Sumérgete en la belleza del océano
Imágenes del libro “El Alma del Océano” (Ocean Soul) del fotógrafo Brian Skerry.
Publicado 30 sept 2019, 12:09 GMT-3

MAOMAO AZUL, NUEVA ZELANDA
Brian Skerry ha trabajado como fotógrafo activo para la revista de National Geographic desde 1998. Su libro, el Alma del Océano (Ocean Soul), presenta imágenes espectaculares de su carrera de 30 años en fotografía submarina. Explora nuestra selección de sus fotografías en esta galería. Aquí, el maomao azul nada sobre un lecho de algas en Nueva Zelanda.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicCorales de aguas poco profundas en el Arrecife Kingman (2007).
La lejanía del Arrecife Kingman de las Islas de la Línea, que apenas rompe la superficie oceánica, lo ha mantenido relativamente virgen y alejado de la pesca excesiva y la contaminación que afecta a aquellos arrecifes más accesibles. En la inmensa laguna de Kingman, la calidad del agua es excepcional, lo que les permite a los sistemas de arrecife desarrollarse y, en cada esquina, la vida silvestre abunda. En el puñado de lugares como este que persisten en el mundo, podemos aprender cómo los arrecifes de coral estaban hechos para funcionar y crear modelos para la conservación en otras partes,
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicBallena franca austral y buzo en Nueva Zelanda (2007).
Era una escena sorprendente: una ballena austral de casi 14 metros y 70 toneladas se desplaza por el fondo solo unos metros lejos de un buzo parado en el fondo. En un punto, paré y me arrodillé en la arena para tomar aliento, y estuve seguro de que la ballena solo seguiría nadando. Por el contrario, se frenó, giró y se desplazó hacia mí con esa mirada conmovedora. Unos segundos después, volví a nadar al lado de la ballena, tomé fotos y disfruté de cada segundo allí.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicMorena, Japón (2008).
Bañadas por una mezcla de corrientes de ricos nutrientes, las templadas aguas de Japón central son el hogar de una gran cantidad de sorprendente vida silvestre. Nadar sobre la arena volcánica de la bahía Suruga es como adentrarse en un cuento de hadas, con personajes que pueden encontrarse en todos lados y con cada chapuzón que se convierte en un nuevo capítulo.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicPez murciélago, Japón (2008).
Lejos de la frenética actividad de Japón continental, la vida marina que rodea las islas Ogasawara se mueve a su propio ritmo. El terreno submarino va desde rocas en aguas poco profundas a arrecifes de coral, cada uno con sus propios personajes. En estas aguas, el océano también se ha transformado de naufragios de antiguas guerras a exuberantes jardines, y las cuevas oceánicas esconden especies que todavía no han sido descritas por la ciencia. El regalo que las aguas cálidas brindan es el tiempo, ser capaz de pasar prolongados periodos en el agua para que podamos darle sentido a todo lo que vemos, A medida que nos movemos lentamente por estos lugares, los patrones comienzan a emerger y los comportamientos se revelan. Con el tiempo, el caos se vuelve orden.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicCoral negro, Nueva Zelanda (2006)
La resiliencia de los océanos es evidente dentro de las muchas reservas marinas de toda Nueva Zelanda. En lugares como las islas Poor Knights, Fiorland e isla Goat, las zonas de no pesca han provocado un resurgimiento de la vida marina y crearon un nuevo punto de partida para los ecosistemas marinos sanos. Algunos de estos lugares fueron protegidos porque eran extraordinarios; otros se volvieron extraordinarios gracias a la protección. El hecho de bucear en estas aguas, rodeadas de bancos de peces y ver animales por todos lados, hizo que las personas hayan tomado conciencia de los poderes restauradores de la conservación. Tal vez así es cómo se veía el océano hace cien años.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicTiburón de arrecife del Caribe, Bahamas (2005)
Las Bahamas son un lugar muy “tiburonil”. A lo largo de las más de 700 islas, hay criaderos de manglares, arrecifes de coral y fosas oceánicas profundas, todos hábitats perfectos para una amplia variedad de especies de tiburones. Lejos de ser esos monstruos solitarios y agresivos que nos han mostrado, los tiburones son animales complejos y son fundamentales para la salud de los océanos. Con agua clara y celeste como fondo, este espacio tropical es el entorno ideal para que un fotógrafo submarino capture la especial combinación de poder y gracia que estos animales irradian.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicAlmejas gigantes, Arrecife Kingman (2007).
Nadar por las aguas del Arrecife Kingman es un festín para los ojos. Jardines de almejas gigantes alborotan el fondo, sus mantos color neón brillan vivamente y se yuxtaponen con los luminosos corales de hongos de distintos tamaños desde monedas de plata a platos de comida.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicPez goby en coral blando, Japón (2008).
En los bosques espeluznantes de corales blandos, un par de camarones, macho y hembra, se encuentran viviendo en un único hilo, mientras que un goby imita el brillante naranja del coral como defensa ante los depredadores. Otros sitios de agua fría ofrecen más escenarios de cuentos. En primavera, durante unas pocas noches por año, los calamares luciérnaga desovan en las aguas profundas de la bahía Toyama. En las noches sin luna, suben a la superficie y las hembras moribundas son llevadas por la corriente hacia playas cercanas, dejando a su paso un brillante y misterioso azul a medida que llegan a la playa.
Fotografía de Brian Skerry, National GeographicCría de foca pía, Canadá (2002)
Me di cuenta de que vivir con focas pía a toda hora en total inmersión era inspirador y adictivo de una manera que lo eran solo unas pocas experiencias naturales. Cuánto más veía, más quería ver, y a medida que se terminaba un rollo de película, quería empezar uno nuevo. Además, me encantó estar lejos de todo. Teníamos una radio en el barco y un teléfono satelital que utilizaba ocasionalmente, pero, durante gran parte del tiempo, solo estábamos el hielo, las focas y yo.
Fotografía de Brian Skerry, National Geographic