Cómo proteger a los gorilas del ébola

La propagación de la enfermedad entre los gorilas orientales en peligro de extinción podría comprometer su supervivencia.

Por Kayleigh E. Long
Publicado 26 nov 2019, 09:45 GMT-3
Un gorila de espalda plateada en el Virunga National Park observa una patrulla de guardabosques. Cuando ...
Un gorila de espalda plateada en el Virunga National Park observa una patrulla de guardabosques. Cuando los gorilas están acostumbrados a la presencia humana, resulta más fácil controlarlos y monitorizar signos de enfermedad.
Fotografía de Brent Stirton, Getty Images/Nat Geo Image Collection

Según los expertos, es posible que a principios de la década de 2000, el ébola haya eliminado un tercio de la población mundial del gorila occidental de llanura, subespecie en peligro crítico. Hoy, también pueden estar en riesgo los gorilas de montaña y los gorilas de Grauer.

Si bien el brote actual de fiebre hemorrágica viral en el este de la República Democrática del Congo (RDC) no ha llegado hasta estos simios, los grupos conservacionistas se encuentran en situación de alerta. Cuando en agosto de 2018 recibieron la noticia de que se había confirmado un caso del virus mortal en la provincia de Kivu del Norte, RDC, reforzaron la observación y el monitoreo de los gorilas de montaña y los gorilas de Grauer de la región.

 "Cada vez que se ha detectado el virus del Ébola dentro de una población local de gorilas, las consecuencias han sido realmente catastróficas", sostiene Peter Walsh, ecólogo de primates que trabajó en el desarrollo de una vacuna contra el ébola para primates en la University of Cambridge.

Proteger la seguridad de los gorilas es una actividad peligrosa en sí misma. El Virunga National Park, en el este de la República Democrática del Congo, es el hogar de una de las poblaciones más grandes de gorilas de montaña que todavía existen. En los últimos 20 años, han muerto más de 170 guardabosques mientras cumplían su función; uno de ellos falleció el jueves, a manos de grupos rebeldes armados y milicias locales.

El ébola en los gorilas

En el este de la República Democrática del Congo, continúan los casos de víctimas humanas infectadas con el virus del Ébola. Hasta el 5 de noviembre, la Organización Mundial de la Salud confirmó 2.185 muertes desde que se informó el brote, hace 15 meses. Los avances en las vacunas, la toma de conciencia sobre la enfermedad, y las mejoras en el protocolo de contención explican la notable mejora en la tasa de mortalidad para los humanos desde el primer brote registrado en 1976: ahora se encuentra en alrededor del 50 por ciento.

Los brotes anteriores han acabado con las poblaciones de primates no humanos, un grupo que comprende chimpancés, monos y gorilas. Si bien no existen suficientes datos precisos, la cifra de muertes registrada en las poblaciones de gorilas ha sido alarmante.

"El impacto es enorme: las áreas con una mortalidad del 90 al 95 por ciento pueden comprender cientos o incluso miles de kilómetros cuadrados", explica Walsh.

En 2002 y 2003, durante un brote de la cepa ébola-Zaire a lo largo de la frontera Congo-Gabón, desaparecieron 130 de 143 gorilas que los investigadores estaban observando en ese momento. Durante el mismo periodo, en otro brote un poco más al sur, desaparecieron 91 de 95 gorilas. Se localizaron muchos de los cadáveres y se confirmó que habían sido atacados por el virus.

Walsh explica que la propagación del patógeno dentro de las poblaciones de gorilas es relativamente similar a lo que ocurre con el patógeno entre los humanos; las principales diferencias son la densidad de la población y la capacidad para las intervenciones médicas. Los gorilas no pueden explicar sus síntomas, y mucho menos ponerlos en cuarentena, lo que resulta en una tasa de mortalidad mucho más alta.

"No sabemos exactamente cómo se manifiesta la infección del ébola en un gran simio salvaje, ya que los brotes anteriores ​​que han afectado a los simios en África occidental se han descrito ex post facto, después de que murieron". Amy Bond, portavoz de Gorilla Doctors, una organización veterinaria sin fines de lucro que protege y cuida a los gorilas en la República Democrática del Congo, Ruanda y Uganda.

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    Innocent Mburanumwe, director del Parque Nacional Virunga, usa una máscara cuando está cerca de gorilas para prevenir la propagación de la enfermedad.
    Fotografía de Brent Stirton, Nat Geo Image Collection

    El ébola es una de las tantas amenazas que enfrentan los gorilas en la región. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, existen 1.000 gorilas de montaña y 3.800 gorilas de llanura, ambas subespecies del gorila oriental. La pérdida de hábitat ha sido la causa determinante, ocasionada por la agricultura, la minería ilegal y la destrucción de los bosques para hacer carbón. Los gorilas suelen quedar atrapados en trampas que se colocan para obtener la carne de otros animales. El cambio climático también constituye una amenaza: si bien los gorilas tienen capacidad de adaptación, y se desplazan hacia zonas más altas para adaptarse a temperaturas más cálidas, esas áreas tienen una población muy densa y pocos bosques.

    Monitoreo de cerca

    Bond afirmó que, en los parques nacionales de Virunga y Kahuzi-Biega, los veterinarios monitorean a los gorilas para detectar signos de enfermedad. Alrededor del 60 por ciento de los gorilas de montaña que quedan en la naturaleza están acostumbrados a la presencia de humanos, ya que conviven con trabajadores de la conservación, turistas e investigadores, y esto facilita el monitoreo.

    "Es posible detectar cualquier anomalía", escribió, y agregó que algunos de los síntomas de enfermedad en los gorilas podrían ser las lesiones marcadas, la cojera, la dificultad para respirar, la tos, la secreción ocular o nasal, la diarrea, el letargo o la falta de apetito.

    Bond explica que, si un gorila muestra signos de enfermedad, Gorilla Doctors informa el caso a las autoridades del parque de inmediato, y juntos deciden si es necesario realizar una intervención. Un portavoz del Virunga National Park afirmó que se aísla a la familia del gorila, y se la monitorea y se le provee atención veterinaria las 24 horas, los 7 días de la semana. Para proteger la seguridad del personal, solo los que se han vacunado contra el virus pueden realizar esta tarea.

    Gorilas en mayor riesgo

    Gracias a este monitoreo agudo, es posible identificar cualquier brote mucho más rápido que en poblaciones silvestres no habituadas. Sin embargo, el hecho de que estos gorilas no les teman a las personas, los expone al contacto directo por fluidos corporales.

    Gorilla Doctors y los empleados del parque han aumentado los esfuerzos para garantizar que los trabajadores forestales y sus familias sepan cómo se transmiten las enfermedades zoonóticas, de humanos a animales o viceversa. Se han establecido medidas de saneamiento adicionales muy estrictas -ya que los gorilas pueden contraer todo tipo de enfermedades de los humanos- y se prohíbe al personal que transite por áreas con casos de ébola confirmados, afirmó el portavoz de Virunga.

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    Otra forma en que la enfermedad podría propagarse en una población de gorilas es a través del luto, lo que también aplica en el caso de los seres humanos. Si bien los científicos no pueden afirmar que los gorilas lloran a sus muertos, algunos se comportan como si realmente lo hicieran. Se sabe que los gorilas tocan, acicalan e incluso lamen los cuerpos de otros gorilas.

    Fabian Leendertz, un experto de renombre mundial en enfermedades de primates y director del Leendertz Lab en Berlín, señala la dinámica humana de este brote como una posible amenaza de transmisión entre especies. Y afirma que, dada la desconfianza de las autoridades sanitarias, hay un mayor riesgo de que las personas infectadas se oculten en áreas pobladas por primates no humanos.

    Debido a que la estructura social del gorila gira en torno al gorila de espalda plateada, el macho alfa, en caso de que este se enferme o muera, las hembras buscarán nuevos compañeros, que convertirán en potenciales vectores.

    ¿Sirven las vacunas?

    Walsh cree que una de las mejores maneras de proteger a los gorilas del ébola es la vacunación proactiva, y ha hecho este pedido en repetidas ocasiones. Afirma que el ébola representa una amenaza existencial para las poblaciones de gorilas, junto con enfermedades respiratorias más comunes, frente a las que los primates son muy vulnerables.

    "Se suele pensar que la vacunación es peligrosa, costosa y técnicamente imposible, y eso no es así", afirma. Y agrega como ejemplos que se ha podido vacunar contra la rabia a millones de animales criados en libertad, y que los gorilas occidentales acostumbrados a la presencia humana que han sido vacunados contra el sarampión no tuvieron efectos adversos.

    Si bien Leendertz no considera la vacunación proactiva como una medida práctica o realista para todas las especies de gorilas, sostiene que, en el caso del gorila de montaña, sí podría funcionar.

    “Una proporción significativa de la población de gorilas de montaña está muy acostumbrada a los humanos, lo que significa que puedes acercarte a ellos. "Sería fácil colocarles la vacuna contra el ébola", afirma Leendertz. "El problema es que una vez que el virus se instaló en la población de gorilas, ya es demasiado tarde. La vacuna necesita un tiempo para actuar”.

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