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Página del fotógrafo
Patrícia Monteiro
Luisa Brandão, de 27 años, ampara a su hijo, Aruan, de 5 años, triste por estar 9 meses sin ver a su padre, que vive en otra ciudad. Su presencia en la vida del hijo, que ya era escasa, se hizo aún más rara con la pandemia.
Luisa Brandão, de 27 años, hace reunión con su celular en la sala mientras Aruan, de 5 años, mira un contenido para niños en su computadora portátil. El acuerdo entre ellos es que puede mirar dibujos solo una vez a la semana, para que se quede lo menos posible en las pantallas. "Creo que la primera infancia, principalmente, debe vivirse en el mundo real y no en el mundo virtual, pero cuando estamos en home office y solo estás tú y un niño en casa, los dibujos suele ser importante cuando necesito realizar un servicio en línea, una reunión".
Natália (centro), de 20 años, toma una foto de su hija Pietra, de 9 meses, con el juguete que ganó para el Día del Niño, en el parque cerca de su casa, en Osasco. Sin guardería, Natália renunció a su trabajo y, sin obtener ayuda de emergencia del gobierno federal, tuvo que recurrir a un trabajo temporal en la campaña electoral municipal para mantenerse. "Nunca tuvimos regalos de día del niño, era solo un feriado normal. Mi hija no, mi hija pensará que es un gran día en su vida".
Natália Cardoso, 20, con su hija Pietra, entonces de 5 meses, en Osasco, São Paulo. Durante la pandemia, dejó su trabajo porque no tenía a nadie que cuidara a su hija y no pudo acceder al auxilio de emergencia.