La contaminación por plástico es un gran problema, pero aún se pueden implementar soluciones

Según dos estudios recientes, para tratar el problema de los desechos plásticos, es necesario que exista un cambio radical en el modo en se fabrica, se usa y se desecha este material.

Por Laura Parker
Publicado 7 oct 2020, 10:53 GMT-3
Fábricas de plástico como esta (en China) cada vez producen más plástico virgen, en un contexto ...

Fábricas de plástico como esta (en China) cada vez producen más plástico virgen, en un contexto en que la contaminación plástica de los océanos alcanza volúmenes récord.

Fotografía de Wang Jianwei, Xinhua, Eyevine, Redux

La campaña mundial para controlar los desechos plásticos es una de las causas ambientales que más se ha difundido en la historia. Sin embargo, no ha logrado poner freno al creciente tonelaje de desechos plásticos que acaba en los mares.

En los próximos 10 años, los desechos que fluyen por las vías fluviales y, finalmente terminan en los océanos, alcanzarán los 22 millones de toneladas y es posible que lleguen a los 58 millones de toneladas anuales. Y eso resulta ser una “buena” noticia, porque el cálculo se basa en miles de acuerdos establecidos entre el gobierno y la industria para reducir la contaminación plástica.

Sin esos pactos, el panorama sería el doble de malo. Si no se toman medidas para mejorar la gestión de desechos, para el 2030, habría 99 millones de toneladas de desechos plásticos en el medio ambiente.

Estos dos escenarios fueron descritos por la investigación de un equipo internacional de científicos, y distan enormemente del primer cálculo mundial publicado en 2015, que estimó que, por año, un promedio de 8,8 millones de toneladas de desechos llega a los océanos. Cuando esa cifra se publicó cinco años atrás, causó gran conmoción en todo el mundo y, gracias a ello, la campaña contra la basura plástica comenzó a fortalecerse.

Jenna Jambeck, profesora de ingeniería de la Universidad de Georgia que participó en ese calculó, postuló una interesante analogía para poner entender la gravedad de la situación. Sería el equivalente a que un camión descargue desechos plásticos en el océano cada minuto de cada día durante todo un año. Jambeck también es parte del equipo que elaboró las nuevas cifras. Pero lo más difícil fue pensar una nueva forma de obtener de 20 a 53 millones de toneladas.

"No lo sé. Estamos entrando en el terreno de lo incomprensible”, dice. “Hay que imaginar un estadio de fútbol lleno de plástico todos los días…O una cantidad de plástico como para cubrir Rhode Island o el país de Luxemburgo y que la basura nos llegue hasta los tobillos”.

Ninguna de estas nuevas analogías, si bien son precisas, puede plasmar la magnitud de lo que está en juego. 

Al igual que sucede con el cambio climático, las soluciones dependerán, en gran parte, de cómo responda la comunidad global en las próximas dos décadas. Y, aunque hay claras similitudes entre el problema de los desechos plásticos y el cambio climático (ambos se vinculan con el petróleo, el elemento básico para fabricar plásticos) existe una diferencia clave: la persistencia del plástico. Si bien existe alguna posibilidad, aunque muy remota, de que la tecnología y la restauración de ecosistemas naturales puedan eliminar el CO2 de la atmósfera, no hay forma de que esto pueda aplicarse al plástico. Este material es prácticamente indestructible, no desaparece nunca más.

“Para mí, el mayor problema es la cuestión de la permanencia”, sostiene George Leonard, científico jefe de Ocean Conservancy y miembro del equipo que elaboró los resultados más recientes. “Si no controlamos el problema de la contaminación plástica en el océano, ponemos en peligro la totalidad de la red alimentaria marina, desde el fitoplancton hasta las ballenas. Y para cuando la ciencia se dé cuenta de esto, y finalmente concluya que el problema es grave, será demasiado tarde. No podremos volver atrás. Esa enorme cantidad de plástico se alojará en la vida silvestre del océano y quedará allí para siempre".

El cohesión de dos estudios

Royal Dutch Shell producirá gránulos de plástico como estos en su nueva planta en el condado de Beaver, Pensilvania. La planta creará más de un millón de toneladas de diminutos gránulos. Para muchos habitantes del área de Pittsburgh, esto impulsará ampliamente la economía, pero otros se preocupan por el daño ambiental que producirá a largo plazo.

Fotografía de Ross Mantle, T​he New York Times, Redux

El análisis es el segundo de muchos estudios recientes que se han centrado en la cuestión de la economía del plástico, y concluye que, para corregir el problema de los desechos (el 40 por ciento del plástico que se fabrica en la actualidad son envases desechables), se requiere un cambio radical en la forma de fabricar, usar y desechar los plásticos.

Los nuevos hallazgos fueron obtenidos por un equipo de científicos financiado por la National Science Foundation a través del National Socio-Environmental Synthesis Center (SESYNC), Maryland. El otro proyecto, que apunta al año 2040, fue dirigido por Pew Charitable Trusts y SYSTEMIQ, una firma inversora y de asesoría ambiental con sede en Londres, y se hizo público por primera vez en julio. Ambos estudios se publicaron juntos en la revista Science en el mes de septiembre.

Curiosamente, los diferentes dos equipos de científicos llegaron a las mismas conclusiones generales habiendo utilizado diferentes métodos y establecido distintos años como meta. Ambos concluyeron que el aumento del tonelaje de plástico en los mares se debe al crecimiento de la producción del material, que supera la capacidad de recolección de esos residuos. También coincidieron en que reducir el aumento de residuos requiere reducir la producción de plástico virgen.

“La magnitud del problema es la misma. La diferencia está en el método”, explica Stephanie Borrelle, bióloga marina de Nueva Zelanda y autora principal del estudio de SESYNC. “Tenemos que hacer algo al respecto y debemos hacerlo pronto. Nuestro cálculo anual ni siquiera tiene en cuenta lo que ya existe en los océanos”.

Ambos proyectos también concluyeron que, si bien es imposible eliminar los desechos plásticos, podrían reducirse de forma significativa, utilizando las tecnologías existentes. Eso incluye mejorar la recolección y el reciclaje de desechos, rediseñar los productos para prescindir de empaques de plásticos no reciclables, ampliar el uso de recipientes recargables y, en algunos casos, sustituir por otros materiales. Pero para abordar una solución desde la perspectiva del reciclaje, que hoy representa el 12 por ciento a nivel mundial, habría que contar con muchas más instalaciones de reciclaje, que hoy no existen.

El proyecto de SESYNC también aboga por la limpieza de residuos plásticos de las costas, siempre que sea posible. Para dar una idea de lo ambicioso que es ese objetivo, sería necesario que mil millones de personas colaboraran en la limpieza anual de playas de Ocean Conservancy, que hoy reúne cerca de un millón de voluntarios.

“Lo malo es que, con este crecimiento en la producción de nuevos plásticos, no hay manera de reducir la cantidad de este material”, comenta Ben Dixon, ex director de sostenibilidad de Royal Dutch Shell y socio de SYSTEMIQ. “Esa es la conclusión desafortunada a la que llegan ambos estudios. Es posible que veamos más presiones para que estas empresas reduzcan su producción".

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    Los dos proyectos captaron la atención de las empresas del plástico, que enseguida elogiaron la investigación, pero descartaron la idea de reducir la producción de plástico virgen: "Es altamente contraproducente y poco práctico", afirmaron desde el American Chemistry Council, un grupo comercial para la industria petroquímica. ExxonMobil y Dow Chemical, dos de los principales fabricantes mundiales de polietileno, coincidieron con esta afirmación.

    “Reducir la producción para resolver el problema de los desechos, a su vez, agravará el problema del carbono y el clima, ya que los materiales alternativos producen mayores emisiones”, sostuvo Dow.

    La fabricación de plástico emite menos CO2 y utiliza menos agua que el vidrio o el aluminio. Algunos argumentan que los cálculos no siempre tienen en cuenta todas las variables, como la limpieza ambiental y el peso. La fabricación de vidrio emite menos CO2 por gramo, pero las botellas de vidrio son más pesadas. Y, en el mundo marino, las tortugas comen bolsas de plástico, no botellas de vidrio y latas de aluminio.

    Todd Spitler, vocero de Exxon, sostuvo que la compañía se centrará en "aumentar la reciclabilidad del plástico, respaldar mejoras en la recuperación de desechos plásticos y minimizar la pérdida de gránulos de plástico en las operaciones".

    El estudio de SESYNC recomienda que se establezcan límites globales en la producción de plástico virgen, un pedido que parece ser poco factible. En la última reunión (2019) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Nairobi, Kenia, hubo un debate para aprobar una resolución que dispusiera la eliminación gradual del plástico de un solo uso para 2025 y una propuesta de redactar un tratado legalmente vinculante sobre desechos plásticos; sin embargo, no hubo ningún avance con respecto a estas iniciativas.

    El estudio de Pew / SYSTEMIQ sugiere reducir la producción virgen en un 11 por ciento, argumentando que hay una cantidad de desechos plásticos que podría reciclarse y transformarse en plástico nuevo a fin de satisfacer la demanda. El problema es que el plástico virgen (resina nueva que se crea a partir de gas natural o petróleo), tiene un costo de fabricación tan bajo que atenta contra la operación del reciclaje. Es menos costoso fabricar plástico nuevo que recolectar, clasificar y procesar el plástico desechable para obtener una nueva materia prima. Y sobre todo en este momento en que los precios del petróleo han colapsado.

    La producción de plástico aumentará para 2050

    De hecho, se prevé que la producción se duplicará para 2050, y que pasará de 308 millones de toneladas producidas en 2018 a 756 millones de toneladas para 2050, según un informe publicado en 2019 por el American Chemistry Council (Consejo Estadounidense de Química). En los Estados Unidos, se han invertido $203 mil millones en 343 plantas químicas (nuevas o ampliaciones) para la producción de plásticos, según cifras de la ACC publicadas el pasado febrero. Se cree que la capacidad de producción de etileno y propileno aumentará entre un 33% y un 36%, según una estimación del Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL, por sus siglas en inglés) .

    Keith Christman, director general de mercados de plásticos de ACC, sostiene que cada vez habrá más demanda de productos plásticos, como repuestos para automóviles y productos para la construcción de viviendas, como los materiales aislantes y las tuberías de agua.

    “La industria va detrás de las nuevas tecnologías”, expresa.

    Históricamente, la producción de plástico ha aumentado casi de manera ininterrumpida desde la década de 1950, de 1.8 millones de toneladas en 1950 a 465 millones de toneladas en 2018. A partir de 2017, 7 mil millones de las 8.8 mil millones de toneladas producidas a nivel mundial durante todo ese período se han convertido en desechos.

    La industria considera que el crecimiento futuro se deberá a dos factores: la creciente población mundial y la demanda de una mayor cantidad de productos plásticos, impulsada por el mayor poder adquisitivo de una clase media cada vez más numerosa. La ONU predice que la población mundial, que hoy tiene 7.8 mil millones de personas, contará con dos mil millones más para 2050, principalmente en Asia y África. A nivel mundial, se prevé que 400 millones de familias más integrarán la clase media para 2039, y, en ese periodo entonces, crecerá el mercado de plásticos.

    África es un claro ejemplo de las complicaciones que supone el control de los desechos plásticos en las próximas décadas. De acuerdo con un informe de la ONU publicado el año pasado, el continente genera desechos a un ritmo bajo según los estándares mundiales. Cuenta con pocas regulaciones ambientales, un sistema de sanciones débil y una industria precaria para gestionar los desechos. Pero a medida que su población aumenta y se urbaniza cada vez más, y con los cambios de hábitos de consumo dados por los niveles de vida más altos, se prevé que la África subsahariana será en la región principal de producción de desechos municipales.

    “Todos los participantes de la cadena deben enfrentar los desafíos”, sostiene Guy Bailey, analista de plásticos en Wood Mackenzie, una empresa consultora especializada en energía, químicos, minería y otras investigaciones.

    “Si tu trabajo es reciclar, es difícil invertir cuando los precios del petróleo destruyen por completo la economía de tu negocio. Si tienes una empresa de embalaje, tienes que elegir entre muchas opciones de materiales, y no resulta nada fácil. Si tienes una empresa química, la reputación de la marca está en juego. Corres el riesgo de perder su habilitación para operar si las cosas van demasiado lejos. Es un gran desafío".

    La Alliance to End Plastic Waste (Alianza para acabar con los residuos plásticos), fundada el año pasado por 50 gigantes de la industria, se ha comprometido a invertir $ 1.5 mil millones para mejorar los métodos de recolección de residuos plásticos y reciclaje para crear nuevos productos. Hasta ahora, ha lanzado 14 proyectos, muchos en el sudeste asiático y África.

    Jacob Duer, presidente y director ejecutivo, expresó que el nuevo informe "reitera la necesidad y urgencia de abordar el problema y subraya la importancia de un cambio de paradigma".

    Con el crecimiento de esta organización radicada en Singapur, también irá creciendo la cantidad de proyectos y la inversión de capital. Pero Duer se opone a recortar la producción de plástico virgen.

    Tanto Duer como Martyn Ticknet, jefe de desarrollo del proyecto de la Alianza, sostienen que hay similitudes entre la misión de reducir los desechos plásticos y los esfuerzos globales para cerrar el agujero en la capa de ozono, que comenzó en la década de 1970. El año pasado, el agujero llegó a tener el tamaño más pequeño desde que se descubrió.

    “Hemos resuelto crisis importantes en el pasado. Solo necesitamos algo de tiempo para empezar a gestar cambios", afirma Ticknet.

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