Los gritos de los seres humanos pueden transmitir al menos seis emociones

Un estudio explora la diversidad de chillidos y gritos de lamento y plantea interrogantes sobre la evolución de esta vocalización primitiva.

Por Maya Wei-Haas

Los seres humanos gritan para exteriorizar una amplia gama de emociones, desde la angustia hasta la euforia. El estudio de la diversidad de nuestras vocalizaciones no verbales podría dar pistas sobre los orígenes del habla.

Fotografía de Glasshouse Images, Alamy Stock Photo

Solo, en una habitación pequeña, Sascha Frühholz respiró hondo y soltó un grito ensordecedor. En parte, Los Beatles lo habían llevado hasta allí.

Frühholz, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Oslo en Noruega, no podía dejar de pensar en los videos de los conciertos de la banda en los años 60. La música comenzaba a sonar y los fanáticos reaccionaban visceralmente con alegría, gritando y emitiendo chillidos. Para referirse a esto incluso se inventó una palabra: la Beatlemanía. "Estas personas no podían expresar este júbilo abrumador de otra manera", dice.

Si bien el comentario puede parecer obvio, los estudios científicos sobre los gritos humanos se han centrado casi exclusivamente en las vocalizaciones de angustia, y Frühholz nunca aceptó este reduccionismo. Junto con sus colegas, entonces, se propuso caracterizar los gritos que emitimos para una variedad de emociones, negativas y positivas. Tras estudiar gritos en la pequeña cabina insonorizada, el equipo identificó seis categorías acústicamente diferentes: dolor, ira, miedo, alegría, pasión y tristeza. El estudio fue publicado en PLOS Biology.

Para sorpresa de los investigadores, los voluntarios reconocían más fácilmente (y sus cerebros procesaban de manera más eficiente) los gritos que no eran considerados de alerta y expresaban alegría, pasión y tristeza, en comparación con los gritos de dolor, ira y miedo. Para todas las especies animales, los gritos se consideran una forma esencial para comunicar peligro a otras personas cercanas; Aún se desconoce por qué en este último estudio los gritos de alegría fueron la respuesta más predominante.

El estudio de las vocalizaciones no verbales en humanos es relativamente nuevo, dice Katarzyna Pisanski, investigadora de la voz en la Universidad de Lyon que no formó parte del equipo del estudio. La mayor parte del trabajo en humanos se ha centrado en el habla y el lenguaje, ya que son únicos en el mundo animal. "Lo que nos define como humanos", dice.

Pero un número creciente de estudios están analizando vocalizaciones no verbales como gritos y risas, similares a los sonidos que emiten otros individuos no humanos. Los seres humanos expresan estos sonidos con una diversidad notable, y la función de las distintas formas acústicas puede ser la clave para comprender la evolución de la comunicación humana.

"Necesitamos estudiar en qué nos parecemos para saber en qué nos diferenciamos", dice Pisanski.

Recrear un grito 

Para empezar, Frühholz y sus colegas grabaron sus propios gritos para intentar identificar el rango típico de emociones que expresan estas vocalizaciones. Pensaron en diferentes escenarios: por ejemplo, si tu equipo de fútbol favorito ganara el campeonato, ¿cómo gritarías?, y luego intentaban recrearlo.

Finalmente decidieron evaluar seis gritos diferentes: dolor, ira, miedo, alegría, pasión y tristeza. Reclutaron a 12 voluntarios para que gritaran con cada emoción. A cada voluntario se le describió un escenario que evocara emociones para cada tipo de grito, como ser atacado por un extraño en un callejón oscuro. Cada persona también debía grabar un "grito neutro" (una expresión fuerte de "ahh") para compararlo con el otro. Luego el participante debía soltar el grito en la sala insonorizada.

"No es muy difícil", dice Frühholz refiriéndose a recrear los gritos de diferentes emociones. Pero muchos gritos pueden resultar agotadores. "Es la vocalización más intensa que podemos producir", dice.

El desafío de todos estos estudios es que deben realizarse en un laboratorio. No es ético causar dolor o miedo en los sujetos de estudio, señala Pisanski. Por lo tanto, las opciones para estudiar los gritos son limitadas: se pueden actuar o extraer de grabaciones anteriores como las que se encuentran en YouTube.

Los gritos actuados tienden a ser un poco más uniformes que los gritos naturales, pero trabajos anteriores sugieren que son bastante precisos, dice Pisanski. "En general, dadas las limitaciones para encontrar vocalizaciones genuinas, es lo mejor que podemos hacer", dice. "Y la gente lo hace bastante bien".

El equipo analizó las grabaciones de cada grito observando 88 características acústicas, como las mediciones que caracterizan el tono y la intensidad. Utilizaron un algoritmo informático sobre las diversas características que diferían en los gritos y descubrieron que podía categorizar correctamente los gritos casi un 80 por ciento de las veces. La clasificación más precisa fue la de alegría, con un 89,7 por ciento de clasificaciones correctas.

Luego, el equipo analizó qué tan rápido los participantes podían categorizar la emoción que desencadenaba el grito grabado haciendo clic en una opción en la pantalla de una computadora. En una serie de pruebas, probaron la habilidad para identificar un grito con una de las seis emociones, y en otra, los oyentes solo tenían la opción de elegir uno de los dos tipos de gritos. El equipo también creó mapas de la actividad cerebral de las personas mientras escuchaban la reproducción de los gritos utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).

Hubo tres sistemas cerebrales de especial interés en los escáneres de resonancia magnética funcional, explica Frühholz. El primero fue el sistema auditivo, que participa en el análisis y clasificación de cada sonido. El segundo fue el sistema límbico, que participa en las respuestas emocionales, especialmente durante las situaciones de supervivencia. Por último, la corteza frontal, involucrada en la toma de decisiones y en la relación del sonido con el contexto más amplio de una situación.

Una sorpresa ruidosa

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que los oyentes podían reconocer más rápidamente los gritos que no eran de alerta y, en particular, los que expresaban alegría. Reconocieron con mayor dificultad los gritos de las emociones negativas, como el dolor, el miedo y la ira. Se mantuvieron patrones similares también para el análisis de fMRI, que mostró que los gritos que no eran de alerta provocaron una mayor actividad cerebral en comparación con los gritos de alerta. Sin embargo, todavía no pueden explicar la razón detrás de esto.

El hallazgo contradice la función evolutiva atribuida a los gritos como una forma de transmitir fácilmente el peligro a todo el que se encuentre a una corta distancia. "Es sorprendente", dice Pisanski, refiriéndose a los resultados.

En las últimas dos décadas, dice Frühholz, los científicos han resaltado permanentemente la función del cerebro como "detector de amenazas". Pero el nuevo estudio sugiere que esta idea podría no ser así en el caso de los gritos.

"A partir de ahora, debemos pensar en los gritos con una concepción más amplia", dice Adeen Flinker, profesora asistente de neurología en la Universidad de Nueva York, quien no formó parte del nuevo estudio. En un estudio de 2015, Flinker y sus colegas identificaron que una variante de sonido áspera y de tono agudo, conocida como aspereza, puede ser clave a la hora de desarrollar la habilidad para detectar rápidamente los sonidos que buscan alertar, incluidos no solo los gritos, sino también alertas artificiales como silbidos.

El nuevo estudio identificó la característica tanto en los gritos negativos como en los positivos, aunque la aspereza es más débil en los gritos positivos, señala Flinker. Pero incluso con esta aspereza, los participantes no reconocieron ni procesaron los gritos negativos con tanta facilidad como lo hicieron con los positivos. Si bien este nuevo hallazgo no necesariamente descarta la importancia de la aspereza como reveladora de los sonidos de alerta, "ciertamente complica las cosas", dice.

Es posible que el entorno del oyente pueda afectar la forma en que percibe cada grito, señala Flinker. Si los oyentes se imaginan parados en un callejón oscuro antes de escuchar un grito, eso podría influir en cómo se interpreta un grito independientemente de la emoción del que profiere el grito.

Otro estudio también encontró que los gritos positivos eran los que se confundían con mayor frecuencia con gritos de alerta. Identificar mal la emoción detrás de un grito, al parecer, con el tiempo acabaría siendo beneficiosa para los humanos. Como dice Pisanski, "es mejor prevenir que curar".

Futuras investigaciones ayudarán a los científicos a explorar mejor la respuesta humana frente a diferentes tipos de gritos. Si bien un grito puede resultar algo muy rudimentario en comparación con la palabra, estudiar esos matices en las vocalizaciones y lo que estos sonidos no verbales comunican a los demás es importante para rastrear el lenguaje hasta sus orígenes, dice Pisanski.

"Para comprender la evolución de la comunicación vocal humana y, en última instancia, cómo llegamos a hablar, es muy importante conocer todas estas diferencias".

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