A Buzz Aldrin no le gusta que lo llamen "el segundo hombre en caminar sobre la Luna"

Para el astronauta de la misión Apolo 11, viajar al espacio fue fácil. Lo difícil fue volver a la Tierra.

Por Simon Worrall
Publicado 11 jul 2019, 18:07 GMT-3
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Durante la misión Gemini 12 de 1966, Buzz Aldrin se convirtió en la primera persona en hacerse un selfie espacial.
Fotografía de Buzz Aldrin, Courtesy Bloomsbury Auctions

Este artículo fue originalmente publicado el 18 de abril de 2016.

Buzz Aldrin es una leyenda viva: un héroe estadounidense y un empleado público incansable. El astronauta de la misión Apolo 11 caminó sobre la Luna y se sacó la primera selfie espacial. Ha aparecido en 30 RockLos Simpson y un vídeo musical noruego. Allí donde va, la gente lo adora y lo admira. Pero como revela en No Dream Is Too High: Life Lessons From a Man Who Walked on the Moon (Ningún sueño es tan alto: Lecciones de vida de un hombre que ha caminado sobre la Luna), publicado por National Geographic, su vida ha tenido retos y tragedias. Su madre se suicidó. Él ha combatido la depresión y el alcoholismo. Pero hoy, a los 86 años, sigue soñando a lo grande.

Desde Filadelfia, donde hizo una parada en su gira para promocionar el libro, nos explicó por qué le molesta que le llamen "el segundo hombre que caminó sobre la Luna", cómo las historias sobre los avistamientos de ovnis en camino a la Luna son infundadas y por qué está convencido de que los Estados Unidos llevarán a la humanidad a Marte en las dos décadas venideras.

En tu libro hay un momento asombroso en el que contemplas la Tierra desde la Luna y te das cuenta de que, entre los miles de millones de personas de la Tierra —vivas y muertas—, tú, Neil Armstrong y Michael Collins son las tres únicas que no están allí. Háblanos de esa sensación, Buzz.

Fue una sensación mental. La verdad es que no me hizo sentir solo, salvo porque me di cuenta de que estaba más lejos que nunca de la gente. Ya en la superficie lunar, pudimos contemplar la Tierra, un puntito azul en el cielo. Somos una parte muy pequeña del sistema solar y del universo entero. El cielo era muy oscuro y el horizonte estaba muy bien definido, curvándose a muchos kilómetros de nosotros en el espacio.

Aldrin, fotografiado en la sede de National Geographic en Washington, D.C., cree que, dentro de dos décadas, Estados Unidos llevará tripulaciones internacionales a Marte.
Fotografía de Becky Hale, National Geographic Staff

En camino a la Luna, se produjo un extraño incidente que la NASA mantuvo en secreto durante años. ¿Qué opinas sobre el OVNI que creyeron haber visto?

Me sorprende que digas que vimos un OVNI y que lo ocultamos. No se ocultó nada. Miré por la ventana y vi una luz que se movía respecto a las estrellas. No queríamos decir nada que hiciera que la gente pensase: "¡Oh, Houston, hay una luz que nos sigue a la Luna!". Eso habría desconcertado a muchísima gente en la Tierra. Pero queríamos hacer una observación, así que preguntamos inocentemente al control en tierra a cuánta distancia se encontraba la etapa superior del cohete. Nos respondieron que a unos 9.600 kilómetros. A partir de mi experiencia, sabía que había cuatro objetos ahí fuera, que eran los paneles que se liberaron del cohete para exponer el aterrizador. Más adelante, cuando estábamos en cuarentena tras volver a la tierra, el alto mando vino a hablar con nosotros tras una ventana. Neil dijo: "Probablemente se hayan preguntado por qué nos preguntamos a qué distancia estaba la tercera etapa del cohete". Nos dijeron que les había parecido desconcertante. Neil les explicó que era porque habíamos visto una luz, que obviamente eran los paneles que se desprendieron.

Asumimos que era de dominio público y, durante una entrevista con la BBC, conté toda la historia. Los fanáticos de los ovnis de Estados Unidos se enfadaron conmigo por no habérselo dicho primero. [Se ríe] Sabíamos que no era un ovni. Pero eso no impidió que la historia se propagara entre la gente que buscaba algo a lo que poder tildar de encubrimiento de un OVNI.

La famosa frase que usaste para describir la Luna fue "magnífica desolación". ¿Podrías hablarnos de eso?

Como comandante del vuelo, Neil iba a ser uno de los primeros en pisar la Luna y decir algo histórico, y así lo hizo. Después descendí yo y miré a mi alrededor, y no me había preparado nada. Si hubiera sido el primero en descender, habría consultado a filósofos o historiadores para que me ayudaran a pensar en algo que decir. Pero no fui el primero. Así que uní las palabras que se me ocurrieron para representar la magnificencia de aquel logro humano. Durante la historia, hemos soñado con la luna y nos hemos preguntado si los humanos viajarían allí algún día. La magnificencia de nuestro logro por la humanidad era que estábamos allí. Pero cuando miré a mi alrededor, lo que vi fue lo más desolado que te puedas imaginar. Sin oxígeno, sin vida, solo la superficie lunar que no ha cambiado durante miles de años y la oscuridad del cielo. Fue la cosa más desolada que se me podría ocurrir. Y por eso pronuncié esas palabras: la magnificencia del logro y la desolación de dónde estábamos.

Algo polémico es que comulgaste en la Luna con pan y vino que habías "colado" a bordo de la nave. Háblanos de aquel incidente y de si lo harías de nuevo.

No colé nada a bordo. [Se ríe] Cada recuerdo, cada bandera y cada moneda que llevamos se contó y documentó, y se almacenó cuidadosamente en la nave. Un par de semanas antes de despegar, pensé que sería buena idea decirle lo que iba a hacer al encargado de la tripulación de vuelo. Me dijo que no hablara de ello cuando estuviera en la Luna. Cuando la tripulación de la Apolo 8 leyó el Génesis en Nochebuena, algunas personas se quejaron porque, como institución financiada por el gobierno, la NASA no debería promocionar la religión. Por eso no me pareció bien hablar de ello hasta años después.

Yo participaba en una iglesia en particular, como John Glenn y otros astronautas. Así que me pareció apropiado manifestar mi trasfondo cristiano. Hoy, mi filosofía es más como lo que Albert Einstein describía como una sensación cósmica de que un poder superior había participado en la creación del universo. Es bastante impreciso.

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    Tras regresar a la Tierra, Aldrin (a la derecha) y los otros astronautas de la Apolo 11 fueron puestos en cuarentena en caso de haber traído a la Tierra patógenos desconocidos. En la imagen, hablan con el presidente Richard Nixon poco después de amerizar en el Pacífico.
    Fotografía de MPI, Getty Images

    Una de las sorpresas de tu libro es que, tras el logro del alunizaje, todo se desmoronó en tu vida. Tu madre se había suicidado y tú hacías frente al alcoholismo. ¿Podrías hablarnos de ese período de tu vida?

    El título de mi primera autobiografía no fue Journey to the Moon (Camino a la Luna). Se llamaba Return to Earth (Regreso a la Tierra), un título que describía mejor mi situación al regresar. Tras abandonar la NASA, esperaba que me asignaran a la academia de la Fuerza Aérea como comandante de cadetes. Había estado destacado allí durante un par de años y era el ayudante del decano de la facultad. Pero ese puesto fue para un compañero mío de West Point, cuyo padre era un general de cuatro estrellas de la Fuerza Aérea.

    A mí me nombraron director de una escuela de pilotos de pruebas, algo más bien irónico porque yo era en cierto modo único entre la tripulación, ya que nunca me había formado como piloto de pruebas, como se exigía a astronautas anteriores. Me interesaba el espacio, no las aeronaves. Un año después, decidí retirarme de la Fuerza Aérea. Ya había abandonado la NASA y no me entusiasmaba mucho la idea de trabajar en una empresa. No estaba seguro de cómo sería el resto de mi vida.

    Cuando volví de la Luna, me convertí en una celebridad, un héroe, con desfiles con confeti y discursos. Pero eso no era lo que buscaba ni deseaba en realidad. A mi madre le había perturbado mi condición de celebridad tras mi primer vuelo espacial en la misión Gemini 12 unos años antes. Y mi hermana mayor y yo llegamos a la conclusión de que quizá eso, así como otros factores, había hecho que se quitara la vida. Su padre, mi abuelo, también se había suicidado, y algunas de mis primas, las hijas de mi tío, se habían suicidado.

    Empecé a pensar que era una tendencia genética, heredada. Esto me llevó a consumir alcohol cada vez más y, claro está, no puedes enderezar las cosas en tu cabeza si no tienes la mente despejada. Primero tienes que lograr estar sobrio antes de enfrentarte a otras situaciones que te perturban. Hoy cumplo 37 años de sobriedad. Si de vez en cuando me da la sensación de que el mundo a mi alrededor no hace lo que me gustaría que hiciera, desaparezco durante un día o hasta una semana. Es algo a lo que nunca he tenido que hacer frente.

    "Cuando volví de la luna, me convertí en una celebridad, un héroe, con confeti, desfiles y discursos", recuerda Aldrin, al que vemos en Tokio durante el Tour Goodwill de 1969. "Pero eso no era lo que buscaba ni deseaba en realidad".
    Fotografía de  Keystone/Hulton Archive/Getty Images

    Fue Neil Armstrong quien dio ese "gran salto para la humanidad" al ser el primer humano en caminar sobre la Luna. ¿Te fastidia que te conozcan como el segundo hombre en la Luna?

    Por aquel entonces, no me molestaba. Como alto cargo de la tripulación, era adecuado que él fuera el primero. Pero tras años y años de que me pidieran que hablara para un grupo de personas y me presentasen como el segundo hombre en la Luna, sí que se hace un pelín frustrante. ¿Es necesario aclarar al público que otra persona fue la primera cuando todos nos formamos igual, todos alunizamos al mismo tiempo y todos aportamos nuestro granito de arena? Pero durante el resto de mi vida, siempre me identificarán como el segundo hombre que caminó sobre la Luna. [Se ríe]

    Háblanos de tus ideas sobre un asentamiento permanente en el planeta rojo. ¿Es un sueño demasiado grande?

    Ningún sueño es demasiado grande. Pero, claro está, viajar a Marte es mucho más complicado que viajar a la Luna. No ocurrirá durante mi vida, a no ser que viva hasta los 110 años. [Se ríe] Pero espero que mi hijo siga aquí para verlo. Trabaja muy diligentemente con el Instituto Espacial Buzz Aldrin, que fundamos en colaboración con el Instituto de Tecnología de Florida.

    Estamos desarrollando mi plan. En primer lugar, tendremos un ciclador en la órbita baja terrestre. El segundo ciclador será una base en la Luna que diseñe Estados Unidos, proyecto en el que podrán contribuir otros países. Las tripulaciones permanecerán allí de seis meses a un año, después volverán a la Tierra para empezar a formarse como la primera tripulación que aterrizará en Marte. Creo que dentro de dos décadas, Estados Unidos llevará a tripulaciones internacionales a Marte.

    Buzz Aldrin camina sobre la luna y deja sus huellas. Describió el paisaje lunar como una "magnífica desolación".
    Fotografía de Neil Armstrong, NASA

    ¿Qué lecciones te gustaría transmitir a la siguiente generación?

    No he tenido una vida perfecta. He tenido que enfrentarme a muchos cambios y retos. Volé misiones de combate durante la guerra de Corea, sobreviví a la amenaza de la aniquilación nuclear y me enfrenté a diversos problemas en el programa espacial y en mi propia vida. Por el camino, descubrí que podía contribuir con mi espíritu innovador, pensando de forma diferente para servir mejor a mi país. Juré hacerlo con 17 años y eso ha seguido motivándome, no los beneficios económicos. No me motiva lo que me devuelven. Es la satisfacción de saber que estoy ayudando a trazar un rumbo para que otros puedan unir a las naciones.

    Es una parte muy importante de todo esto. He pasado mucho tiempo buscando formas de aumentar nuestras asociaciones pacíficas con China, al igual que hicimos con la Unión Soviética, con una misión conjunta al espacio. Podremos hacerlo con los chinos y con otros países de forma igualitaria y productiva que es mucho mejor que el programa Apolo.

    ¿Podría alguien querer una vida más significativa? Es una vida ajetreada, pero es una oportunidad enorme de servir a otras personas.

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