La contaminación y el cambio climático podrían acabar con algunos de los grabados rupestres más antiguos del mundo

Los especialistas advierten que el importante arte rupestre de Murujuga, en Australia, podría desaparecer en menos de un siglo debido al calentamiento global y la contaminación generada por la actividad minera.

Por Ronan O’Connell
Publicado 3 may 2022, 05:59 GMT-3
Burrup Peninsula Hills, Pilbara, Western Australia

Ubicada en la península de Burrup, al oeste de Australia, Murujuga es una de las regiones de arte rupestre más importantes del mundo, con un millón de petroglifos creados hace más de 40.000 años.

Fotografía de Viktor Posnov, Alamy Stock Photo

En una península remota de Australia Occidental, a 16 horas en coche de la ciudad más cercana, unos rostros de 30.000 años de antigüedad le devuelven la mirada a los inusuales visitantes de este lugar remoto. Estas representaciones humanas forman parte de Murujuga, una de las colecciones de arte rupestre más grandes y antiguas del mundo (10 veces más antiguas que las pirámides de Egipto).

Remontándose a decenas de miles de años atrás, este conjunto de un millón de imágenes, ubicadas en la península de Burrup, es como una prehistórica enciclopedia artística que describe la evolución humana y medioambiental. En las rocas hay imágenes de paisajes cambiantes, costumbres tribales y especies ya extintas, como el tigre de Tasmania y el canguro de cola gorda. Estos petroglifos también revelan la cosmovisión de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, los pueblos originarios de Australia.

Aunque este extraordinario lugar es poco conocido, incluso para la mayoría de los australianos, está ganando reconocimiento por dos razones opuestas. Por un lado, crece el entusiasmo en torno a la inminente inclusión de Murujuga en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, lo que podría impulsar un boom turístico. Por el otro, sin embargo, esta buena noticia se ve ensombrecida por las graves advertencias de los científicos especializados en arte rupestre: Murujuga podría dejar de existir dentro de un siglo debido a la contaminación causada por el enorme y creciente recinto industrial que lo rodea.

Tal catástrofe no es inédita en Australia Occidental, cuya economía depende de la extracción de recursos naturales. Hace dos años, la segunda empresa minera más grande del mundo, el grupo Rio Tinto, dinamitó un refugio sagrado de arte rupestre nativo que contaba con 46.000 años de antigüedad, el desfiladero de Juukan, mientras ampliaba un proyecto de extracción de hierro. Esa atrocidad ocurrió a unos 225 kilómetros al sur de Murujuga.

Arte rupestre para la posteridad

Ambos sitios de arte rupestre se encuentran en el Pilbara, una escarpada región al norte de Australia Occidental que cuenta con imponentes desfiladeros, montañas dentadas, vastas llanuras de tierra roja y también muchas minas con un valor multimillonario.

Australia Occidental es uno de los territorios menos poblados del planeta.  Abarca unos 2.640 millones de kilómetros cuadrados, casi el tamaño de la Argentina, pero sólo alberga a 2,6 millones de personas, de las que cerca del 80% viven en Perth, la capital del estado, y menos del 4% forman parte de los pueblos originarios.

Los grabados rupestres de Murujuga incluyen representaciones de figuras y rostros de humanos y animales que habitaron la región hace miles de años.

Fotografía de Suzanne Long, Alamy Stock Photo

Pilbara cuenta con una riqueza aún mayor que sus recursos minerales de hierro y gas natural licuado: su herencia cultural. Desde hace más de 50.000 años, mucho antes de la llegada de los colonizadores británicos, esta región ha sido habitada por el pueblo Ngarda-Ngarli. Ese es el término colectivo que se utiliza para denominar a los grupos de pueblos originarios que habitaron y dieron vida a Murujuga: los Ngarluma, los Yaburara, los Mardudhunera, los Yindjibarndi y los Wong-Goo-Tt-Oo.

Fueron estos pueblos los que nombraron a Murujuga, que abarca el archipiélago de Dampier y la península adyacente de Burrup. Allí, durante miles de años, se fue creando una de las colecciones de petroglifos más importantes del mundo, cuenta Benjamin Smith, profesor de Arte Rupestre Mundial en la Universidad de Australia Occidental.

De todos los otros sitios importantes de arte rupestre en el mundo (desde las tallas de 7.000 años presentes en Noruega hasta las pinturas rupestres de 25.000 años en Brasil o las pinturas de 13.000 años de Zimbabue) ninguno rivaliza con Murujuga por su volumen o continuidad, aclara. “Lo que hace que Murujuga sea especial es la densidad y la cantidad absoluta de arte rupestre”, agrega Smith. “Este arte también tiene una secuencia más larga que cualquiera de estos otros sitios, extendiéndose desde tiempos recientes hacia atrás en un período que abarca al menos 40.000 años, probablemente 50.000 años”.

Hasta ahora, los investigadores de arte rupestre han catalogado sólo el 3% del área total de Murujuga, un proyecto en curso que ha registrado 50.000 imágenes, dice Smith. Se estima que podría haber hasta dos millones de petroglifos en Murujuga.

Además de ser majestuosas obras de arte, estos grabados proporcionan notables conocimientos científicos. “Murujuga tiene algunas de las imágenes más antiguas conocidas del rostro humano y una serie de animales extintos”, detalla Smith. “La fauna cambiante dentro del arte muestra enormes cambios climáticos y ambientales a lo largo del tiempo. El yacimiento estuvo, en su momento, a más de 95 kilómetros tierra adentro. Ahora es una península rodeada de mar”.

Según la cosmovisión del pueblo Ngarda-Ngarli, el arte rupestre de Murujuga fue moldeado por los seres creadores ancestrales: los Marrga. Estos espíritus ayudaron a dar forma al mundo natural. También habitan el el Tiempo del Sueño, un conjunto de historias y creencias que sustentan las culturas locales, explicando la creación y ofreciendo una guía para la vida humana.

En las rocas de Murujuga hay historias del Tiempo del Sueño con miles de años de antigüedad. Aún así, este arte rupestre continúa siendo muy relevante para los pueblos originarios, enfatiza Raelene Cooper, guardiana del pueblo Marduthenera. Para los forasteros, las rocas de Murujuga pueden parecer objetos inanimados, pero para su pueblo “guardan el ADN, una energía viva y espiritual”.

“El arte rupestre cuenta las historias de la evolución y es como un archivo bíblico de nuestra historia antigua sagrada”, afirma Cooper. “Implican y preservan una profunda conexión con la Madre Tierra”.

Murujuga explica el pasado, el presente y el futuro a las nuevas generaciones, sostiene Belinda Churnside, una guardiana de Ngarluma en la junta directiva de la Corporación de Pueblos Originarios Murujuga (MAC, por sus siglas en inglés), que tiene como objetivo representar los intereses de los propietarios tradicionales del sitio. “Este arte rupestre es desde el principio de los tiempos hasta el final de los tiempos”, destaca Churnside.

La lucha por preservar Murujuga

Sin embargo, en un sentido físico, el futuro de Murujuga es sombrío, lamenta Smith. La contaminación generada por los enormes y crecientes complejos industriales de la península de Burrup amenaza el antiguo sitio. “Si se permite que la contaminación continúe en los niveles actuales, se generarán rápidamente daños graves a las superficies rocosas de Murujuga”, dice.

Los expertos creen que la península de Burrup y el circundante archipiélago Dampier albergan la mayor concentración de arte rupestre del mundo.

Fotografía de Suzanne Long, Alamy Stock Photo

Algunos grupos de pueblos originarios se están oponiendo a los planes de la compañía Woodside de desarrollar el campo de gas Scarborough con un valor de 12 mil millones de dólares. Cooper afirma que las emisiones tóxicas de ese proyecto dañarían a Murujuga. “Podemos ver físicamente las consecuencias destructivas de la contaminación química y las emisiones de efecto invernadero (de los proyectos existentes)”, advierte.

Un portavoz de Woodside ha dicho que la compañía apoya al Programa de Vigilancia de Arte Rupestre de Murujuga, dirigido en conjunto por la MAC y el gobierno de Australia Occidental.

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Aun así, en medio de esta controversia, las comunidades locales siguen entusiasmadas con la nominación pendiente de Murujuga a la UNESCO y su potencial como atracción turística. Cooper y Churnside expresan que el pueblo Ngarda-Ngarli sería honrado si su tierra se convirtiera en un sitio de la UNESCO. “Que nos incluyan en una red global para compartir nuestra antigua historia sagrada con el mundo es notable y enaltece las luchas y los traumas del pasado”, asegura Cooper.

Mientras se espera que la solicitud final ante la UNESCO se gestione a principios del año que viene, las autoridades locales se están preparando para una previsible gran afluencia de visitantes a Murujuga. Para acogerlos, se está creando una zona turística en la bahía de Conzinc. 

Una nueva carretera accedería a esa localidad costera del noroeste de Murujuga, a la que actualmente sólo se puede acceder con vehículos todoterreno. El establecimiento previsto sería el Centro de Conocimiento Vivo de Murujuga. El director ejecutivo de la MAC, Peter Jeffries, informa que esta instalación “explicaría las historias que cuentan las piedras y guiaría a los visitantes por la antigua tierra que es Murujuga”.

Ya se han realizado algunas mejoras en la infraestructura para los visitantes, como la creación del Sendero de Visualización de Arte de Ngajarli. Este paseo marítimo elevado de 700 metros de largo cuenta con plataformas de observación y letreros que explican el arte rupestre en la Garganta de Ngajarli.

Las rocas de color ocre están adornadas por petroglifos de hasta 47.000 años de antigüedad, que representan goannas, tortugas, canguros y megafauna (grandes mamíferos que vivieron en el pleistoceno). “Esa pasarela permite a los visitantes ver los petroglifos de cerca mientras los protege de la degradación”, cuenta Natasha Mahar, CEO del ente oficial de turismo del noroeste de Australia.

Si la solicitud de Murujuga ante la UNESCO prospera, es probable que muchos más turistas internacionales se encuentren con los rostros humanos de 30.000 años de antigüedad que cuentan la antigua historia de todo un pueblo y su preciada tierra, maravillas grabadas a mano, imbuidas de sabiduría y diseñadas para cautivar a perpetuidad.

Ronan O'Connell es un periodista y fotógrafo australiano que viaja entre Irlanda, Tailandia y Australia Occidental. 

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