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Página del fotógrafo
Muhammad Fadli
Antes de visitar la tumba de su padre, Yuni recoge flores del árbol de buganvillas del patio delantero de su casa. Siguiendo la costumbre, esparce los pétalos sobre la tumba y vierte agua sobre ellos.
Varias veces a la semana, Yuni y su madre, Nisma, hacen el viaje de dos kilómetros en moto hasta la tumba de Langlang. El cementerio está de camino a la escuela de Yuni y su hermana Try.
Casi 10,4 millones de niños de todo el mundo han perdido a uno de sus padres o a su cuidador a causa del COVID-19. Yuni Folani es uno de ellos. Su padre, Langlang Buana, de 56 años, murió en junio de 2021 a causa de coronavirus e insuficiencia renal en Pasaman, Sumatra Occidental (Indonesia).
Desti Firdamayanti descansa en su casa en el subdistrito de Kenari, en el centro de Yakarta, en enero de 2021. Su esposo, que trabaja como repartidor de periódicos, vio caer su salario de $100 dólares al mes a solo $30 dólares durante la pandemia. Dado que su primer hijo nacerá en solo unas pocas semanas, la pareja está preocupada por su situación esconómica a pesar de recibir los beneficios de asistencia social del gobierno.
Los trabajadores colocan a una víctima de la COVID-19 en una tumba del cementerio público de Rorotan el 21 de julio de 2021. Durante el pico de la última ola, los trabajadores estuvieron en el cementerio las 24 horas, atendiendo a una fila aparentemente infinita de ambulancias y coches fúnebres, algunos de los cuales albergaban hasta cuatro cuerpos.
Roozmalinie (izquierda) sostiene a su hija Aquilla de 3 años (centro) mientras Kris Wati (derecha) la mide en su casa de Pondok Melati, Bekasi, una zona suburbana al este de Yakarta. Wati es voluntaria en Posyandu, un servicio sanitario comunitario para mujeres embarazadas y niños. En Indonesia, más de siete millones de niños sufrían retraso en el crecimiento debido a la desnutrición ya antes de la pandemia.
Los residentes de Kampung Starling, Senen, Yakarta Central, esperan a que la organización sin fines de lucro Foodbank of Indonesia (en su traducción al español, Banco de Alimentos de Indonesia) distribuya comestibles en diciembre de 2020. En todo el país, el 31 por ciento de las familias sufrió escasez de alimento durante el último año.
Zahwa Falisha, de 16 años, recibe su primera dosis de la vacuna Sinovac COVID-19 durante un evento de vacunación masiva en Otista Sport Hall en Bidara Cina, este de Yakarta. Hasta ahora, solo aproximadamente el 15 por ciento del país ha recibido una dosis de la inyección.
Miles de habitantes de Yakarta se reúnen para recibir una de las 10.000 vacunas contra el coronavirus que se ofrecen durante un programa de vacunación masiva que se lleva a cabo en la estación principal de autobuses de Pulo Gebang en el este de Yakarta.
Hileras de tumbas recién excavadas llenan el cementerio público de Rorotan en Cilincing, Yakarta Septentrional. Aunque originalmente se diseñó para albergar 7.200 cuerpos cuando se abrió en marzo de este año, la ciudad planea añadir casi 10 hectáreas para acomodar más restos de posibles fallecidos a medida que el país afronta una cifra récord de muertes por COVID-19.