
¿Qué dice la ética sobre la inteligencia artificial, la maldad y el siglo XXI? El filósofo John Armstrong responde
Los robots humanoides como el de esta imagen, fotografiado en Dallas en 2010, no son las únicas creaciones que pueden desencadenar una reacción alineada a la teoría del valle inquietante. Si el estímulo es más conceptual, como una conversación con IA, la reacción puede ser aún peor.
¿Qué es la ética? La pregunta cuya respuesta vale millones, especialmente en los tiempos modernos, ha estado rondando a la humanidad desde la Antigüedad. Tanto es así que la palabra “ética” proviene del griego ethos y significa carácter, comportamiento, y comenzó a ser investigada por la filosofía en ensayos de estudiosos famosos como Platón, Aristóteles y Demócrito.
“Aristóteles, en particular, relacionaba el comportamiento ético como el medio para alcanzar la felicidad, según su ensayo Ética a Nicómaco”, explica un artículo de National Geographic sobre el tema.
La importancia de reflexionar sobre la ética ha dado lugar incluso a una efeméride dedicada a ella. Se trata del Día Mundial de la Ética, que se celebra anualmente el tercer miércoles de octubre y fue creado por iniciativa del Consejo Carnegie de Ética en Asuntos Internacionales, un instituto de investigación y educación global que se ocupa de los dilemas éticos de las cuestiones internacionales (como los conflictos, los derechos humanos, las disparidades económicas globales y el cambio climático). Este año, la efeméride se celebra el 15 de octubre.
(Podría interesarte: ¿Existió un ser humano del tamaño de un hobbit? Conoce al Homo floresiensis)

El filósofo británico John Armstrong es autor de varios libros que reflexionan sobre la importancia del arte en la vida humana. Defiende que la ética “nunca cambia realmente”.
El siglo XXI, por su parte, ha presentado más dilemas éticos impulsados por la rapidez de los acontecimientos y la inmensa presencia de la tecnología en la vida cotidiana de las personas. ¿Cómo se presenta la ética en este contexto?
Para tratar de comprender mejor este escenario, National Geographic entrevistó en exclusiva al filósofo británico John Armstrong, cofundador de The School of Life y autor de libros como El poder secreto de la belleza (The Secret Power of Beauty) y El arte como terapia (Art as Therapy). También fue director de filosofía del arte en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Londres y profesor en la Universidad de Melbourne, además de asesor nacional sobre humanidades en Australia.
A continuación, echa un vistazo a los mejores momentos de esta charla:
La ética en el siglo XXI
NG: Teniendo en cuenta el contexto histórico, ¿cómo definiría la ética hoy en día? ¿Ha cambiado significativamente este antiguo concepto desde la Antigüedad hasta la realidad “líquida” del siglo XXI?
John Armstrong: La definición central de la ética nunca cambia realmente. Es el intento de comprender qué es bueno y correcto en nuestras acciones. Lo que cambia son las ideas que las personas tienen sobre lo que es importante y lo que no.
En la Antigua Grecia, la ética se centraba en tratar de comprender cómo se comportaría una persona idealmente noble y honorable: debía ser hospitalaria, por ejemplo, pero nunca presumir; debía tener sentido del humor y talento para la amistad.
En general, las personas tienden a dejar de considerar estas cuestiones como “éticas”. Curiosamente, la ética se ha reducido mucho y se centra mucho más en cuestiones públicas: ¿Son éticas las grandes diferencias de ingresos? ¿Es ético que una organización artística acepte el patrocinio de una empresa financiera con algunas conexiones dudosas? La ética parece extremadamente importante, pero a menudo se ocupa de cuestiones que conciernen a otras personas, y no a nosotros mismos.

La palabra “ética” proviene del griego ethos y significa carácter, comportamiento. Aquí, un libro sobre ética escrito por Dietrich Bonhoeffer, teólogo, filósofo y pastor luterano que fue miembro de la resistencia alemana antinazi.
La ética y la maldad
NG: No es raro que los villanos “se roben la escena” en diversas formas de arte, ya sea en el teatro, la literatura o el cine. ¿Por qué sucede esto, teniendo en cuenta que estas figuras suelen tener poca o ninguna ética, o “flexibilizan” ciertos valores éticos en su beneficio?
John Armstrong: Una de las funciones de los personajes “malos” es tranquilizarnos. Puede que estemos lejos de ser perfectos, pero al menos no somos tan horribles como ellos. Están ahí para que los odiemos, no creo que mucha gente los tome como modelos a seguir.
También existe la triste realidad de que, en la actualidad, es más fácil crear programas adictivos sobre cosas horribles que hacer que la bondad y la generosidad sean muy atractivas. Lo que se necesita es un cambio en las ideas de las personas creativas: centrarse en hacer cosas adorables y tremendamente divertidas.
“La cuestión ética central es siempre '¿por qué es bueno esto?', junto con la cautelosa preocupación '¿qué podría salir mal?'”
La ética y la inteligencia artificial
NG: Actualmente nos enfrentamos a dilemas éticos relacionados con el uso y el avance de la inteligencia artificial, así como con la “edición” del material genético humano. ¿Cómo se presenta la ética en situaciones tan nuevas y desconocidas? ¿Puede la ética que hemos heredado del pasado seguir siendo nuestra guía?
John Armstrong: Creo que la tradición ética está muy bien posicionada para abordar estas cuestiones, pero se necesita una cierta dosis de valentía para seguirla. La cuestión ética central es siempre “¿por qué es bueno esto?”, junto con la cautelosa preocupación “¿qué podría salir mal?”. El gran problema es que tendemos a ver lo “bueno” en términos materialistas, lo cual es obviamente impreciso.
(Ver también: Psicosis inducida por IA: cómo una charla con un bot puede poner en riesgo tu salud mental)
Hay personas que han vivido vidas maravillosas, incluso habiendo fallecido a los 65 años y sin tener un robot para limpiar la casa. Hay personas que viven vidas totalmente banales, incluso teniendo, en términos materiales, todo lo que se pueda imaginar.
Una vida necesita buenas relaciones, amistades profundas, una respuesta creativa a la belleza, una implicación inteligente con la complejidad, un sentido de la diversión y la aventura; en la medida en que la IA y la genética ayuden con eso, está bien (hasta ahora); de lo contrario, no están ayudando genuinamente.
La entrevista fue realizada por Luciana Borges, editora sénior de National Geographic Brasil y LATAM.
