James Cameron sobre Avatar 2: “Hay una petición de protección, conservación y celebración de nuestros océanos”

Mano a mano con National Geographic, el director explica cómo los mares de la Tierra inspiraron a Avatar: El Camino del Agua y cómo espera que la película motive a los espectadores a proteger nuestro planeta.

Director James Cameron behind the scenes of 20th Century Studios' Avatar: The Way of Water. The new film, playing only in theaters, extends the story of the 2009 blockbuster Avatar.

Fotografía de Mark Fellman
Por Michael Greshko
Publicado 19 dic 2022, 14:37 GMT-3

James Cameron se sumerge en las profundidades: esta vez, en los océanos de un mundo alienígena. La última epopeya de ciencia ficción del cineasta y explorador de océanos, Avatar: El Camino del Agua, promete transportar a los espectadores a los vibrantes ecosistemas acuáticos de un mundo situado a 25 billones de kilómetros de la Tierra, con el nivel de detalle de un documental.

La nueva película amplía la historia del éxito de taquilla de Avatar (2009) que contaba la historia de una luna alienígena habitable llamada Pandora, los humanoides de piel azul que viven allí (los Na'vi), y el conflicto que surge cuando los humanos del espacio intentan colonizar y explotar el mundo, sin tener en cuenta los estragos medioambientales que causan. En la primera película, los Na'vi de las selvas tropicales del mundo luchan por proteger su hogar, ayudados por soldados y científicos humanos que simpatizan con su causa.

En esta ocasión, Cameron explora las aguas de Pandora, y trae consigo toda una vida de experiencia. El creador de Abyss y Titanic, y productor ejecutivo de El secreto de las ballenas de National Geographic, es también Explorer at Large de National Geographic. En 2012, Cameron completó la primera inmersión en solitario hasta el fondo de la Fosa de las Marianas en la expedición Deepsea Challenger.

Mira el trailer de Avatar: El Camino del Agua, actualmente solo en cines:

Avatar: El Camino del Agua | Ayúdanos a mantener nuestros océanos increíbles
Los océanos cubren el 70% del planeta pero menos del 8% de este ecosistema está protegido. Para apoyar el lanzamiento de #Avatar

Para narrar la vida submarina de Pandora, Cameron y su equipo idearon una colección de animales alienígenas y familiares a la vez. Amalgamas pandorianas de peces globo y peces león flotan junto a arrecifes reconocibles. Formas de vida que encajarían perfectamente con las criaturas de los antiguos océanos de la Tierra, nadan y bucean en la pantalla. Unos corceles de cuello largo llamados ilu se asemejan a los reptiles marinos extintos conocidos como plesiosaurios. Los skimwings (gigantescos cruces alienígenas de gar y peces voladores) actúan como monturas de guerra Na'vi. Y, luego, están los tulkun: análogos titánicos y altamente inteligentes de las ballenas de la Tierra.

¿En qué se inspiraron estas criaturas y cómo les dieron vida Cameron y su equipo? National Geographic habló recientemente con el cineasta desde Nueva Zelanda sobre la ciencia y la tecnología de Avatar: El Camino del Agua. 

-Comenzamos nuestro viaje a Pandora en tierra firme y, como sugiere el título de esta película, nos dirigimos hacia la costa y las profundidades. ¿Por qué ir al agua?

No es ningún secreto que, como explorador de los océanos que soy ahora, como ávido submarinista desde hace muchos años y como aficionado a la exploración de los océanos cuando era niño, he tenido este romance con el océano toda mi vida. He pasado miles de horas bajo el agua en lugares poco profundos y cientos de horas en lugares profundos (tan profundos como el lugar más profundo del planeta) y muchas inmersiones en el Titanic. 

Me plantearon: "escribe sobre lo que sabes", y yo sé mucho sobre el océano, me encanta. Y pensé, ¿por qué no juntar dos cosas que me apasionan? Quería que esta película tratara sobre el camino del agua: cómo el lugar donde nació la vida en la Tierra evolucionó con el tiempo, y las maravillas que vemos allí incluso hoy, en su estado dañado, por culpa de nosotros, los humanos.

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    “La película también es una oportunidad para mostrarnos cómo podrían haber sido nuestros océanos hace 300, 400, 500 años, antes de que nos pusiéramos realmente manos a la obra hacia una civilización industrial”

    Vivimos en un escenario cambiante, en el que el océano, tal y como lo vemos hoy, ya no es lo que era. La película también es una oportunidad para mostrarnos cómo podrían haber sido nuestros océanos hace 300, 400, 500 años, antes de que nos pusiéramos realmente manos a la obra hacia una civilización industrial. Si la gente ve esta película, y aparte del drama de la familia Sully (los protagonistas de la película) y las relaciones y todos estos grandes y dramáticos conflictos, si simplemente les encanta la experiencia submarina (y les encanta esa sensación de profusión de vida y la magia y el misterio) entonces quizá les reconecte con lo que estamos perdiendo actualmente en este planeta.

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    -¿En qué te inspiraste para desarrollar este ecosistema acuático y la cultura alienígena que vive en él?

    Tenemos un pueblo llamado los Metkayina, un clan que se extiende por un gran número de aldeas. Se trata de una especie de cultura indígena regional: Se separaron de los Na'vi terrestres del bosque (de la primera película) hace probablemente decenas de miles de años y se han adaptado físicamente al océano. Utilizan la cola para propulsarse, como las focas y las nutrias. Respiran aire, por lo que se han adaptado para poder aguantar la respiración durante largos periodos de tiempo. Tienen membranas nictitantes, algo así como los cocodrilos y los búhos, para proteger sus ojos cuando entran en el agua a gran velocidad mientras montan (los ilu), estas criaturas que han domesticado y con las que tienen esta relación simbiótica.

    También tienen una cultura simbiótica con una especie inteligente de respiradores oceánicos: grandes animales a los que probablemente miraríamos y diríamos: "oh, eso es una ballena". Pero, por supuesto, no es una ballena: es la versión Pandora, que se llama tulkun. Los tulkun son en realidad una sociedad muy avanzada, aunque sus avances son todos mentales. No tienen tecnología porque no tienen manos manipuladoras como nosotros. Dependen de los Na'vi para cualquier cosa que requiera ese tipo de manipulación física, pero son bastante avanzados psíquicamente: tienen un lenguaje complejo, tienen matemáticas, tienen música, etc.

    Para mí fue un viaje interesante hacer la serie limitada de National Geographic Los secretos de las ballenas, porque demostró que los cetáceos que viven aquí en el planeta Tierra (los de verdad) tienen en realidad una cultura más avanzada de lo que pensábamos, en términos de transmisión de información muy estructurada de generación en generación. Tienen una música compleja que adoptan otros miembros de la población de esa especie y que viaja por todo el mundo como una especie de álbum de grandes éxitos.

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    -Hay pueblos indígenas en toda la Tierra con conexiones increíblemente ricas y diversas con el agua. ¿En qué culturas se inspiraron los Metkayina?

    Hemos investigado mucho sobre culturas nativas reales que están estrechamente relacionadas con el océano. Estudiamos la cultura polinesia, que es una cultura de comercio en canoa. Decidimos no utilizar más canoas que las que se utilizan localmente. El viaje en nuestra película (no puedo hablar de futuras películas) no es la cultura de viaje [polinesia] que utiliza las grandes canoas o waka, como las llaman aquí en Nueva Zelanda.

    Nos preguntábamos cómo podemos tomar la cultura indígena de nuestro planeta y ponerla bajo el prisma de Pandora. Hay [los Sama-Bajau], gente en Indonesia que vive en casas sobre pilotes y en balsas. Nos fijamos en este tipo de cosas.

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    -¿Cómo ha influido su experiencia en la exploración de los océanos y la tecnología en su forma de hacer cine, y en la película Avatar: El Camino del Agua en particular? 

    Hay muchas interconexiones entre mi exploración submarina y la realización de películas: ambas implican a pequeños equipos de personas que intentan realizar acciones muy difíciles de forma coordinada y que requieren mucha planificación. Eso me parece muy similar, sobre todo cuando se crea una nueva tecnología: por ejemplo, llevar un vehículo robótico al interior del Titanic y explorarlo arqueológicamente o construir un nuevo vehículo ocupado por humanos para ir al lugar más profundo del planeta. Son pequeños equipos haciendo cosas que parecen imposibles.

    Al hacer estas películas de Avatar, estamos muy, muy a la última de lo que es posible en términos de VFX (efectos visuales, en español) y captura de la actuación, por lo que es un reto emocionante. No le pido al público que piense en esto como una especie de demostración tecnológica; quiero que crean que fuimos a Pandora y lo rodamos todo como un gran documental. No quiero que piensen en cómo se logró realmente. Así que, creativamente, la responsabilidad recae en nosotros, en intentar que sea fluido, que todo lo que haga todo el mundo (cada acción, cada cabalgada de una criatura, etc.) se base en la física del mundo real. La física del agua en otro planeta va a ser la misma que aquí. El agua es agua.

    Nos dedicamos a esta idea de que llevaríamos a los actores al agua. Les enseñaríamos a bucear en apnea como parte de su preparación para sus personajes, pero también de forma práctica para que pudieran interpretar las escenas en las que les enseñamos a bucear.

    Construimos maquetas de las criaturas que podían hacer lo que hacían las de El Camino del Agua: correr bajo el océano a gran velocidad, salir de él, volar sobre la superficie, volver al agua y gritar bajo ella, y averiguamos cómo se montaría realmente algo así. Parece imposible, ¿verdad? Como si un caza de combate Harrier se fusionase con un submarino. Lo construimos.

    No sé si alguna vez has visto en los centros turísticos, estas cosas donde los chicos van hasta siete metros en el aire. Usamos esa tecnología de propulsión a chorro para hacer esencialmente un jet Harrier que tenía un piloto dentro, y alguien podía montar encima de él y podía volar sobre la superficie del agua, sumergirse, gritar alrededor, y luego salir de ella y repetirlo nuevamente. Fue riesgoso; pero lo disfrutamos durante una semana en las Bahamas.

    Así averiguamos cómo se montaría realmente un animal parecido y cómo se manejaría una lanza u otro tipo de arma al mismo tiempo. Fuimos a recopilar toda esa información, obtuvimos todas esas fotografías de referencia, las trajimos a nuestro entorno de rodaje, enseñamos a los actores cómo hacerlo y lo montamos todo. Al mismo tiempo, tuvimos que idear todo tipo de simulaciones de dinámica de fluidos computacional para que los personajes alienígenas parecieran reales, porque físicamente no somos nosotros.

    -Habla de la fidelidad que intenta conseguir en estas películas, al hacer que Pandora sea verosímil y cercana. Pienso en las montañas flotantes del Aleluya de la primera película y en cómo se inspiraron parcialmente en las montañas Huangshan de China. ¿Qué lugares del mundo real inspiraron lo que veremos en El Camino del Agua?

    La conexión más obvia entre los nuevos hábitats de Avatar: El Camino del Agua y lo que tenemos aquí en la Tierra son los arrecifes de coral tropicales y las formaciones de atolones tropicales, especialmente en el Pacífico central y occidental, donde hay cordilleras de antiguos volcanes que se erosionan y forman estas cadenas de atolones. He pasado mucho tiempo buceando en el Pacífico, entre estos ecosistemas de todo el mundo.

    Tenemos equivalentes de todas nuestras especies de coral y grandes animales invertebrados blandos en nuestro ecosistema de arrecifes en El Camino del Agua. Es realmente una celebración de nuestros arrecifes y formaciones de atolones. También es una celebración de la cultura polinesia que se extendió en esta vasta diáspora a través de todas estas islas del Pacífico. Es una celebración de nuestra capacidad como criaturas altamente adaptables para ir a diferentes entornos.

    En última instancia, todo lo que se ve con los Na'vi es realmente lo mejor de nosotros, escrito en grande y en azul y a través de la lente de la ciencia ficción. En cierto modo, son personajes aspiracionales. Yo vivo en un entorno urbano, tengo un trabajo de jornada completa, tengo todos estos factores estresantes, tengo que pagar el alquiler, mis impuestos... bla, bla, bla. Quiero vivir como ellos. Pero, ¿cómo hacerlo?

    Bueno, tendrías que tener un profundo respeto espiritual por la armonía y el equilibrio de la naturaleza. Ya no lo tenemos, así que no podemos llegar ahí desde donde estamos. Tenemos que aprenderlo de nuevo. Tenemos que aprender lo que la humanidad supo una vez, pero que ha olvidado o suprimido.

    -Volviendo a lo que ha dicho antes, Avatar: El Camino del Agua se estrena en un momento en que los océanos de la Tierra están dañados, desde el cambio climático a la sobrepesca, y hay una conciencia aguda de los desafíos ambientales a los que nos enfrentamos. ¿Cómo espera que esta película cale en el público?

    La razón por la que decidí hacer una serie de películas en el mismo universo es que pensé que lo que necesitaba decir artísticamente (comunicarme con la gente) podía hacerlo dentro de ese marco. Evidentemente, al pasar de la selva tropical, que era el tema central de la primera película, al océano, hay, entre líneas, una petición de protección, conservación y celebración de nuestros océanos. Esperemos que podamos desviarnos de un camino que está poniendo a los océanos bajo presión. Ni siquiera me gusta utilizar el término "estrés": Se usa mucho en conservación, pero si consideras al "estrés" la cuarta fase del cáncer, sí, es "estrés".

    Los arrecifes de coral solo existirán en películas dentro de 50 o 75 años, en la mayoría de los lugares del planeta. Eso no está bien. Cuando era niño, aspiraba a convertirme en buceador, para poder ir y ver esta maravilla y esta belleza por mí mismo. Y luego pasé décadas explorando y disfrutando de ese mundo. Mis hijos y mis nietos no podrán hacerlo. Así que es una especie de cri de cœur (grito del corazón, en español), si se quiere decir así: recordar, celebrar y volver a enamorarse de ello y, por tanto, recordar que hay que proteger lo que estamos perdiendo.

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