Bosques sumergidos de macroalgas en la Península Mitre
Estos ecosistemas biodiversos y productivos ocupan el 28% de los ambientes costeros del planeta, lo que equivaldría a un espacio similar a la selva amazónica si se agruparan en un solo lugar.

Vista área del velero Ksar, uno de los dos veleros utilizados durante la expedición científica a Península Mitre, rodeado por un inmenso parche de macroalgas gigantes formadoras de bosques sumergidos. Nótese pegado al velero las burbujas desprendidas por los buzos científicos mientras colectaban información sobre este increíble ecosistema.
Macrocystis pyrifera, la especie de macroalga gigante más abundante a lo largo de las costas de Argentina. Esta especie posee estructuras alargadas parecidas a pequeños “globos” (llamadas “aerocistos”) llenas de aire que le permiten mantenerse erguida en la columna de agua para alcanzar mayor cantidad de luz.
De la misma manera que los arboles terrestres, estas macroalgas gigantes poseen una estructura tridimensional que posibilita que muchas especies las utilicen como refugio, zonas de cría, de desove, de alimentación o para camuflarse de otros depredadores.
Durante la expedición se midieron macroalgas de más de 22 metros de alto y de más de 100 kg de peso húmedo. El gran tamaño que pueden alcanzar hace que parte de su estructura superior quede recostado sobre la superficie del agua, formando verdaderas alfombras marinas.
Hay especies de macroalgas formadoras de bosques más pequeñas que Macrocystis pyrifera, como éstas macroalgas del género Lessonia, que ocupan una posición más baja dentro del bosque y que tienen estipes (estructura de soporte similar a los tallos en los arboles) mucho más anchos y menos flexibles que Macrocystis.
Una puesta de huevos de calamar aferrada a una Macrocystis pyrifera. Los bosques de macroalgas cumplen un rol fundamental en la estructuración de todo el ecosistema marino de Península Mitre, albergando una enorme biodiversidad marina.