Un estudio del ADN de las víctimas de una masacre de hace 6200 años plantea más preguntas que respuestas

Según un grupo de arqueólogos, hace miles de años los miembros de una gran familia habían muerto tras un episodio de violencia, pero el mayor estudio genético hasta la fecha de una masacre contradice la hipótesis.

Por Robin George Andrews
Publicado 15 mar 2021, 18:20 GMT-3
Three perimortem penetrating injuries

Algunas víctimas de la masacre de Potočani recibieron múltiples golpes mortales en el cráneo.

Fotografía de M. Novak

Hace unos 6.200 años, un grupo de al menos 41 hombres, mujeres y niños fueron brutalmente asesinados y arrojados a una fosa en lo que hoy es el este de Croacia. Al principio, cuando los arqueólogos descubrieron la tumba en 2007, se preguntaron si se trataba de una gran comunidad que había sido víctima de un asesinato premeditado. Pero un análisis reciente publicado en la revista PLOS ONE, que representa el estudio genético más grande de una antigua masacre hasta la fecha, revela que la mayoría de los individuos no tenían vínculos de parentesco. Este hallazgo sorprendente plantea más preguntas que las que responde. Las más importantes de todas serían: ¿por qué los mataron? y ¿quiénes lo hicieron? 

 “Esa es la pregunta del millón”, dice el autor principal del estudio, Mario Novak, arqueólogo del Institute for Anthropological Research en Zagreb, Croacia. "Simplemente no lo sabemos. Y a menos que aparezca algún tipo de evidencia arqueológica en la zona, no creo que lo sepamos nunca".

Tumbas debajo de un garaje

El antiguo lugar de la masacre fue descubierto por casualidad durante la construcción de un garaje en el pueblo croata de Potočani. En el foso del entierro, de dos metros de ancho y un metro de profundidad, se encontraron los esqueletos de al menos 41 personas, algunos casi enteros, otros con las piezas rotas.

Se convocó a expertos del equipo arqueológico de la Universidad de Zagreb que, en ese momento, se encontraban en el área; los arqueólogos conjeturaron que los restos pertenecían a víctimas de alguna guerra moderna, tal vez de la Segunda Guerra Mundial o el conflicto de los Balcanes en la década de 1990. Pero, según un examen preliminar, no se encontraron balas ni uniformes, y los dientes no mostraron evidencia de empastes modernos.

En excavaciones posteriores, se encontraron fragmentos de cerámica antigua, y la datación por radiocarbono de tres huesos humanos reveló que el sitio tenía 6.200 años. Según la fecha, el lugar y el tipo de cerámica encontrada, los investigadores concluyeron que las víctimas pertenecían a la cultura Lasinja.

Novak explica que se sabe muy poco sobre estos pueblos, y que en Croacia se ha excavado un solo sitio de entierro vinculado con la cultura Lasinja. “Este es uno de los complejos culturales prehistóricos menos estudiados de la región”, afirma. El estudio anterior en ese otro sitio de entierro sugiere que los lasinjas eran pastores que migraban con su ganado a diferentes áreas según la temporada. También extraían cobre para fabricar herramientas.

El trabajo bioarqueológico identificó a 21 hombres y 20 mujeres, entre estos, adultos de hasta 50 años, adolescentes y niños de quizás solo dos años. Enseguida se supo que la muerte no había sido por causa natural.

Tres hombres adultos, cuatro mujeres adultas y seis niños presentaban lesiones en los costados o la parte posterior del cráneo. Estas lesiones mortales (fracturas por contusiones, heridas punzantes y cortes) habían sido provocadas con armas o herramientas, como hachas de piedra y garrotes o con instrumentos metálicos. Las armas no se encontraron en el sitio, pero, al parecer, las lesiones eran consecuencia de una sola agresión.

Resultó escalofriante el hecho de que algunos cráneos tenían múltiples heridas. “En la mayoría de los casos, un golpe era suficiente. Pero tenemos dos o tres individuos con cuatro heridas en el cráneo. Esto parece mostrar una conducta de exageración o ensañamiento”, sostiene Novak.

Al principio, los arqueólogos creyeron que en la fosa común en Potočani, Croacia, estaban las víctimas de la Segunda Guerra Mundial o el conflicto de los Balcanes de la década de 1990.

Fotografía de J. Balen

Una historia de violencia

Lo que sí se podía afirmar, sin embargo, es que esta masacre no había sido el resultado de una guerra: las fosas comunes tras un combate suelen alojar en su mayoría adolescentes o hombres adultos, no mujeres y niños. Tampoco se observaron lesiones faciales o heridas en los antebrazos de las víctimas, lo que es común en combatientes, que, por instinto, levantan los brazos para bloquear los ataques. Es probable que estas personas hayan estado inmovilizadas, quizás agachadas o arrodilladas, y con las manos atadas.

“No se estaban defendiendo. Yo diría que esta fue una ejecución masiva planificada de antemano", sostiene Novak.

El sitio de la masacre de Potočani no es el primer hallazgo en la prehistoria europea; en otra fosa común (un poco más antigua) en Halberstadt, Alemania, por ejemplo, se encontraron restos de personas asesinadas intencionalmente con golpes en la nuca.

"Las lesiones craneales son similares a las que he observado en otras masacres, en cuanto a la ubicación y rango de edad, lamentablemente", cuenta Trish Biers, osteóloga y paleopatóloga de la Universidad de Cambridge que no participó en el trabajo.

Para saber más sobre las víctimas de Potočani, el equipo de investigación estudió el ADN de 38 personas del sitio. Los resultados mostraron que todos tenían la misma ascendencia genética: en parte, descendían de las sociedades de cazadores-recolectores en Europa occidental, y de los habitantes de Anatolia, que hoy constituye parte de Turquía. En un principio, hace unos 8.500 años, habían traído la agricultura a Europa. Unos milenios más tarde, algunos de los descendientes recorrieron los Balcanes con su ganado.

Si bien un grupo de las víctimas mostró vinculación genética (el análisis de ADN identificó a un hombre, sus dos hijas y su sobrino, por ejemplo), el 70 por ciento de los individuos no tenían vínculos de parentesco. Es posible que el grupo fuera una comunidad grande formada por muchas familias.

Los arqueólogos identificaron indicios de contusiones en los cráneos de un niño (arriba) y una mujer adulta joven (abajo).

Fotografía de M. Novak

Esta jarra de cerámica (reconstruida) hallada en la fosa común es una manifestación típica de la antigua cultura Lasinja.

Fotografía de I. Krajcar

El asesino fantasma

Biers comenta que, a partir de su trabajo en sitios arqueológicos - tanto en América del Norte como en América del Sur -, se podría afirmar que las personas sin vinculación genética, se emparentaban socialmente según sus ocupaciones, es decir, por ser pescadores, agricultores o artesanos.

Las relaciones de parentesco social, sin embargo, son algo que “no podemos dilucidar con estudios genéticos”, expresa Christiana Scheib, arqueóloga especializada en ADN antiguo de la Universidad de Cambridge que no participó en este nuevo trabajo. Idealmente, las tumbas que no alojan víctimas de una masacre en el área podrían aportar una idea de cómo habría sido la distribución normal de los muertos, tanto de los que tenían vínculo genético como parentesco social. Pero hasta ahora, solo se dispone de la fosa común de Potočani; no se ha encontrado ningún otro asentamiento cercano.

Para agregar misterio al caso, nada se sabe de los asesinos. “No tenemos ningún dato de las personas que cometieron esta atrocidad”, dice Novak. Pueden haber pertenecido a un grupo rival, ya sea de otra parte o de la misma zona. O incluso pueden haber compartido el mismo espacio que las víctimas.

Tampoco se puede determinar el motivo. Otras víctimas de una masacre y episodios de violencia masiva de la prehistoria europea se han vinculado a factores antagónicos como la xenofobia o el cambio climático, cuando las sequías provocaron escasez de recursos y la consiguiente lucha de supervivencia. Pero en Potočani, "no tenemos ningún indicio de ningún cambio climático en este período de tiempo", dice Novak.

Lo único que está claro es que este horrendo comportamiento humano ha persistido durante milenios. Se han perpetrado asesinatos en masa en todo el mundo durante al menos 13.000 años. Aunque finalmente se instituyeron sistemas de justicia y se ordenó la sociedad para que fuera menos violenta, las masacres a gran escala han seguido existiendo y cada vez con menos obstáculos. El hacha fue reemplazada por la pistola; las tribus en guerra fueron reemplazadas por genocidios amparado por el estado.

Si hay algo que podemos sacar en limpio de hallazgos como el de Potočani es que “en los últimos 10.000 años, la sociedad no ha cambiado. Y si ha cambiado, lo ha hecho para peor", expresa Novak.

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