"Photo Ark" en palabras de Joel Sartore

"Este bebé era criado por madres humanas que trabajaban en el zoológico. Se negaba a que la dejaran de sostener así que tuvimos que hacer el retrato con su cuidadora tomándola de la cintura para abajo, justo fuera del marco. Eso hizo que se sintiera a salvo, segura, e incluso dispuesta a posar un poco para la cámara".

"Esta largartija estaba en movimiento; con su lengua me sentía tanto a mí como al fondo de terciopelo que había detrás. El flash de la cámara captó dicha lengua para que todos pudieran verla".

"Tomar fotos de estos lobos fue como fotografiar a mis perros. Son superinteligentes, y solo estaban ahí por la comida. Cuando se acabó, ya no me prestaron demasiada atención y la toma terminó".

"Peludos y mejores amigos. No se mueven demasiado; se sientan allí y se lamen unos a otros".

"Esta rana bramaba como un gato enojado y amenazaba con morder a su manipulador mientras tomábamos la fotografía. Tiene dientes afilados y hasta puede chupar sangre. Es una rana grande, del tamaño de una pelota de béisbol, así que no es un anfibio que quieras hacer enojar".

"Este par quedó huérfano y fue traído a un centro de rehabilitación de vida salvaje en Libreville, Gabon. Son mejores amigos y se cuelgan uno del otro constantemente, ya sea cuando están asustados, jugando o durmiendo".

"Separamos a la manada con el fin de que un número pequeño de perros entrara en mi papel blanco. Buscaban intensamente a sus compañeros de manada en el otro lado de la sala".

"Hicimos que la parvada entera caminara por un compartimiento revestido de terciopelo negro. Desde ese momento, los pájaros solo se prestaron atención entre sí".

"En el medio de la noche, mientras dormía en una carpa en el oeste de África, este geco reptó por mi cara. En la oscuridad, entré en pánico, lo tomé y lo arrojé lejos. Luego, encendí mi linterna, vi que la cola se había desprendido y que el geco se había ido hacia el techo. Ahí fue cuando se me ocurrió juntar al geco y su cola para la foto. Con el tiempo, al geco le crecerá otra cola".

"Los lemures nocturnos de Madagascar plantearon un desafío especial. Con el fin de no dañar sus ojos, usamos geles infrarrojos en los flashes y, así, la luz emitida solo era visible para la cámara. Trabajábamos casi en oscuridad total, por lo menos para los humanos. Todavía me sorprende que hayamos logrado captar algo y en foco".