Mira cómo la erupción del volcán Kīlauea está dando nueva forma a Hawái

Por un breve momento, apareció una pequeña isla nueva.

Por Alejandra Borunda
Publicado 20 jul 2018, 18:06 GMT-3

La semana pasada, la erupción del volcán Kīlauea generó un pequeño agregado a la cadena de islas hawaianas. Un pequeño islote de tan solo 6 a 9 metros de longitud surgió frente a la costa de la isla Grande, aparentemente dispuesto a iniciar su propia aventura en las aguas azules del Pacífico.

Sin embargo, no duró mucho. Apenas unos días después, una nueva ola de lava llenó el espacio entre la costa y el nuevo islote y lo convirtió en un istmo.

La corta existencia de la isla es solo el más reciente capítulo en esta serie dramática: la historia de las islas de Hawái, que se remonta a millones de años de antigüedad. Esta es la historia de cómo fue creciendo la cadena de islas y el relato sobre la forma en que esta erupción actual está cambiando la topografía de Hawái, la isla más joven y grande del archipiélago.

Desde las profundidades

La erupción del Kīlauea formó este islote de corta existencia frente a las costas de Hawái.
Photograph Courtesty U.S. Geological Survey

El primer vistazo de la primera isla del archipiélago hawaiano apareció hace más de 60 millones de años. Una fuente de roca fundida, conocida como magma, surgió de las profundidades del manto oceánico hasta asomar en la superficie del mar. El nuevo montículo de roca ardiente siguió creciendo unos centímetros más por año. Finalmente, tras 50 mil o 100 mil años, se elevó sobre la superficie del océano Pacífico. Y voilà, nació una isla.

El magma proviene de un “punto caliente” en el manto terrestre. Ese punto caliente que parece estar fijo en el lugar emana calor constantemente como una tetera hirviendo. De allí sale una corriente constante de magma que se eleva hacia la superficie de la Tierra.

Sin embargo, la placa tectónica que está por encima del manto se desplaza muy lentamente en tiempos geológicos. Actualmente, se mueve unos centímetros por año hacia el noroeste. A medida que se desplaza, esta placa arrastra a las islas tanto que termina separándolas de su fuente de magma. Entonces, se extinguen los volcanes que se encuentran en las islas.

Otras islas más antiguas del archipiélago de Hawái, como Kauai y Ni’ihau, solían estar en el lugar donde hoy se encuentra Kīlauea hace cinco millones de años. Las islas de máxima antigüedad de este extenso archipiélago (al menos las que aún asoman por encima de la superficie del agua), ubicadas a unos 4800 km de distancia hacia el noroeste, nacieron aproximadamente hace 60 millones de años.

La isla Grande, cada vez más grande

La isla de Hawái es la más joven del archipiélago, al menos entre las islas que aún se mantienen sobre la superficie del mar. Lo’ihi, una isla en formación que crece frente a las costas del sur de la isla Grande, actualmente yace bajo la superficie marina y se estima que emergerá aproximadamente en 10 mil años.

La isla Grande fue formada por cinco volcanes diferentes. Dos de esos volcanes se han apartado tanto de la fuente de magma que se han extinguido. Solo quedan tres volcanes activos: Mauna Loa, cuya última erupción data de 1984, Hualalai, que entró en erupción por última vez en 1801, y Kīlauea, el que actualmente concentra toda la atención.

Kīlauea se ha mantenido casi en constante erupción desde 1983, a veces con explosiones que arrojaban nubes de lava y cenizas, y a veces efusivamente, con la lava corriendo como un inmenso potaje de rocas. Es tanto el magma que ha fluido a través de las vetas de sus laderas que casi todo el material que puede verse en la superficie tiene menos de mil años de edad: un abrir y cerrar de ojos en tiempos geológicos.

Sin embargo, la erupción que se inició en mayo “no tiene precedentes en los tiempos modernos”, según ha comentado Tina Neal, científica a cargo del Hawaii Volcano Observatory (Observatorio de Volcanes de Hawái), en una entrevista al Hawaii News Now.

La lava comenzó a fluir en un complejo de viviendas denominado Leilani Estates, en el ahupua’a (una división de tierras tradicional) de Keahialaka. Andrew Hara, un fotógrafo de la isla, iba camino al complejo cuando oyó algo que crujía y comenzó a oler un gas potente y caliente. De inmediato empezó a sacar fotos.

Durante el transcurso de los próximos meses, Hara tomó imágenes del volcán a medida que atravesaba sus diferentes ciclos y documentó los efectos de la erupción en la comunidad y los cambios físicos de la isla misma.

Ahora, casi tres meses después, el volcán no parece aquietarse.

Recientemente, la erupción ha arrojado de 50 a 100 metros cúbicos de lava por segundo: lo suficiente para llenar un navío de transporte en un segundo, tal como indica Janet Babb, geóloga del USGS Hawaii Volcano Observatory.

“En algunos lugares, la lava recorre hasta 40 o 50 kilómetros por hora”, afirma Hara. “No sería posible escapar en un auto con suficiente rapidez”. Y cuando el río de lava llega al mar comienza a echar humo y hace burbujas, y a veces produce explosiones que arrojan chorros de lava a cientos de metros en el aire.

“El agua del mar comienza a humear al entrar en contacto con la lava, a que está a una temperatura de más de 1000 °C”, explica Babb.

El contacto con el agua, a la vez, enfría la lava y le permite formar nuevas estructuras rocosas, justamente como el nuevo istmo o islote. En unas semanas, toda la formación puede ser devorada por nuevos chorros de lava, lo que lleva a la inexorable expansión de las costas hawaianas.

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