazaña fue atreverse a usar el deporte como una herramienta de transformación, tanto para él como para comunidades enteras.

El cambio comenzó en 2018, año en el que Lange participó de la organización de su primera limpieza de ecosistemas acuáticos, recogiendo toneladas de plástico en el delta del río Tigre, al norte de la ciudad de Buenos Aires. Empezó por el río más cercano y después de recoger 3.000 kilos de basura con la asistencia desinteresada de un centenar de personas, se sintió, de acuerdo con sus palabras, como si acabase de ganar una olimpíada.

Yago Lange (centro) junto a regatistas olímpicos en el 49° Campeonato Europeo en Weymouth, en 2019, Inglaterra. Lange aprovechó estas competiciones internacionales para organizar limpiezas y charlas educativas con el objetivo de generar conciencia y cambio.

Fotografía de Parley for the Oceans

Desde entonces, su camino como referente del cuidado del medioambiente, en especial en su lucha contra la contaminación de los ecosistemas acuáticos, ha ido en crecimiento. Como director de la rama argentina de la organización ambiental sin fines de lucro internacional Parley for the Oceans ha organizado más de 150 limpiezas en diferentes lugares y brindado más de 140 charlas educativas con más de 16.000 jóvenes a lo largo y ancho de la Argentina.

Su mensaje en el Día Mundial del Agua: “Ir y hacer, porque las acciones individuales marcan la diferencia”. 

Después de haber navegado, como parte de una campaña de concientización a principios de este año, frente al colosal Glaciar Perito Moreno, sobre la cordillera de los Andes, cerca de la ciudad argentina de El Calafate, Lange definió sus próximos objetivos, todos patagónicos.

Se propuso visitar la Península Mitre, en la Isla Grande de Tierra del Fuego (en el extremo sur del continente), para aprender y ayudar a visibilizar la problemática de la absorción de carbono, pero también tiene planeado navegar en Puerto Madryn (en la costa atlántica de la Patagonia) para involucrarse con la vida de las ballenas y está proyectando incluso unas expediciones a la Antártida.

En diálogo con National Geographic, a través de videollamada, el joven ambientalista compartió su historia con la esperanza de que sirva como inspiración para que más personas entiendan que la transición hacia un mundo mejor es posible a través de acciones diarias, tanto en el plano individual como en el colectivo.

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    “Se trata de ir y hacer, porque en esta crisis ecológica y ambiental estamos observando muchos problemas y nos perdemos el qué puede hacer cada uno desde su lugar.”

    Por: Yago Lange
    Presidente de Parley for the Oceans Argentina

    National Geographic: ¿Qué implica hacer una limpieza de un ecosistema acuático?

    Yago Lange: En primer lugar, una limpieza la puede hacer cualquier persona que tenga la actitud de querer cambiar la realidad que puede estar afectando la costa de su río, de su playa, su barrio o de su comunidad.

    Se trata de ir y hacer, porque en esta crisis ecológica y ambiental estamos observando muchos problemas y nos perdemos el qué puede hacer cada uno desde su lugar. En mi caso, me motivó el río, porque era donde navegaba y donde vivía y quise cuidarlo. 

    Este tipo de acciones nos permite, también, dimensionar cuántos residuos estamos generando y observar cuánta de esa basura es producto de nuestros hábitos personales de consumo. La limpieza de por sí no es la solución, pero sirve como una gran plataforma de educación que nos vincula, un lugar de acción.

    No sólo tenemos que limpiar, sino también enfocarnos interiormente para ser capaces de asumir que somos parte del problema de los residuos y pensar cómo podemos reemplazarlos en el uso diario por productos ecológicos o prácticas amigables con el ecosistema. Parecen mensajes muy sencillos, pero vayas a donde vayas, todo está lleno de plástico.

    Muchos me dicen que no tiran la basura allí (en los diversos ecosistemas acuáticos), pero es importante explicarles que gran parte de esos residuos llega por los desagües, que las alcantarillas de las ciudades sirven cómo autopistas para que todo eso llegue directo al río, al lago o al mar.

    También visibilizamos a partir de estas limpiezas lugares donde no habitan personas. Por ejemplo, hay una isla en la provincia argentina de Chubut, en la Patagonia, donde los pingüinos conviven con 20 toneladas de residuos.

    De esa manera, dimensionamos que el problema es global, que efectivamente existen islas de plástico y que las acciones personales, confío y creo, hacen una gran diferencia en ese cambio que todos estamos esperando ver.

    Coordinadores y voluntarios de Parley for the Oceans celebran después de una limpieza.

    Fotografía de Mateo Caride para Parley for the Oceans

    NG: ¿Qué lugar ocupa cada persona en esa cadena de plásticos, es decir, en esa ruta que se traza desde que tiramos, por ejemplo, un vaso plástico hasta que éste llega a un ecosistema acuático?

    Y.L.: Está todo conectado. El plástico es un derivado del petróleo, recurso que estamos intentando disminuir para reducir los gases de efecto invernadero. Sin embargo, los números señalan que, a nivel mundial, reciclamos menos del 9%. Es decir, una contradicción.

    En Mar del Plata (una ciudad balnearia en la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires), todos los plásticos que llegan y se acopian vuelven a la ciudad de Buenos Aires, a 400 kilómetros de distancia y es un proceso que se repite sin parar. Ese plástico se puede reemplazar perfectamente, en la vida cotidiana, recurriendo a botellas reutilizables o llevando tu propia bolsa.

    Es cierto que hay áreas donde no podemos prescindir del plástico, como la medicina, o en la producción de ítems de larga durabilidad, pero hay un exceso en esa manipulación y nos falta mucha educación y acción.

    Es aquí que me gustaría resaltar la importancia de estas acciones de limpieza que, en lo personal y en lo grupal, nos transformó y nos unió como personas, pero también nos vinculó a esos espacios naturales.

    Yo estoy en una posición de deportista y ambientalista, pero hay otro que es político, otro empresario, otro padre o madre de familia y en ese sentido nos vincula a todos. Es especialmente interesante lo que sucede con los niños que aprenden haciendo. Ellos absorben ese mensaje de cuidado y lo llevan a su casa, a sus tíos, hermanos y abuelos.

    Es importante también remarcar que lo local en esta crisis climática y ecológica es fundamental. El lema es: hacer en tu lugar. Hay tantos problemas en tantos otros lugares del mundo que nos nublan y estas acciones, como limpiar, nos permiten cuidar nuestro lugar y estar conectados. En cualquier caso, quizás, una parte de la basura de la Patagonia seguramente viajó con las corrientes de Buenos Aires.

    “Sinceramente, dejamos la bolsita de basura ahí, creyendo que alguien la va a venir a retirar, pero eso no sucede. Así, estamos generando un acto negativo del que no nos damos cuenta (...) Es fundamental generar conciencia de que cuando dejas tu basura para que se la lleven, no viene un mago y la hace desaparecer.”

    Por: Yago Lange
    Regatista de alto rendimiento

    NG: En esas limpiezas, ¿la mayoría de los residuos son plásticos?

    Y.L.: Entre el 80 y 90% son plásticos. Hay muchísimas botellas y llama la atención no encontrar las etiquetas, lo que quiere decir que se salen rápidamente y no llegan con flotabilidad a la costa del río. Esto habla de las capas y capas de plástico que encierra un mismo producto.

    En la Patagonia, en algunas islas donde no habita nadie, algo que trato de visibilizar, el plástico está hace más de 10 años, por lo que hay botellas que se rompen muy fácilmente y ahí se convierten en microplásticos, a partir del deterioro a causa del mar y del sol.

    El tipo de residuo también depende de la región. Por ejemplo, en Patagonia encontramos muchas cajas de pesca. Ver que en una isla hay 2.000 cajas y que en otra costa hay 4.000 nos moviliza a concientizar también a la gente que vive del mar.

    NG: ¿En qué tipo de ecosistemas acuáticos hacen las limpiezas?

    Y.L.: Además de las costas, hemos hecho limpiezas submarinas, por ejemplo, en Brasil, con el objetivo de demostrar que la basura se mueve con las corrientes y llega a lugares donde no habitan personas.

    Residuos hay en todos lados. Es muy común ver en esos ecosistemas acuáticos gente que va a disfrutar del día con sus picnics y sus fotos. Pero creo que está faltando el clic de decir qué puedo hacer para cuidar de ese espacio que tanto disfruto.

    Sinceramente, dejamos la bolsita de basura ahí, creyendo que alguien la va a venir a retirar, pero eso no sucede. Así, estamos generando un acto negativo del que no nos damos cuenta. Ahí viene la importancia de las charlas educativas o las charlas de las limpiezas, donde es fundamental generar conciencia de que cuando dejas tu basura para que la lleven, no viene un mago y la hace desaparecer. 

    Es revelador ir a los basurales y estar con las personas que trabajan allí. Son montañas enormes de desperdicios, generando metano que contamina el aire que necesitamos para respirar, mientras que el lixiviado contamina las napas de agua subterránea. 

    Durante seis meses, el año pasado, no saqué los residuos, los acumulé en casa. Esta experiencia me enseñó mucho sobre mis hábitos. Hoy vivo sin cesto de basura, separo los residuos, uso mi botella reutilizable, mi compostera, hago el esfuerzo de cocinar mejor, más sano.

    Es alucinante lo positivo de esa transformación. Si cuidas la naturaleza, la naturaleza te cuida a vos. Lo vemos en las islas, cuando vamos a limpiar hay pocos animales, pero al terminar aparecen todos los animales agradecidos por cuidarles su casa.

    NG: ¿Qué significa el agua para vos?

    Y.L.: Necesito del agua, me equilibra, me hace bien. Estos días estoy muy movilizado, porque entiendo que todo lo que hago no es para mí sino que soy uno más de los conectores que podemos transmitir esto. 

    A pesar de lo doloroso que puede ser enfrentarse a los residuos de esta manera, mi enfoque fue mirar hacia la abundancia de nuestro alrededor.

    Si mis actos pueden ayudar a cuidar el agua, a educar y educarme, lo quiero hacer. Tengo los ojos más abiertos para poder observar la naturaleza y para poder disfrutar de la magia de otros. El agua me llena de energía.

    NG: ¿Con cuántos voluntarios participan usualmente de las limpiezas de ecosistemas? ¿Consideras que hay muchas personas dispuestas a sumarse a esta iniciativa?

    Y.L.: Antes de la pandemia organizábamos limpiezas con 400 voluntarios. Con la pandemia tuvimos que regenerarnos y esa energía la enfocamos en la educación como clave para aprender entre todos a habitar este planeta. 

    Ya el año pasado volvimos a las limpiezas y el objetivo en el futuro inmediato es apoyar a aquellos que hacen. Sé que tengo un límite: empecé a tener problemas de salud por estar en frecuente contacto con los residuos, como miedos, sueños, etc. La fuerza, sin embargo, resurgió tras conocer a otras personas que están haciendo.

    Limpieza organizada con el Colegio Labardén, en San Isidro, provincia de Buenos Aires.

    Fotografía de Parley for the Oceans

    NG: ¿Se lleva registro del total de basura que logran recoger en cada limpieza?

    Y.L.: Medimos todo, tenemos análisis internos, cantidad de voluntarios, la basura reciclable, la que no. Para dar una idea, la limpieza más grande fue de 10 toneladas con un equipo de 400 personas, ahora tenemos más de 6 toneladas depositadas hace medio año en una isla en la Patagonia, porque no conseguimos aún que el barco pase a retirarla. Logísticamente es muy complejo. Estamos en la búsqueda de ese barco. Nos dieron su palabra, pero no aparecieron y fue una tarea de más de 12 horas con 20 voluntarios.

    Más allá de eso, estoy muy feliz de encontrar personas que activan en sus comunidades, porque eso es lo que hace el impacto. Estoy en contacto con ellos, me cuentan el proceso de transformación. Por ejemplo, en un municipio donde no se autorizaban las limpiezas, hoy se realiza una limpieza por mes. En otros lugares pusieron tachos de separación de residuos, etc.

    Todo fue junto y gracias a la limpieza. Ayudó y traccionó. Es como ese primer empujoncito que algunos lugares necesitan para que todo gire. Muchas veces, las limpiezas fueron parte de ese empujoncito. Lo mismo ocurre con los cambios personales. 

    NG: ¿Cómo realizan una limpieza de este tipo?

    Y.L.: En cuanto al uso de herramientas, intentamos usar materiales reutilizables: guantes lavables, bolsas reutilizables, bolsones donde indicamos qué puede ser reciclable y, dependiendo de quien va a gestionar los residuos después, se separan estos bolsones que juntamos.

    Si bien no damos abasto con la coordinación, algunos voluntarios nos ayudan a organizar grupos para separarnos y organizarnos. En lo personal, voy antes a la zona de limpieza para observar la situación y definir el área de trabajo. 

    Un dato muy importante a tener en cuenta a la hora de realizar una limpieza es dónde se van a gestionar los residuos para no encontrarse con el problema de que, por ejemplo, acumulaste 500 kilos de basura y no sabés dónde llevarlos.

    Esa coordinación es muy importante para definir dónde lo hacemos, con quién lo gestionamos: un municipio, una cooperativa o el apoyo de los propios voluntarios para separarlos y llevarlos a los tachos diferenciados.

    Damos una charla previa de seguridad para entender que puede haber riesgos (aunque nunca nos pasó), como encontrar elementos cortantes o ciertos objetos que no se pueden levantar.

    Una vez en el terreno, estimamos un tiempo que ronda entre los 45 y 60 minutos para una limpieza básica. Luego, nos volvemos a encontrar y ahí sucede esta experiencia mágica de compartir la experiencia de todos.

    Por lo general, cuando habla una persona que ya hizo varias limpiezas, sus ojos o los míos suelen estar bloqueados o dormidos, es como ponerte un caparazón, pero tal vez a aquella persona que va por primera vez se le movilizan muchas emociones y es muy lindo escucharla.

    Hacemos entonces una ronda para compartir y luego es la instancia de introducir información. Es un momento clave para hablar del problema de los plásticos, de nuestros hábitos, de reemplazarlos o de evitarlos.

    En este momento también nos preguntamos por qué hacemos esto. Todos necesitamos aire para vivir, nuestro planeta es 70% agua y gran parte del oxígeno que consumimos proviene de los océanos. Son ecosistemas que tienen que estar sanos y hoy no lo están.

    Entonces, si sacamos esos residuos de ahí estamos haciendo algo positivo y, a su vez, si podemos con esta acción ayudar a generar conciencia, a reemplazar esos hábitos para producir menos residuos y apostando a la separación, propiciamos un gran cambio.

    Lo que haces cuenta: los residuos plásticos en la mira

    Según el reportaje del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) titulado Por qué tenemos que solucionar el problema de la contaminación por plásticos, publicado en la página web de la organización el 25 de febrero de este año, cada minuto se vierte en el océano una cantidad de plástico equivalente a un camión de basura (unas dos toneladas por minuto, aproximadamente).

    El PNUMA también advirtió que de las 11 millones de toneladas de contaminación plástica que ingresan al mar cada año, 2,7 millones de provienen de los ríos. Además, estimó que “si no se realizan cambios con urgencia, la contaminación plástica que fluye hacia el océano puede aumentar de aproximadamente 11 millones de toneladas métricas al año hasta 37 millones de toneladas al año” de cara al 2040.

    Ante este panorama, no resulta sorpendente que el Programa de Naciones Unidas califique a la contaminación plástica como una “crisis mundial” y avale la necesidad de trabajar sobre un acuerdo global para solucionar la crisis de los residuos plásticos.

    Sin embargo, y más allá de las instancias políticas y globales necesarias, no se puede negar la importancia de la acción individual y resaltar la necesidad de un cambio de paradigma.

    NG: Parte de ese cambio tiene que ver con tu compromiso no solo con la limpieza de ecosistemas acuáticos, sino también brinando charlas en escuelas de todo el país, ¿cómo es tu participación en Parley for the Oceans?

    Y.L.: Parley for the Oceans es una plataforma que está en más de 30 países y que genera muchas acciones para cuidar a los océanos con un fuerte compromiso con la adaptación al abordaje local.

    Soy director de Parley en Argentina. Me ayudó muchísimo en la constancia de estos 3 años en los que organizamos más de 150 limpiezas en la Argentina y más de 140 charlas educativas con más de 16.000 chicos. Me siento orgulloso de esos números.

    También me ha permitido realizar más de 10 viajes ambientales donde damos charlas y organizamos encuentros con biólogos, científicos y vecinos de la comunidad para aprender y amplificar ese mensaje en una gran red mundial.

    También apoyamos a otros jóvenes que organizan limpiezas en el país. Eso me pone en contacto con gente que está haciendo y nos nutrimos de energía.

    Entre el 80 y 90% de los residuos recogidos en las limpiezas de ecosistemas acuáticos son plásticos, según la experiencia de Yago Lange. En esta foto, el equipo de voluntarios y coordinadores de Parley for the Oceans en plena acción. 

    Fotografía de Yago Lange para Parley for the Oceans

    NG: Naciste el 22 de marzo, el mismo día en que se celebra la importancia mundial del agua. ¿Influyó esa casualidad en tu propósito?

    Y.L.: Siempre tuve un vínculo muy fuerte con el agua, desde chico. No supe hasta mucho después que mi cumpleaños coincidía con el Día del Agua, pero por supuesto que hoy en día, en todos los proyectos ambientales en los que participo, es en el agua donde me siento conectado, en equilibrio.

    Tuve la suerte de vivir en un barco cuatro años y también de disfrutar mucho del agua cuando era chico. Es por eso también todo lo que hago. Es por eso que la cuido, que la amo. Si bien aprovecho la coincidencia de mi cumpleaños con el Día del Agua para concientizar o profundizar más, lo cierto es que este recurso vital cumple todos los días porque tiene un rol fundamental en nosotros y en nuestro planeta.

    NG: Pasaste parte de tu infancia viviendo en barcos junto con tu papá y tus hermanos, ¿cómo fue esa etapa temprana de tu vida, tan en contacto con el agua?

    Esa fue de las épocas más lindas de mi vida. Por aquel entonces, disfrutábamos de una vida muy simple, en contacto con el agua y yendo los fines de semana a una isla que nos prestaban unos amigos en el Delta (del Tigre, al norte de la ciudad de Buenos Aires).

    Son tantos los recuerdos que es difícil dimensionarlo. Ese cuarto que era el barco y esa isla y ese río donde nos bañábamos… Verlo contaminado hoy me genera algo adentro, me moviliza. Es ese disfrute de la naturaleza que tuve de chico lo que me lleva a abrazar las causas ambientales.

    En el barco, con mis hermanos, teníamos muy poco espacio, por lo que aprendimos a vivir con poco. De ahí saco esa idea minimalista que me gusta tanto, la vida simple, sana, tener poco, de compartir la abundancia natural que tenemos.

    NG: ¿Hubo algún momento, un punto de inflexión que hizo despertar tu vocación por las causas ambientales?

    Y.L.: Antes de abrir los ojos (en relación al ambientalismo), usaba dos bolsas de plástico en el supermercado o usaba vasos descartables y no me daba cuenta de todo el plástico que utilizaba. Esa primera limpieza, que fue en diciembre de 2018, fue como un acto sin ningún plan: vamos a limpiar, porque veo el río muy sucio. Y fuimos con mi hermano y unos amigos y tuvo una convocatoria muy grande, con más de 25 clubes acompañando. Específicamente, en el club con el que yo participé, juntamos 3.000 kilos de basura con 100 voluntarios.

    Las sensaciones posteriores fueron como haber ganado una olimpíada, una alegría muy grande por haber hecho algo muy lindo y, a su vez, me quedé una semana encerrado reflexionando, porque miraba los bolsones y veía que todo lo que estaba ahí era lo que yo consumía en mi día a día. Ahí me puse a investigar y a pensar cómo puedo cambiar, qué puedo hacer yo. Fue muy movilizante. Me sacudió mucho, fue mi primera limpieza y desde ahí empecé a comprometerme con el cuidado del ambiente.

    NG: ¿Qué lugar ocupa el deporte en ese Yago que hoy dedica gran parte de su tiempo a la limpieza y al cuidado de los ecosistemas acuáticos?

    Y.L.: El deporte me permitió navegar alrededor del mundo, participar de las Olimpíadas, conocer otras culturas.

    Después me vinculé más al ambiente y dejé un poco de lado el deporte y hoy se está encajando todo, porque soy un deportista ya no con el foco en las competiciones, sino en proyectos ambientales que me permiten estar en el agua. Estoy esforzándome por lograr ese equilibrio y aplicar todo lo que voy aprendiendo.

    Por ejemplo, tuve la suerte de ir a Nueva Zelanda y ver cómo el agua estaba bastante limpia, cómo ellos sacan la basura sólo una vez por semana. Podría nombrar otras culturas, pero la idea es esa, aprender de otros y tratar de traer eso, entendiendo que se trata de un problema global.

    Ahora bien, podría decirse que mi despertar se dio en las Olimpíadas de Río de Janeiro en 2016, en la Bahía de Guanabara. Si bien se veía la misma contaminación que tiene el Río de la Plata, trataba de enfocarme en mi objetivo de ese momento que eran las olimpíadas y, por consecuencia, bloqueaba lo que estaba observando. Hoy, sin embargo, no puedo separar una cosa de la otra, al contrario, me pregunto cómo puedo integrar ambos aspectos.

    En definitiva, me siento mucho más cómodo, porque estoy encontrando la fórmula para congeniar las dos cosas que amo: el cuidado del ambiente y navegar.

    No sólo en ríos y océanos se centran las acciones de concientización de Yago Lange. En enero de este año desplegó su vela frente a uno de los paisajes más famosos e impresionantes de la patagonia: el galciar Perito Moreno.

    Escenario previo a una de las limpiezas coordinadas por Yago Lange en el pueblo patagónico de Camarones, en la provincia argentina de Chubut.

    Fotografía de Marko Magister para Parley for the Oceans

    La importancia de los glaciares: la hazaña de Yago Lange

    Los glaciares del mundo se están derritiendo a un ritmo récord como consecuencia del calentamiento global. Desde el año 2000 se han perdido aproximadamente unas 267.000 millones de toneladas de hielo al año, advierte el informe denominado Pérdida global acelerada de masa de glaciares a principios del siglo XXI, publicado en la edición digital de la revista Nature en abril del 2021.

    Nueve meses después de dicho informe, el 15 de enero de este año, Lange pasó a la historia por ser el primero en “foilear” frente al imponente Glaciar Perito Moreno. El foil es un deporte náutico que implica podría ser semejante al surf a vela, sino fuese por que en el foil la tabla no toca la superficie del agua, sino que se mantiene elevada gracias a una quilla subacuática, a veces llamada hidroala.

    Envuelto en su traje negro de neoprene, indispensable para hacer frente al frío austral, el deportista navegó las aguas del Lago Argentino frente a esta maravilla natural inestimable, ubicada cerca de la localidad patagónica de El Calafate.

    El joven logró atravesar la enormidad del Perito Moreno con su tabla y su vela de wing foil, un deporte en tendencia que combina técnicas del kitesurf, windsurf y foiling.

    Ese momento marcó la vida del deportista y ambientalista.

    “Nuestra basura genera gas metano y el acto de sacar la basura a la vereda y pensar que el problema desaparece está afectando directamente al medio ambiente causando, entre otras cosas, el derretimiento de los glaciares.”

    Por: Yago Lane
    Deportista y ambientalista

    NG: ¿Cómo surgió la idea de navegar frente al Glaciar Perito Moreno? 

    Y.L.: Me propuse como objetivo foilear en áreas protegidas para poder transmitir a través del deporte un mensaje positivo.

    Doy charlas en colegios y también doy clases. En una oportunidad, en una escuela, les dije a los chicos que quería foilear en el Perito Moreno y les pedí que me ayudaran a investigar al respecto. Nunca había ido al Glaciar Perito Moreno, no sabía mucho de él. Fue muy lindo, porque todos juntos nos pusimos a averiguar.

    Les explicaba a los chicos que por más que los glaciares queden lejos de Buenos Aires, nuestra basura genera gas metano y, el acto de sacar la basura a la vereda y pensar que el problema desaparece está afectando directamente al medio ambiente, causando entre otras cosas, el derretimiento de los glaciares.

    Si separamos los residuos, si evitamos el plástico y tomamos conciencia ambiental, estaremos avanzando hacia un enfoque de protección del ambiente. De ahí surgió la idea de los glaciares.

    NG: ¿Qué te dejó esa experiencia teniendo en cuenta la trascendencia que tienen los glaciares en nuestro planeta?

    Estoy muy agradecido de poder haberlo hecho, más en una semana que fue muy negativa en materia ambiental, por la ola de calor que afectó a Sudamérica en enero de 2022 y también, particularmente, por los incendios en Corrientes. Vi que en ese contexto nadie hablaba de los glaciares y de esa manera logramos colocarlos en agenda.

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