El poderoso encanto de los invernaderos submarinos
El fotógrafo Luca Locatelli registra con su lente las maravillas del proyecto italiano el Jardín de Nemo que impulsa invernaderos submarinos.

Las plantas experimentan factores de estrés únicos en profundidad, por lo que crecen de forma diferente en el Jardín de Nemo que en la superficie. Un estudio realizado en 2020 descubrió que la albahaca del jardín contenía más clorofila y antioxidantes que la albahaca de la superficie, así como una mezcla diferente de aceites esenciales.
Cada estructura de plástico (llamada biosfera) se asemeja a un gran globo y contiene unos 2.000 litros de aire. Las biosferas están ancladas bajo de 4 a 10 metros de agua.
A medida que la luz del sol calienta el aire húmedo dentro de cada cúpula, el agua fresca se condensa de forma natural en las paredes, que puede recogerse para regar las plantas.
Dos miembros del equipo anclan una de las biosferas al fondo marino con cadenas. Las pequeñas plataformas situadas bajo la cúpula de cada biosfera permiten a los buzos entrar para controlar y cosechar las plantas.
Las primeras cinco biosferas del Jardín de Nemo estaban dispuestas en un pentágono alrededor de un eje central. Con el paso de los años, se han añadido cuatro más (una de ellas visible en la parte superior derecha).
El dedicado equipo que está detrás de Nemo's Garden incluye la buzo de origen sueco Teddie Falkeborn.
Luca Gamberini, hijo del inventor del Jardín de Nemo, Sergio Gamberini, es el responsable de marketing del proyecto.
Las robustas biosferas actuales están muy lejos del prototipo original del Jardín de Nemo, que estaba hecho con un globo transparente y un recipiente de plástico para alimentos.
El agua de mar que circula fuera de las biosferas ayuda a mantener su temperatura bastante estable.
Después de su cosecha, las plantas se sacan a la superficie en bolsas de plástico transparente, se secan y se almacenan hasta que se puedan usar.
Además de la albahaca, el Jardín de Nemo ha experimentado con tomates, okra, judías, guisantes, hierbas y flores.
Los sensores de cada biosfera informan de forma inalámbrica de las lecturas en tiempo real, como la humedad, la temperatura y la composición del aire, a una torre de control central con el estilo de un "Árbol de la Vida".
Un pequeño anillo de luces en el techo de cada biosfera proporciona iluminación adicional, y un pequeño ventilador ayuda a mantener el aire en circulación.
Hasta ahora, el impacto medioambiental más visible de la granja submarina es sorprendente: actuando como un arrecife de coral artificial, el jardín parece haber atraído la vida marina a los alrededores.
