Antigua criatura marina fosilizada en ámbar ¿Cómo sucedió?

Este hallazgo sin precedentes se trata de un trozo de ámbar que ha preservado la concha de una amonita y otras formas de vida marinas con detalles sorprendentes.

Por Michael Greshko
Publicado 16 may 2019, 15:11 GMT-3
Hace mucho tiempo, en el período Cretácico, esta concha pertenecía a un tipo de molusco marino llamado amonita. De alguna manera, el caparazón de la criatura marina terminó encerrado en resina de árbol, que se fosilizó y dio origen a un espectacular relieve de ámbar.
Fotografía de Bo Wang

Hace unos 99 millones de años en lo que hoy es Birmania, se derramó sobre una playa una cantidad de resina de árbol. Hoy en día, el fragmento fosilizado de ámbar resultante aporta a los científicos una prueba asombrosa de la vida en las costas del Cretácico.

En un estudio publicado el lunes en la revista PNAS, un grupo de investigadores liderado por el paleontólogo chino Tingting Yu reveló lo que podría ser el primer registro conocido de una amonita encontrada en ámbar. Estos moluscos marinos extintos eran parientes antiguos de pulpos y calamares, y no llegaron a vivir en la tierra. Encontrar un caparazón de amonita en un fósil que se originó en la tierra es, por lo tanto, tan sorprendente como encontrar restos de dinosaurios en el fondo de un antiguo lecho marino.

"El ámbar, la resina fosilizada de los árboles, suele atrapar a algunos insectos, plantas o animales terrestres", afirma el coautor del estudio Bo Wang, paleontólogo del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing. "Es muy raro encontrar animales marinos en ámbar".

Los investigadores sospechan que esta resina provenía de un árbol que estaba en la costa, y que una concha de amonita y otros restos se adhirieron a ella cuando cayó a la arena. El fósil también contiene otras formas de vida acuática (caracoles marinos y parientes de las chinches actuales), así como habitantes de la hojarasca del bosque costero, entre estos, ácaros, moscas, escarabajos, una araña, una avispa parásita, un milpiés y una cucaracha.

"Este extraordinario conjunto, una imagen auténtica y hermosa de una playa en el Cretácico, es realmente alucinante", expresa Jann Vendetti, paleontólogo del Natural History Museum of Los Angeles County que no participó en el estudio. Si bien la amonita es quizás el hallazgo más sorprendente, el verdadero tesoro es quizá la diversidad de vida en una sola muestra de este período de tiempo.

"A largo plazo, puede resultar más importante el hecho de que haya una comunidad entera de organismos agrupados", agrega el coautor del estudio David Dilcher, paleontólogo y profesor emérito de Indiana University Bloomington.

Hallazgo deslumbrante

El estudio es el trabajo más reciente acerca de las amonitas, un grupo de moluscos sin caparazón que vivieron durante la era de los dinosaurios, con un origen que se remonta a más de 400 millones de años. El grupo se extinguió hace 66 millones de años junto con los dinosaurios no aviares, pero en ese momento, habían alcanzado una distribución global y se habían vuelto llamativamente diversos. Al igual que sus parientes moluscos modernos, las especies de amonitas probablemente se adaptaron a grandes muchas profundidades, y tuvieron diferentes tamaños. Algunos se quedaron con un tamaño minúsculo, mientras que otros gigantes como kraken llegaban a los 2,5 metros de ancho.

Con unas gafas para nadar, aletas y una máquina del tiempo, podrías ver amonitas por todas partes en las aguas del Cretácico, recorriendo antiguos arrecifes de coral junto a peces y reptiles marinos, como los ictiosaurios y los grandes mosasaurus.

“Si bucearas en un entorno marino poco profundo, verías amonitas”, explica Jocelyn Sessa, paleontóloga de la Drexel University, especialista en moluscos fósiles. "Serían tan comunes como ver caracoles por la tierra".

Imágenes de alta resolución revelaron la estructura interna de la amonita. Los investigadores creen que la amonita pertenece al subgénero “Puzosia” (“Bhimaites”), que surgió hace más de cien millones de años y vivió hasta hace al menos 93 millones de años.
Fotografía de Bo Wang

Según Wang, de acuerdo con la estructura interna del caparazón, la amonita encerrada en ámbar es un ejemplar joven que pertenece al subgénero “Puzosia” (“Bhimaites”), lo que es totalmente coherente en un ámbar de 99 millones de años. El subgénero surgió por primera vez hace más de cien millones de años y existió hasta hace al menos 93 millones de años; Los científicos pueden incluso utilizar sus fósiles para calcular la edad de los sedimentos marinos.

Pero a pesar de siglos de investigación, todavía existen muchos misterios irresueltos en torno a los amonitas. Por un lado, hay pocos fósiles de amonita que conservan vestigios de su tejido blando, lo que dificulta la reconstrucción de sus cuerpos. Ahora que sabemos que sus caparazones pueden fosilizarse en ámbar, los investigadores pueden esperar encontrar un hallazgo aún más impresionante: una amonita de la costa, pegada en resina y conservada durante años.

“Oh, Dios mío, seguramente diría que no sé cómo podría suceder algo sí, porque el ámbar proviene de los árboles. ¿Cómo va a ingresar en un entorno marino para encerrar a un cefalópodo vivo y en movimiento? ¡Pero no sé!”, expresa Vendetti. "Este estudio tal vez obliga a los paleontólogos a creer en la posibilidad de que existan fosilizaciones que no esperábamos, ¿verdad? Es poco frecuente, pero la historia es larga y las cosas raras ocurren todo el tiempo".

Pertenece a un museo

El descubrimiento es el último descubrimiento sorprendente en el valle Hukawng, en el norte de Myanmar, que se ha explorado para obtener ámbar durante al menos dos mil años. En la última década, el valle se ha transformado en un oasis paleontológico, ya que los científicos han encontrado colas de dinosaurio con plumas, así como aves bebé y serpientes atrapadas en ámbar.

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    Pero trabajar con ámbar birmano es difícil y peligroso. Las minas están ubicadas en el estado de Kachin de Myanmar, que durante décadas ha sido escenario de guerras entre el gobierno del país y la Organización de la Independencia de Kachin. Este grupo está luchando por la independencia de la minoría étnica local Kachin, y, para obtener financiamiento, los rebeldes dependen de los recursos del área, entre estos, las minas de ámbar de Hukawng Valley.

    Muchos especímenes de ámbar científicamente valiosos salen a la luz solo debido al comercio privado, una vez que los fósiles ya han sido cortados y pulidos. Los investigadores mismos se encargan de los mercados de ámbar de Myanmar, o los científicos trabajan con recolectores individuales de ámbar, como fue el caso de la amonita recientemente identificada.

    Cuando se encontró el fósil, los comerciantes locales pensaron que la concha de amonita era solo un gran caracol, según comenta Wang. Su amigo Huabao Dong, un comerciante de ámbar, intentó vender el fósil a muchos coleccionistas, pero no tuvo suerte debido a su gran tamaño y aparente falta de novedad. Luego, el coleccionista de ámbar de Shanghai, Fangyuan Xia, vio una imagen del fósil y se dio cuenta de que podría contener una amonita. Xia lo compró de inmediato para el Lingpoge Amber Museum, un museo privado en Shanghai que él dirige.

    "No le importaba el precio, no le importaba para nada", explica Wang. "Si se trataba de una amonita, él iba a ser realmente feliz".

    Xia está profundamente involucrado tanto en la recolección como en el estudio del ámbar: ha colaborado con Wang durante años y es coautor de varios artículos científicos sobre fósiles de ámbar, incluido el nuevo estudio de PNAS. En 2018, investigadores como Wang nombraron un género de insectos fósiles en su honor. Xia pone los fósiles de su museo a disposición de otros paleontólogos, pero en la actualidad, el Lingpoge Amber Museum no tiene una gran convocatoria de público. Los investigadores externos deben pedir ver los fósiles directamente a Wang o Xia.

    Lida Xing, paleontóloga de la Universidad China de Geociencias, Beijing, quien se especializa en ámbar birmano, afirma que el auge de los museos privados de ámbar chino es un hecho fascinante, aunque complicado. Después de todo, las muestras de ámbar más raras e interesantes serán tan caras que están más allá del presupuesto de algunas instituciones de investigación.

    "Al mismo tiempo, algunos coleccionistas también esperan poder salvar estas muestras", expresa en un correo electrónico. "El desarrollo de museos privados en China es rápido, pero todavía hay mucho por mejorar".

    Wang comenta que hay más descubrimientos por venir, entre estos, más amonitas en ámbar. La semana pasada, un conocido suyo le mostró imágenes de una segunda amonita en ámbar birmano. Añade que la colección de Xia y otros museos privados tienen otros hallazgos científicamente inestimables, que se están preparando para una publicación.

    Concluye: "Esto muy importante, y la mayoría de los especímenes han sido o serán descritos".

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