En América del Sur hay más especies de ardillas que las que se creía

Datos genéticos de un estudio reciente revelan que hay, por lo menos, 6 especies de estos simpáticos roedores que no habían sido reconocidas anteriormente.

Por Pedro Peloso
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Publicado 9 jul 2020, 10:00 GMT-3

En el mundo, se conocen más de 300 especies de ardillas. Algunos de ellas, entre las cuales se incluye la ardilla gris mexicana (Echinosciurus aureogaster), suelen ser vistas áreas urbanas, como parques y patios traseros.

Fotografía de Pedro Peloso

Nota del editor: Pedro Peloso es biólogo, fotógrafo y Explorador de National Geographic. Estudia, documenta y escribe sobre la diversidad biocultural de Sudamérica. Siga su trabajo en Instagram y Facebook.

Aunque sean más comunes y fáciles de observar en diferentes partes del mundo, las ardillas son criaturas mucho menos conocidas por los habitantes de América del Sur. ¿Pero, por qué?

Aunque se encuentren presentes en casi todos los bosques tropicales del mundo, a las ardillas brasileñas raras veces se las ve, ya que suelen habitar en bosques bien conservados y lejos de las zonas urbanas. Normalmente, estos animales se mueven por la copa de los árboles y tienen un hábito de vida muy secreto. La dificultad en la observación de las ardillas también tiene consecuencias en la obtención de imágenes y en la recolección de datos científicos sobre las especies. Como resultado, no se ha estudiado mucho el grupo en Sudamérica.

Dirigido por los investigadores Silvia Pavan, del Museo Emílio Goeldi de Pará y exploradora de National Geographic, y por Edson Abreu-Jr, de la Universidad de São Paulo (USP), un estudio publicado el 26 de junio en la revista internacional BMC Evolutionary Biology está empezando a cambiar este panorama. En el trabajo, que también cuenta con la colaboración de otros científicos brasileños y norteamericanos, los autores evaluaron la diversidad y las relaciones evolutivas de las especies de ardillas en la región neotropical.

La mayoría de las ardillas sudamericanas pertenecen a la tribu Sciurini y habitan principalmente zonas forestales. En Brasil, están distribuidas por el Bosque Atlántico y por la Amazonía. El trabajo anterior relativo al grupo, realizado por los zoólogos Mário de Vivo, del Museo de Zoología de São Paulo, y por Ana Paula Carmignotto, de la Universidad Federal de São Carlos, reconoció la existencia de 18 especies de Sciurini en Sudamérica, seis de las cuales se encuentran en Brasil.

Existe además otra especie de ardilla en Brasil, la Sciurillus pussilus, un animal tan pequeño y distinto de los demás que se le conoce como ardilla pigmea. Esta criatura es tan misteriosa que los científicos hasta el día de hoy no saben con qué otro grupo de ardillas este animal está más relacionado. El hecho es que, hasta ahora, sólo se conocían siete especies de ardillas en Brasil.

El estudio recién publicado utilizó, por primera vez, un enfoque filogenético —una técnica que establece las relaciones evolutivas entre las especies de un árbol genealógico— para evaluar la diversidad del grupo. Con sofisticados análisis de la delimitación de los linajes evolutivos, el trabajo ha demostrado que el número de especies es mayor que el reconocido hasta entonces.

“Los datos genéticos indican una mayor diversidad de ardillas no sólo para Brasil, sino también para toda Sudamérica. Encontramos pruebas genéticas de que hay al menos seis especies además de las reconocidas anteriormente”, explica la investigadora Silvia Pavan. Con el estudio reciente, los investigadores sugieren la existencia de 10 especies de Sciurini en Brasil. “Eso eleva el número total de especies brasileñas a 11, si se añade la ardilla pigmea”, dice. El estudio acerca de la diversidad de las ardillas recibió el apoyo de National Geographic Society.

““Los datos genéticos indican una mayor diversidad de ardillas no sólo para Brasil, sino también para toda América del Sur".”

Por: Silvia Pavan
Investigadora del Museo Emílio Goeldi de Pará - exploradora de National Geographic

Recolección de muestras

Con el fin de obtener datos genéticos, los investigadores utilizaron modernas técnicas de extracción y secuenciación de ADN. La fuente más segura para obtener este tipo de material son los tejidos conservados depositados en las colecciones criológicas de los museos de historia natural —por lo general pequeños trozos de músculo o hígado, envasados en alcohol a temperaturas bajo cero. Sin embargo, el biólogo Edson Abreu-Jr, estudiante de doctorado en la USP, explica que los bancos de tejidos a menudo no son suficientes. “Para grupos megadiversos y de difícil observación y recolección de material en campo, como las ardillas, las colecciones criológicas no son representativas de todas las especies”, observa.

“Para llenar este vacío, tuvimos que recurrir a otras alternativas, como nuevas recolecciones de campo en zonas remotas y poco exploradas, por ejemplo”, dice Abreu-Jr, que con Pavan realizó expediciones de recolección de material científico, incluidos viajes por la Amazonia brasileña y una expedición al Perú, que también contó con el apoyo de National Geographic Society.

Incluso después de este esfuerzo, el equipo no se conformó con la representatividad de las especies del estudio y decidió entonces recurrir a una solución más drástica. Para obtener el ADN de especies que no se encontraban en los bancos de tejidos conservados y que no se podían obtener en el campo, los investigadores volvieron a los museos de historia natural. Esta vez, buscaron fragmentos de músculos remanentes de preparaciones museológicas, como pieles taxidermizadas u osamentas de ardilla recogidas durante más de un siglo y acondicionadas en estos museos.

Sin embargo, la secuenciación de ADN antiguo no es trivial. La extracción de material genético debe hacerse con mucho más cuidado y la secuenciación tiene una tasa de éxito considerablemente menor que la basada en tejido fresco. Esto se debe a que en las muestras que no están acondicionadas adecuadamente, el ADN suele degradarse más rápidamente, lo que hace que la secuenciación sea radicalmente más difícil.

Los científicos entonces necesitaron utilizar una moderna técnica de secuenciación para compensar esta baja calidad de ADN. Aún poco difundida en Brasil, la secuenciación se realizó en asociación con el Center for Conservation Genomics, del Instituto de Conservación Biológica del Smithsonian, ubicado en el Zoológico Nacional de Washington, DC, EE. UU., donde Pavan y Abreu-Jr llevaron a cabo parte de la investigación.

La Guerlinguetus brasiliensis (caxinguelê en portugués) como se le conoce en la Mata Atlántica, es una de las ardillas más comunes en el este de Brasil, pero apenas es observada y poco estudiada por los científicos.

Fotografía de Pedro Peloso

Un método de secuenciación cuidado

En los Estados Unidos, los científicos utilizaron un método capaz de obtener secuencias de ADN de manera más eficiente, incluso a partir de muestras antiguas y degradadas. Para este estudio, ellos se enfocaron en obtener el genoma completo de las mitocondrias, material genético almacenado en nuestras células y que se transmite de madre a hijo. Dado que cada célula tiene miles de copias del genoma mitocondrial (mientras que solo hay una copia del genoma de los cromosomas), el enfoque en esta parte del código genético ha permitido a los científicos obtener una gran cantidad de datos, incluso para especímenes muy antiguos.

El uso de esta metodología permitió incluir varias especies que quedarían fuera del análisis por falta de material fresco. “Un tercio de nuestras muestras provienen de ejemplares de museo recolectados a principios del siglo pasado o incluso a finales del siglo XIX, a las que llamamos muestras históricas”, explica Abreu-Jr. “Incluso para muestras muy antiguas, en las que se espera que el ADN esté más degradado, el éxito fue alto. Obtuvimos más del 50% del genoma mitocondrial para la mayoría de las muestras y, en el caso más extremo, de un espécimen de 120 años, obtuvimos el genoma mitocondrial completo”.

Aunque se haya detectado la posible diversidad de ardillas en Sudamérica, queda mucho por hacer. El artículo revoluciona la nomenclatura tradicional de ardillas, reconociendo 14 géneros y 46 especies para la tribu Sciurini. De estos, al menos un género permanece sin nombre científico. Aparte de él, es necesario investigar la identidad de las otras seis especies sugeridas por el trabajo.

El siguiente paso es nombrar a estos linajes evolutivos, un trabajo de detective. Los científicos necesitan analizar toda la literatura que se ha producido sobre las ardillas estadounidenses para saber si alguien ha reconocido alguna de esas especies en algún momento del pasado. En los casos en que las especies ni siquiera tienen un nombre disponible en la literatura, será necesario nombrarlas científicamente. Mientras los taxonomistas (científicos que estudian los nombres de los seres vivos) resuelven este rompecabezas, esperamos ansiosamente por los nombres de estos animales.

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