Insecticidas de uso habitual también podrían ser perjudiciales para los mamíferos

Ya se ha acusado a los neonicotinoides de contribuir con la disminución generalizada de insectos. Pero ahora hay pruebas de que también pueden ser dañinos para los conejos, las aves y los ciervos.

Por Elizabeth Royte
Publicado 11 feb 2021, 13:47 GMT-3
Estas semillas de maíz se tratan con clotianidina, un pesticida de la familia de los neonicotinoides. ...

Estas semillas de maíz se tratan con clotianidina, un pesticida de la familia de los neonicotinoides. Estos pesticidas, relacionados con la disminución de insectos, también se pueden encontrar en animales más grandes, como ciervos y aves.

Fotografía de Anand Varma, Nat Geo Image Collection
Este artículo contó con la colaboración de Food & Environment Reporting Network, una organización de periodismo de investigación sin fines de lucro.

Un día nublado de enero en Estelline, Dakota del Sur, Jonathan Lundgren cierra su abrigo acolchonado y se baja la gorra de lana mientras sus botas crujen en la nieve de Blue Dasher Farm camino a su galpón, un tambo equipado como laboratorio bioquímico.

Lundgren tiene una actividad híbrida e inusual: es un granjero interesado en reformar la profesión y un científico, exentomólogo del Departamento de agricultura de Estados Unidos que sigue realizando análisis químicos. Rodeado de la parafernalia usual de los laboratorios (un espectrofotómetro, una máquina PCR, una centrifugadora) Lundgren mira por la ventana una oveja acurrucada en las pasturas y una gran bandada de gansos, pollos, pavos y patos. Luego, se centra en los bazos de un venado que hay frente a él. Los ha estado analizando durante meses en busca de rastros de insecticidas denominados neonicotinoides.

Vinculados químicamente con la nicotina, los neonicotinoides se desarrollaron en la década de 1990 como una alternativa más segura a los químicos más tóxicos y duraderos utilizados en agricultura. Hoy, son los pesticidas más utilizados en todo el mundo, efectivos contra áfidos y cicadélidos, y una gran variedad de gusanos, escarabajos y brupéstidos. Las semillas de los cultivos de más de 60,7 millones de hectáreas en Estados Unidos se cubren con neonicotinoides y todas las partes de las plantas (las raíces, los tallos, las hojas, las frutas, el polen y el néctar) los adoptan. Los insectos mastican o sorben la porción preferida de la planta, y luego se curvan y mueren.

La historia nos enseña que dichos insecticidas de amplio espectro pueden tener consecuencias inesperadas y decenas de estudios sugieren que los neonicotinoides, junto con el cambio climático y la destrucción del hábitat, están contribuyendo con la constante disminución de insectos en toda América del Norte y Europa. Las abejas, esenciales para la polinización de los cultivos, se han visto muy afectadas.

La evidencia del daño es tan importante que la Unión Europea ha prohibido el uso en espacios abiertos de tres neonicotinoides populares. Y, aunque Estados Unidos todavía no ha tomado medidas al respecto, cada vez es más evidente que las abejas y otros insectos beneficiosos no son los únicos animales en peligro.

Durante los últimos años, los científicos han descubierto que solo el 5 por ciento de las semillas recubiertas con neonicotinoides terminan en plantas para el cultivo. El resto se pierde o deteriora. Los químicos se acumulan en los suelos y en las vías navegables, y una amplia gama de vida silvestre queda expuesta a ellos. Y aumentan las pruebas de que los compuestos adaptados para eliminar invertebrados también pueden dañar a los mamíferos, las aves y los peces.

Este verano, en su galpón, Lundgren ha estado recolectando algunas de las pruebas más recientes (información que sugiere que un gran número de ciervos salvajes en la parte superior del Medio Oeste de Estados Unidos tiene neonicotinoides en sus bazos).

Un experimento singular

Uno de los primeros signos de que los neonicotinoides pueden afectar a los animales más grandes proviene de otro estudio en el que Lundgren trabajó y que también involucra a los ciervos, en esa oportunidad, cautivos.

En 2015, un equipo de científicos de South Dakota State University quisieron determinar cómo un neonicotinoide denominado imidacloprid (que se utiliza en maíz, soja, trigo y algodón) podía afectar a los herbívoros grandes. Los científicos llevaron a cabo el primer experimento de este tipo con un rebaño de ciervos de cola blanca en cautiverio: 21 adultos hembra y 63 cervatillos que nacieron de esas hembras en el transcurso del experimento. La estudiante de posgrado, Elise Hughes Berheim, y el ecólogo especialista en vida silvestre, Jonathan Jenks, mezclaron varias dosis de imidacloprid en el agua de los animales.

Cuando sometieron al rebaño a eutanasia luego de dos años, los investigadores hallaron que los animales con más altos niveles de pesticida en los bazos tenían maxilares más cortos, un peso corporal menor y órganos de menor tamaño, entre ellos los genitales. Más de un tercio de los cervatillos murió de manera prematura y tenían mayores niveles de imidacloprid en sus bazos que los sobrevivientes. Tanto los cervatillos como los adultos con mayores niveles habían sido menos activos cuando vivían, algo que, en estado salvaje, los hubiese vuelto más vulnerables a los depredadores.

Un ciervo de cola blanca se alimenta al lado de un roble cerca de Ocala, Florida. En Dakota del Norte y Minnesota, se han encontrado ciervos con neonicotinoides en sus tejidos, que se presume consumieron al procurarse alimentos o al beber agua.

Fotografía de Mark Emery, Nat Geo Image Collection

Algunos de los ciervos han recibido dosis de imidacloprid mucho más altas de las informadas en las corrientes de agua o en los humedales. Sin embargo, el equipo también examinó los bazos de algunos ciervos salvajes que los oficiales de caza de Dakota del Norte recolectaron en un periodo de más de ocho años. Jenks se sorprendió al hallar que contenían imidacloprid a niveles tres veces más altos que aquellos que produjeron anormalidades en el rebaño en cautiverio. Intuyó que los animales salvajes se habían contaminado por las plantas o el agua que consumían.

Los resultados, publicados en Scientific Reports en marzo de 2019, se convirtieron en una noticia importante para aquellos que hayan gestionado o cazado animales salvajes en tierras agrícolas, o para aquellos que estén preocupados por los efectos de los químicos agrícolas en la vida silvestre. Los animales con mandíbulas malformadas u órganos reproductivos más pequeños podrían tener problemas para comer o reproducirse. “Los neonicotinoides podrían tener un efecto catastrófico en las poblaciones de ciervos de cola blanca", señala Jennifer Sass, científica sénior de Natural Resources Defense Council, un grupo ambientalista.

Hay cinco fabricantes en Europa, Estados Unidos y Japón que dominan el mercado de los neonicotinoides. Bayer CropScience se formó cuando la empresa farmacéutica alemana se apoderó de Monsanto, y es uno de los fabricantes de neonicotinoides más grandes del mundo y el principal fabricante de imidacloprid. El vocero de Bayer, 
Alexander Hennig desestimó el estudio sobre los ciervos de cola blanca de Dakota del Sur y lo calificó como "poco confiable".

"Ninguno de los efectos mencionados se ha registrado en las poblaciones de ciervos en estado salvaje", escribe Hennig en un correo electrónico. "Los neonicotinoides se han aprobado para muchos usos veterinarios por lo que se aplican de forma directa en mascotas y ganado para protegerlos de moscas y garrapatas. Esto no sería posible si nosotros, o los reguladores, supiéramos que existe riesgo para los vertebrados".

Según Hennig, una de las razones por las que los neonicotinoides se desarrollaron como insecticidas es precisamente porque no afectan a los vertebrados de la misma manera: se adhieren a los receptores de la superficie de las células que son mucho menos frecuentes en los vertebrados.

Más pruebas

Los ciervos no son la única especie que está consumiendo neonicotinoides sin darse cuenta. Charlotte Roy, bióloga de Minnesota Department of Natural Resources, ha hallado que muchos tipos de animales consumirán con gusto semillas bajo tratamiento de neonicotinoides cuando tengan la oportunidad, como lo hacen durante la siembra en primavera.

En un estudio de 2019, Roy instaló cámaras trampa en campos agrícolas donde había desparramado deliberadamente semillas tratadas. Las cámaras, que se activan con el movimiento, registraron más de una docena de especies de aves (entre ellas, el faisán común, el ganso y el pavo), además de osos, mapaches, roedores, conejos, zorros y zorrillos, que se alimentaron de la semilla tratada.

Según Roy, es muy frecuente que las semillas caigan de las sembradoras mecánicas por accidente. Las empresas les indican a los agricultores que las limpien, pero es común ver los pequeños montículos de semillas en los campos. Roy y sus colegas estiman que, anualmente, se caen decenas de miles de semillas en toda Minnesota.

Pero cómo exactamente las semillas recubiertas con neonicotinoides afectan el crecimiento, el desarrollo y el funcionamiento de los órganos de los vertebrados sigue siendo una cuestión sin resolver. No obstante, las pruebas del daño siguen acumulándose.

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    Se han observado faisanes comunes y otros animales comer semillas tratadas con neonicotinoides que se cayeron en los campos.

    Fotografía de Robbie George, Nat Geo Image Collection

    Minnesota y así ayudar a poner límites a los permisos de caza. "Queremos saber todo lo que afecta la dinámica de la población", señala.

    A Lundgren le entregaron casi 800 bazos para que analizara químicamente. Los resultados preliminares establecieron que más del 50 por ciento de los bazos tenían neonicotinoides; actualmente, Lundgren está repitiendo el análisis para revisar su trabajo.

    Como estudio complementario, Lundgren está analizando los bazos de 100 nutrias de río, linces rojos y martas pescadoras (depredadores que habían sido atrapados legalmente en Dakota del Norte). Los resultados preliminares indicaron que los neonicotinoides contaminaron entre 15 y 30 por ciento de las muestras. Los animales podrían haber consumido los pesticidas en plantas contaminadas, mediante sus presas o por el agua, agrega.

    Los hallazgos de Lundgren no lo sorprenden en absoluto; está convencido de que, en el mundo, los pesticidas tienen un efecto importante en la diversidad biológica. 
    "Hemos visto el deterioro de las comunidades biológicas durante bastante tiempo. Claramente, no entendemos bien las consecuencias de estos pesticidas".

    Al preguntarle a CropLife America sobre los estudios que indican que los neonicotinoides pueden dañar a los vertebrados, la organización comercial que representa a los fabricantes y distribuidores de pesticidas, respondió: "En base a varios estudios concluyentes llevados a cabo en todo el mundo, los neonicotinoides son efectivos para controlar a los insectos dañinos en entornos agrícolas y no agrícolas, y no poseen efectos adversos desmedidos en organismos que no son su objetivo siempre que se usen conforme a las instrucciones de la etiqueta".

    ¿Y los seres humanos?

    Los seres humanos también están expuestos a los neonicotinoides. Accidentalmente los inhalamos o tocamos superficies tratadas en granjas, jardines, o cuando les hacemos los tratamientos para pulgas y garrapatas a nuestras mascotas. Durante la última década, Environmental Protection Agency de Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) ha registrado más de 1600 casos de envenenamiento humano por imidacloprid. Los síntomas varían, desde erupciones, dolores de cabeza y jadeo a pérdida de la memoria e insuficiencia renal.

    No obstante esto, consumimos neonicotinoides al comer. Los pesticidas se aplican de manera rutinaria (en general, como spray para hojas o tratamientos para el suelo) a la coliflor, la espinaca, la manzana, las uvas, la calabaza, el melón, el tomate, y a otros productos y granos. Casi el 100 por ciento del maíz en Estados Unidos recibe un tratamiento con neonicotinoides. Un estudio de 2015 realizado por American Bird Conservancy y T. H. Chan School of Public Health de Harvard University halló residuos de neonicotinoides (si bien a niveles aceptados por la EPA) en casi todos los platos que se sirvieron en las cafeterías de los edificios del Congreso de Estados Unidos. Un estudio de 2019 de National Institutes of Health, el departamento de salud de Estados Unidos, halló neonicotinoides en el 49,1 por ciento de las 3038 muestras de orina de personas.

    Hasta ahora, no existe evidencia directa de que la exposición a los neonicotinoides en la dieta produzca daño a los seres humanos.

    EPA está actualmente revisando los registros de cinco neonicotinoides, entre ellos el imidacloprid. Las organizaciones ambientales y los expertos en salud afirman que los análisis en curso de la agencia han sistemáticamente subestimado los costos del uso de neonicotinoides y han sobrestimado sus beneficios. Estos grupos le han pedido a EPA que cancele o restrinja, en gran medida, muchos usos de neonicotinoides y desautorice su presencia en alimentos, lo que efectivamente prevendría su uso en cultivos con fines alimenticios. (Los productores orgánicos no usan neonicotinoides). Luego de estudiar la situación un poco más, EPA pudo elaborar nuevos y más rigurosos niveles de tolerancia, que permitirían solo algún tipo de uso agrícola.

    Los tractores llenan una montaña gigante de maíz en un cebadero cerca de Imperial, Nebraska, antes de que lleguen los nubarrones. Casi el 100 por ciento del maíz en Estados Unidos recibe un tratamiento con neonicotinoides.

    Fotografía de Randy Olson, Nat Geo Image Collection

    El año pasado, Eric Michel, científico e investigador de ungulados de Minnesota Department of Natural Resources (y coautor del estudio sobre los ciervos de cola blanca), colocó un aviso en búsqueda de bazos de ciervos cazados. Su objetivo fue aprender más de la presencia o ausencia de neonicotinoides en los animales de Es evidente que se necesita investigar más cómo los neonicotinoides pueden potencialmente afectar a los vertebrados. Pero las investigaciones de campo en animales son muy escasas porque requieren mucho tiempo, esfuerzo y dinero. Pocos estados apoyan dichas investigaciones de la manera en que lo hacen Minnesota y Dakota del Sur. Los datos empíricos son difíciles de conseguir. El toxicólogo ambiental Pierre Mineau, excientífico senior de Environment Canada, escribe que los animales que muestran signos de envenenamiento "corren un alto riesgo de caer en manos de depredadores o desaparecer", es decir, que mueren sin dejar rastros. Los rehabilitadores de vida silvestre o los guardas de coto de caza suelen encontrar animales malformados, pero no cuentan con los recursos para estudiarlos de manera científica.

    Mientras tanto, las semillas tratadas con neonicotinoides representan un mercado mundial de 1,5 mil millones de dólares estadounidenses que la industria tiene mucho interés en proteger. Lundgren menciona que, luego de que el informe de los ciervos de cola blanca se publicara, una empresa de semillas anónima (para él) acusó al equipo de investigación de falta de ética y de falsificar información. Una investigación de South Dakota State University declaró que la denuncia carecía de pruebas suficientes.

    "Creo que solo querían hostigarnos", sostiene Lundgren. "Fue molesto para nuestro trabajo porque nuestra credibilidad es muy importante para nosotros".

    Los neonicotinoides son muy buenos para matar las plagas de los cultivos, pero los estudios han demostrado que no necesariamente aumentan la producción de soja o maíz, y pueden reducir las ganancias de los agricultores al aumentar los costos. La Unión Europea ha prohibido todo uso al aire libre de tres neonicotinoides principales, entre ellos el imidacloprid, con el fin de proteger a los polinizadores (aunque los agricultores continúan aplicándolos para "emergencias" durante los brotes de plagas). Canadá está considerando una prohibición similar, y, solo en los últimos dos años, se han presentado en las cámaras estatales de Estados Unidos varios proyectos para restringir o prohibir el uso de neonicotinoides.

    Los proyectos de ley federales para limitar estos compuestos se han estancado en los últimos años y los defensores del medioambiente dudan que el Gobierno de Biden les dé prioridad. Sin embargo, el Gobierno planea volver a examinar la aprobación de clorpirifós, un pesticida altamente tóxico sin neonicotinoides. El entrante secretario de agricultura, Tom Vilsack, también lideró ese departamento durante el Gobierno de Obama; en ese momento, el uso de neonicotinoides por parte de los agricultores aumentó.

    Si el Departamento de agricultura continúa promoviendo el sistema actual de recubrimiento de semillas transgénicas con herbicidas, "el uso de neonicotinoides seguirá aumentando, a menos que EPA intervenga y lo frene", señala Willa Childress, organizadora de Pesticide Action Network North America.

    Un enfoque más holístico

    En Dakota del Sur, Lundgren evita todo lo relacionado con la normativa para enfocarse en cuestiones mayores. Además de estudiar el tejido animal y la química del suelo, Blue Dasher Farm también desarrolla, evalúa y enseña prácticas agrícolas ecológicas y rentables a todos los agricultores y ganaderos de la nación.

    Dichas prácticas caen bajo el título de "agricultura regenerativa", porque apuntan a restaurar el suelo degradado y llevarlo a un estado natural, saludable y sin contaminación. Para Lundgren, los neonicotinoides son el síntoma de un problema mayor: la confianza general de la agricultura industrial en los químicos que contaminan las vías navegables, y reducen la salud y la diversidad biológica del suelo.

    "Prohibir los neonicotinoides no va a resolver el problema subyacente de nuestro sistema de producción alimenticia", explica. "Nuestro trabajo sobre sistemas de cultivo y ganadería regenerativos" (que incluye menos relleno, plantar cultivos de cobertura, y promover insectos beneficiosos y rotaciones de cultivos más diversas) "está demostrando que los insecticidas no son realmente necesarios".

    "El cambio no viene del Gobierno, sino de la comunidad", continúa Lundgren. “La agricultura regenerativa va adquiriendo importancia a una velocidad sorprendente. Y yo lo veo como una verdadera señal de esperanza".

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