Ciclón, huracán, tifón: ¿Cuál es la diferencia?

Como sea que desees llamarlas, estas tormentas monstruosas son eventos naturales poderosos con la capacidad de causar un caos increíble.

Por Ker Than
Publicado 27 dic 2017, 18:34 GMT-2
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El tifón Usagi golpeó la orilla del sur de China en el 2013. Aprende más sobre los peligros de dichas tormentas.
Fotografía de AFP/Getty Images

Mientras el ciclón Vayu se toma fuerza en el océano Índico, puede que te preguntes qué es un ciclón. Pero si alguna vez has sobrevivido a un huracán o a un tifón, ya sabes la respuesta.

Eso es porque los huracanes, ciclones y tifones son el mismo fenómeno climático. Los científicos tan sólo llaman a estas tormentas de diferentes maneras dependiendo del lugar dónde ocurren.

En el Atlántico y en el Pacífico norte, las tormentas se llaman "huracanes", en honor a un dios del mal del Caribe, llamado Hurrican.

En el noroeste del Pacífico, las mismas tormentas potentes se llaman "tifones". En la región  sudeste del Océano Índico y en el suroeste del Pacífico, se los denomina "ciclones tropicales severos".

En la región norte del Océano Índico, se los denomina "tormentas ciclónicas severas". En la región suroeste del Océano Índico, son simplemente "ciclones tropicales".

Para que una tormenta sea clasificada como huracán, tifón o ciclón, la velocidad del viento debe alcanzar al menos 119 kilómetros por hora.

Si la velocidad del viento de un huracán es de 179 kilómetros por hora, pasa a ser un "huracán intenso".

Si un tifón alcanza los 241 kilómetros por hora, entonces se convierte en un "super tifón".

Temporadas distintas

Si bien la temporada de huracanes en el Atlántico abraca desde el 1° de junio hasta el 30 de noviembre, las temporadas de tifones y ciclones siguen patrones ligeramente distintos.

En el noreste del Pacífico, la temporada oficial abarca del 15 de mayo al 30 de noviembre. En el noroeste del Pacífico, los tifones son más comunes desde finales de junio hasta diciembre. Y en la región norte del Océano Índico los ciclones aparecen desde abril hasta diciembre.

Independientemente de cómo quieras llamarlas, estas tormentas monstruosas son sucesos naturales poderosos con la capacidad de ocasionar graves estragos.

De acuerdo con el NOAA’s National Hurricane Center, el ojo promedio de un huracán, el centro inmóvil donde la presión es más baja y la temperatura del aire es más alta, se extiende 48 kilómetros, y algunos alcanzan 200 kilómetros de ancho.

Las tormentas más potentes, equivalentes a la Categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, sostuvieron vientos que superaron los 250 kilómetros por hora.

Con la ayuda de satélites y modelos computarizados, dichas tormentas pueden predecirse con varios días de anticipación y son relativamente sencillas de rastrear. Pero como recientemente lo demostró el huracán Sandy, todavía es complicado predecir el trayecto que tomará un huracán, tifón o ciclón después de que se haya formado.

¿Efectos del calentamiento global?

En los últimos años, los científicos han debatido si el calentamiento global provocado por los seres humanos está afectando a los huracanes haciéndolos más fuertes o haciendo que ocurran con más frecuencia. (Relacionado: "El aumento de la temperatura puede causar más Katrinas".

En teoría, las temperaturas atmosféricas más cálidas generarían temperaturas marinas más cálidas, lo que a su vez propiciaría la aparición de huracanes más potentes.

La cantidad de huracanes de Categoría 4 y 5 a nivel mundial, prácticamente se duplicó desde principios de la década de 1970 hasta principios de la década del 2000. Además, en los últimos 50 años aumentaron en aproximadamente 50 por ciento, la duración de los ciclones tropicales y las velocidades de viento más potentes.

 También hay una ciencia emergente que sugiere que el calentamiento podría hacer que las tormentas traigan más lluvia y que el progreso sea más lento.

"Es probable que aumente la velocidad máxima del viento en los ciclones tropicales, aunque es posible que no se produzcan aumentos en todas las cuencas oceánicas", señaló un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

Con frecuencia es difícil evaluar el impacto de un planeta calentándose en cualquier tormenta individual, pero el aumento de la potencia de cómputo y el modelado del clima más sofisticado permiten que la ciencia progrese.

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