Se obtienen datos sobre el cometa interestelar Borisov

Las primeras observaciones del nuevo objeto aportan información valiosa sobre material procedente de otro sistema estelar.

Por Michael Greshko
Publicado 9 oct 2019, 14:43 GMT-3
Hace poco, el observatorio hawaiano Gemini obtuvo una imagen compuesta en dos colores del 2I/Borisov, el ...
Hace poco, el observatorio hawaiano Gemini obtuvo una imagen compuesta en dos colores del 2I/Borisov, el segundo objeto interestelar detectado en el sistema solar. Los tonos azules y rojos son estrellas, que parecen rayas debido al movimiento del cometa.
Fotografía de Gemini Observatory, Nsf, Aura

El 30 de agosto, antes del amanecer, un astrónomo aficionado llamado Gennady Borisov divisó un objeto inesperado: un cometa que provenía de más allá de los confines del sistema solar. Dicho objeto, denominado 2I/Borisov, es el segundo cometa interestelar confirmado que se ha detectado en nuestro vecindario cósmico.

Hoy, los telescopios de todo el mundo están enfocando sus lentes hacia Borisov, y los astrónomos están recogiendo pistas muy interesantes sobre la composición del cometa y su trayectoria por el firmamento. Cada nuevo dato revela un poquito más sobre la química del sistema estelar del Borisov y, a su vez, resalta la importancia de nuestro sistema solar dentro del cosmos.

El primer visitante interestelar conocido fue el cometa ‘Oumuamua, descubierto en 2017. Recién pudo ser visto cuando se dispuso a salir del sistema solar. Los astrónomos se apresuraron a estudiarlo para descifrar los rasgos más enigmáticos del cometa, como su extraña forma oblonga. Finalmente, el paso de ‘Oumuamua dejó más preguntas que respuestas.

Pero en el caso de Borisov, el cometa ya está ingresando en nuestro sistema y la vista debería ir mejorando hacia finales de año: “Podremos avanzar muchísimo más en lo que son los estudios de composición”, afirma Michele Bannister, astrónoma de la Queen's University Belfast.

De todas maneras, el plazo es breve y los astrónomos están presentando propuestas de observación en los telescopios más grandes del mundo para asegurarse de poder recopilar la mayor cantidad de datos posible.

“Es realmente frustrante. No estamos listos, todavía no hemos hecho los deberes”, afirma Karen Meech, astrónoma del University of Hawaii’s Institute. “Supongo que es así como la naturaleza nos quiere comunicar que lo mejor es estar siempre preparados”.

Por eso los astrónomos no pueden resistirse a analizar los datos preliminares y a tomar las primeras imágenes de un fragmento de otro sistema estelar.

“Básicamente, estuve esperando que ocurra esto durante toda mi carrera y es emocionante poder presenciarlo”, afirma Luke Dones, experto en astrodinámica del Southwest Research Institute (Estados Unidos), centro que estudia cometas.

Expulsar cianuro

Quizá lo que resulta más extraordinario es lo ordinario que se ve Borisov. Los datos preliminares recopilados por astrónomos de España, Polonia y los Países Bajos demuestran que, en apariencia, el objeto es muy similar a los cometas del sistema solar, con una superficie rojiza formada por un material rico en carbono.

La composición de Borisov también se parece a la de nuestros cometas. En un estudio presentado a Astrophysical Journal Letters el 27 de septiembre, un grupo de investigadores, entre ellos, Meech y Alan Fitzsimmons, astrónomo de la Queen's University Belfast, informó que Borisov expulsaba casi 170 gramos de cianuro por segundo conforme la luz solar calienta la superficie helada del cometa.

El cianuro no es ninguna sorpresa; es uno de los primeros materiales que suelen detectar los astrónomos en cometas locales. Los gases de Borisov tampoco son inusuales. No presenta ni la mitad de emisiones de gases que tuvo el cometa Siding Spring durante su vuelo de 2014 por el sistema solar interior.

Los investigadores también han podido establecer límites aproximados del tamaño del núcleo del cometa, que se encuentra en su halo de gas y polvo. En este momento, parece que el núcleo apenas mide ocho kilómetros y es probable que tenga un ancho de entre 800 metros y 3,2 kilómetros.

“Es irónico que ‘Oumuamua haya sido tan raro y este objeto se parezca prácticamente a cualquier cometa típico del sistema solar”, afirma Dones.

Una trayectoria confusa

Por otra parte, un equipo de astrónomos polacos ha hecho un primer intento de trazar la trayectoria de Borisov por el espacio interestelar. En un artículo subido a la plataforma arXiv, el equipo sugiere que Borisov pasó a 5,4 años luz de un sistema estelar llamado Kruger 60 hace casi un millón de años.

En aquella época, calculan que Borisov se desplazaba a 12.390 kilómetros por hora (una velocidad poco llamativa) y, si bien los investigadores indican que el análisis puede cambiar cuando se obtengan más datos, esto podría significar que Borisov proviene del sistema Kruger 60.

El equipo polaco goza de un gran prestigio por este tipo de trabajos, ya que han publicado análisis similares de cometas formados a las afueras del sistema solar. Pero por ahora, existe un gran escepticismo acerca de los avances con respecto al Borisov.

“Creo que sería muy prematuro”, afirma Meech. Para empezar, aunque se conoce la trayectoria de Borisov con la precisión suficiente para confirmar que es interestelar, su trayectoria exacta por el espacio aún resulta incierta. En parte, esto se debe a que hemos observado el objeto durante un periodo breve. Otra razón es que Borisov está rodeado de gas y polvo, lo que hace difícil que se pueda identificar el centro.

Además, Borisov se encuentra en el cielo bajo nocturno, cerca del horizonte. Es decir, que la luz del cometa atraviesa más aire antes de llegar a nuestros telescopios, por lo que la atmósfera podría llegar a aportar datos confusos.

“Lo que ven mis colegas son enormes conjuntos de datos muy poco precisos”, afirma Meech. “No es que son torpes, lo que sucede es que cuesta medir el centro exacto de un objeto difuso”.

A medida que la luz solar calienta el cometa, el polvo y el gas que se desprenden de su superficie pueden actuar como el escape de un cohete y modificar la trayectoria del Borisov. Los astrónomos aún no manejan bien estas fuerzas no gravitatorias, por lo tanto, no pueden incluirlas en sus cálculos.

Además de eso, rastrear la trayectoria del Borisov exige ir hacia el pasado y determinar dónde se encontraban las estrellas en la Vía Láctea. Pero por ahora, el mejor conjunto de datos cartográficos del mundo de la Vía Láctea —cortesía del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea— proporciona datos de movimiento en 3D de solo una pequeña fracción de las estrellas de la galaxia.“Habría que hacer una película tridimensional de la galaxia y rebobinarla, y así y todo, nunca obtendríamos la estrella original, sino el último puerto de escala”, afirma Bannister.

Por el momento, estos errores están obstaculizando las proyecciones a corto plazo. Marc Buie, astrónomo del Southwest Research Institute, está interesado en contemplar el paso del Borisov delante de varias estrellas, lo que le permitiría discernir el tamaño y la forma del cometa con mayor exactitud. Pero, según explica Buie, para planificar dichas observaciones, tendría que conocer la órbita de Borisov con muchísima más precisión.

“Si no sabes dónde está y no podemos estimar a dónde irá en el plazo establecido de un año, ¿qué esperanzas nos quedan de saber exactamente de qué sistema estelar vino hace un millón de años?”, afirma. “Por ahora soy muy escéptico respecto a nuestra capacidad de averiguar de dónde procede”.

Lo mejor está por llegar

A pesar de las dificultades, las observaciones solo acaban de empezar. El cometa seguirá visible durante casi un año y todavía ni siquiera han llegado las mejores oportunidades de observación. El cometa se encontrará en su punto más cercano al Sol en torno al 8 de diciembre y se espera que este espectáculo podrá observarse empleando los telescopios más grandes del mundo, como el Hubble, el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral y el ALMA.

Por razones prácticas, los humanos no podrán enviar una misión de sobrevuelo de última hora que visite el veloz cometa. Pero los investigadores de Initiative for Interstellar Studies (Iniciativa para Estudios Interestelares), una organización sin fines de lucro con sede en Reino Unido, han calculado que para que una nave llegara al Borisov, el emisario robótico tendría que lanzarse en 2030 en el Space Launch System de la NASA, que aún no se encuentra operativo y que será uno de los cohetes más potentes de la Tierra cuando se termine de construir.

La buena noticia es que la próxima vez que tengamos la visita de objetos como Borisov y ‘Oumuamua en nuestro sistema solar, estaremos preparados. Los astrónomos prevén que el Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos (LSST, por sus siglas en inglés), una nueva instalación que se está construyendo en Chile, detectará muchos más objetos interestelares.

Buie afirma que “antes de Borisov, se creía que cuando el LSST estuviera en marcha, podría detectar un objeto interestelar al año. Pero si ahora nos encontramos con que aparecen muchos más, y son variados en apariencia y atributos, la verdad es que estamos viviendo una época muy emocionante".

Buie añade que el LSST podría detectar antes los objetos interestelares, lo que nos daría más tiempo para observarlos y quizá hasta visitarlos. De hecho, ya se están elaborando conceptos de interceptores. En junio, la Agencia Espacial Europea anunció su misión Comet Interceptor, que se lanzará en 2028 y se colocará en un punto neutro del campo gravitatorio. Allí, estará a la espera de volar junto a un cometa local entrante o quizá un visitante interestelar.

"Creo que sería maravilloso tener una nave lista para visitar uno de estos objetos", afirma Dones. "Todavía ni siquiera han sido explorados".

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