Descubren una extraña abeja que es macho y hembra a la vez

El insecto, además, tiene ojos amarillos, y los expertos creen que pasará mucho tiempo hasta que ocurran nuevamente ambos fenómenos.

Por Jason Bittel
Publicado 13 ago 2020, 10:00 GMT-3
“Soy apicultor desde 1976 y es la primera vez que veo algo así”, cuenta Joseph Zgurzynski.

“Soy apicultor desde 1976 y es la primera vez que veo algo así”, cuenta Joseph Zgurzynski.

Fotografía de Annie O'Neill

En junio, el apicultor Joseph Zgurzynski estaba trabajando en sus colmenas cuando descubrió algo muy extraño. Todas las abejas melíferas tenían ojos negros normales, menos una: sus ojos eran de color amarillo.

Pero eso no fue todo. Cuando Zgurzynski la examinó en detalle, notó que los ojos no solo eran raros por su color, sino también por su enorme tamaño. De hecho, se parecían a los ojos de las abejas macho, o zánganos, pese a que el resto de la abeja —abdomen, aguijón y alas— era característico de una hembra.

"Soy apicultor desde 1976 y es la primera vez que veo algo así", cuenta Zgurzynski, que trabaja con casi seis millones de abejas en Country Barn Farm, al norte de Pittsburgh, Pensilvania.

Por suerte, ese día Zgurzynski estaba con una fotógrafa llamada Annie O’Neill, que estuvo casi una hora documentando a la extraña abeja. Posteriormente, Zgurzynski decidió buscar una segunda opinión y envió las fotos a David Tarpy, especialista en abejas de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Esta abeja presenta ginandromorfismo, es decir, posee rasgos de ambos sexos, pero que no están divididos de forma pareja en las dos mitades del cuerpo.

Fotografía de Annie O'Neill

Tarpy confirmó las sospechas del apicultor. Se trataba de una mutación genética que había afectado la pigmentación de los ojos y que probablemente la había dejado ciega, un rasgo muy poco frecuente en las abejas. Pero, además, había causado lo que se conoce como ginandromorfismo, condición de un organismo que posee rasgos tanto femeninos como masculinos.

El ginandromorfismo es muy poco común incluso en las especies más estudiadas, aunque en los últimos años se han documentado ejemplos llamativos en mariposas y aves, como el caso de un cardenal avistado en Erie, Pensilvania.

"Por eso es tan asombroso", cuenta Tarpy. "Es como encontrar dos agujas en un pajar".

Abuelos, pero no padres

Los humanos tienen pares de cromosomas —uno por cada progenitor— y su combinación determina los rasgos que se heredan. Por eso un niño puede tener pelo negro y ojos marrones, mientras que su hermano puede ser rubio con ojos azules teniendo los mismos padres.

En cambio, la genética de las abejas es diferente, indica Natalie Boyle, entomóloga de la Universidad Estatal de Pensilvania.

Cuando una reina y un zángano se aparean, los huevos fecundados solo generan abejas hembra. Esto se debe a que los machos se crean a partir de huevos no fecundados, lo que significa que solo tienen la mitad de cromosomas, los de la reina. Por consiguiente, las abejas macho no tienen padres ni hijos, pero sí abuelos y nietos.

Boyle explica que, como los zánganos solo tienen la mitad de cromosomas, cuando se produce una mutación genética rara como la del color de ojos amarillo, siempre se pone de manifiesto.

Si bien son poco comunes, estas mutaciones oculares ya se han documentado: los científicos han estudiado las mutaciones del color de ojos en abejas desde 1953.

“La biología puede ser muy rara”

Sin embargo, el ginandromorfismo en abejas no se explica tan fácilmente.

Si la abeja fuera ginandromorfa bilateral —con características masculinas expresadas en una de las mitades del cuerpo y femeninas en la otra—, entonces podría especularse que el óvulo se dividió antes de fecundarse, señala Tarpy.

Pero como los rasgos de la abeja presentan ginandromorfismo en mosaico, en el que están presentes los rasgos de ambos sexos de forma dispareja, es posible que se produjera una anomalía en una etapa del desarrollo posterior. Se desconoce exactamente cómo ocurrió.

"Al fin y al cabo, la biología puede ser muy rara", afirma Tarpy.

Animales subestimados

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    Es común que los animales del tamaño de aves y las mariposas se manifiesten como ginandromorfos coloridos y bien identificables, pero no siempre es tan sencillo detectar todos los ejemplos.

    Cuando trabajaba en el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical en Panamá, Erin Krichilsky necesitó de la ayuda de un microscopio para comprobar el ginandromorfismo bilateral en una abeja diminuta. Cuando notó que un insecto de cuatro milímetros tenía, del lado izquierdo, la gran mandíbula de una hembra y, del lado derecho, la mandíbula pequeña de un macho, salió corriendo del laboratorio para contárselo a todo el mundo.

    "Estos mutantes suelen ser ignorados", afirma Krichilsky, que publicó sus hallazgos en el Journal of Hypmenoptera Resarch. Y agrega: "Pero creo que los estamos subestimando. Por ejemplo, estos animales mitad macho, mitad hembra podrían ser precursores evolutivos de nuevas formas o comportamientos. Se desconoce cómo afecta esta anomalía a su longevidad y fertilidad”.

    Respecto a la abeja de ojos amarillos, Zgurzynski cuenta que la conservó en un frasco. Puede parecer cruel, pero el científico explica que es probable que el insecto ciego hubiera muerto de todos modos o que lo hubiesen expulsado de su nido.

    "Qué bueno que conservaron el espécimen", expresa Krichilsky. "Es probable que pase mucho tiempo hasta que ocurran nuevamente ambos fenómenos".

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