Fósiles revelan que gusanos depredadores gigantes acechaban en el antiguo fondo marino

Galerías fosilizadas recientemente halladas en rocas antiguas sugieren que, durante millones de años, los gusanos surgían desde la arena usaban su mandíbula como trampa y capturaban a su presa.

Por Riley Black
Publicado 22 ene 2021, 14:06 GMT-3

Los gusanos depredadores de arena pueden medir hasta 3 metros de largo. Este fue fotografiado en el estrecho Lembeh, Indonesia.

Fotografía de Fotografía de Ryan Rossotto, Nat Geo Image Collection

Escondidos en el fondo marino entre arrecifes de coral, los gusanos gigantes esperan pacientes que un pez desafortunado se les acerque lo suficiente como para tomarlo con sus mandíbulas ágiles y dentadas, y regresar a sus galerías arenosas. Es por estos rápidos ataques letales que los gusanos se han ganado el apodo de "depredador de arena".

Hoy, unas galerías fosilizadas recientemente descubiertas y detalladas en la revista Scientific Reports indican que es probable que algún tipo de estos voraces gusanos marinos se haya alimentado de peces desprevenidos alrededor de 20 millones de años en lo que es hoy el norte de Taiwán.

Descubiertos en el Geoparque de Yehliu y el promontorio de Badouzi, las galerías son lo que se conoce como pistas fósiles (impresiones conservadas de las actividades de los animales antiguos). El valor de las pistas fósiles yace en que pueden conservar los indicios del comportamiento de una criatura. En este caso, los conductos prehistóricos, cada uno de más de 1,8 metros de largo y de alrededor de 2,54 centímetros de ancho, son pistas fósiles que probablemente hayan pertenecido a las criaturas que vivieron en la era Cenozoica, cuando esta parte del mundo estaba sumergida en el océano.

Aunque los científicos conocen a los depredadores de arena modernos desde el siglo XVIII, los investigadores los han comenzado a estudiar en detalle hace poco. Los fósiles recientemente descubiertos indican que es probable que estos brutales gusanos marinos hayan pertenecido a los ecosistemas oceánicos desde tiempos inmemoriales, lo que refuerza las ventajas evolutivas de su tortuosa técnica de caza.

Un modelo en 3D muestra el comportamiento de caza del depredador de arena y la supuesta formación de las pistas fósiles, que hoy se conocen como Pennichus formosae. Estos gusanos aguardan dentro de sus galerías en forma de ele y utilizan sus fuertes mandíbulas para atrapar los peces que pasan nadando junto a la entrada de la guarida.

Cortesía de Ludvig Löwemark

Guaridas conservadas en roca

Los depredadores de arena modernos son gusanos poliquetos y pertenecen al mismo grupo de animales que los gusanos de arena que crean pequeñas burbujas cuando la marea baja en la playa. Pero los depredadores de arena pueden ser mucho más grandes que cualquier cosa que haya en la costa.

Estos sumos depredadores por emboscada varían de unos pocos centímetros hasta 3 metros de longitud y son extremadamente escurridizos. En 2009, los trabajadores del Blue Reef Aquarium en Inglaterra se sorprendieron al percatarse de que uno de los peces en conservación había desaparecido y se dieron cuenta de que el culpable era un depredador de arena gigante, apodado Barry, que no había sido detectado en los recovecos del hábitat de arrecifes.

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    La parte superior de la galería fosilizada hallada en Taiwán forma una estructura de derrumbe con forma de pluma, similar a las estructuras de las galerías del depredador de arena moderno.

    Cortesía de Ludvig Löwemark

    En 2013, el biólogo de Kochi University, Masakazu Nara, estaba buscando impresiones fósiles del comportamiento alimenticio de las mantarrayas en rocas de 20 millones de años en Taiwán cuando halló una serie de galerías inusuales. Al principio, parecía que estas galerías en forma de ele eran propiedad de camarones antiguos, señala el paleontólogo de National Taiwan University y coautor del estudio Ludvig Löwemark. Muchas criaturas excavan el fondo marino arenoso, entonces, las pistas fósiles no parecían ser algo fuera de lo común.

    Sin embargo, los científicos no lograban identificar de forma definitiva al fósil. Pero, en 2017, una conferencia internacional de expertos en pistas fósiles reunió en Taipéi, Taiwán, a Löwemark y sus colegas y les permitió comparar observaciones. Las guaridas no se parecían a nada que ya estuviese en los registros fósiles.

    "El hecho de que nadie hubiese visto algo similar nos convenció de que era una nueva especie de pista fósil", explica Löwemark.

    No obstante, era necesario un trabajo más detectivesco para determinar con exactitud qué animal había hecho la guarida. "No fue solo un único elemento el que nos convenció de que la guarida la había hecho un gusano, sino una combinación de elementos", señala Löwemark. Las partes superiores de las galerías parecían haberse derrumbado y dejado impresiones similares a plumas en la roca, lo que sugería que un animal había salido y entrado de ellas varias veces. "Las chimeneas indicaban un incidente violento", agrega Löwemark, como un gusano que salía explosivamente de la galería y no una ostra que avanzaba de a poco en la arena.

    Una prueba geoquímica fundamental consolidó el caso. La parte superior de las galerías tenían un alto contenido de hierro, lo que sugería que lo que lo había creado estaba rezumando mucosidad a lo largo de las paredes superiores para mantener la forma de la estructura. Luego, las bacterias se alimentaron de esta sustancia viscosa y produjeron sulfuro de hierro. La fortificación con mucosidad coincide con la de las guaridas actuales de los depredadores de arena. Asimismo, la arena antigua sobre las galerías parece haberse visto alterada con regularidad e indicaría que es probable que las ocupara un depredador por emboscada. Los depredadores de arena encajaban a la perfección con el fósil.

    "Dichas galerías enormes con indicios de alteración similares a plumas son el rastro idéntico de estos gusanos", afirma Jakob Vinther, paleontólogo de University of Bristol, que no participó en el nuevo estudio. Y agrega que el tamaño de las galerías y la manera en que el comportamiento de los invertebrados alteró la arena también coincide.

    Los depredadores de arena a lo largo de la historia

    En general, las pistas fósiles se describen y se nombran sin identificar la criatura específica que las dejó, indica Murray Gingras, paleontólogo de University of Alberta. Esto se debe a que rara vez se encuentran pistas fósiles y cuerpos fósiles juntos. Gingras señala que el nuevo artículo, que llama a las galerías fosilizadas Pennichnus formosae, aporta buenos argumentos para interpretar que pertenecían al depredador de arena, pero los cuerpos fósiles ayudarían a confirmar lo que sugieren las pistas.

    "Como el gusano está compuesto casi totalmente de tejido blando, las probabilidades de conservación son ínfimas", indica Löwemark.  Sin embargo, las mandíbulas características de estos depredadores de arena constan de proteínas endurecidas y pueden tener puntas de zinc, así que tienen más probabilidades de aparecer en el registro fósil. "Creo que este tipo de mandíbulas se remontan al período ordovícico", señala Vinther, y hace referencia a una época que ocurrió hace más de 443 millones de años.

    Hay fósiles más antiguos atribuidos a este tipo de gusanos. Rocas de alrededor de 400 millones de años en Ontario, Canadá, contienen indicios de gusanos que se comportaban de forma similar a los depredadores de arena modernos. No obstante, es extraño que no se hayan encontrado fósiles como estos. En base a lo distintivas y grandes que pueden ser estas galerías, dichas pistas deberían ser relativamente habituales en rocas de los últimos 20 millones de años, indica Gingras.

    Quizá los científicos estén solo aprendiendo a reconocerlas y, con un poco de suerte, los paleontólogos podrían seguir el rastro de estos gusanos hasta sus galerías más antiguas... si se atreven.

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