El hielo y los océanos están absorbiendo lo peor del cambio climático

El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) resalta el dramático daño que el calentamiento le está causando al agua del mundo.

Por Alejandra Borunda
Publicado 30 sep 2019, 12:10 GMT-3
El agua de deshielo cae a borbotones desde una capa de hielo en la isla de ...
El agua de deshielo cae a borbotones desde una capa de hielo en la isla de Nordaustlandet en el archipiélago Svalbard de Noruega. El Ártico se está calentando más rápido que el resto del planeta, y el hielo en la región se está derritiendo a pasos agigantados.
Fotografía de Paul Nicklen, Sea Legacy

El cambio climático está aquí, calentando los océanos y derrumbando las capas de hielo del planeta, según expone un nuevo informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) de las Naciones Unidas.

El miércoles pasado, el IPCC lanzó un importante informe sobre el estado de los océanos y el hielo del planeta. El documento, de 900 páginas, que compila los hallazgos de miles de estudios científicos, delinea el daño que el cambio climático ya le ha hecho a los vastos océanos y las frágiles capas de hielo del planeta, y pronostica un futuro para estas fundamentales partes del sistema climático.

Según el informe, las consecuencias del cambio climático ya son fácilmente visibles desde la cima de la montaña más alta hasta lo más profundo del océano; y tangibles por todos los seres humanos del planeta.

El documento subraya que los problemas no son teóricos: la ciencia muestra que están aquí y ahora. Y los océanos, las capas de hielo y los glaciares de alta montaña ya han absorbido tanto calor extra del calentamiento global provocado por el hombre que los sistemas de los que los seres humanos dependen están en riesgo.

Por ejemplo, se espera que el glaciar Planpincieux del lado italiano de Mount Blanc colapse en cualquier momento, provocando cierres de caminos y evacuaciones de estructuras en el área. Y en los océanos, muchas pesquerías han cambiado o se han reducido, generando consecuencias tanto en negocios de millones de dólares como en los pescadores de subsistencia. El 27 por ciento de la población humana de la Tierra que vive cerca de las costas  se está llevando la peor parte de los mares más elevados y las tormentas más fuertes. Las “olas de calor” marinas asolan los océanos con el doble de frecuencia que hace tres décadas atrás. Y los millones que dependen del agua, desde los glaciares de alta montaña hasta la nieve acumulada, las denominadas "torres de agua" del mundo, se están adaptando tanto a las nuevas y fortalecidas inundaciones como a las devastadoras sequías.

El reporte señala que estos desafíos solo empeorarán a menos que los países se muevan rápido para eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero las medidas fuertes y decisivas podrían evitar o evadir algunas de las peores consecuencias.

"Durante décadas, los océanos y la criosfera han captado el calor del cambio climático”, afirma Ko Barrett, vicepresidente de IPCC. “El informe resalta la urgencia de medidas oportunas, ambiciosas, coordinadas y duraderas. Lo que está en juego es la salud de los ecosistemas, la vida silvestre y, lo más importante, el mundo que le dejamos a nuestros hijos”.

¿Por qué debemos prestarle atención a este informe?

En 2015, los líderes del mundo se reunieron en París en una asamblea con foco en el clima, donde acordaron intentar limitar el calentamiento planetario a un promedio de 2 grados Celsius por encima de las temperaturas preindustriales y apuntar a un objetivo aún más ambicioso de mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados Celsius.

En ese momento, los 2 grados Celsius eran considerados un objetivo “seguro”. Los líderes mundiales dijeron que mantener la temperatura promedio del planeta por debajo de eso resultaría en grandes tensiones para la economía, los sistemas sociales y el medioambiente, pero evitaría las consecuencias más devastadoras.

Desde ese momento, sucedieron dos cosas: primero, la ciencia ha dejado claro que el planeta ya se ha calentado alrededor de 1 grado Celsius, en promedio, mientras que algunas regiones, como el Ártico, ha superado ese calentamiento, al menos, cuatro veces. En segundo lugar, miles de científicos han juntado pruebas diligentemente que establecen que hasta 1,5 grados de calentamiento podrían fomentar partes del sistema climático de formas que tendrían efectos medioambientales, sociales y económicos devastadores.

El IPCC reúne evidencia de científicos de todo el mundo y resume el estado de conocimiento sobre el presente y el futuro del planeta, y comienza a revaluar lo que los últimos años de la nueva ciencia podrían decirnos. Desde 1990, ha preparado cinco informes de evaluación completos y, actualmente, está trabajando en el sexto. Asimismo, prepara informes especiales sobre temas específicos, entre los cuales hubo tres importantes en solo el último año.

El primero, lanzado el año pasado, advirtió que incluso 1,5 grados de calentamiento causarían estragos en el planeta. El segundo, de hace unos meses, delineó tanto las consecuencias ya observadas como el posible futuro de las tierras y los bosques. Este último informe, sobre océanos y capas de hielo, completa la tríada. (Un informe relacionado, lanzado a principios de este año, resumió el impacto del cambio climático en la diversidad biológica del planeta, advirtiendo sobre colapsos inminentes en muchos de los delicados ecosistemas).

En 2008, el arrecife Opal en la Gran Barrera de Coral australiana rebosaba de vida. Sus corales eran sanos y robustos.
Fotografía de David Doubilet, National Geographic
En 2018, luego de algunos de los años más calurosos que el arrecife haya experimentado, la escena cambió mucho.
Fotografía de David Doubilet, National Geographic

En conjunto, los informes nos dan una triste visión del futuro, particularmente porque salta a la vista rápidamente que los objetivos de 1,5 y 2 grados Celsius serán difíciles, sino imposibles, de alcanzar. El informe de 1,5 grados señaló que, para alcanzar el objetivo, los países tendrían que apuntar a una situación de gases de efecto invernadero “cero” para el año 2050.  Sin embargo, actualmente estamos en un camino muy diferente, uno que nos lleva a 3,5 grados o más de calentamiento para finales de siglo.

La semana pasada, un estimado de cuatro millones de personas de todo el mundo marcharon en una protesta climática global, para pedirles a los líderes mundiales que tomaran medidas respecto del cambio climático. Pero, a principios de esta semana, cuando los líderes mundiales se reunieron en la Cumbre sobre Acción Climática de Naciones Unidas en Nueva York, no pudieron anunciar colectivamente ningún nuevo compromiso importante para resolver el problema del carbono. Todavía las medidas significativas son escasas, solo unos pocos países están cerca de alcanzar los objetivos para reducir sus emisiones.

¿Qué está en juego? Más o menos todo

Este informe resume décadas de investigación por parte de científicos de todo el mundo y se centra en dos partes fundamentales del sistema climático: los océanos y el hielo. El cambio climático ya los ha modificado a ambos.

El océano ha cargado con la peor parte de las consecuencias, ya que ha absorbido más del 90 por ciento del calor extra atrapado en la atmósfera por el exceso de gases de efecto invernadero desde la década de 1970 y alrededor de 20 a 30 por ciento de dióxido de carbono. Eso quiere decir que el agua ha protegido a los habitantes de la Tierra de los peores efectos del cambio climático; sin ella, la atmósfera se hubiese calentado mucho más que el promedio de 1 por ciento que ya tiene.

“La tasa de cambio climático ha subido desde 1993, y dicha tasa de calentamiento de océanos globales se ha duplicado desde ese entonces”, afirma Nathan Bindoff, autor principal del informe y oceanógrafo de la Universidad de Tasmania.

Paralelamente, las olas de calor marinas (ráfagas cortas de clima marino caliente) también se han duplicado, estresando todo con lo que arrasan.

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    Pero la amortiguadora influencia del océano tiene su precio, con una huella que se está volviendo cada vez más clara para los científicos y para todo aquel que se interese por el mundo natural. 

    “La revancha de los océanos que han absorbido todo ese calor es enorme”, señala Matthew England, oceanógrafo de la Universidad de New South Wales. “Lo vemos no solo en superficies más calientes, sino también en capas de hielo derritiéndose y en cosas como el aumento de ciclones tropicales”.

    Un océano más cálido carga más humedad en la atmósfera y genera lluvias más intensas. Y, obviamente, esto tiene consecuencias en la vida marina. La lista continúa: hay todo tipo de revanchas provenientes de la absorción del calor extra por parte del océano”, indica.

    Los océanos más cálidos alimentan huracanes más fuertes y tormentas con mayores lluvias. Pero el calentamiento tiene influencias menos obvias para los humanos. A medida que la superficie del agua se calienta, se vuelve más liviana haciendo que sea más difícil de mezclarse con el agua fría y rica en nutrientes que hay debajo. Así que, la parte de arriba del océano se estanca un poco, y contiene menos oxígeno y menos de los nutrientes fundamentales que mantienen la vida marina. Y el dióxido de carbono que llega al océano lo está volviendo más ácido, estresando a todo organismo que construye su armazón de carbonato de calcio sensible al ácido, desde los pequeños plancton hasta los masivos corales constructores de arrecifes.

    Todos juntos, los efectos en la vida marina no son nada sutiles. El informe resume que alrededor de un 30 por ciento de los arrecifes de coral del mundo se han estresado hasta un punto crítico, y el 60 por ciento se encuentra gravemente amenazado. Con 1,5 grados de calentamiento, un ambicioso objetivo dado que ya estamos un grado por encima, la ciencia nos dice que el 70 o 90 por ciento de los arrecifes colapsaría para el 2100. A 2 grados, ese número salta a más del 99 por ciento.

    El informe explica que eso es devastador para los arrecifes, y también para las comunidades que viven cerca y que dependen de ellos. Los arrecifes funcionan como barreras para suavizar el golpe de las tormentas y las olas en las comunidades costeras; como zonas de crianza de muchos de los peces de los que se alimentan los humanos de todo el mundo; para mantener el turismo y las prácticas culturales de las comunidades costeras; y más.

    El calentamiento de la capa superficial del océano también afecta las pesquerías de las que dependen los seres humanos. Al día de hoy, una serie de especies marinas ha estado marchando a los polos en busca de climas más fríos.

    “En la actualidad, hay mucha evidencia, décadas de cambio que hemos observado, y hoy podemos presentarnos y decir, con confianza, que el cambio climático está influenciando a muchas de estas diferentes especies”, señala Jennifer Sunday, bióloga marina de la Universidad McGill.

    Y, si continuamos con el mismo estilo de vida con altas concentraciones de carbono en el que está el planeta hoy, la ciencia sugiere que las poblaciones de peces podrían disminuir casi un 20 por ciento para finales de siglo. El informe cuenta que las pescas de las pesquerías de mar abierto, como el atún, se han detenido. Eso se debe, en parte, a la pesca excesiva, pero el patrón está exacerbado por el cambio climático.

    El hielo no es inmune

    El hielo de todos lados, desde las altas montañas hasta las capas de hielo polar, también está cambiando, y rápido. 

    Las comunidades que viven en los alrededores sienten, de firma directa, algunos efectos del deshielo. El infirme señala que en las altas montañas, como los Andes o el Himalaya, los glaciares se están retirando a tasas sin precedentes, algunas 30 por ciento más altas que hace algunas décadas.

    Actualmente, el derretimiento de los glaciares proporciona agua dulce a millones de habitantes de las altas montañas, así como también a las comunidades que viven aguas abajo. A medida que los glaciares se retiran, la cantidad, el tiempo y la calidad del agua de deshielo cambia, y la gente tiene que adaptarse.

    En el Alto Himalaya, el agua de deshielo va a los lagos que se encuentran en el borde de los glaciares que se están retirando. A menudo, los lagos se encuentran sobre pueblos y aldeas asentadas precariamente y esto amenaza con inundarlos.

    Y, en Perú, el derretimiento extra proveniente de los glaciares que se están retirando rápidamente en la Cordillera Blanca tiene un creciente auge del sector agrícola en las altas montañas. Pero es probable que ese glaciar, como la gran parte del hielo de alta montaña del mundo,  desaparezca o disminuya mucho para mediados de siglo, reestructurando la economía de la región.

    “Estos glaciares son fundamentales para todos los tipos de recursos hídricos”, afirma Twila Moon, glacióloga del Centro Nacional de Datos de  Nieve y Hielo en Colorado. “El agua bebible, la agricultura, la producción de energía, y mucho más. Incluso donde tal vez no exista problemática hoy, la habrá pronto; podemos ver, muy claramente, estos problemas en un futuro”.

    Los cambios en el hielo de la Tierra también afectan a las personas que viven lejos de las altas montañas o de los polos. Desde principios de 1900, los niveles del mar promedio de todo el mundo han aumentado alrededor de 16 centímetros. El informe señala que, en la actualidad, el derretimiento desde Groenlandia y la Antártida, los grandes depósitos de hielo del planeta, es el impulsor primario del aumento de los niveles de mar de todo el mundo. El derretimiento de esas capas de hielo es hoy el responsable de más de la mitad del aumento de los niveles del mar, alrededor de 1,8 milímetros por año.

    Eso podría parecer poco, pero aumenta rápido y se estima que el número suba aún más. Pero la velocidad a la cual el océano aumenta, y cuán alto va a llegar, depende de cómo manejemos colectivamente los presupuestos de carbono hoy.

    Si todos los países mantienen sus objetivos más ambiciosos, las capas de hielo polar agregarían alrededor de 5 a 23 centímetros de agua a los océanos del mundo para 2100 (los glaciares de las montañas y la expansión de aguas más cálidas en los océanos podrían sumar más). Pero si continuamos en un camino similar al de hoy, para finales de siglo, las capas de hielo podrían agregar mucho más deshielo a los océanos; entre 11 y 55 centímetros.

    En conjunto, eso significa un aumento del nivel del mar justo por encima de los 40 centímetros para 2100 si tenemos cuidado, y más de 80 centímetros si no lo tenemos.

    Asimismo, el informe del IPCC señala que hay nuevas pruebas de que esos números podrían ser aún más altos si se cruza el principal punto de inflexión en la Antártida. El agua cálida, deslizándose cada vez más cerca de una parte frágil de la capa de hielo de la Antártida occidental, podría iniciar un derretimiento constante que provocaría que amplias franjas de la capa de hielo colapsaran.

    “Realmente estamos ante este catastrófico escenario”, indica Brooke Medley, glacióloga del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. “Una vez que la retirada se desencadena, es casi imposible de detener”.

    El informe hace mención explícita a la posibilidad, pero no incluye esos cálculos en las proyecciones para 2100.

    Nada se da solo, todo está conectado

    En la Antártida occidental, el hielo responde a cambios en el océano y viceversa. Esa es la ilustración perfecta del sistema climático, indica Regine Hock, glacióloga de la Universidad de Alaska y autora principal de un capítulo del informe: es un conjunto de fenómenos interconectados. Lo que sucede en una parte del mundo no se da aisladamente.

    “Los cambios que vemos no solo son constantes en todos los sistemas, sino que también están relacionados. Desde las montañas más altas hasta los océanos, estos sistemas están directamente relacionados unos con otros”, señala Hock.

    Y las elecciones que los humanos hacen en una parte del mundo pueden afectar a los demás. El informe muestra que el futuro se ve muy diferente en un mundo donde las emisiones caen rápidamente.

    “Nuestro futuro depende de quiénes somos y qué podemos hacer juntos”, menciona Heidi Steltzer, autora principal del informe y científica de montaña de Fort Lewis College. “Es momento de colaborar en las soluciones”.

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