
“Un año sin verano”: cómo una catástrofe climática contribuyó al nacimiento de “Frankenstein”
Arte de la contraportada de la edición de 1831 de Frankenstein.
Las obras literarias consideradas clásicas son aquellas que trascienden la época en la que fueron creadas, a pesar de ser el resultado de una confluencia de factores propios del momento en que vivió el autor. Este razonamiento se aplica a la escritura y posterior publicación de Frankenstein, de Mary Shelley, hija de destacadas figuras literarias inglesas.
Fue en la mente de Mary Shelley donde se desarrolló la idea de la historia del monstruo aterrador cuyo cuerpo fue “construido” con trozos de cadáveres humanos. El libro se publicó el 1 de enero de 1818, pero sus primeros bocetos e ideas comenzaron en 1816, más conocido como “el año sin verano”, informa un artículo sobre el tema publicado por National Geographic Portugal.
La denominación histórica se debe a un evento natural de proporciones catastróficas: una erupción volcánica en Asia que provocó una crisis climática capaz de afectar al otro lado del planeta.
A continuación, NatGeo detalla cómo fue ese momento y cuál fue su influencia en el origen de Frankenstein.


Una de las muchas portadas del libro Frankenstein, de Mary Shelley. Cuando se publicó por primera vez, en 1818, el nombre de la escritora no aparecía en la portada, ya que en aquella época era muy raro que se publicaran obras de autoras mujeres en Londres.
Los libros que inspiraron a Mary Shelley para escribir su novela incluían obras científicas, especialmente sobre el cuerpo humano, así como obras filosóficas y literarias. Aquí una ilustración de la exposición El monstruo de Frankenstein en la Biblioteca Nacional de Argentina en Buenos Aires en 2018.
¿Qué fue “el año sin verano” del siglo XIX?
El 10 de abril de 1815, el monte Tambora, situado en la isla de Sumbawa, en la actual Indonesia, produjo “la mayor erupción volcánica jamás registrada” en la historia, detalla un artículo científico del Servicio Nacional de Satélites, Datos e Información Ambiental, una agencia de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos
El evento fue tan potente que, tras la erupción, “la altura de la montaña disminuyó de 4300 metros a poco menos de 3000 metros”, informa la fuente. Además, “la explosión, que expulsó un volumen de aproximadamente 129 200 millones de toneladas de cenizas”, fue clasificada con un Índice de Explosividad Volcánica (o VEI) de 7 (en una escala logarítmica de 10) “debido a sus efectos destructivos”, detalla la agencia.
Una escala y gravedad tan alta solo se había registrado en el año 180 d. C., durante la explosión del lago Taupo, en Nueva Zelanda, indica el documento.
“Aunque la erupción propiamente dicha tuvo lugar entre el 5 y el 10 de abril, el humo y las cenizas del evento circunnavegaron todo el hemisferio norte”, destaca la fuente científica. Como resultado, el año siguiente sufrió una caída de temperatura de 0.5 °C (aproximadamente medio grado Celsius), como consecuencia de todo el polvo lanzado a la atmósfera.
“El invierno volcánico también provocó pérdidas en las cosechas, escasez de alimentos e inundaciones en la mayor parte de América del Norte, Europa Occidental y partes de Asia”, enumera el organismo estadounidense.
“Según fuentes climatológicas históricas, el número de muertos en el evento de 1815 fue de 11 000 debido a los flujos piroclásticos y más de 100 000 debido a la escasez de alimentos resultante en la década siguiente”, concluye el artículo de la NOAA. Por esta razón, 1816 se conoció como “el año sin verano”.

Vista desde la cima del monte Tambora, en Indonesia, donde se produjo la mayor erupción volcánica jamás registrada en la historia.
Cómo Mary Shelley escribió Frankenstein en medio de una crisis climática
En primer lugar, hay que recordar que la criatura considerada una aberración en la historia gótica-ficticia de Mary Shelley no se llama Frankenstein. Este es, en realidad, el nombre de su creador: Víctor Frankenstein, un médico que realiza experimentos científicos.
Para escapar del aire denso y contaminado por las cenizas en Londres, Mary Shelley (que en ese momento se llamaba Mary Godwin) pasó parte de 1816 en una elegante mansión llamada Villa Diodati, en Coligny, en el interior de Suiza, que estaba gestionada por el controvertido escritor Lord Byron.
En el grupo también se encontraban Percy B. Shelley, un poeta casado del que Mary era amante desde los 16 años; John Polidori, médico y secretario personal de Byron; y Claire Clairmont, hermanastra de Mary, informa el artículo de NatGeo Portugal. ”Entre historias de fantasmas, experiencias y lecturas, el confinamiento dio buenos resultados: un día, Lord Byron propuso que cada miembro del grupo escribiera una historia de terror”, continúa la fuente.
Fue en este contexto cuando comenzaron a surgir los escritos sobre el monstruo de Frankenstein, posiblemente también influenciados por el aislamiento, el intercambio literario entre los huéspedes de la casa y las conversaciones entre Mary y el médico Polidori en un momento en el que se estaban poniendo a prueba los fundamentos de la medicina moderna en varias ciudades europeas.

Retrato de Mary Shelley por el pintor irlandés Richard Rothwell en 1840 (óleo sobre lienzo).
Quién fue Mary Shelley, la autora de Frankenstein
Mary Wollstonecraft Shelley nació el 30 de agosto de 1797 en Londres y escribió varias obras a lo largo de su vida. “Sin embargo, ninguna de ellas se comparó con el impacto y la originalidad de Frankenstein, publicada por primera vez en 1818 en forma de cuento y con el nombre de Frankenstein o el moderno Prometeo”, como indican tanto un artículo de NatGeo sobre el tema como datos de la Enciclopedia Britannica (plataforma de conocimientos generales).
Mary Shelley era hija de Mary Wollstonecraft, una de las feministas pioneras del siglo XVIII y activista por los derechos de las mujeres, y del pensador y filósofo anarquista William Godwin. Mary nunca conoció a su madre, ya que Wollstonecraft murió a los 38 años, durante el parto de su hija, detalla Britannica.
Un dato curioso sobre el lanzamiento de la obra maestra de Shelley es que, en un primer momento, el libro no llevaba la firma de nadie, explica un artículo de National Geographic. “En el Londres del siglo XIX no era habitual que las editoriales publicaran obras de escritores desconocidos, y mucho menos si se trataba de mujeres de solo 20 años”, indica el texto.
Solo con el éxito de la historia entre los lectores del Londres de la época, la editorial finalmente le dio el crédito correcto a su autora.