China está transformando su “capital del carbón” en una meca de la energía solar

La provincia de Shanxi, la principal productora de carbón de China, está liderando la “revolución energética” en el país. El gigante asiático consume la mitad del carbón que se extrae anualmente en el mundo.

Por Simina Mistreanu
Publicado 26 abr 2022, 04:17 GMT-3
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Una central eléctrica a base de carbón emite columnas de humo en Datong, en la provincia de Shanxi. Esta región, la principal productora de carbón de toda China, se propone como un ejemplo de la transición del país hacia la energía verde.

Fotografía de Noel Celis, AFP/Getty

DATONG, CHINA. A ambos lados de las carreteras que rodean esta ciudad en el norte de China se extienden gruesas capas de polvo de carbón. Este cae de los camiones que transportan las rocas negras a las centrales eléctricas, fábricas de acero y plantas químicas de todo el país.

En Shanxi, la provincia que lidera la producción nacional de carbón en un país responsable por la mitad de la quema mundial de este combustible, las minas subterráneas ocupan una octava parte de la superficie total.

Sin embargo, el paisaje en Shanxi está cambiando. Desde que se inauguró una planta de energía solar con una extensión de 100 hectáreas (con forma de panda) hace cinco años, las colinas alrededor de Datong, el centro de la minería de carbón de Shanxi, han sido cubiertas con paneles solares.

La capacidad solar de la provincia ha estado expandiéndose a un ritmo de 63% por año, mientras que la energía eólica lo ha hecho en un 24%. Pareciera que Datong está completamente rodeada de minas o extensiones de paneles solares, a veces en forma casi consecutiva.

Esta sorprendente alternancia ilustra la más reciente tarea que asumieron las autoridades de Shanxi: China ha encargado a la emblemática central eléctrica de carbón de la ciudad que lidere la transición hacia la energía limpia.

Además de construir fuentes de energía limpia (incluyendo, particularmente, la infraestructura para usar hidrógeno como combustible), se supone que la provincia debe realizar pruebas a gran escala para mejorar las fábricas y plantas de energía y volver a capacitar a los trabajadores de la industria de los combustibles fósiles.

Los paneles solares cubren una ladera en Ruicheng, un condado de la provincia de Shanxi. Shanxi genera actualmente el 18% de su electricidad a partir de energía renovable, por debajo del promedio nacional, que se ubica en el 28%, pero las capacidades de generación solar y eólica se están expandiendo rápidamente.

Fotografía de Sam McNeil, AP Photo

Se espera que la provincia encuentre la manera de deshacerse de su dependencia del carbón y que, de esta manera, sirva como modelo para toda China.

El presidente Xi Jinping anunció el año pasado que el uso de carbón en China alcanzaría su punto máximo en 2025. Pero hasta ahora no se ha difundido una hoja de ruta nacional sobre cómo eliminarlo gradualmente, a pesar de que poner fin a la quema de carbón es esencial para cumplir con el compromiso del país con el Acuerdo de París de alcanzar su punto máximo de emisiones totales de carbono para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono para 2060.

En su último informe de evaluación, publicado a principios de este mes, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afirmó que el mundo debe eliminar el carbón por completo para 2050 con el fin de limitar el calentamiento a 1,5 °C.

Por lo tanto, para China y para el mundo, es muy importante el éxito del proyecto piloto que ahora está en marcha en Shanxi. Los funcionarios locales, sintiendo la presión, comentan en voz baja cómo Beijing espera que sus instituciones avancen en los objetivos climáticos, mientras ofrece, a la vez, poca supervisión o financiamiento.

A pesar de todo el progreso del país en la construcción de energía renovable, pareciera que Beijing aún no se ha comprometido del todo con las inversiones necesarias para cumplir con su compromiso de reducción de emisiones.

“Shanxi es una de las provincias chinas más dependientes del carbón y es responsable del mayor aumento de las emisiones de CO2 en los últimos años entre las demás regiones administrativas del país, por lo cual no me parece realista que Shanxi se convierta en un modelo a copiar”, reflexiona Lauri Myllyvirta, analista principal en clima y contaminación del aire del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio, una organización de investigación independiente con un fuerte enfoque en China. “Más bien, mi esperanza sería que la provincia encuentre una manera de alcanzar el pico y disminuir sus propias emisiones mucho antes de la fecha límite de 2030”.

El carbón sigue reinando

En los últimos 40 años, China ha construido el sector industrial y la economía de exportación más grande del mundo, basándose en la energía del carbón. Los funcionarios chinos a veces lo llaman la “base” de la economía del país.

Aunque en los últimos años China también se ha convertido en el mayor inversor mundial en energía renovable, las energías verdes como la eólica, la solar y la hidroeléctrica representan acumulativamente solo alrededor del 28% de su generación de electricidad y un porcentaje mucho menor de su consumo total de energía. El carbón todavía se lleva la mayor parte, produciendo más del 60% de la electricidad y la energía total.

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    El año pasado, la quema de carbón en China estableció otro récord, aumentando un 4,6% a medida que la economía se recuperaba después de los confinamientos de 2020 por la COVID-19. Un verano muy caluroso y las inundaciones en las zonas mineras de carbón ejercieron presiones inesperadas sobre el sistema energético, provocando apagones el otoño pasado en todo el país.

    Beijing respondió en parte ordenando a las minas que aumentaran la producción de carbón. Eso ha significado que Shanxi ha tenido que extraer más carbón que antes, incluso mientras pilotaba la “revolución energética”.

    “La presión sobre varios gobiernos provinciales y locales es enorme”, asegura Cheng Zhang, presidente de la Asociación Energética de Shanxi, un think tank gubernamental involucrado en la planificación de políticas públicas.

    “La reciente crisis energética no ha ayudado con la dinámica de deshacerse del carbón lo más rápido”, comenta Byford Tsang, asesor principal de políticas sobre el clima, quien dirige las operaciones de China en E3G, un think tank centrado en el cambio climático a nivel mundial.

    Los líderes de Beijing se enfrentan al dilema de no arriesgar la seguridad energética del país o el crecimiento económico continuo, que es una fuente de legitimidad popular para el gobernante Partido Comunista. Por eso, según advierten los especialistas consultado, pareciera que los compromisos climáticos, por importantes que sean, no estarían encabezando la lista de prioridades del Estado.

    “El crecimiento es el tema principal”, asegura Li Shuo, un funcionario de alto nivel en políticas climáticas y energéticas de Greenpeace Asia Oriental: “La descarbonización sigue siendo una iniciativa secundaria”.

    La descarbonización, sin embargo, se alinea con los planes a largo plazo de China para reducir la dependencia de la economía de la industria pesada y de la infraestructura y, en cambio, basarla en los servicios y el consumo. La intensidad energética por unidad de PIB (un indicador clave de cuán contaminante es una economía) comenzó a disminuir a mediados de la década de 2010.

    No obstante, para los expertos en clima, estos niveles siguen siendo alarmantes, porque continúan constituyendo aproximadamente tres veces el promedio mundial. Además, la disminución se ha ido haciendo más lenta desde 2017, ya que el país ha vuelto a construir infraestructura y a aumentar las exportaciones para impulsar la economía.

    “Al final del día, se vuelve al aspecto macroeconómico: ¿hasta qué punto y qué tan rápido puede el país gestionar una transición hacia una economía menos pesada en energía y menos intensiva en industria?”, dice Li. “Entonces, esencialmente, ¿qué tan rápido podemos crear empleos en otros lugares?”, agregó.

    Los mineros quieren minar

    En el corazón de la industria del carbón de China, muchas familias cuentan con tres generaciones de mineros. En 2018, el 46% de los ingresos fiscales de Shanxi provino de las industrias relacionadas con el carbón, mientras que en Datong, más de una de cada 10 personas trabaja en la minería del carbón. En los barrios de mineros de la ciudad, imaginar un futuro sin carbón es una tarea difícil.

    “La ciudad de Datong depende del carbón”, comenta Cao Hongji, un jubilado de 52 años que trabajó con maquinaria durante tres décadas en diferentes minas de carbón alrededor de Datong. “Sin carbón, ¿cómo podrá la gente consumir en restaurantes, en centros comerciales, en sus hogares?”, se pregunta.

    Cao vive en el Nuevo Distrito de Heng An, un vecindario donde los centros comerciales con coloridos letreros de neón se alinean en las carreteras y donde las empresas mineras de carbón poseen complejos de apartamentos enteros. Los trabajadores compran apartamentos subsidiados allí por tan solo 50.000 yuanes (8.000 dólares estadounidenses).

    Una retroexcavadora acumula carbón en un almacén de Shanxi el otoño pasado. A las minas de Shanxi y de otras partes de China se les dio la directiva de expandir la producción de carbón para enfrentar la escasez de energía.

    Fotografía de Gilles Sabrié, The New York Times/Redux

    Los mineros se enorgullecen de las dificultades de su trabajo: se puede reconocer a los excavadores de primera línea, aseguran, por el hecho de que al final de un turno solo sus dientes están limpios. Los mineros hablan fácilmente sobre cómo sus vidas han mejorado a lo largo de los años. Los accidentes de las minas de carbón ocurren con menos frecuencia ahora, ya que los estándares de seguridad han sido mejorados y las minas privadas más pequeñas se han cerrado o consolidado en gigantes de propiedad estatal.

    “Desde el descenso a las minas hasta el aspecto del entorno de trabajo, todo está mejorando”, comenta un minero que solo quiso compartir su apellido: Tang. Ha trabajado en la mina Número 2 de Datong durante 20 años y dice que espera seguir haciéndolo hasta jubilarse.

    El empleo general de China en el sector del carbón cayó un 46% entre 2013 y 2019, pero se esperan más despidos después de la fecha límite de pico del carbón en 2025. Shanxi aún no tiene un plan concreto sobre cómo hará la transición de los trabajadores a otras industrias. El reentrenamiento a gran escala no ha comenzado.

    Apostando por el hidrógeno

    Shanxi y China están apostando por una estrategia clave para gestionar la transición del carbón a las energías renovables: están invirtiendo masivamente en hidrógeno. Shanxi desarrollará una cadena industrial completa para producir, almacenar, transportar y quemar el material, según los planes oficiales.

    En todo el mundo, el hidrógeno está empezando a ser ampliamente utilizado, no sin controversia. Si bien se quema limpiamente, emitiendo solo agua y no dióxido de carbono, la forma en que se produce el hidrógeno generalmente no es limpia ni libre de carbono

    El “hidrógeno verde” se puede hacer mediante el uso de electricidad renovable para dividir las moléculas de agua, pero la mayor parte del hidrógeno, en China y en otros lugares, todavía se extrae de los combustibles fósiles. A medida que el mundo hace la transición hacia una energía más verde, a menudo son las compañías de combustibles fósiles las que impulsan el hidrógeno como una forma de mantener su relevancia, explica Cory Combs, analista senior sobre clima y energía de Trivium China, un think tank centrado en la economía del gigante asiático.

    Eso es esencialmente lo que Shanxi está haciendo: la provincia quiere hacer hidrógeno a partir del carbón. Datong se está preparando para construir al menos tres plantas de producción de hidrógeno, un par de docenas de estaciones de reabastecimiento de hidrógeno y hasta cinco plantas de energía a base de hidrógeno.

    La quema de hidrógeno que se ha producido mediante la gasificación de carbón es menos eficiente energéticamente que la quema de carbón directa para la obtención de energía y a menos que el carbono se capture en la chimenea, también es contaminante. Pero el proceso es promovido por los funcionarios chinos como un paso intermedio para usar carbón y apuntalar la industria del carbón mientras los gobiernos locales expanden las energías renovables y, finalmente, la transición al hidrógeno libre de carbono.

    El principal planificador económico de China estableció el mes pasado el objetivo de producir hasta 200.000 toneladas por año de hidrógeno verde y tener alrededor de 50.000 vehículos alimentados con hidrógeno para 2025, una pequeña fracción del mercado nacional, donde se vendieron más de 26 millones de automóviles el año pasado.

    “El hidrógeno llenará los vacíos en la actividad industrial, el empleo, los ingresos fiscales, etc., dejados por el carbón como una industria líder”, dice Cheng. El plan del gobierno, explica, no es deshacerse del carbón, sino “evolucionar para dejar de ser dependiente de él”.

    Se necesita más inversión

    ¿Cumplirá China con sus compromisos globales de descarbonización? Muchos observadores dicen que debido a que el propio presidente Xi anunció personalmente los objetivos para alcanzar el pico de carbón y emisiones y conseguir la neutralidad de carbono, esto significa que son políticamente innegociables y serán alcanzados.

    Lo que ayudaría a China a avanzar más rápido hacia sus objetivos climáticos sería una inyección de dinero en energías renovables y mejoras industriales. Los datos recopilados por la Asociación de Investigación de Energía de Shanxi sobre otros proyectos piloto centrados en la energía en toda China sugieren que para alcanzar el pico de emisiones de carbono para 2030, las necesidades anuales de capital a nivel nacional son de 3,1 a 3,6 mil millones de yuanes (487 mil millones a 565 mil millones de dólares).

    El capital anual asignado actual es sólo de 526.000 millones de yuanes (82.600 millones de dólares), aproximadamente, menos de una quinta parte de lo que se necesita, según los investigadores de Shanxi.

    Para lograr la neutralidad de carbono para 2060, China necesitaría invertir más de 139 mil millones de yuanes (22 mil millones de dólares) en áreas como la generación de energía limpia, el almacenamiento avanzado de energía y los edificios sin carbono.

    Las energías renovables continuarán expandiéndose en China, porque a las principales empresas estatales del sector eléctrico se les asignan cuotas para la generación de energía renovable, lo que las obliga a cumplir.

    De todos modos, no pareciera haber un plan nacional que indique cómo llenar el vacío en la inversión y, al mismo tiempo, no existe experimentación posible en Shanxi que pueda cubrir esa necesidad. Por lo tanto, mientras China sigue progresando en la transición a fuentes de energía más limpias a través de diversas políticas y experimentos locales y regionales, su éxito en el cumplimiento de sus compromisos climáticos podría depender, en definitiva, de la cantidad de dinero invertido.

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