El año en que Inglaterra canceló la Navidad

Disturbios. Saqueos. Actos desafiantes de... ¿Colgar acebo? Cuando los puritanos del Parlamento prohibieron la Navidad, estallaron revueltas en toda Inglaterra.

Por Parissa DJangi
Publicado 10 dic 2024, 07:54 GMT-3
En la catedral de Salisbury (Inglaterra) se erige un árbol de Navidad de 9 metros. En ...

En la catedral de Salisbury (Inglaterra) se erige un árbol de Navidad de 9 metros. En el siglo XVII, se prohibió a las iglesias de todo el país decorar los salones con motivo de la Navidad, que los puritanos rechazaban por considerarla una fiesta pagana revestida de un barniz cristiano.

Fotografía de Finnbarr Webster, Getty Images

El día de Navidad de 1647 estalló un motín en Canterbury, ciudad situada a 100 km al sureste de Londres, Inglaterra. ¿El motivo? El alcalde William Bridge había ordenado el arresto del dueño de una tienda e intentó darle una paliza, todo por cerrar su tienda en Navidad.

Una multitud de curiosos se negó a quedarse de brazos cruzados. Atacaron a Bridge y empezaron a amotinarse. Rompieron los escaparates de las tiendas que habían permanecido abiertas, las saquearon y rápidamente se hicieron con el control de Canterbury. Incluso capturaron el polvorín de la ciudad, donde se almacenaba la pólvora. Uno de sus actos menos violentos: colgar acebo por toda la ciudad.

La revuelta navideña de Canterbury fue una batalla de la guerra contra la Navidad que se libró en la Inglaterra del siglo XVII, y los cristianos fueron los que la protagonizaron.

(Lee más: Decoración navideña: ¿Existe un árbol de Navidad sustentable? La respuesta es compleja)

Por qué los puritanos despreciaban las celebraciones de Navidad

Aunque la Navidad honra el nacimiento de Jesús, los primeros cristianos no la celebraron hasta el siglo IV, cuando las tradiciones paganas (como la Saturnalia romana y, finalmente, Yule, una fiesta germánica de mediados de invierno) empezaron a mezclarse con las creencias cristianas para crear un alegre periodo de juerga.

En el siglo XVIlos ingleses celebraban la Navidad durante 12 días, desde el 25 de diciembre hasta la Epifanía, con desfiles, fiestas, villancicos y adornos de acebo y velas. Incluso después de que Inglaterra se separara de la Iglesia Católica en 1534 y formara la Iglesia Protestante de Inglaterra, la Navidad siguió siendo una época festiva muy querida.

Sin embargo, no todo el mundo abrazó el espíritu navideño. Los puritanos, o protestantes que querían purificar la Iglesia de Inglaterra, creían que la Navidad ponía de relieve todo lo malo de la Iglesia. Les horrorizaba que la gente celebrara la fiesta con todo tipo de travesuras, como el juego, los deportes y el desenfreno, que incluía la bebida alborotada y los juegos de rol. La alegría navideña era demasiado secular, demasiado católica y demasiado pagana para su gusto.

“Los puritanos tenían razón cuando señalaban (y lo hacían a menudo) que la Navidad no era más que una fiesta pagana recubierta de un barniz cristiano”, observa el historiador Stephen Nissenbaum en su libro The Battle for Christmas.

Un puritano reprende a unos niños por recoger acebo, una de las muchas costumbres navideñas que ...

Un puritano reprende a unos niños por recoger acebo, una de las muchas costumbres navideñas que los puritanos persiguieron en su afán por purificar la Iglesia de Inglaterra.

Fotografía de Hulton Archive, Getty Images

De hecho, la Biblia (su máxima fuente de verdad religiosa) no mencionaba el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús, ni indicaba que debiera celebrarse el día de su nacimiento.

Su aversión a la Navidad alcanzó nuevas cotas bajo el reinado de Carlos I, que subió al trono en 1625. Su corte real personificó la impía decadencia de la fiesta, al celebrar la Navidad a lo grande con fiestas, música, bailes, obras de teatro y mascaradas.

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La época en que fue ilegal celebrar la Navidad

Los puritanos no eran los únicos descontentos con Carlos I, que se creía divinamente designado para gobernar. El rey insistía en que su autoridad estaba por encima de la del Parlamento, lo que le provocó enemigos en ese órgano legislativo.

Las tensiones entre la Corona y el Parlamento desembocaron en una guerra civil en 1642. Los monárquicos tomaron las armas en defensa de Carlos; los parlamentarios formaron su propio ejército. En 1645, los parlamentarios se habían impuesto y ahora eran ellos, y no el rey, quienes gobernaban gran parte de Inglaterra.

Los puritanos del Parlamento utilizaron su autoridad para lanzar un ataque a gran escala contra la Navidad. Entre sus objetivos: garantizar que no se celebraran servicios religiosos en Navidad y que el 25 de diciembre fuera día laborable.

Cerrar las iglesias en Navidad resultó ser la medida más sencilla. En 1645, el Parlamento publicó el Directorio para el Culto Público, un nuevo texto que excluía la Navidad como fiesta que requería servicios religiosos.

Dos años más tarde, el Parlamento dio un paso más al prohibir todas y cada una de las celebraciones navideñas. El Parlamento incluso desplegó a sus soldados para derribar las decoraciones navideñas erigidas de forma desafiante y disolver los servicios clandestinos.

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Los disturbios en Inglaterra que reivindicaban la Navidad

En general, la gente reaccionó a la prohibición navideña del Parlamento con una mezcla de incredulidad, ira y desafío.

Al igual que en Canterbury, los habitantes de varias ciudades se echaron a la calle para protestar contra la guerra del Parlamento a la Navidad. El día de Navidad de 1647 estallaron disturbios en Norwich, Bury St. Edmund e Ipswich, cuando muchos desafiaron la prohibición oficial e intentaron obligar a los propietarios de las tiendas a mantenerlas cerradas.

No todas las protestas se tornaron violentas. Los escritores aprovecharon el poder de la prensa para criticar y ridiculizar la prohibición en publicaciones pro-navideñas como The World Turned Upside Down (El mundo al revés) y el panfleto A Vindication of Christmas (Una reivindicación de la Navidad). Entre las quejas de este último: cómo la ordenanza del Parlamento había asediado “nuestra alta y poderosa Navidad, que antes derribaría a Hércules y haría tropezar los talones de un gigante”.

La prohibición ofreció una oportunidad a los monárquicos, que aprovecharon el sentimiento pro-navideño del país para promover su causa. Según el historiador Jonathan Healey, “les gustaba rememorar una época de cálida hospitalidad y diversión desenfrenada, en contraste con lo que consideraban la austeridad cultural del régimen puritano”.

En 1653Oliver Cromwell se convirtió en Lord Protector de la Commonwealth de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Cromwell había sido un miembro relativamente poco distinguido del Parlamento mientras gobernaba Carlos I, pero las guerras civiles lo convirtieron en comandante militar y líder de la causa parlamentaria.

La historia ha culpado a menudo a Cromwell, la cara del Protectorado, de prohibir la Navidad, pero las prohibiciones del Parlamento eran anteriores a su ascenso como Lord Protector. De hecho, lo más que puede decirse del papel de Cromwell en la prohibición es que decidió no revertir lo que el Parlamento ya había hecho.

La muerte de Cromwell cinco años más tarde puso fin al experimento republicano de Inglaterra. El Parlamento no tardó en invitar al hijo de Carlos I a reinar en 1660, restaurando así la monarquía.

El renacimiento de la Navidad

El rey Carlos II restauró algo más que la monarquía. Reabrió los teatrosreavivó la cultura cortesana y resucitó la Navidad en 1660 con tradiciones familiares como adornar las iglesias con acebo. También volvieron los juegos, banquetes, bailes y apuestas navideñas, especialmente en la corte real.

El célebre cronista de la vida del siglo XVII Samuel Pepys incluso señaló el regreso de la Navidad en su famoso diario. En 1660 celebró la fiesta yendo a la iglesia dos veces ese día, una por la mañana y otra por la tarde, después de comer cordero y pollo. Aunque Pepys encontraba “aburrido” el sermón vespertino y lamentaba que “me hiciera dormir”, estaba claro que las viejas costumbres habían vuelto para quedarse.

La prohibición del Parlamento no consiguió arrancar el espíritu navideño del corazón de los ingleses. Pero hizo algo más: subrayó el hecho de que la Navidad lleva mucho tiempo en el punto de mira de la política.

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