La “fatiga por Zoom” llegó para quedarse. ¿Cómo podríamos lidiar con ella?

Una nueva investigación muestra cómo los empleadores y las empresas de tecnología pueden mantener los aspectos positivos del trabajo remoto y a la vez reducir el agotamiento psicológico, especialmente para las mujeres.

Por Theresa Machemer
Publicado 7 may 2021, 00:00 GMT-3
Zoom fatigue

Demasiadas videoconferencias sin descansos podrían llevar a lo que se conoce como "fatiga de Zoom"-

Fotografía de Stefan Wermuth, Bloomberg via Getty Images

Las herramientas de videoconferencia se han convertido en las plataformas por defecto para poder interactuar con otros seres humanos respetando la distancia social, especialmente para los que antes trabajaban en una oficina. Incluso, algunas empresas se están proponiendo implementar el trabajo remoto como una opción luego de que termine la pandemia. Pero después de más de un año de vivir conectados y trabajar por internet, estamos experimentando lo que se ha denominado "fatiga por zoom", el agotamiento que deriva de un día lleno de videoconferencias.

Una nueva investigación publicada el pasado 13 de abril ofrece algunas de las primeras conclusiones contundentes sobre la fatiga por Zoom y brinda un panorama amplio de las causas. También sugiere que la fatiga no se manifiesta en todos por igual. En una encuesta en línea a más de 10.000 personas en la plataforma de intercambio de investigaciones conocida como SSRN, se comprobó que las mujeres, en promedio, han tenido un mayor nivel de fatiga por Zoom que los hombres (alrededor de un 13,8 por ciento más alto).

La autora, Géraldine Fauville, experta en realidad virtual y comunicación en la Universidad de Gotemburgo en Suecia, sostiene que una de las funciones de la ciencia es ayudar a identificar este tipo de desigualdades, “y luego, basándose en la ciencia, la sociedad y las empresas pueden utilizar dicho conocimiento para abordar esas cuestiones".

Por ejemplo, el trabajo realizado por su equipo muestra que los días largos repletos de videollamadas y pocos descansos pueden causar fatiga por Zoom. Verse a sí mismo y a una multitud de rostros en la pantalla, la presión de no salirse del campo de visión de la cámara, la falta de señales no verbales también agotan el cerebro. Pero si conocen las causas del problema, tanto los gerentes como los creadores de tecnología pueden realizar ciertas maniobras para aliviar el agotamiento.

Un año de adaptación 

Está claro que el trabajo remoto tiene sus ventajas: no tienes que trasladarte, dispones de flexibilidad para realizar las tareas del hogar y tienes fácil acceso a las conferencias, incluso para los trabajadores con discapacidades. El teletrabajo también ha posibilitado las tareas relacionadas con una pandemia. En San Francisco, Andrea Nickerson capacita por Zoom a los investigadores de casos de COVID-19, es decir, las personas que realizan el rastreo de contactos.

En un día ajetreado, Nickerson quizá dedica cinco o seis horas a las videoconferencias. Es raro que no tenga ninguna. “Al final del día, lo que más quiero es cerrar mi computadora y colocarla en un lugar lejos de mi vista”, dice Nickerson.

Cuando se empezó a hablar sobre la fatiga o hartazgo del Zoom, los científicos que se especializan en las interacciones entre los humanos y la tecnología comenzaron a estudiar el fenómeno científicamente.

Primero, crearon una herramienta para medir la fatiga, a la que llamaron Escala de agotamiento y fatiga del zoom, o ZEF (por sus siglas en inglés). Luego, diseñaron una encuesta pública y recopilaron más de 10.000 respuestas para medir la fatiga de las personas en la escala ZEF, junto con estadísticas sobre cuánto tiempo pasa cada persona en la plataforma Zoom e información demográfica.

Los datos confirmaron lo que muchos sospechaban: pasar más tiempo en videollamadas, con menos tiempo de descanso entre llamada y llamada, provoca más agotamiento. Los resultados también indicaron cuatro factores con los que los teletrabajadores tienen que lidiar cuando usan las videoconferencias.

En primer lugar, la falta de señales no verbales es estresante porque es difícil transmitir o interpretar de forma natural los gestos y el lenguaje corporal cuando solo se ven los hombros y la cabeza de los colegas. Puede ocurrir que para compensar esto, exageremos nuestros propios gestos, como levantar un pulgar hacia arriba con demasiado énfasis, al tiempo que tratamos de decodificar el estado de ánimo de nuestros colegas.

Durante las videollamadas, las personas dicen que se sienten atrapadas en la silla, tratando de no salirse del ángulo de visión de la cámara web, y esto aumenta los niveles de estrés.

Muchas herramientas de videoconferencia muestran al usuario su propia ventana de video, y los investigadores encontraron que esta visión permanente en tiempo real puede causar lo que se conoce como ansiedad del espejo. Esta condición puede ser estresante, causa distracciones y se ha relacionado con un aumento de la ansiedad y la depresión.

Por último, el estudio habla de una "sobremirada", es decir, una fuerte sensación de que las personas al otro lado de la pantalla te están mirando específicamente a ti, porque la pantalla de videoconferencia muestra a todo el mundo mirando hacia sus cámaras sin importar en quién estén enfocados. Y esto es peor en las reuniones entre dos personas, cuando la cara del colega se ve gigante, como si estuviera a menos de medio metro de distancia.

“El cerebro percibe este tipo de proximidad física replicada en la pantalla como una situación que podría llevar a una paridad o al conflicto. Y para el cerebro es una sensación muy intenso", dice Fauville. 

Diferencias y discrepancias 

Según la encuesta, las mujeres pasan más tiempo por día en reuniones virtuales, con pausas más breves entre reunión y reunión, que los hombres. También informaron mayores niveles de ansiedad al verse a sí mismas en la pantalla y que se sienten demasiado constreñidas al hacer las videollamadas, los dos predictores más fuertes de un alto nivel de fatiga por Zoom.

“En investigaciones anteriores se demostró que la “ansiedad del espejo” parece aplicarse más a las mujeres que a los hombres. Esa es también una de las razones por las que decidimos considerar el género”, dice Fauville. Pero en cuanto al hecho de que las mujeres se sienten más atrapadas en la silla durante las reuniones “no podemos afirmar nada. Es el siguiente paso, comprender los orígenes de estos mecanismos”, agrega.

La encuesta también mostró que las personas de color solían informar una mayor fatiga por Zoom que las personas blancas, aunque el efecto es mucho menor que la diferencia vinculada al género.

El estudio aún no ha sido revisado por pares, pero es "excelente en términos metodológicos...Se basa en una teoría muy sólida", dice Rabindra Ratan, experto en interacción entre humanos y tecnología en la Universidad Estatal de Michigan, quien no participó en el estudio.

Aún quedan muchas preguntas sobre los impactos psicológicos del teletrabajo y la interacción con otras personas vía Zoom. Hasta ahora, hay pocos estudios confiables sobre cómo las personas con discapacidades se han visto afectadas por el gran aumento del teletrabajo, por ejemplo. Como la escala ZEF está disponible de forma gratuita para uso de otros científicos, y se está trabajando en la traducción a más idiomas, Fauville espera que más investigadores puedan emplearla en sus propios estudios futuros.

Flexibilidad y conexión

Así y todo, parece que usar este tipo de tecnología para trabajar desde casa tiene sus beneficios.

Ratan se mudó a California durante la pandemia porque podía realizar sus investigaciones y dar clases de forma virtual. Tanto él como Fauville también se han dado cuenta de que, durante la pandemia, ha sido más fácil colaborar con colegas internacionales, porque es menos incómodo iniciar conversaciones a larga distancia.

Para muchos, los beneficios del trabajo remoto van más allá de la comodidad. La desestigmatización del trabajo remoto permitió que Zahra Khan, una ingeniera de sistemas en el sur de California, encontrara un trabajo remoto donde pudiera lidiar mejor con los síntomas de su discapacidad, que afecta su audición y niveles de energía. Khan realiza videollamadas durante aproximadamente tres o cuatro horas al día en Google Hangouts, que ofrece subtítulos automáticos. También tiene la posibilidad de tomar sus medicamentos o descansar según lo necesite.

“Ha sido mucho mejor porque puedo ir trabajando según mis niveles de energía y controlar mis síntomas, e incluso mantenerme hidratada. Y es algo en mi último trabajo no pude lograr", dice Khan. 

La velocidad con la que los empleadores establecieron espacios de trabajo remoto la primavera pasada dio origen al hashtag “DisabledAndSaltyAF” en Twitter. Las personas con discapacidades usaron el hashtag para compartir historias de cuando los empleadores las echaron de sus lugares de trabajo para no proveer un lugar remoto. El cambio al trabajo a distancia durante la pandemia parece ser una prueba de que esas adaptaciones podrían haberse facilitado mucho antes.

Ahora, lo que preocupa es lo que podría suceder cuando las restricciones se relajen y las personas sin discapacidades retomen sus actividades.

“Cuando las cosas comiencen a 'volver a la normalidad', muchos de estos cambios podrían desaparecer”, dice Khan. "Y eso da mucho miedo".

Soluciones para el futuro 

En el futuro, los empleadores pueden adoptar un enfoque híbrido cuando sea seguro regresar al trabajo presencial. La cultura de la oficina podría volverse más flexible, y permitir que algunas personas asistan físicamente a las reuniones y que otras se unan por video o por teléfono. Y los nuevos hallazgos apuntan hacia soluciones que tanto los trabajadores como los gerentes pueden usar para prevenir la fatiga por Zoom.

Fauville ha comprado un escritorio de pie para reducir la sensación de constricción, ya que permite un movimiento más fluido mientras realiza las videollamadas. Para reducir la fatiga visual, que es un efecto medible de la fatiga por Zoom en la escala ZEF, Nickerson usa un filtro naranja en su pantalla.

Pero Fauville enfatiza que "la responsabilidad de abordar la fatiga por Zoom no debe recaer en las personas, ya que eso podría acentuar las desigualdades".

Más bien, los investigadores esperan que los empleadores utilicen los resultados para implementar medidas que protejan a todos de la fatiga por Zoom. Podría disponerse que un día a la semana la persona no tenga ninguna videollamada, que existan pausas de 10 minutos entre reunión y reunión o que se piense bien qué herramienta usar. A veces, la videoconferencia es la mejor herramienta porque ofrece subtítulos automáticos, uso compartido de pantalla o presencia social. Pero otras veces alcanza con una llamada telefónica normal, un mensaje de texto o un correo electrónico.

Las empresas de videoconferencia también pueden cambiar sus herramientas para reducir la fatiga por Zoom.

“La solución más fácil es eliminar la visión de pantalla propia como opción predeterminada”, dice Jeremy Bailenson, autor principal del estudio SSRN y director fundador del Stanford University's Virtual Human Interaction Lab (Laboratorio Virtual de Interacción Humana) de la Universidad de Stanford. Sugiere que debería desaparecer después de unos segundos para reducir la ansiedad del espejo.

Bailenson añade que las empresas de videoconferencia también podrían trabajar el problema de la “sobremirada” calculando la distancia percibida entre el usuario y su compañero de videollamadas, y luego limitar el tamaño máximo de visualización de las cabezas en la pantalla.

La fatiga por zoom podría seguir afectando a los trabajadores remotos, especialmente a las mujeres y las personas de color, según las decisiones que tomen las empresas para prevenirla, dice Ratan. Pero agrega que el teletrabajo parece ser más aceptado que nunca.

“Nos hemos visto obligados a adelantarnos 10 años en términos tecnológicos, usando tecnologías de educación y atención médica a distancia. Así que, creo que la sociedad está preparada para todo lo demás".

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