Reinfecciones de COVID-19: ¿Qué consecuencias tiene en el cuerpo?

Científicos advierten un incremento de las reinfecciones por COVID. ¿Qué daños pueden provocar en el organismo?

Por Amy McKeever
Publicado 1 ago 2022, 13:10 GMT-3

Un virólogo del Centro de Investigación Médica Aplicada del Hospital de San Vicente, en Sidney, ajusta su equipo de protección personal mientras investiga la variante ómicron, el 8 de diciembre de 2021. Las subvariantes BA.4 y BA.5 son una de las principales causas de reinfecciones.

Fotografía de Kate Geraghty The Sydney Morning Herald, Getty Images

Ziyad Al-Aly notó lo que él describe como un aire de invencibilidad cada vez más frecuente en los pacientes que visitaban su clínica de Missouri (Estados Unidos). Era marzo de 2022 y estos pacientes estaban vacunados, habían recibido sus refuerzos contra la COVID-19 y también se habían recuperado recientemente de una infección. Con este contexto, pensaban que la inmunidad combinada los protegería de un daño mayor.

"Pensé: ¿es esto realmente cierto?", cuenta Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo del Sistema de Salud de Veteranos de St. Louis Healthcare (VA, por sus siglas en inglés) y epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en ese estado. Intrigado, recurrió a la base de datos de historiales médicos del VA para averiguarlo.

Desde entonces, el tiempo ha dejado claro que existen grietas en el escudo creado por la inmunidad natural y la inducida por la vacuna: las tasas de reinfección están aumentando con la aparición de la variante ómicron (más infecciosa). Incluso, algunas personas declaran su tercera o cuarta reinfección. Los estudios también han demostrado que las subvariantes de ómicron tienen mayor capacidad para evadir la inmunidad adquirida.

Pero aunque estos datos epidemiológicos demuestran que las reinfecciones de COVID-19 son posibles, ¿representan algún riesgo real para los pacientes como los que Al-Aly trata en su clínica?

"La respuesta es claramente afirmativa", responde. En junio, Al-Aly publicó un estudio, que aún no ha sido revisado por expertos, en el que se analizaron los historiales médicos de más de 5,6 millones de veteranos militares y se mostraba que cada nueva infección aumentaba el riesgo de morir por casi cualquier causa. También crecían las probabilidades de otras consecuencias preocupantes para la salud, como trastornos cardíacos, sanguíneos y cerebrales, así como enfermedades como la diabetes, la fatiga crónica y la COVID de larga duración.

Pero él y otros expertos advierten que quedan muchos interrogantes. Todavía no se entiende por qué las reinfecciones se asociaron con un mayor riesgo de estos resultados de salud entre los veteranos, una población que no refleja al público en general porque sesga a personas mayores, blancas y masculinas. Tampoco está claro si las variantes más actuales de COVID-19 tienen más probabilidades de causar una enfermedad grave o cuánto tiempo tarda la inmunidad en disminuir y predisponer a la reinfección.

"Cuando se suma todo esto, surgen muchas incógnitas, y eso es lo que lo hace tan complejo", reflexiona Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota. "Lo llamo un problema de cálculo de enfermedades infecciosas".

Esto es lo que saben los científicos hasta ahora y cómo intentan resolver esta compleja ecuación.

COVID-19: ¿Qué consecuencias tienen las reinfecciones?

Los riesgos de reinfección varían según la enfermedad. En el caso de algunas, como el sarampión, la fiebre amarilla y la rubéola, no hay muchas razones para preocuparse por una segunda infección, ya que un contagio o una vacuna proporcionan una inmunidad prolongada. Por lo general, evitan que una reinfección en primera instancia o provoca una infección tan leve que es poco probable que se sienta.

Por otro lado, hay enfermedades en las que la inmunidad disminuye con el tiempo, dejando a la persona más susceptible a reinfecciones. La gravedad de ello depende de muchos factores, como las afecciones subyacentes, los cambios en la salud de la persona que puedan haber puesto a prueba su sistema inmunitario, el momento de la vacunación y los cambios en el propio virus.

La gripe es un ejemplo. El virus que provoca esta enfermedad muta con tanta frecuencia que confunde al sistema inmunitario: cada nueva infección es como si se tratara de una primera gripe. "Así que tu cuerpo no puede decir: 'Oh, te he visto antes, sé cómo enfrentarte'", advierte Al-Aly.

Sin embargo, por regla general, las reinfecciones suelen ser más leves que una primera infección, explica Laith J. Abu-Raddad, epidemiólogo de enfermedades infecciosas de Weill Cornell Medicine-Qatar. "Tiene mucho sentido: el sistema inmunitario está preparado. Podemos tener síntomas, pero la respuesta es tan rápida que acaba controlando la replicación".

El dengue es una excepción. Provoca un extraño fenómeno en el que la inmunidad de una infección anterior puede actuar en su contra creando anticuerpos que inadvertidamente ayudan al virus a invadir las células del huésped. No hay pruebas de que este sea el caso del SARS-CoV-2, y si fuera así, las hospitalizaciones probablemente se dispararían de inmediato. No obstante, los científicos destacan que es importante descartar esa posibilidad como uno de los caminos que podría tomar el virus.

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    Reinfecciones por COVID-19: qué dicen las pruebas

    Ahora está claro que tanto la inmunidad natural como la derivada de la vacuna contra la COVID-19 disminuyen con el tiempo. Pero la gravedad de esas reinfecciones ha sido objeto de un acalorado debate.

    Cuando se publicó el informe de Al-Aly en junio, se desató una gran polémica en las redes sociales sobre el estudio que parecía sugerir que las reinfecciones son más graves que una infección primaria. Pero Al-Aly aclara que se trata de una interpretación errónea de sus conclusiones. Aunque la mayoría de las reinfecciones sean más leves, el especialista sostiene que deben tomarse en serio.

    "El punto clave es que el riesgo no es cero", precisa Al-Aly. Lo compara con las consecuencias de un incendio: "No puedes decirle a tu cónyuge: 'ahora sé cómo apagar el fuego, así que volvamos a incendiar la casa'".

    "Puede que su sistema inmunitario sea capaz de enfrentarse a él. Pero, ¿sabes qué es mejor? No tener una infección en primer lugar".

    Abu-Raddad está de acuerdo. Su propia investigación, publicada en el New England Journal of Medicine a principios de este mes, muestra que las personas que han sido vacunadas y que han tenido una infección previa tienen un 97% menos de probabilidades de contraer una reinfección grave, crítica o mortal. En otras palabras, el riesgo es "muy, muy pequeño". Sin embargo, dice, cada infección posterior aumenta el riesgo acumulado a sufrir daños por COVID-19.

    Osterholm afirma que más estudios como el de Al-Aly ayudarían a comprender cómo las reinfecciones podrían agravar los daños de la COVID-19. Según ejemplifica, es posible que una infección pueda causar una inflamación a largo plazo en los vasos sanguíneos lo que podría conducir al desarrollo de coágulos de sangre y a un mayor riesgo de ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares.

    "Ese es un ejemplo de algo que tenemos que controlar mucho mejor", enfatiza.

    Qué dicen las pruebas sobre las reinfecciones y la COVID de larga duración

    Lo que también preocupa a los científicos es si cada nueva infección conlleva el riesgo de desarrollar COVID de larga duración, una misteriosa afección asociada a una lista amplia de síntomas dispares que puede durar de meses a años después de una infección inicial. Aunque la causa de este tipo de COVID sigue siendo desconocida, los científicos esperan saber si la inmunidad confiere alguna protección contra ella.

    Hasta ahora, las pruebas son contradictorias. Un estudio de septiembre de 2021 publicado en The Lancet descubrió que las personas que habían recibido dos dosis de las vacunas contra la COVID-19 tenían la mitad de probabilidades de desarrollar síntomas de COVID de larga duración que las personas no vacunadas, lo que sugiere que las vacunas protegen en cierta medida contra esta enfermedad.

    Sin embargo, un estudio de mayo de 2022, del que también es autor Al-Aly y se publicó en Nature Medicine, sugiere que la vacunación sólo reduce el riesgo de desarrollar síntomas de COVID de larga duración o en un 15% aproximadamente.

    Mientras tanto, el estudio más reciente de Al-Aly sugiere que el COVID de larga duración es más frecuente en personas con múltiples infecciones que en aquellas que enfermaron sólo una vez. Abu-Raddad señala que eso no significa necesariamente que la segunda infección sea más grave que la primera, sino que cada nueva infección es una nueva oportunidad para que aparezca este tipo de COVID.

    Sin embargo, los científicos tienen que saber qué causa la COVID de larga duración antes de poder determinar si las reinfecciones influyen, dice Benjamin Krishna, investigador postdoctoral especializado en virología e inmunología de la Universidad de Cambridge.

    Algunos investigadores especulan con que la COVID de larga duración esté causada por partículas víricas que permanecen en el organismo mucho después de que haya terminado la fase aguda de la enfermedad.

    Otros sugieren que es provocada por un trastorno autoinmune preexistente o quizá por un sistema inmunitario que no se restableció correctamente tras una enfermedad anterior. Krishna cuenta que le sorprendería que una segunda infección desempeñe un papel amplificador en la causa de la COVID de larga duración. Más bien, cree que es como una tirada de dados.

    "Cada vez que se arrojan, existe la posibilidad de que se produzca una enfermedad de fatiga crónica", resalta.

    Las grandes preguntas sobre las reinfecciones

    Los científicos necesitan más datos antes de poder sacar conclusiones sobre la gravedad de las reinfecciones de COVID-19. Al-Aly dice que su próximo paso es investigar si las variantes dominantes de la actualidad (BA.4 y BA.5) tienen más probabilidades de causar reinfecciones graves que otras.

    Aunque la base de datos de la Administración de Veteranos no es perfecta, argumenta que su gran tamaño supone una ventaja para desentrañar las numerosas variables en juego: con millones de historias clínicas archivadas, podrá analizar la reinfección en subgrupos de personas que sólo tenían, por ejemplo, la variante delta frente a las variantes de ómicron. ¿Serán las variantes BA.4 y BA.5 realmente evasivas de la vacuna? ¿Provocarán el mismo riesgo de padecer COVID de larga duración? "Son preguntas abiertas que todos estamos deseando conocer", afirma.

    A Abu-Raddad también le gustaría ver más estudios que examinen las características clínicas de las reinfecciones. Sin embargo, representaría una enorme tarea. Para determinar si las reinfecciones causan daños compuestos en el organismo, habría que realizar un examen exhaustivo de cada persona después de cada infección.

    En definitiva, los científicos necesitan más tiempo. Aunque la pandemia pueda parecer extensa, con dos años y medio hasta ahora, Krishna señala que resulta insuficiente para estudiar cómo responden los anticuerpos a un virus. En un año y medio más, podríamos descubrir que las reinfecciones son mucho peores, o podríamos llegar a un punto en el que tengamos inmunidad de por vida".

    Osterholm advierte que podría surgir una variante o subvariante que estableciera una ecuación completamente nueva. "Cada vez que hemos intentado adivinar este virus, nos ha hecho dudar de nosotros mismos", reflexiona. Aun así, es optimista y cree que los científicos conseguirán controlarlo mejor.

    Mientras tanto, los expertos destacan que hay muchas medidas que la gente puede adoptar para protegerse de esta incertidumbre: vacunarse o reforzarse si se tiene derecho a ello y tomar otras precauciones, como usar mascarilla y evitar situaciones con alto riesgo de exposición.

    "Cada vez que nos exponemos a una reinfección, estamos jugando un juego muy peligroso", alerta Abu-Raddad, y concluye: "Puede que esa infección concreta termine siendo la más grave".

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