Un cambio repentino en la antigua tecnología humana estaría relacionado a abruptas alteraciones climáticas

El análisis de un núcleo de sedimentos reveló una serie de factores que podrían explicar comportamientos muy complejos en los primeros miembros de nuestra especie, hace unos 320.000 años.

Por Maya Wei-Haas
Publicado 23 oct 2020, 14:32 GMT-3

Para comprender el contexto ecológico de un cambio rotundo en el comportamiento humano antiguo, un equipo de investigadores trabajó con una empresa de Nairobi para perforar el lecho de un lago antiguo a unos 24 km de donde habían descubierto una gran variedad de herramientas de piedra. Con la participación y el apoyo de los Museos Nacionales de Kenia y la comunidad local de Oldonyo Nyokie, extrajeron un núcleo de 140 metros de largo que comprendía casi un millón de años de historia.

Fotografía de Human Origins Program, Smithsonian

Durante 700.000 años, nuestros antiguos parientes en África Oriental podían fiarse de una serie de habilidades y estrategias que les garantizaban una vida relativamente estable. Y utilizaban las piedras que tenían a mano para fabricar hachas grandes y simples con las que descuartizaban las presas, cortaban ramas o labraban la tierra.

Pero hace 320.000 años -aproximadamente la fecha en que se registraron las primeras evidencias fósiles del Homo sapiens-, estos humanos primitivos cambiaron sus costumbres de forma rotundaComenzaron a confeccionar instrumentos más pequeños y livianos para utilizar como proyectiles, y empezaron a implementar la obsidiana, que recogían de lugares muy alejados. Recolectaban pigmentos rojos y negros, sustancias que luego se utilizaron para plasmar símbolos con pinturas rupestres.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Science Advances sugiere que una de las principales razones de este repentino cambio de comportamiento podría deberse a la actividad tectónica que provocó una fragmentación del paisaje.

Durante mucho tiempo, los científicos han señalado que los cambios en el inicio de los períodos húmedos o secos, por ejemplo, podrían explicar la adaptación de nuestros primeros antepasados. El nuevo estudio aporta evidencias de cambios ambientales a lo largo de casi un millón de años, registradas en un núcleo de capas de sedimentos de 140 metros de largo, proveniente de un lago antiguo.

Durante unos 700.000 años, los primeros seres humanos en la región de Olorgesailie utilizaron grandes herramientas hechas de piedra. Pero hace 320.000 años, las herramientas registradas eran completamente diferentes. Las puntas eran mucho más pequeñas y podrían utilizarse como proyectiles. Para fabricar algunas de estas herramientas utilizaban obsidiana, un material ideal para delinear bordes muy afilados que debían obtener a muchos kilómetros de distancia. En esa época, los primeros humanos también comenzaron a usar pigmentos de colores, lo que sugiere que existía una comunicación a través de símbolos.

Fotografía de Human Origins Program, Smithsonian

El registro geológico del lago revela una cantidad de cambios ecológicos que se dan casi al mismo momento en que aparecen nuevas tecnologías en el registro arqueológico. Los cambios en el clima y en el paisaje hicieron que el agua y la comida, de los que antes solían fiarse, se volvieran recursos inestables, lo que seguramente haya provocado una revolución en las vidas de los primeros humanos en África Oriental y los haya obligado a innovar sus modos de vida y adaptarse al nuevo contexto.

“Creo que la adaptabilidad es el sello distintivo más destacable de nuestra especie”, expresa el autor principal del estudio, Rick Potts, un paleoantropólogo del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural.

Es probable que la flexibilidad del Homo sapiens para afrontar nuevos desafíos sea la razón que explica que esta especie (y no otros homínidos) haya sobrevivido. Originalmente, el árbol genealógico contaba con diferentes clases de humanos (denisovanos, neandertales, Homo erectus y otros), pero solo una sola rama subsistió. “Yo suelo decir que somos los últimos bípedos que han quedado de pie”, comenta Potts.

Por supuesto, aún quedan muchos enigmas por resolver con respecto a los comienzos de nuestra especie. Como señalan los autores del estudio, el análisis no permite identificar el origen de los comportamientos modernos o el lugar donde surgió el Homo sapiens. Pero la investigación aporta datos muy detallados sobre los cambios que ocurrieron en la geografía antigua, y que sentaron las bases para el desarrollo de muchos comportamientos humanos esenciales.

“Se desató el infierno”

La reconstrucción de las antiguas condiciones ambientales se desarrolló en una cuenca conocida como Olorgesailie, en el sur de Kenia, excavada por primera vez en la década de 1940 por los paleoantropólogos británicos Mary y Louis Leakey. Potts comenzó a trabajar en el sitio cuando se unió al Smithsonian en 1985. "Pensé que iba a ser un proyecto de tres años. Y ya va por la tercera década", cuenta.

En ese momento, los avances en las técnicas de datación revelaron que en Olorgesailie había una gran variedad de herramientas de homínidos que databan de hace unos 1,2 millones de años. Pero al examinar cuidadosamente las capas de sedimento depositadas a lo largo del tiempo, los investigadores se encontraron con un gran problema. “Había un vacío de 180.000 años”, expresa Potts.

Hace unos 500.000 años, los movimientos de las placas provocaron un enorme cambio en el paisaje. Lo que antiguamente había sido una cuenca se convirtió en un punto alto en la tierra, sometido a los efectos del viento y el agua que dejaron un blanco en el registro geológico hasta hace unos 320.000 años. Según Potts, durante ese intervalo, "se desató el infierno y se produjo un cambio descomunal en el comportamiento de los homínidos".

Lo que puede saberse acerca de nuestros antepasados ​​más primitivos es que, considerando el momento en que vivían, eran demasiado avanzados. Sus herramientas eran diversas y mucho más compactas, y, por ejemplo, diseñaban pequeñas puntas triangulares de piedra que podrían haber sido utilizadas como proyectiles. "Las herramientas suelen ser grandes y pesadas en un comienzo, y luego se vuelven pequeñas y portátiles", explica Potts. "Así continuó desarrollándose la tecnología".

El contexto de estos primeros humanos también se transformó. Antes de este gran salto en el comportamiento humano, en la región proliferaban los animales de gran tamaño ("las cortadoras de césped del Pleistoceno", según Potts), como el Palaeoloxodon recki , uno de los elefantes más grandes que jamás haya caminado sobre la Tierra; el Theropithecus oswaldi, un pariente enorme de los babuinos africanos actuales; y el Hippopotamus gorgops, un antiguo pariente robusto de los hipopótamos. Pero hace 320.000 años, cerca del 85 por ciento de las especies mamíferas en esta región desaparecieron, y fueron reemplazadas por una serie de animales modernos con cuerpos más pequeños.

Para comprender mejor los factores del cambio, en septiembre de 2012, el equipo comenzó a hacer perforaciones en el lecho de un lago antiguo, cerca de donde habían descubierto una gran variedad de herramientas de piedra. “Hicimos muchas conjeturas, y finalmente, dimos con el lugar”, cuenta Potts.

Extrajeron un núcleo de lodo de 140 metros de largo, con capas de ceniza volcánica que habían fijado segmentos en determinados momentos a lo largo del tiempo. El núcleo abarcaba un período entre hace aproximadamente un millón de años y 83.000 años, entre los cuales estaban los 180.000 años de los que no se tenían datos.

El tiempo perdido

Gracias a una cantidad de pruebas, los investigadores desentrañaron la compleja historia del paisaje, que había quedado marcado por alteraciones tectónicas. La región se encuentra en la zona del Rift de África Oriental, donde la placa tectónica continental se está partiendo en dos. Con la creciente expansión de la tierra, la placa va afinándose y dividiéndose, formando nuevos valles y colinas donde una vez hubo una extensión plana; y según una investigación anterior, un período decisivo de esta ruptura comenzó hace unos 500.000 años.

El análisis del equipo sugirió que los pequeños valles que se formaron intensificaron los cambios en las precipitaciones, e hicieron que el suelo se expusiera a oscilaciones abismales de inundaciones y sequías a partir de hace unos 400.000 años. Dependiendo de la disponibilidad de agua, la vegetación también pasaba, de forma abrupta, de ser seca y árida a ser fértil y abundante. Es probable que estas variaciones tan marcadas hayan impulsado el salto en el comportamiento de los homínidos, expresa Potts.

"La disponibilidad de agua es clave para la supervivencia", explica Kristin Krueger, paleoantropóloga de Loyola University, que no formó parte del equipo de estudio. "Si no hay agua, los organismos tienen, básicamente, tres opciones: migrar, adaptarse o extinguirse".

Con recursos escasos o en constante cambio, estos humanos primitivos se vieron obligados a recorrer mayores distancias, señala. “¿Esa situación los llevó a descubrir diferentes tipos de recursos? ¿Derivó en una mayor cooperación con otros grupos para asegurar la supervivencia? ¿Significó un avance tecnológico en los modos de supervivencia? Todas estas son preguntas que está explorando el estudio", explica Krueger.

El árbol genealógico de los homínidos tiene algunas ramas enmarañadas, y, a medida que los investigadores conocen más datos, parece que las conexiones entre ellas se vuelven más complejas. Algo que complica bastante el estudio de la historia en Olorgesailie es la escasez de restos humanos, cuenta John Stewart, paleoecólogo evolutivo de Bournemouth University, que tampoco formó parte del equipo de estudio. “Podríamos incluso saber más de lo que ya sabemos”, sostiene.

Estudiar la ecología antigua en otros lugares de África podría servir para comprender mejor los posibles factores de la evolución de los homínidos a lo largo del tiempo, comenta Isaiah Nengo, paleontólogo del Turkana Basin Institute de la Stony Brook University, que no participó en el nuevo estudio. Nengo está dirigiendo un equipo de investigación para estudiar si variables tectónicas y climáticas similares podrían haber determinado la evolución en el norte de Kenia, en un momento anterior a los primeros homínidos.

“Sería genial poder contar con ese registro”, expresa.

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