El 2018 fue el año más caluroso para el océano

El océano absorbe el 93 por ciento del calor provocado por el cambio climático. Y esto tiene un impacto grande y duradero.

Por Alejandra Borunda
Publicado 25 ene 2019, 16:21 GMT-2
Junio de 2015: vista de Barrow, en el Océano Ártico, tras el invierno más cálido que ...
Junio de 2015: vista de Barrow, en el Océano Ártico, tras el invierno más cálido que se registró en Alaska.
Fotografía de Katie Orlinsky, Nat Geo Image Collection

Según un artículo de investigación publicado el 16 de enero en la revista Advances in Atmospheric Sciences, hoy en día los océanos de nuestro planeta alcanzaron el punto más cálido desde que los hombres comenzaron a monitorear sus temperaturas de modo sistemático. Los océanos han embebido más del 90 por ciento del calor capturado por los gases de efecto invernadero, lo que ha reducido el calentamiento de la atmósfera pero trae muchos otros cambios poco gratos para el clima del planeta. 

El hecho de que un océano se torne apenas más cálido puede acarrear consecuencias dramáticas. Otra reciente investigación muestra que los océanos más cálidos producen olas más fuertes. Las aguas más cálidas avivan tormentas más potentes, lo que incrementa los daños producidos por huracanes y tormentas tropicales. El calor agregado daña los arrecifes de coral y estresa a los cardúmenes. Además, otro estudio reciente sugiere que, cerca de la Antártida, el hielo se está derritiendo casi seis veces más rápido que en los ochenta – este aumento en la velocidad se debe en parte al hecho de que aguas más cálidas rozan los bordes continentales.   

“Los océanos son el mejor termómetro para medir la temperatura del planeta”, señala Zeke Hausfather, científico de la Universidad de California en Berkeley especializado en energía y clima, que utilizó estos datos sobre el calor del océano para un análisis publicado la semana pasada en la revista Science. “Gracias a los registros oceánicos, podemos ver con claridad que el calentamiento global no es poca cosa”.  

Hallan el calor "faltante"

Ya desde 1800 los científicos sospechaban que el hecho de agregar dióxido de carbono a la atmósfera podría hacer que las temperaturas del aire alrededor del planeta aumentaran. Para la década de los sesenta, una vez que comenzaron a monitorear cuidadosamente tanto las temperaturas del aire como los niveles de dióxido de carbono alrededor del planeta, esas predicciones fueron confirmadas. 

Sin embargo, la atmósfera no parecía estar calentándose tanto como los cálculos indicaban que haría. ¿A dónde iba el calor restante?

Algunos oceanógrafos sospechaban que el calor “faltante” era absorbido por los océanos – pero medir ese calor era más complicado que medir las temperaturas del aire. Si bien los barcos de investigación que cruzaban el océano a veces sumergían una probeta en el agua para medir la temperatura, esos datos eran mínimos comparados con la inmensidad del mar. 

Es por esto que los científicos empezaron a reunir toda la información que podían encontrar, desde observaciones que hacían los barcos comerciales hasta datos navales y registros históricos. Y, cuando compilaron todo eso, se dieron cuenta de que en realidad los océanos actuaban como amortiguadores enormes del sistema climático, como una almohada gigante que suaviza el aterrizaje del cambio climático.

Durante la última década, las mediciones del calor oceánico han mejorado drásticamente gracias a una nueva herramienta: alrededor de 3000 sensores autónomos, llamados flotadores Argo, han sido esparcidos por el océano. Registran, con regularidad, las temperaturas de los 2000 metros de la capa superior de agua y han mejorado enormemente la calidad de los datos que utilizan los científicos para trabajar en lo que a este tipo de cálculos refiere. 

Gracias a esas mediciones, ahora está claro que los océanos están absorbiendo alrededor del 90 por ciento del calor de nuestras emisiones de carbono – las estimaciones más recientes, publicadas la semana pasada, acercan ese valor al 93 por ciento. Si de pronto añadiéramos a la atmósfera todo el calor que el océano absorbió desde 1955, las temperaturas se dispararían en más de 60 grados Celsius. 

En otras palabras, los océanos actúan como un amortiguador termal enorme, protegiéndonos de sentir directamente el calor del cambio climático. Pero el calor no se va. 

El calentamiento se acelera

En el 2018, la totalidad de la capa del océano, en la superficie y 2000 metros hacia abajo, estuvo más caliente que nunca, un poco más de 0,1 grados Celsius más cálido que como venía el promedio en el largo plazo. Incluso ese pequeño salto fue suficiente para empujar los niveles del mar 0,25 centímetros hacia arriba, simplemente porque el agua más cálida ocupa más espacio.   

Pero el 2018 pone fin a casi tres décadas de calentamiento parejo y constante, los resultados acumulativos de lo cual se pueden sentir con mayor intensidad. 

“El calentamiento parece poco si lo observamos desde lo cotidiano, pero va aumentando con el tiempo”, menciona Kevin Trenberth, climatólogo del Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Colorado y uno de los autores del informe de hoy. La energía extra que se acumula en la atmósfera de a poco se filtra hacia el océano, y “por eso es que seguimos rompiendo récords año tras año”, afirma. 

Más alarmante es que, durante las últimas décadas, los océanos se calentaron un 40 por ciento más rápido de lo que lo hacían a mediados del siglo pasado, dice el autor del análisis que se publicó en la revista Science la semana pasada. 

Laure Zanna, climatóloga de la Universidad de Oxford que recientemente hizo un inventario basado en el hecho de que el océano cada vez absorbe más calor extra, señala que, desde la Revolución Industrial, la cantidad de energía extra atrapada en el océano como resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero es alrededor de 1000 veces mayor que la cantidad de energía que los humanos utilizamos cada año, a nivel mundial. 

Lo que sucede ahora dura siglos

Básicamente, no hay límites en relación a cuánto más calor de la atmósfera pueden absorber los océanos: son enormes y profundos. Pero el océano tiene memoria de elefante, y el calor que chupe ahora quedará atascado en el sistema durante cientos o incluso miles de años. Según un estudio publicado en la revista Science a principios de enero, el fantasma de una fase helada que tuvo lugar hace algunos cientos de años en el Atlántico Norte aún flota sobre los océanos del planeta. 

Es por esto que las decisiones que tomemos ahora nos afectarán a largo plazo, menciona Susan Wijffels, oceanógrafa de la Institución Oceanográfica de Woods Hole en el Cabo Cod. “La capacidad del profundo océano para absorber calor en el tiempo es enorme. Pero también compromete al sistema”. Por ende, incluso si mañana mismo dejáramos de emitir gases de efecto invernadero, el océano seguiría calentándose durante siglos – y tardaría mucho más en deshacerse del calor extra. 

Según los autores del nuevo análisis, los efectos podrían alterar tanto la física marina como la vida marina. Los océanos más cálidos contienen menos oxígeno, lo que podría dañar a la biota (desde el plancton hasta las ballenas). Una mayor temperatura estándar aumenta la probabilidad de que haya olas de calor marinas, como la que azotó las aguas del noreste de China el último verano, y arruinó la cosecha de pepinos de mar de las aguas poco profundas de esa zona. Zanna y sus colegas también ven indicios que evidencian que las grandes corrientes que trasladan el calor y los nutrientes por el océano están cambiando. 

La magnitud total de estos cambios tardará cientos de años en desarrollarse por completo, afirma Wijffels.

“Cada molécula de CO2 que hoy no enviamos a la atmósfera nos salva de un posible calentamiento a futuro”, indica. “Esto realmente nos hace tomar conciencia de que debemos reducir las emisiones ahora, lo más que podamos”. 

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