Fotografías de la cirugía de un trasplante de cara
Publicado 14 ago 2018, 08:28 GMT-3

Aprovechando un soleado día de primavera, Katie y sus padres, Robb y Alesia Stubblefield disfrutan de una siesta en un parque cerca de la Clínica Cleveland. Con Katie en silla de ruedas, los tres exploran el parque, caminan entre árboles florecidos y pájaros cantores. La salida surgió luego de que Katie haya pasado un mes en el hospital. Para volver a posicionar sus ojos, le hicieron una cirugía a fin de implantar lo que se conoce como dispositivo de distracción. En los tres años anteriores al trasplante, Katie fue hospitalizada más de doce veces.
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicKatie se sienta detrás de un árbol en Wade Lagoon en Cleveland, Ohio. En una caminata con sus padres, su padre la dejó en su silla de ruedas en ese lugar y describió la escena antes de dejarla para que esté un tiempo sola, tiempo que no tenía a menudo.
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicKatie y sus padres dejan Crile Eye Clinic en la Clínica Cleveland, Ohio. La visión de Katie fue dañada en su intento de suicidio y los doctores le han insertado lentes de contacto para ayudarla a ver mejor.
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicLa madre de Katie, Alesia, la ayuda a prepararse para ir a la cama en su departamento de la Casa de Ronald McDonald. Cada noche, Katie toma un cóctel de píldoras a través de un agujero en su estómago. Esta noche, la mano derecha de Katie, donde una placa de metal se encuentra debajo de la piel, le picaba tanto que Alesia la sostenía mientras su padre, Robb, le leía pasajes de la Biblia hasta que se cansara.
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicKatie abraza a su madre mientras están paradas fuera de la clínica de ojos de la Clínica Cleveland luego de una consulta médica.
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicEn el hotel Tudor Arms en Cleveland, Katie y su padre cantan “Have I Told You Lately That I Love You?” mientras bailan juntos. "Antes no pasaba tanto tiempo con mis padres", cuenta Katie, quien reconoce el amor y la devoción de sus padres al ayudarla a salvar su vida.
"¿Todavía estamos devastados por todo esto? Oh, dios, sí", dijo Robb. "Hay cosas en la vida que te destrozan, pero es hacia dónde vamos desde ese lugar".
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicAntes de que Katie Stubblefield se sometiera a un trasplante de cara, posó para este retrato. Muestra su cara gravemente dañada, pero la fotógrafa Maggie Steber también quiso capturar "su belleza interna, su orgullo y su determinación".
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicAl celebrar su cumpleaños número 21, su madre le dice que pida un deseo y apague la velita. La familia fue a un restaurante a pesar de que Katie a veces escuchara a la gente susurrar sobre el aspecto de su cara. Le molestaba, pero pretendía no escuchar. Quería decirles: "Me lastimé pero estoy mejorando".
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicLa noche previa a la cirugía, Katie, cuya cara dañada fue reconstruida, hace gestos para mostrar que está entusiasmada por recibir una nueva cara. Comparte el alegre momento con Diana Donnarumma, una amiga que hizo en la Casa de Ronald McDonald, y con la asistente de enfermería Karnyia Wade.
Fotografía de Lynn Johnson, National GeographicPapay (derecha) y Raffi Gurunluoglu, otro cirujano, trabajan para remover la cara del donante. La sala de operaciones siempre estaba repleta de cirujanos, especialistas, enfermeras y residentes que estaban observando. Imágenes de Katie Stubblefield en la pared detrás del equipo le recuerdan lo que está en juego.
Fotografía de Lynn Johnson, National GeographicLuego de dieciséis horas de operación de trasplante en la Clínica Cleveland en Ohio, los cirujanos finalizan la compleja tarea de remover la cara del donante. Perplejos por lo que ven y por la seriedad de su trabajo, el equipo se queda callado repentinamente mientras otros documentan la cara entre las dos vidas. Los cirujanos pasarán 15 horas más suturando la cara a Katie.
Fotografía de Lynn Johnson, National GeographicLa familia de Katie mira su nueva cara luego del trasplante. Durante el procedimiento, los cirujanos hablaron varias veces con los padres de Katie para ver cuánto tejido del donante deberían usar. Al final, los padres decidieron trasplantar la cara completa, a pesar del gran riesgo de rechazo que existía, dado que eso era lo que Katie hubiese querido.
Fotografía de Lynn Johnson, National GeographicAlesia abraza la cabeza hinchada y suturada de Katie en la Clínica Cleveland. Luego de la cirugía de trasplante, Katie no pasada casi ningún momento en soledad. Los profesionales médicos la revisaban frecuentemente y sus padres la cuidaban todo el tiempo.
Fotografía de Maggie Steber, National GeographicDecididos a ayudar a Katie a vivir una vida lo más normal y preciosa posible, Robb y Alesia pararon sus vidas por más de cuatro años. Exhaustos y confiando en su fe en Dios, acompañaron a su hija a las innumerables consultas y sesiones de terapia. Están buscando maneras de mejorar la visión de Katie, lo que incluye la posibilidad de un trasplante de ojo. Esperan quedarse en Cleveland cerca de la clínica y de Katie en el futuro cercano.
Fotografía de Maggie Steber, National Geographic