Fotógrafos capturan el amor en conmovedoras imágenes

Sus instantáneas favoritas y las historias únicas detrás de ellas.

Por Jessie Wender
Publicado 14 feb 2018, 17:03 GMT-2

Para este día de San Valentín se les pidió a ocho fotógrafos de National Geographic que compartan una imagen que hayan tomado en la que se capture el amor. Desde un compartimiento del ferrocarril Transiberiano hasta tranquilos momentos matutinos en la habitación familiar de un hogar, aquí se muestran sus imágenes sobre el amor y las historias detrás de estas.

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    Fábrica de seda, Jotán, Sinkiang, China, 1989
    Fotografía de Jim Richardson, National Geographic Creative

    Ha pasado un cuarto de siglo desde el día en que espié a estas jóvenes. Mucho tiempo desde que este momento pasó. Es una carta de amor, por supuesto. (¿Es necesario que lo diga?) Deberían haber estado trabajando. Estoy casi seguro de que la mujer que está en el extremo izquierdo, tan solo una imagen borrosa en esta foto, se está acercando para exigirles que vuelvan a trabajar, para criticarlas de la manera en que lo hacen las personas mayores cuando están resentidas porque nunca experimentarán el loco amor de la juventud nuevamente. El joven que escribió la carta es muy apuesto o muy inteligente, o ambas cosas, y elegante, probablemente, de la manera en que los uigures en la Ruta de la Seda en el oeste de China pueden serlo. (¿Habrá dicho que la esperaría esa noche, en la calle que se encuentra en un oasis rodeado por millas de altos álamos que apaciguan los vientos del desierto?) Ahora, las jóvenes ya son mayores. Hay hijos. Quizás haya nietos. Han pasado miles de días (y noches). Tal vez ahora rememoran este momento lleno de amor como inocente, impulsivo e insensato. Pero ¿qué otro tipo de amor existe que tenga sentido?

    Me pregunto si ella habrá conservado la carta. —Jim Richardson

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        República Centroafricana, 2014
        Fotografía de Marcus Bleasdale

        Paso buena parte de mi tiempo fotografiando conflictos o los efectos de los mismos en poblaciones alrededor del mundo. Es un espacio, uno pensaría, donde el amor sería difícil de encontrar, pero eso no es cierto. Recientemente, cuando me encontraba en la República Centroafricana, me crucé con un joven y su padre, a quienes los había secuestrado un grupo de rebeldes. Ellos lograron escaparse, pero muchos fueron asesinados. Recogimos al joven y a su padre y, al día siguiente, los llevamos a su casa en la aldea. El instante en que su familia y vecinos lo vieron fue increíble. Su madre lo tomó de la mano y, con su rostro lleno de lágrimas, lo llevó a su casa. Lo hizo sentar y, de la manera más tierna, le dio un beso. Estaba vivo, cuando todos pensaban que lo habían matado.

        El amor que se demostró ese día fue el momento más importante que experimenté durante los dos años que cubrí ese conflicto. —Marcus Bleasdale

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          Florencia, Italia, 2005
          Fotografía de Jodi Cobb, National Geographic Creative

          Me encontraba en Italia en busca del amor. Durante la cobertura de una historia para National Geographic en la que se buscaba explicar el amor y sus tres etapas —lujuria, obsesión romántica y vínculo a largo plazo— científicamente, deambulaba por las calles en busca de fotografías que permitieran interpretar ese deseo ardiente y abrumador que reconfigura nuestros cerebros y nuestras vidas. Casi paso por al lado de la mujer solitaria que se encontraba en el café leyendo un periódico. Pero algo sobre el pliegue blanco de su falda y el intenso bronceado de su pierna me atrajo, por lo que tomé algunos cuadros y seguí caminando. No creía que la foto tuviese algo que ver con mi trabajo. Pero cuando llegué a casa y la miré más de cerca, observé el encabezado de lo que en realidad era una tarjeta de felicitaciones: Te amo.

          Al final, descubrí que buscar una imagen sobre el amor se parece bastante a buscar el amor en sí mismo: cuanto más se busca, más difícil es encontrarlo. Pero cuando menos lo esperas, te toma por sorpresa. —Jodi Cobb

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            Andres, 2013.
            Fotografía de Carolyn Drake

            A Andres, quien ha sido mi pareja durante más de diez años, no le gusta particularmente que le tomen fotografías. Cuando lo enfoco con una cámara, su respuesta natural es cubrirse el rostro o hacer un gesto que me dice que pare. Me despierto temprano, a menudo un par de horas antes que él. Esto puede sonar poco cariñoso, pero, en ocasiones, entro para despertarlo a empujones, buscando algo de atención. Y, a veces, al ver la luz matutina que cae sobre él, no puedo resistir la tentación de activar la cámara de mi iPhone. Esta puede ser una manera encubierta de despertarlo —es el clic de la cámara lo que lo despierta, no yo— pero, además, estos momentos son mi única oportunidad de tomarle una foto de una manera natural. Tengo una serie completa de fotos de Andres durmiendo por la mañana.

            El amor es algo complicado. Veo las fotos como una expresión de amor, pero también del egoísmo en el amor. —Carolyn Drake

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              Nairobi, Kenia, 2013
              Fotografía de Amy Toensing

              “Tengo que ser fuerte por mis hermanos. Soy su madre y su padre. A veces, me duele el estómago por el dolor que sienten. Solo hago lo mejor que puedo para crear un mundo en esta habitación, donde puedan jugar y sentirse felices”. —Abdi, 17 años

              Hay cuatro millones de refugiados en África y más del 50 por ciento son niños. Entre los más vulnerables se incluyen huérfanos y menores sin compañía, como Abdi (centro) y sus hermanos. Cuando Abdi era un adolescente, él y sus cinco hermanos quedaron solos tras la muerte de su madre en un campo de refugiados de Kenia. Durante años, Abdi fue su único protector, “su madre y su padre”, en condiciones extraordinariamente difíciles y peligrosas. Esta foto se tomó cuando estaba trabajando con RefugePoint en Nairobi poco después de que Abdi y sus hermanos se enteraran de que se los iba a reubicar en los Estados Unidos. Para mí, vale la pena conocer y celebrar este amor.

              Estaba fascinada de haberlo presenciado. No es brillante ni te hace palpitar el corazón; es un trabajo difícil, hermoso y valiente. —Amy Toensing

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                Fotografía de Gerd Ludwig

                Hace años, durante un trabajo para la revista National Geographic, viajé hacia el este en el ferrocarril Transiberiano, cruzando los montes Urales. Era un período en el que las relaciones entre los EE. UU. y Rusia estaban mejorando, y a los occidentales se los recibía con los brazos abiertos. Se les había informado a los pasajeros del tren sobre mi misión de tomar fotografías y se les había pedido su apoyo. Luego de un par de días, la mayoría de los pasajeros, muchos de ellos viajeros de larga distancia como yo, estaban bastante acostumbrados a verme con mis cámaras. Una pareja que ocupaba el compartimiento que se encontraba junto al mío siempre me sonreía amablemente, pero no habíamos encontrado una oportunidad para hablar. Un día, cuando regresaba a mi compartimiento, a través de la puerta cerrada del mismo, pude verlos mientras mantenían una conversación encantadora. Asumí que posiblemente eran recién casados enamorados. Les indiqué con una seña que por favor no se movieran. Por un breve momento, me convertí en lo que se conoce como una persona que pasa desapercibida, presenciando en silencio los momentos tiernos y el coqueteo que tenía lugar frente a mi cámara. Cuando me fui silenciosamente, apenas si se dieron cuenta. Al día siguiente, el joven se había ido y una pareja de ancianos ocupó el compartimiento con la joven. Fue justo en ese momento cuando descubrí que la pareja que había fotografiado acababa de conocerse en el tren. No hice más preguntas... Quería creer en los fugaces momentos de amor que había visto a través de mi cámara.

                Pero ¿mi impresión fue real? Nunca lo sabré. —Gerd Ludwig

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                  Río de Janeiro, Brasil, 2015
                  Fotografía de David Alan Harvey

                  El amor se siente, no se describe. La celebración del 50° Aniversario de casamiento puede ser amor, pero un abrazo de un extraño también puede serlo. El amor consiste en establecer una conexión. Quizás, incluso un sentimiento breve. Una ráfaga simbiótica. Las duchas de las playas de Río de Janeiro son democráticas. Todas las razas, todos los tipos de cuerpos, todas las edades, todos juntos en la playa y, a menudo, juntos también en las duchas de las playas. Río es un escenario de drama shakesperiano en su propia esencia. Esto es lo que trato de absorber visualmente con mi proyecto “Juegos de playa”. Quiero que las personas sientan cosas en lugar de verlas.

                  El objetivo de esta foto es transmitir este sentimiento de amor en varios niveles. No que se describa. —David Alan Harvey

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                    Kamara and Kilifi, Kenia, 2014.
                    Fotografía de Ami Vitale, National Geographic Creative

                    Kilifi es un rinoceronte de 18 meses de edad que Kamara está criando actualmente en cautiverio junto con otras dos crías de rinoceronte en Lewa Wildlife Conservancy, en Kenia. Kamara se pasa 12 horas todos los días, a veces bajo una lluvia torrencial, cuidando a las vulnerables crías de rinoceronte. Ama a estos animales y los llama sus hijos. Es parte del motivo por el cual a los rinocerontes negros de Kenia, cuya población había caído en picada hasta casi extinguirse, les está yendo tan bien aquí. Se ha puesto la atención tan necesaria en la grave situación de la vida silvestre y el conflicto entre los cazadores furtivos fuertemente armados y los guardabosques cada vez más militarizados. Pero se ha dicho muy poco sobre las comunidades indígenas que están al frente en las guerras por la caza furtiva y el increíble trabajo que hacen para proteger a estos animales. Estas comunidades son la clave para salvar a los grandes animales de África.

                    En el día de San Valentín, pienso sobre cuánto las personas formamos parte de la naturaleza y cómo necesitamos a la naturaleza para sobrevivir. —Ami Vitale

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