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Página del fotógrafo
Stephen Álvarez
Un murciélago café hibernando con el síndrome de la nariz blanca.
Un lémur sifaka de Decken se sienta entre las torres de piedra caliza en Grand Tsingy de Madagascar. La imagen fue tomada para una nota en la edición de noviembre de 2009 sobre el laberinto de piedra.
Cada año, unas 30 000 personas intentan hacer cumbre en el Monte Kilimanjaro, una hazaña que el alpinista Phil Henderson anima a intentar a todo aquel que tenga la posibilidad de hacerlo. Afirma que este viaje relativamente accesible es una excelente manera de ver los efectos del cambio climático en acción.
Un escalador atraviesa pináculos de piedra caliza en la reserva natural Tsingy de Bemaraha en Madagascar en una imagen capturada para una nota en la edición de noviembre de 2009. En el idioma nacional de Madagascar, las formaciones se llaman "tsingy", que significa "donde no se puede caminar descalzo".
El arapaima de América del Sur es uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo.
Un border collie en el acantilado de Raven's Point, Tennessee, Estados Unidos.
“Islandia tiene cascadas muy grandes y poderosas, pero siempre he pensado que Skogafoss era la más bonita”, dice el fotógrafo de National Geographic, Stephen Alvarez. “También es una de las más visitadas. Una noche, la primavera pasada, logré captar un raro momento de soledad luego que la multitud se hubiera ido”.
Mammoth Cave es enorme, de hecho, es el sistema de cuevas más antiguo conocido del mundo, pero los espeleólogos aún deben estar preparados para lidiar con los lugares estrechos que resultan familiares para todos los que exploran bajo tierra. Bajo el centro sur de Kentucky, el panal vinculado a la cueva ha sido inspeccionado más de 580 kilómetros. Los expertos creen que su extensión total podría ser de más de 1600 kilómetros.
Al igual que las arañas en las telarañas, los espeleólogos comienzan un sorprendente descenso a la Cueva de las Golondrinas, una cueva mexicana a cielo abierto cuyo piso se encuentra a más de 366 metros vertiginosos, lo suficientemente lejos como para ubicar el Empire State Building. Esta caída es tan emocionante que se ha convertido en un gran atractivo para los buscadores de aventuras, incluidos los puentes BASE. Los animales lo han llamado hogar por mucho más tiempo y la cueva toma su nombre de las varias aves que anidan en sus paredes verticales.
Un espeleólogo examina organismos unicelulares, llamados "mocos", que producen un limo prodigioso desagradable, un nivel ácido que rivaliza con el ácido de la batería. En Tabasco, la Cueva de Villa Luz de México, estas bacterias oxidan compuestos de azufre que ingresan a la cueva desde manantiales subterráneos. El azufre es la base de casi todas las formas de vida en este ambiente tóxico para los seres humanos y los espeleólogos usan respiradores para protegerse contra los vapores sulfurosos.