Esta semana se registró una temperatura de 54 °C, y en el futuro, el calor será aún más intenso

Las temperaturas están batiendo récords históricos, y se predice que el calor será cada vez mayor. Pero, ¿cuánto más podría aumentar la temperatura?

Por Madeleine Stone
Publicado 21 ago 2020, 10:13 GMT-3
Eddie Lopez y su hijo, Eddie Jr., juegan cerca de una tubería de desagüe en el ...

Eddie Lopez y su hijo, Eddie Jr., juegan cerca de una tubería de desagüe en el río San Gabriel, en California, durante la reciente ola de calor.

Fotografía de Robert Gauthier, Los Angeles Times/Getty Images

Esta semana, una ola de calor azotó el oeste de los Estados Unidos y el Valle de la Muerte, California, registró una temperatura de 54,4°C, la más alta en toda la Tierra desde 1931. Fue el tercer día más caluroso que se registró en nuestro planeta. Impresionante.

Pero en el pasado hubo días más calurosos y en el futuro también los habrá. Durante los llamados períodos de invernadero, la atmósfera tuvo una cantidad insólita de gases de efecto invernadero, y el planeta era mucho más caluroso de lo que es hoy; y claramente, las olas de calor fueron más trágicas. Si bien las emisiones de carbono generadas por los seres humanos aún no han provocado un nuevo periodo de invernadero, el cambio climático está produciendo olas de calor más frecuentes e intensas, y eso indica que las temperaturas extremas del Valle de la Muerte no se mantendrán por mucho tiempo. Es decir, en el futuro inmediato, la Tierra no será tan sofocante e inhabitable como Venus (las temperaturas son lo suficientemente altas como para derretir el plomo), pero, de acuerdo con las predicciones de los científicos, el calor será cada más intolerable a medida que avance el siglo.

Y en un futuro muy, muy lejano, la Tierra podría ser como Venus.

El pasado abrasador

Puede que no lo vivas así si estás en California o Japón, pero la Tierra se encuentra en lo que los geólogos consideran un clima de glaciación: un periodo en el que los casquetes glaciares se expanden y contraen cerca de los polos. Para imaginar cómo sería vivir en un mundo mucho más caluroso, necesitamos remontarnos al Eoceno temprano, unos 50 millones de años atrás.

“Ese fue el último clima realmente caluroso que experimentó la Tierra”, expresa Jessica Tierney, paleoclimatóloga de la Universidad de Arizona.

Hoy, la temperatura promedio de la Tierra ronda los 15,5°C. Durante el Eoceno temprano, estaba más cerca de los 21°C y el mundo era un lugar diferente. En los polos no había hielo; en los océanos tropicales se registraba una temperatura de spa de 35°C. En el Ártico había palmeras y cocodrilos. Varios millones de años antes de eso, en el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM, por sus siglas en inglés), incluso hacía más calor.

Los períodos de invernadero más extremos aparecen en las partes más recónditas de la escala temporal geológica. Durante el invernadero del Cretácico hace 92 millones de años, las temperaturas de la superficie global ascendieron a los 30 °C y se mantuvieron altas durante millones de años, lo que permitió que prosperaran las selvas tropicales templadas cerca del Polo Sur. Unos 250 millones de años atrás, en el límite entre el período Pérmico y el Triásico hubo un calentamiento global extremo donde la temperatura promedio de la Tierra rondó los 32 °C durante millones de años, según una reconstrucción preliminar de la Institución Smithsonian.

En ese intervalo ardiente, la Tierra sufrió la extinción de vida más grande de la historia. Los océanos tropicales eran como un jacuzzi. No tenemos datos meteorológicos regulares del Pérmico (o de cualquier otro capítulo de la historia primitiva de la Tierra), pero es probable que en el interior vasto y árido del supercontinente Pangea, la ola de calor del Valle de la Muerte hubiera sido un día común y corriente.

“Cuanto más altas las temperaturas promedio, más frecuentes serán las ocasiones de calor extremo”, cuenta Tierney. En los días más calurosos durante los periodos más calurosos, en los desiertos, por ejemplo, haría un calor realmente insoportable".

El futuro caluroso

Todos los períodos de invernadero recientes parecen tener algo en común: antes de que ocurran hubo una cantidad descomunal de gases de efecto invernadero en la atmósfera: el dióxido de carbono proveniente de las erupciones volcánicas o el metano que emerge desde abajo del lecho marino. Hoy, los seres humanos están produciendo un efecto similar en el planeta al quemar enormes reservas de carbono fósil, y elevar así los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera a un ritmo nunca visto desde la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años, y quizás mucho antes.

"Por lo general, cuando vemos que en el pasado se produjo un rápido cambio climático, puede explicarse a través de los mismos mecanismos que están operando actualmente", cuenta Kristin Bergmann, científica del MIT. "Se produce un cambio grande en la cantidad los gases de efecto invernadero que afectan la temperatura de nuestro planeta".

Como ocurrió en el pasado, las temperaturas promedio de todo el mundo vuelven a ascender de forma muy rápida. Y cada vez hay más días extremadamente calurosos, y todos los estudios concluyen que las recientes temperaturas récord hubieran sido casi imposibles si los seres humanos no hubiesen entrado en escena.

Los expertos explican que es difícil pronosticar las temperaturas que podría alcanzar la Tierra si seguimos introduciendo carbono en la atmósfera. Según Michael Wehner, investigador de climas extremos del Lawrence Berkeley National Laboratory, “el aumento de las temperaturas de las futuras olas de calor depende mucho si hablamos del futuro cercano o lejano y de cuánto más dióxido de carbono emitamos”.

Pero una investigación reciente de Wehner y sus colegas ofrece un panorama de cómo serían las olas de calor si no reducimos nuestras emisiones de carbono en ningún porcentaje: para fines de siglo, las olas de calor en California podrían alcanzar temperaturas de 6 a 8 °C más altas que en la actualidad.

¿Superarían la temperatura que se registró en el Valle de la Muerte esta semana? "Podría ocurrir que, en el futuro, la temperatura no sea de 54 °C sino de 60 °C debido a las altas emisiones", explica Wehner.

¿Similar a Venus?

Si eres un nihilista, dirías que todo esto no es nada en comparación con lo que probablemente ocurrirá en la Tierra en un futuro lejano. Durante mucho tiempo, los expertos en ciencia planetaria han conjeturado que, a medida que el sol envejece y arde más, el calor de la superficie de la Tierra eventualmente será tan alto que los océanos comenzarán a hervir a fuego lento. El vapor de agua, un poderoso gas de efecto invernadero, acabará en la atmósfera, y provocará un efecto invernadero caótico que, en mil millones de años, podría transformar nuestro mundo en algo parecido a nuestro vecino, el planeta Venus. Allí, bajo una atmósfera espesa, tóxica y sulfurosa, las temperaturas de la superficie rondan los 483 °C.

"Se supone que si el sol arde cada vez con mayor fuerza, lo mismo sucederá en la Tierra", explica Paul Byrne, científico de la North Carolina State University, y agrega que es probable que, hace miles de millones de años, nuestro vecino planetario haya tenido un clima y océanos agradables.

Un estudio reciente sugiere que el Sol podría no haber sido el culpable del destino de Venus. Es probable que haya habido una serie de erupciones volcánicas monstruosas que emitieron “cantidades inusitadas de CO2 a la atmósfera", explica Byrne. Pero cualquiera de los escenarios (muerte térmica provocada por el Sol o por los volcanes) sugeriría que hay eventos mucho más allá de nuestro control que podrían hacer estragos en el futuro clima de la Tierra.

“Si la temperatura llegará a los 475 °C o no, no lo puedo saber”, expresa Byrne, aludiendo a lo que ocurre en la superficie de Venus. Pero si la Tierra pasa por una transición similar a la de Venus, "hará mucho, mucho calor".

Sin embargo, aunque nuestra “canica azul” logre escapar del destino de Venus, no hay forma de que pueda evitar el calor abrasador que ocurrirá en unos cinco mil millones de años. En ese momento, el Sol se expandirá hasta convertirse en una estrella roja gigante, y la Tierra será una bola de fuego.

"La hipótesis predominante es que el Sol se tragará a la Tierra", comenta Byrne.

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