Colombia: tras décadas de guerra, la selva está abierta para la exploración

Los científicos encontraron extrañas y probablemente nuevas especies mientras eran guiados por la remota Colombia por los exrebeldes de las FARC.

Por Taran Volckhausen
FOTOGRAFÍAS DE Federico Rios
Publicado 25 sept 2018, 14:57 GMT-3
Un grupo de científicos busca búhos en un bosque remoto en Colombia, que solo ahora puede ...
Un grupo de científicos busca búhos en un bosque remoto en Colombia, que solo ahora puede ser estudiado luego de años de conflicto.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

MUNICIPIO DE ANORÍ, COLOMBIA. Recluidos de todo menos de un grupo de guerrilleros armados por más de 40 años, estos 320 kilómetros cuadrados de una de las selvas tropicales más ricas de la Tierra fueron abiertos recientemente a un grupo de afortunados visitantes para que hagan un inventario de la biodiversidad del lugar.

Un helicóptero de Naciones Unidas despega desde un campo que fue previamente utilizado por rebeldes de las FARC. Hoy, algunos de estos rebeldes están llevando a varios científicos a la selva.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

La expedición se llevó a cabo en la municipalidad rural de Anorí, aproximadamente a 128 kilómetros al noreste de Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia. Unió a un grupo de guerrilleros desmovilizados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), investigadores universitarios, miembros del personal de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, y miembros de la comunidad local.

El plan: hacer un inventario de la selva tropical — hasta el 2017 era, y en muchos sentidos todavía lo es, mayormente inaccesible para el mundo exterior— en búsqueda de plantas, aves, mamíferos, insectos, reptiles y anfibios.

Colombia se enorgullece de ser el segundo país con la mayor biodiversidad del mundo; el primero es Brasil. Y la municipalidad de Anorí se encuentra entre dos puntos claves con respecto a la biodiversidad.

“En materia de biodiversidad, estamos en un lugar espectacular. Cuando miramos un mapa de la biodiversidad de Colombia, vemos que hay dos lugares que se destacan: los Andes y la región de Chocó", menciona el profesor de biología, Juan Fernando Diaz. “Anorí se encuentra en donde se unen estas dos regiones”, señala; lo cual es un buen presagio para encontrar muchas especies, algunas de las cuales pueden ser nuevas.

Dos biólogos del equipo cruzan el río usando tirolesas que los granjeros usan a diario.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

La conservación de ese "milagro de la biodiversidad" fue una consecuencia imprevista del conflicto armado con el grupo guerrillero más grande y más antiguo de Latinoamérica, indica Carlos Ivan Lopera, coordinador regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por su sigla en inglés).

Desde la década del setenta, el conflicto entre los rebeldes de izquierda, los paramilitares de derecha y las autoridades estatales se ha cobrado la vida de más de 260.000 personas, con casi 83.000 desparecidos hasta hoy y 7,4 millones forzados a escapar de sus hogares. La situación hizo que fuera imposible para los biólogos visitar el área y hacer un inventario de las especies que se encontraban allí. Pero, en 2016, un acuerdo de paz histórico permitió que los miembros de las desmovilizadas FARC llevaran a un grupo selecto al bosque remoto, cuenta Lopera.

“Se trata de descubrir la riqueza natural del tesoro de la biodiversidad que no fue explorado por actores institucionales ni científicos como consecuencia del conflicto armado en Colombia", señala Lopera. "Francamente, sin el acuerdo de paz y la colaboración de los excombatientes, esta misión no sería posible".

Esta expedición es una de las 20 patrocinadas por el gobierno colombiano a través del programa Colombia BIO, cuyo objetivo es generar conciencia y conocimiento de la biodiversidad del país y de sus recursos naturales. Otro objetivo es el uso sustentable de dichos recursos mediante la ciencia, la tecnología y la innovación, en epsecial en áreas, como Anorí, que estaban fuera de los límites durante el conflicto colombiano.

Un autobus rural denominado "Chiva" lleva a los investigadores y a los antiguos rebeldes de las FARC desde Anorí hasta La Tirana, donde comenzó el viaje.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

En la selva

El equipo de investigación salió desde un campamento monitoreado por Naciones Unidas denominado "La Plancha" en un autobus Chiva de colores brillantes que pasó por cabañas de madera con mensajes pintados con aerosol que señalaban que un grupo de rebeldes seguía activo en la zona: “ELN 52 años de lucha... bienvenido”. El Ejército de Liberación Nacional (ELN), el último grupo guerrillero que queda, ha estado dialogando por la paz con el gobiernos durante los últimos 18 meses en la Habana, Cuba.

Luego de cuatro horas por un estrecho camino sin pavimentar, la primera parada fue la localidad de La Tirana. El presidente del consejo comunal, Ricardo Suárez (se modificó su nombre para proteger su identidad) explicó que la economía local está basada en la cría de ganado y la minería aurífera (mucha de la cual es ilegal). Ambas industrias ejercen una intensa presión en el ecosistema del bosque.

Una mula guía llega al campamento con el equipamiento para la expedición.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

"Nadie aprecia que le saques la comida de la boca", señala Suárez. "Sería muy fácil imaginarse amenazado, herido o desplazado si denunciara la destrucción".

Según un informe de la organización sin fines de lucro Global Witness, Colombia es el tercer país más peligroso del mundo para los activistas ambientales, con, al menos 30 asesinatos solo en 2017.

Unos días después, el equipo finalmente obtuvo el permiso para ingresar al bosque que querían inventariar, y partió con mulas cargadas por completo.

Los caminos cubiertos de rocas se elevan por valles de río empinados y suben por senderos casi verticales hundidos en barro denso. Cinco horas de caminata llevó al equipo al campamento, que había sido preparado por el residente Obed Quiroz.

Jorge Blanco Escobar prepara su equipo dentro de su barraca en el campamento de expedición. Blanco Escobar es un granjero de Solano y forma parte del equipo de guías locales que ayudan en la expedición a la selva virgen.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

"Mira lo que trajimos ayer", dice Quiroz, apuntando hacia una hoja de palma plateada con hojas largas con forma de cuchilla que se propagan como un círculo desde un punto central.

Dino Tuberquia, profesor de biología de la Universidad CES en Medellín, explicó que la planta era, probablemente, la primera prueba de Chelyocarpus dianeurus en el área, y hasta podría ser una nueva especie. La palma puede alcanzar los 6 metros de altura con hojas enormes y circulares de hasta 2 metros de diámetro. Anteriormente se creía que crecía solo en una pequeña parte de la costa del Pacífico de Colombia.

Obed Quiroz (izquierda) y Lina Bolivar (derecha), parte del equipo de botánica, señalaron que estas hojas se parecen a las de Chelyocarpus dianeurus pero cuentan con diferencias morfológicas significativas, que sugieren que podrían pertenecer a una nueva especie. El equipo cree que encontraron, al menos, cinco especies de plantas en la expedición, pero se necesita investigar aún más para confirmarlo.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

Quiroz, quién creció en las cercanías con sus abuelos, afirma que siempre ha mantenido una relación especial con las palmas.

"Nuestra supervivencia se basó en las palmas", cuenta Quiroz. "Las escobas las hacíamos directamente de la palma y con ellas podíamos comprar comida y vestimenta".

Desde ese entonces, Quiroz se ha abocado a la minería aurífera, pero quiere regresar al bosque. "Cuando mi abuelo falleció, mi trabajo con las palmas terminó", menciona. "Me gustaría volver a trabajar con palmeras, pero esta vez, protegerlas y conservarlas para las generaciones futuras".

La sorprendente flor pertenece a una enredadera denominada Thoracocarpus bissectus.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

En el área de investigación, el equipo de botánica identificó a la palma de cera del Quindío (Ceroxylon sasaimae) que se encuentra en peligro crítico de extinción. La icónica palma de cera había sido redescubierta en estado salvaje en 2011, y se cree que no hay más de 200 ejemplares en el planeta.

Durante el viaje, el equipo de investigación también identificó a un ratón que habita en árboles, dos tipos de palma en floración y una especie de orquídea. Algunos de los hallazgos podrían ser nuevos para la ciencia.

Un científico del equipo busca vida silvestre en el follaje.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic

Mirando el futuro

Olga Torres, nom de guerre Monica, excombatiente de las FARC, dijo que espera que los descubrimientos científicos den beneficios a largo plazo para los bosques, los excombatientes y la comunidad. Torres imagina que algún día los residentes locales puedan organizar proyectos de turismo científico, jardines botánicos o un vivero de plantas para las extrañas especies locales que podrían ser vendidas a coleccionistas.

"El estado tendrá que participar en la conservación de este bosque, pero no con medidas represivas como el desalojo de mineros ilegales", afirma Torres.

"La única manera en la que vamos a lograrlo es trabajando juntos para establecer una nueva estructura política y una economía que nos permita poner comida en nuestra mesa sin talar el bosque".

Esta parte de Colombia es una de las más ricas en especies de todo el mundo. Los residentes locales esperan que sus tesoros naturales puedan protegerse, mientras que surjan nuevas oportunidades económicas como el turismo y los viveros de plantas.
Fotografía de Federico Rios, National Geographic
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