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Página del fotógrafo
Savannah Cummins
Anna Pfaff, Savannah Cummins, Alex Honnold y Cedar Wrigh se sacan una selfie en la cumbre El Pingüino, una formación que escalaron en grupo en una actividad de “día de descanso”. El equipo tiene todo tipo de trasfondos y niveles de experiencia, pero cada integrante comparte el amor que los lanza la aventura y los lleva a lugares extremos.
Cedar Wright tomó el “extremo filoso de la soga” como dicen los escaladores, y lideró a sus compañeros de equipo, Alex Honnold, Anna Pfaff y Savannah Cummins a la cumbre de una formación de 300 pies a la que llaman El Pingüino. Wright es conocido en el mundo de la escalada por su capacidad para recorrer “choss”, rocas que se asemejan a una torre Jenga, con bloques sueltos, movedizos. La capacidad de Wright de moverse de forma segura por este medio geológico peligroso le merece el apodo de “Jefe Choss”. “You can climb here in the sun with bare hands, but in a matter of minutes it can go from climbable to you have to put on your gloves or you’re going to get frostbite,” says Wright. “Even if a small wind picks up, the windchill factor is insane.”
Anna Pfaff, 36, es una de las escaladoras de expediciones más experimentadas de su generación. Es enfermera de una sala de emergencias que ahora vive en Oakland, California, y se ha autofinanciado una década de aventura con su trabajo extra. Aquí la vemos escalando la cadena rocosa y nevada de Philiptanna.
Cedar Wright ha soñado durante dos décadas con escalar la Tierra de la Reina Maud, desde que vio por primera vez en febrero de 1998 la publicación de la revista National Geographic con Conrad Anker durante la primera expedición de escalada estadounidense a esta cadena montañosa de la Antártida. Hasta ahora, la experiencia está cumpliendo con las expectativas. “Es un entorno tan extremo e increíble”, dice Wright, 42, en un parte del 9 de diciembre. “Es, en verdad, uno de los lugares más hermosos del mundo. Te sientes tan inmerso. No somos más que humanos allí, en ese entorno tan inhóspito. Hace que te sientas pequeño. Este lugar no deja de inspirarme y asombrarme cada día. El potencial para la aventura y el desafío no tienen límite. En verdad me he enamorado de estas montañas”.
Anna Pfaff escala la cadena sureste de Fenris (8.136 pies; 2.480 metros) con los picos más altos de la Mandíbula del Lobo a lo lejos —de derecha a izquierda—. Stetind (8.392 pies; 2.558 metros), Kinntanna (8.937 pies; 2.724 metros) y los picos de dos alas de Holstinnd (8.455 pies; 2.577 metros) y Holtanna (8.694 pies; 2.650 metros). La Antártida es el lugar más frío, ventoso y seco de la tierra. Irónicamente, a pesar de que la Antártida es un desierto de altitud elevada, se calcula que el 70% del agua dulce de la tierra se encuentra en el caparazón de hielo situado encima del continente.
Las botas de Conrad Anker están en el campamento base, en la “lengua” de la Mandíbula del Lobo, para otro día y otra nueva ruta de Ulvetana (9.616 pies; 2.931 metros), la formación que está justo detrás de esta imagen. Anker y Jimmy Chin esperan escalar la impresionante cara norte de Ulvetana, una de las paredes más grandes del rango montañoso Fenriskjeften, para unir el contrafuerte ventoso noroeste escalado previamente en 2008 por un equipo germano-suizo.
Anna Pfaff reúne su equipo para prepararse para una escalada antártica con temperaturas bajo cero.
Conrad Anker escala una nueva ruta —una que vio ni bien puso un pie en la cadena montañosa— en la cara oeste del Ulvetana de la Antártida, en su intento de llegar a la cumbre.
Anna Pfaff abre el camino hacia el pico sin nombre del Colmillo de la Mandíbula del Lobo.
Jimmy Chin avanza una nueva ruta en la cara del Ulventanna.