
Cuando los sapos se pintan de amarillo: el misterioso cambio de color que ocurre por amor
Dos parejas de sapos comunes asiáticos apareándose en Karnataka, India. Los sapos amarillos que aparecen en la foto son machos y los sapos marrones son hembras.
Susanne Stückler.
Con la llegada de las primeras lluvias monzónicas a la India y el sudeste asiático, una especie de sapo experimenta un cambio de color casi literal. Un proceso hormonal temporal transforma a los sapos comunes asiáticos machos (Duttaphrynus melanostictus) de un color marrón chocolate a un amarillo limón en cuestión de minutos.
Mientras que la piel de las hembras permanece marrón, los machos experimentan un cambio radical de color para prepararse para una frenética ronda de apareamiento. Los científicos saben desde hace tiempo que este cambio de color coincide con un intenso evento de reproducción anual de dos días, pero recientemente confirmaron su función específica.
Para investigar este fenómeno, investigadores del zoológico de Schönbrunn en Viena imprimieron en 3D sapos, algunos marrones, otros amarillos, y los colocaron entre sapos reales que se reunían para aparearse. Descubrieron que los sapos machos ignoraban en gran medida los modelos amarillos, pero intentaban aparearse con frecuencia con los marrones, cuyo color coincidía con el que esperaban de las hembras.
Los investigadores probaron variando otros factores, como el peso, el tamaño y la saturación del color de los sapos de muestra, pero nada más pareció afectar a qué modelos atraían más a los sapos machos.

Más de una docena de sapos comunes asiáticos machos de color amarillo brillante en un estanque durante un evento de reproducción explosivo en Karnataka, India.
Los científicos afirman que esto sugiere firmemente que los sapos se codifican por colores de forma natural para evitar confusiones de identidad. Mientras que los machos de otras especies suelen exhibir colores brillantes para atraer a las hembras, estos sapos parecen volverse de un amarillo intenso, similar al de un semáforo, para enviar una señal que repele a otros machos.
“En las especies con reproducción explosiva, los emparejamientos indebidos son frecuentes”, afirma Susanne Stückler, investigadora asociada del zoológico de Schönbrunn, quien dirigió el estudio. Dado que el período de reproducción es tan breve, los sapos deben encontrar pareja con mucha rapidez. La competencia es feroz, sobre todo porque las hembras son escasas.
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En su fervor, Stückler asegura que los machos pueden intentar aparearse con otros machos, con especies de sapos equivocadas, con peces o incluso con objetos inanimados. “Esto sugiere que identificar a la pareja adecuada puede resultar difícil en estas condiciones de alta densidad poblacional y estrés”, explicó Stückler y agregó: “La coloración parece ser una solución evolutiva a este problema”.
Este tipo de investigación podría cambiar la forma en que los científicos piensan sobre la evolución del color en el árbol de la vida animal, indica Rayna Bell, curadora de herpetología de la Academia de Ciencias de California, quien no participó en el estudio.

Dos sapos comunes asiáticos en Karnataka, India. El etiquetado como A es un macho amarillo y el etiquetado como B es una hembra marrón.
“Este no es el primer estudio que muestra este tipo de señalización en ranas, pero lo que me parece realmente interesante es que podría cambiar nuestra interpretación de las señales de color incluso en grupos que creemos comprender bien, incluyendo ejemplos más conocidos como las aves o las mariposas”, comenta Bell y continúa: “Prestar atención a animales menos estudiados podría ofrecer nuevas ideas que nos hagan replantearnos lo que creíamos saber sobre los procesos de señalización en general”.
A diferencia de otros animales como los pulpos y los camaleones, que pueden cambiar de color en segundos, los sapos macho tardan unos 10 minutos en volverse amarillos. Esto se debe a que el proceso está controlado por hormonas, en lugar de por células de la piel, que están controladas directamente por los nervios. El tono amarillo dura hasta dos días antes de volver a ser marrón.
¿Cómo se transforman? Bajo la piel de los sapos, existen capas de células especializadas llamadas cromatóforos. Algunas contienen pigmentos oscuros, otras amarillos y rojos, y un tercer tipo refleja la luz como pequeños espejos. Las hormonas del estrés, como la adrenalina, parecen activar el organismo de los sapos para que reorganice los pigmentos e incline esas placas reflectantes.
El cambio de color puede parecer un raro ejemplo de cooperación en la naturaleza. Pero los sapos siguen estando en plena competencia.
“Pelean, dan patadas e intentan desplazar a otros machos” que ya están intentando aparearse, explicó Stückler. “A veces, varios machos intentan aparearse [simultáneamente] con la misma hembra, formando ‘bolas de apareamiento’, lo que incluso puede provocar que la hembra se ahogue”.
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El cambio climático podría agravar aún más un evento ya de por sí caótico y con una sincronización precisa. Aunque la temporada de monzones dura unos pocos meses, los sapos comunes asiáticos, junto con muchos otros anfibios, se reproducen durante un período específico de uno o dos días al principio.
Esto se debe a que las crías necesitan eclosionar y desarrollarse lo máximo posible antes del invierno para tener mayores probabilidades de sobrevivir. Cuando llegan las lluvias y el agua empieza a acumularse, los sapos se aparean rápidamente y los renacuajos tienen tiempo de convertirse en ranitas antes de que su hábitat se seque de nuevo.
Sin embargo, los cambios en los patrones climáticos están alterando tanto el momento como la intensidad de la temporada de monzones, lo que podría perturbar el ya de por sí reducido periodo de tiempo en el que se reproducen muchas especies.
Si los sapos ponen huevos durante un breve periodo de lluvias seguido de un largo periodo de días soleados, “todos los huevos se desecarían y la población se reduciría en los años venideros”, asegura KV Gururaja, experto en anfibios del Instituto Srishti Manipal de Arte, Diseño y Tecnología de la India, y coautor del estudio.
La supervivencia de especies con reproducción explosiva, como el sapo común asiático, podría depender de su capacidad para adaptarse a los cambios en el flujo del monzón.