Diego Pol: “Cuando encontramos los huevos fosilizados de la Patagonia jamás nos imaginamos que iban a ser de cáscara blanda”

Por Mariel Castro
Publicado 24 jun 2020, 15:14 GMT-3

El paleontólogo argentino lideró un proyecto que pudo dar con piezas fósiles de un dinosaurio hervíboro que vivió hace más de 200 millones de años en la zona. Ahora, el explorador de National Geographic, nos cuenta detalles sobre una nueva investigación que afirma que, durante la primera mitad de su historia evolutiva, los dinosaurios presentaban huevos de cáscara blanda.

Huevo fosilizado de la especie de dinosaurio Mussaurus, hallado en la expedición liderada por el paleontólogo argentino Diego Pol.

Fotografía de Diego Pol

Hace unos días se conocieron, a través de una publicación en la revista Nature, los resultados de un estudio en el que se llegó a la conclusión de que los dinosaurios del primer período evolutivo ponían huevos de cáscara blanda. Esa investigación estuvo basada en dos hallazgos previos: el de huevos y embriones fosilizados del Protoceratops encontrados en el desierto de Gobi de Mongolia en 1995 y el de otro grupo de huevos de la especie Mussaurus identificados en el Patagonia Argentina.

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    Diego Pol, paleontólogo argentino y explorador de National Geographic.

    Fotografía de National Geographic

    Las expediciones que permitieron dar con los restos fósiles del segundo grupo de huevos recibieron el apoyo de National Geographic Society y estuvieron encabezadas por el paleontólogo argentino y explorador de National Geographic Diego Pol, quien ahora comparte con nosotros algunos detalles sobre los resultados del nuevo estudio.

    NG - ¿Cuáles son las claves de este descubrimiento?

    DP - A la conclusión que llegamos es que, durante la primera mitad de la historia evolutiva, los dinosaurios tenían huevos de cáscara blanda y, durante la segunda mitad, tuvieron huevos de cáscara dura como vemos ahora en las aves. Y por eso, se había hecho tan difícil encontrar huevos de la primera mitad.

    Los huevos que encontramos en Patagonia son unos de los más antiguos del mundo, tienen cerca de 200 millones de años y fueron una pieza clave para reconstruir cómo fueron los huevos de dinosaurio en sus orígenes. Y es de los pocos huevos preservados a nivel mundial de esta etapa.

    Lo interesante del nuevo estudio es que estos huevos (los de Protoceratops y los del Mussaurus) corresponden a dos especies completamente separadas, que no eran parientes cercanos en lo más mínimo. Además, vivieron en épocas diferentes, en continentes diferentes y corresponden a dos puntas opuestas del árbol evolutivo de los dinosaurios. Los de Patagonia son sauropomorfos y los de Mongolia ornitisquios. Eso es lo que nos permitió determinar que era algo más general, no una característica propia de una especie particular.

    Los huevos fosilizados que se encontraron en la Patagonia argentina tienen cerca de 200 millones de años y fueron una pieza clave para reconstruir cómo fueron los huevos de dinosaurio en sus orígenes.

    Fotografía de Diego Pol

    NG - ¿Cómo llegaron a esa deducción?

    DP - Se llega trazando los cambios en los huevos a lo largo del árbol evolutivo de los dinosaurios, del mismo modo que podemos mapear cómo fueron cambiando otras características de estos animales. En las ramas más altas del árbol encontramos huevos más duros y en las más bajas, huevos de cáscara más blanda. Eso nos dice que cerca del tronco del árbol es altamente probable que los huevos hayan sido blandos. Y que los huevos duros con bicarbonato de calcio como el de la gallina, aparecieron ya en una etapa final de la evolución.

    NG - ¿Se sabe por qué se pudo haber dado ese cambio?

    DP - Es algo que no resolvemos en este trabajo y que seguro será el foco de futuras investigaciones. La cáscara dura aparece en distintos grupos de dinosaurios a la vez, más o menos en el mismo momento, hace aproximadamente unos 140 millones de años. Entonces, quiere decir que muy probablemente haya habido algo en el planeta, en el ambiente, a nivel global. Los huevos de cáscara dura no son solamente más resistentes al aplastamiento, sino que proveen un aislamiento del exterior mucho más eficiente.

    Las gallinas actuales, si son criadas a distintas temperaturas, con diferentes concentraciones de oxígeno o dietas, la cáscara de sus huevos sale más dura o más fina. Es probable que haya habido un cambio global que puede incluir cambios de temperatura o humedad.

    “La cáscara dura aparece en distintos grupos de dinosaurios a la vez, más o menos en el mismo momento, hace aproximadamente unos 140 millones de años... Muy probablemente haya habido algo en el planeta, en el ambiente, a nivel global... ”

    Por: Diego Pol
    Paleontólogo argentino y explorador de National Geographic

    NG - ¿Hay otros comportamientos de los dinosaurios que se puedan inferir a partir de sus huevos?

    DP - Sí, por ejemplo, que había dinosaurios que empollaban, porque se los han encontrado así. Eso es impensable en huevos de cáscara blanda porque el adulto los aplastaría. Cuando uno ve qué animales tienen huevos de cáscara blanda hoy en día (tortugas, lagartos), en general, son ejemplares que entierran a sus huevos en pozos. Por lo tanto, algo del comportamiento de reproducción nos está indicando cómo podrían haberlo hecho con sus huevos.

    NG - ¿Cómo se da cuenta un paleontólogo que encontró un huevo de cáscara blanda? ¿Qué características tienen estos fósiles?

    DP - Cuando encontramos los huevos de la Patagonia jamás nos imaginamos que iban a ser huevos de cáscara blanda. Eran muy parecidos a lo que habíamos visto en otras cáscaras de huevos de dinosaurios. Eran redondos, no estaban deformados y tenían pequeños poros. Se trataba de un cascara más finita. Estuvimos varios años estudiándolos con los métodos tradicionales.

    El paleontólogo Diego Pol y equipo realizando trabajo de campo en la Patagonia argentina. 

    Fotografía de Diego Pol

    Lo duro en las cáscaras clásicas tiene que ver con que tienen cristales de carbonato de calcio. Normalmente, en los huevos de dinosaurio, uno estudia cómo estos cristales se forman y están organizados. Nosotros aplicábamos eso y no encontrábamos ningún tipo de cristal. Empezamos a pensar si en la fosilización esos cristales se habían transformado o si se habían re-cristalizado, si habían sido atacados por ácido y se disolvieron… Pero estábamos yendo por el camino equivocado porque estábamos buscando una estructura que originalmente no estaba.

    Cuando hacíamos cortes y los metíamos en un microscopio lo que veíamos es que no tenía propiedades mineralógicas, es decir no aparecía ningún tipo de mineral inorgánico. Era una masa amorfa que sugería que era una estructura de origen orgánico.

    Luego, empezamos a evaluar otra posibilidad junto a un equipo de investigadores en Nueva York que estaba trabajando en algo parecido. Una de las autoras de la investigación que se publicó la semana pasada, Jasmina Wiemann, de la Universidad de Yale, es química y desarrolló un método para detectar la presencia de proteínas en la cáscara. Y las pudo identificar en ambos casos, en los huevos de Patagonia y en los de Mongolia.

    “Hay mucho de relaciones humanas entre los investigadores; los proyectos a veces salen así, casualmente, en charlas fueras de contexto.”

    Por: Diego Pol
    Paleontólogo argentino y explorador de National Geographic

    NG - ¿Cómo llegaron a darse cuenta que la misma problemática que estaban encontrando para el análisis de una cáscara de huevo de dinosaurio fosilizado en Argentina era similar a las características que presentaba otra cáscara fosilizada proveniente de Mongolia?

    DP - Surgió en una charla casual en un bar. La historia es muy cotidiana y muy humana. Yo estaba en Nueva York visitando a Mark Norell (paleontólogo del Museo Americano de Historia Natural) por otros proyectos en los que estábamos trabajando. Una tarde, terminamos de trabajar y nos quedamos como tres horas tomando algo y charlando sobre deporte, política y el mundo. En un momento nos ponemos a compartir otros proyectos que teníamos y llegamos a la conclusión que ambos estábamos trabajando con huevos de similares características. Pensamos: “¿No será que nos estamos topando con lo mismo?”. Juntamos todo, contactamos a Jasmina y le mandamos las muestras.

    Hay mucho de relaciones humanas entre los investigadores; los proyectos a veces salen así, casualmente, en charlas fueras de contexto.

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