Una de las cuevas más profundas del mundo es incluso más grande de lo que se creía

Mientras estaban atrapados dentro del Sistema Huautla de México por la inundación torrencial, los espeleólogos y científicos descubrieron nuevas conexiones que expanden el mapa de la cueva más profunda del hemisferio occidental.

Por Andrew Bisharat
FOTOGRAFÍAS DE Joshua Hydeman
Publicado 8 jun 2018, 18:20 GMT-3
Dos espeleólogos ascienden al “Hijo de pozo”, una fosa de 90 metros del Sistema Huautla de ...
Dos espeleólogos ascienden al “Hijo de pozo”, una fosa de 90 metros del Sistema Huautla de México, una de las cuevas más grandes del mundo y la más profunda en el hemisferio occidental. La entrada, que descansa en el Sótano de Agua de Carrizo en Oaxaca, es una de las 25 del sistema. El pozo es conocido entre los equipos de expedición, ya que su uso frecuente ha ayudado a eliminar las rocas sueltas y crear un pasaje relativamente seguro para más de una persona al mismo tiempo. Para captar esta imagen de la cueva iluminada, el fotógrafo superpuso muchas fotos tomadas con diferentes exposiciones.
Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

Katie Graham estaba intentando escapar de la cueva en la que había estado atrapada con sus compañeros de equipo durante los últimos tres días. Contuvo la respiración y, cuidadosamente, nadó bajo el agua a través del torrente turbio que cubría casi completamente el pasillo subterráneo denominado funestamente “Cañón del Esqueleto” en el Sistema Huautla, la cueva más profunda en el hemisferio occidental.

Quedaban tan solo unos pocos centímetros de aire entre la superficie del agua y el techo de la cueva. Al salir a la superficie, primero lo hizo su rostro, inclinó su cabeza hacia atrás para ponerse en la mejor posición de respiración.

Con la nariz y la boca contra el viscoso techo de piedra caliza, inhaló de manera calma e hizo un esfuerzo deliberado para moverse muy despacio hacia adelante de modo que no se creara ninguna ola capaz de perturbar la campana de cristal de aire que rodeaba su rostro. Cuando la bolsa de aire se agotó, Graham usó sus piernas como antena, sondeó con su pie el fondo completamente oscuro para buscar una nueva cavidad de flotación delante de ella. Al encontrar una, se sumergió, nadó hacia adelante y, nuevamente, sacó primero su rostro con su cabeza inclinada hacia atrás.

“La tercera vez llegué a un lugar realmente bajo”, explica Graham. “No podía ver nada. –Y pensé entonces– Esto no está bien, debería regresar al campamento”.

Durante los últimos tres días, Katie Graham, Stephen Gladieux, Tiffany Nardico, Elliot Guerra-Blackmor y Chase Varner habían estado atrapados a 670 metros bajo tierra, en un campamento bajo en el Sistema Huautla. Ubicado en Oaxaca, México, el Sistema Huautla es una de las cuevas más profundas, grandes y, según algunos, más increíbles del mundo.

Antes de ingresar en La Grieta, una de las tantas cavernas distintivas conectadas al sistema más grande de Huautla, el equipo sabía que el pronóstico indicaba que lloviznaría. Sin embargo, el equipo había supuesto que la parte de La Grieta en la que estaban viajando estaría relativamente seca, incluso en una inundación.

En la primera tarde de su viaje, un “evento de marea alta” derribó a Graham, a quien arrastró casi 328 pies (100 metros) cuesta abajo. La fuerza de la inundación la hizo caer de espaldas por su mochila e hizo un esfuerzo por levantarse en el torrente.

“Me costó bastante salir del agua”, explica modestamente. “Regresamos al campamento, traumatizados. Ese fue el momento en que supimos que estaba pasando algo grande. Nuestra fuente de agua estaba aumentando”, agrega.

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    Cuando las cuevas hacen trucos

    Mientras tanto, un sexto miembro del equipo, Fernando Hernandez, estaba bloqueado fuera de la cueva. Él era el encargado de llevar la mayoría de la comida del viaje y tenía planeado llegar unas horas después que el resto de su grupo. Cuando llegó al Cañón del Esqueleto, se dio cuenta que la inundación había bloqueado todo el paso. Sus compañeros de equipo estaban atrapados.

    “Intenté buscar áreas para pasar y grité para ver si podía escucharlos sin obtener ningún resultado”, explica Hernandez. “Pensé que los había escuchado una vez, pero quizás solo era la cueva que estaba haciendo trucos”, añade.

    Hernandez volvió a la superficie para informar al resto de la expedición sobre la situación.

    Durante tres días, los cinco espeleólogos racionaron una bolsa pequeña de barras de proteínas Clif Bar y continuaron realizando su trabajo en las profundidades más alejadas de La Grieta. Completaron muchas nuevas escaladas de ayuda, realizaron investigaciones y descubrieron un nuevo pasaje que denominaron “Impulsado por barras”, que los llevó a una cámara con un domo de aproximadamente 150 metros de alto, o quizás más grande.

    A aproximadamente 146 metros de alto, el “eje de TAG” es una de las cámaras más grandes en el Sistema Huautla. TAG representa “Tennessee, Alabama y Georgia”, donde se encuentran muchas entradas de superficie diferentes. Durante la expedición de 2018, los espeleólogos se adentraron en una grieta angosta al final del eje en un intento exitoso por conectar el Sistema Huautla. Para captar esta imagen de la cueva iluminada, el fotógrafo superpuso muchas fotos tomadas con diferentes exposiciones.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    “Encontramos muchos descubrimientos nuevos”, dice Stephen Gladieux. “Mucho entusiasmo por allí abajo”, reconoce.

    A las cinco de la mañana del cuarto día, Katie Graham hizo un segundo esfuerzo para escapar y llegar al vuelo de regreso a su hogar. Regresó al Cañón del Esqueleto lleno de agua y una vez más se encontró atravesando el pasaje con su cabeza inclinada hacia atrás, su nariz y labios contra el techo, respirando el poco aire que había.

    Los niveles de agua habían descendido, pero no demasiado. Aun así, era suficiente para que Graham, considerada una de las mejores espeleólogas del mundo, pudiera salir.

    Al día siguiente, con el agua incluso un poco más baja, los demás miembros del equipo aprovecharon la oportunidad para salir a través del aguado Cañón del Esqueleto y miles y miles de centímetros de cuerda. Eventualmente, todos salieron de un agujero completamente indistinto en el piso y llegaron a la deslumbrante luz del sol.

    Scott Trescott, de Costa Rica, escala sobre las rocas que caen mientras atraviesa el pasaje del cañón en Sótano de Agua de Carrizo.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    Exploración original

    No se puede saber lo que subyace en la entrada de una cueva con solo mirar. Y ese es uno de los grandes atractivos de la espeleología, explorar lo que no se puede ver fácilmente desde una distancia segura ni representarse con los avances tecnológicos. La emoción consiste en que es una experiencia directa de hacer conocido lo desconocido, ir no porque “está allí”, como afirma la vieja expresión de alpinismo, sino porque en el fondo no se sabe lo que hay allí y no se puede saber hasta dar el primer paso hacia el temible abismo.

    “La espeleología es una exploración original. Tienes que ir para saberlo”, dice Bill Steele, uno de los principales espeleólogos de expedición del mundo y cofundador del Proyecto Espeleológico Sistema Huautla (PESH).

    Cada año desde 2013, PESH, un proyecto oficial de la National Speleological Society (Sociedad Nacional de Espeleología) y el United States Deep Caving Team (Equipo de espeleología profunda de Estados Unidos), ha sido explorar, investigar y estudiar las cuevas del área de Huautla.

    Como organización, PESH se ha comprometido a realizar 10 años consecutivos de expediciones al Sistema Huautla, siempre en abril, comprobado de ser el mes más seco. Esta última expedición concluyó con el quinto viaje de PESH, un punto intermedio del ambicioso proyecto, y aún así fue uno de los años más exitosos, más allá de las atípicas condiciones húmedas.

    Sonia Meyer atraviesa el pasaje del cañón en el Sistema Huautla, la cueva más profunda en el hemisferio occidental. Este año, el sistema está siendo explorado por dos equipos separados de expedición, PESH (Proyecto Espeleológico Sistema Huautla) y Pena Colorada 2018.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    Siguiendo un “indicio” descubierto el año pasado, la expedición PESH 2018 hizo una conexión significativa entre una cueva denominada Sótano de Agua de Carrizo y el Sistema Huautla. Esta conexión agregó 4,3 millas, o siete kilómetros, a la longitud del sistema, como también cinco nuevas entradas, convirtiendo una de las cuevas más largas y profundas del mundo, en una cueva incluso más larga y más compleja.

    El Sistema Huautla es ahora conocido por sus 85 kilómetros de largo y sus 25 diferentes entradas. Con una medición de profundidad de 1560 metros desde su entrada más alta conocida a su punto más bajo alcanzado, el Sistema Huautla es la cueva más profunda del hemisferio occidental y la novena cueva más profunda del mundo.

    Como referencia, las cuevas más grandes tienen solo una o quizás dos entradas, por tanto tienen solo una o dos rutas a través del sistema de la cueva. Por ejemplo, Veryovkina, en el país de Georgia, es la cueva más profunda del mundo, con 2204 metros, pero tiene 13 kilómetros de largo y solo una entrada.

    “Las Cavernas Carlsbad son conocidas por una cámara muy grande denominada ‘La gran habitación’”, dice Steele. “Tenemos al menos 12 de ellas en este área de la cueva. Una es dos veces el tamaño del estadio de Dallas Cowboys”.

    Un miembro de la expedición viaja a través de una parte del Sistema Huautla que se asienta detrás de uno de los pasajes llenos de agua del Cañón del Esqueleto. Viajar a través del cañón requiere pasar por láminas delgadas filosas que se pueden romper fácilmente al aplicarle fuerza. Para captar esta imagen de la cueva iluminada, el fotógrafo superpuso muchas fotos tomadas con diferentes exposiciones.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    Es la complejidad auténtica del Sistema Huautla lo que justifica su reputación como quizás la cueva más grande del mundo. Y, más allá de haber sido la primera explorada por los espeleólogos en 1966, el Sistema Huautla sigue siendo un límite entre la ciencia y la aventura.

    “Después de una vida de exploración, no tenemos manera de predecir cuánto de ella hemos explorado”, dice Steele. “Mi intuición me dice que probablemente solo hemos llegado a dos tercios de ella, como máximo, quizás solo la mitad”, agrega.

    Steele, de 69 años, hizo su primer viaje al Sistema Huautla en 1977. Este año cumple su 25.ª expedición a la región. Denomina al Sistema Huautla “la obra maestra de mi contribución a la espeleología”.

    Una tormenta perfecta de geología

    Las cuevas se volvieron más largas o profundas solo gracias a la exploración directa, se debe realizar una conexión física de una cueva a siguiente. El Sistema Huautla es la subestructura de las montañas Sierra Mazateca, una cordillera de piedra caliza cubierta por una jungla que esconde un alucinante mundo subterráneo de túneles kársticos, cascadas y cámaras.

    Los “indicios” son lugares donde una cueva puede conectarse con otra. Un indicio puede ser el sonido del agua a la distancia o la sensación del viento soplando a través de una débil grieta en la pared. Puede ser un túnel enorme o una grieta tan pequeña que una persona apenas podría pasar.

    Los indicios se identifican, marcan y, después, un equipo las explora con herramientas de vanguardia para el sondeo. Las tácticas de excavación modestas pueden utilizarse para quitar barro, sedimentos o rocas que impiden el viaje. El objetivo es realizar esa conexión para extender la profundidad o la longitud de la cueva. Finalmente, empieza a tomar forma una imagen más completa de la geología.

    “El Sistema Huautla es simplemente la tormenta perfecta de la geología para el desarrollo de la cueva”, explica Steele.

    La geología característica de una cueva es el lienzo sobre el cual nacen necesariamente otras áreas de la ciencia: paleontología, arqueología, biología y más.

    “Hemos hecho algunos descubrimientos biológicos realmente interesantes debido a que las cuevas están aisladas de otras áreas y a que son muy antiguas, por eso, existen muchas especies desconocidas aquí”, dice Steele. “Se han encontrado cerca de 48 especies en estas cuevas que no viven en ningún otro lugar”, reconoce. Una tarántula descubierta recientemente fue denominada hace poco con el nombre de Steele.

    Hace dos años, los espeleólogos de PESH descubrieron unos huesos de megafauna del Pleistoceno que se cree que corresponden al cráneo de un perezoso subterráneo gigante.

    “Hemos encontrado un cráneo completo el año pasado y pensamos que quizás hay dos”, explica Steele. “Creemos que los esqueletos completos pueden estar ahí”, añade. Un grupo de paleontólogos tiene programado comenzar a trabajar en el lugar en 2019.

    Una de las especies endémicas más interesantes es el alacrán “tartarus”, un escorpión troglodita, lo que significa que está adaptado a la cueva: es ciego y con menos pigmentación. También puede nadar, pero no respirar, bajo el agua. Se desconoce la toxicidad del veneno del escorpión.

    Las nuevas especies de escorpiones siempre son interesantes para los científicos porque pueden usarse potencialmente para desarrollar antídotos para el veneno más eficaces, lo que podría tener un impacto significativo dado que cada año mueren, en todo el mundo, alrededor de 50 000 personas debido a la picadura de escorpiones. Según el Dr. Oscar Franke, el científico de la ciudad de México que está trabajando con PESH en este escorpión, la mejor manera de aprender sobre la letalidad del escorpión es recolectar una muestra viva o ser picado directamente.

    “Nos dijeron que tomemos notas si nos pica a alguno”, dice Steele. “Pero todavía no ha pasado”, aclara.

    El espeleólogo inglés, Martin Hoof, uno de los numerosos miembros internacionales del equipo de expedición, desciende con un arnés a la entrada del Sistema Huautla.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    Apaciguar los espíritus de la cueva

    Steele fue criado en el sur de Ohio, vio su primera cueva a los cuatro años y comenzó a explorar cuevas en Kentucky como “boy scout”, lo que creó una pasión perecedera por las aventuras subterráneas. Se convirtió en el director a nivel nacional de los boy scouts en Irving, Texas, donde ahora vive y está jubilado.

    Tiene una cabellera tupida de pelo color hueso, una barba blanca de erudito y anteojos. Para los habitantes de Mazatec, Steele parece “alguien de Marte”, dice. Aun así habla con calma, con una conducta inofensiva, una ventaja, quizás, al comunicarse con personas que son aislacionistas inquebrantables e inherentemente sospechosas de los extraños que caminan por sus tierras.

    Las personas de Mazatec, un grupo de indígenas con su propio idioma y una población regionalmente dispersa de 200 000 personas, han creído desde siempre que las cuevas son entradas al mundo subterráneo espiritual. Hace dos años, miembros de la comunidad de Mazatec les pidieron a los espeleólogos de PESH participar en una ceremonia para apaciguar los espíritus de la cueva.

    “Dijeron: ‘Hace años que vienen a las cuevas sin hacerlo, entonces tienen que ponerse al día’”, recuerda Steele. Se le pidió que compre un pavo vivo de un mercado local y que se encuentre con un curandero o chamán en la entrada de una de las cuevas. Aquí, Steele, estando ya “unido al pavo”, se encontró al curandero que rezaba y cantaba en mazatecano. Las plumas de incienso ardieron por todas partes.

    Amy Morton, miembro del equipo de expedición de PESH, describe la experiencia de dormir bajo tierra como “un sueño vívido, lleno de agua, mucha imaginación de escuchar voces en el agua...”.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    “Me pidieron que tirara el pavo dentro de una fosa de 60 metros”, dice Steele. “Le pregunté tres veces si eso estaba siendo correctamente traducido, porque no podía imaginarme que realmente me pidiera que mate al pavo, pero se refería a eso”.

    Después, Steele menciona que el curandero le preguntó si alguna vez había visto algún espíritu de la cueva.

    Y aunque Steele no había visto ningún espíritu, le dijo al curandero que había sentido su presencia. “Pasaron algunas cosas que podrían haber sido terribles, pero no sucedieron, eso me pareció milagroso en ese momento”, explica. “No es que hay un hada madrina que te cuida, pero algunas cosas que pasan te hacen pensar eso”.

    En un pasaje oscuro en Oaxaca, Sonia Meyer esboza en un borrador a prueba de agua y Jesse Houser usa un Disto X para medir una fosa. Los espeleólogos usan estas técnicas para controlar sus descubrimientos y recopilar datos para crear el mapa del sistema.
    Fotografía de Joshua Hydeman, National Geographic

    En este punto, Steele percibe uno de sus roles principales como embajador de la espeleología y los espeleólogos, especialmente para la gente de Mazatec. Esto es importante no solo para el futuro de la espeleología y la ciencia en la región, sino también para obtener acceso a cuevas más altas que podrían, finalmente, conectarse con del Sistema Huautla, potencialmente aumentando su calificación a nivel mundial de las cuevas más profundas.

    “Las cosas se ven realmente bien para que el próximo año podamos hacer algunas entradas increíbles que no hemos sido capaces de hacer antes”, menciona Steele. “Veremos a dónde nos llevan. Quizás nos lleven a un sistema completamente nuevo de cuevas en el norte", concluye.

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